sábado, noviembre 18, 2006

LA NARICITA DE KATE MOSS

Tiene toda la razón Antonio Caballero reprochándole al vicepresidente Santos sus quejas contra la modelo Kate Moss y la pretensión de culpabilizar a los consumidores de cocaína de la violencia colombiana: una imbecilidad, como dice Caballero, no cabe la menor duda. Claro que su denuncia o crítica sólo tiene por objeto reforzar algo que afirma en la entradilla de su artículo:

Hasta la saciedad se ha explicado desde hace decenios y desde todos los ángulos imaginables, que lo que mata a tiros no es la droga sino la prohibición de la droga.

______Lo cual no sólo es otra imbecilidad, sino precisamente la imbecilidad, convertida en axioma en Colombia, que ha llevado al vicepresidente y a mucha gente del gobierno a lanzar la increíble campaña publicitaria de que habla Caballero.

Desconcertantes maestros de moral

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Basta con pensar en los congresistas de Sucre capturados recientemente y en su afinidad con el gobierno para imaginarse el desprecio que sentirán quienes vean los anuncios de esa campaña: un gobierno que no es capaz de librarse de aliados relacionados con el narcotráfico y una sociedad que no condena ese negocio ni a los grupos criminales que lo explotan va a dar lecciones a los que desde el punto de vista de la estúpida demonización de las drogas serían sus víctimas. ¿Qué hay en el consumo de cocaína? Hedonismo y descuido de la propia salud. Resulta que ahora el consumidor debe tener en cuenta que por esa causa se matan los colombianos. ¡Como si no cupieran toda clase de reproches a la gente vanidosa que exhibe joyas y que ocasionó las guerras por las esmeraldas o las mucho más crueles guerras por los diamantes en Sierra Leona y otros países de África! Es que hay que enterarse de las cosas que hacen y dicen los colombianos para entender qué es el cretinismo moral.

El amor propio a la colombiana


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Hace años leí un artículo de Eduardo Posada Carbó en que hablaba del amor propio ("autoestima") como algo que las naciones necesitan igual que las personas, para apoyar lo cual citaba, si mal no recuerdo, a Richard Rorty. ¡Hay que ver lo que piensan de los colombianos Antonio Caballero y su discípulo Francisco Santos! "No tome usted cocaína porque por ese negocio se matan mis compatriotas", "No dé usted ocasión a un negocio ilegal y muy rentable, porque entonces mis compatriotas van a caer ahí". La lista podría seguir, los joyeros tendrían su parte de culpa por concentrar tantas riquezas en sus locales, irresistibles para los pistoleros colombianos, las señoras por llevar bolso, las mujeres jóvenes por salir a la calle... Dios mío. Hay como unos seres humanos de segunda a los que no se les puede exigir que respeten las leyes ni se integren en la comunidad como los demás. En rigor, es lo que pretendo demostrar, esos seres humanos de segunda no son los pobres que tienen que vivir en barrios llenos de pistoleros sino los farsantes que se suman a una y otra mentira.

El dinero corrompe

______Es el lugar común obligado, hasta leí a uno que culpaba al narcotráfico de lo que les pasó a las guerrillas. Bueno, él creía que eran idealistas que tomaban las armas para echar tiros al aire y así convencer a los malos de que fueran justos (y lo subieran de estrato a él) pero después se corrompieron y empezaron a ganar mucha plata, ¡y por eso empezaron a cometer atrocidades! Realmente hace falta un examen de la vida colombiana, pero tendría que hacerlo gente de otro país, mucho antes de tener que delinquir, de verse obligados por los consumidores de cocaína o por los prohibicionistas a secuestrar gente (o a castrarla en público, o a hacerla volar por los aires, o, lo que es mucho peor, a salir a gritar "¡Ni un peso más para la guerra!" delante de los parientes de las víctimas), muchísimo antes, digo, los colombianos tuvieron a través de las palabras una intoxicación que casi sin remedio los lleva a confundir la causa con la consecuencia, a ver las cosas siempre al revés, a pretender que además de lucrarse del narcotráfico (cosa que de forma indirecta pero consciente hacen la mayoría de los ricos y varios millones de personas) tienen derecho a cobrarle al mundo la incomodidad que se les ocasiona por tener que ver gente advenediza en los restaurantes caros a los que van.

En el principio fue el narcotráfico


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Una rutina habitual que exaspera a cualquiera que aborrezca la superstición es la atribución a "la droga" de un poder absoluto sobre cualquiera que la pruebe. Cada vez que alguien se encuentra con "la droga" su vida se echa a perder absolutamente. ¡Y hay que ver lo maravillosa que era! Esa necedad es pequeña en comparación con el poder mucho mayor que se atribuye a la droga en cuanto negocio a gran escala. ¡Es tan perversa y eficaz que se obstinó en castigar a los pobres colombianos (no a los colombianos pobres), mientras que a otros países más merecedores de sufrir flagelos semejantes los ha dejado en paz! Ya saliendo de toda esa tontería, hace años escribí un texto sobre los orígenes de esa violencia. Es posible que el narcotráfico haya multiplicado la tasa de homicidios, pero por una parte no se puede decir cómo sería esa tasa sin narcotráfico y por la otra el ascenso de ese negocio también es resultado del fracaso de la institucionalidad tras el fin del Frente Nacional. En cualquier caso, el narcotráfico podría ser el negocio de países como México o Perú, el uno fronterizo con EE UU y el otro cultivador tradicional de coca, pero le tocó a Colombia porque el país ofrecía más que ninguno el tipo de mano de obra apta para ese negocio.

La patria de la delincuencia


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Tiene que haber algún pensador que evalúe la relación que hay en una sociedad entre los fenómenos y su interpretación, y puede que en muchos casos se dé la paradoja de que sea esta última la que dé lugar a aquéllos: obras de la interpretación. En cualquier caso, me parece innegable que la mentalidad tradicional está en la base de la proliferación de delincuentes que vivió Colombia a partir de la época de la violencia. No tanto porque generara directamente malhechores, sino porque la resistencia de esa vieja sociedad a la implantación de la democracia contribuyó sin remedio a estimularlos. Puede que el primitivo desarraigado en la ciudad tienda a robar y a imponerse a la fuerza, pero la resistencia de los privilegiados del orden de castas por una parte le da pretextos (son pobres por culpa de este sistema: Hugo Chávez sabe explotar ese recurso) y por la otra debilita rotundamente la institucionalidad: la aplicación de las leyes que defienden la propiedad es reaccionaria e injusta. Ese mismo efecto tiene hoy el en apariencia inane discurso legalizador.

La visión de Laputa

______Mucho antes de que la casta sacerdotal europea inventara el socialismo, éste ya había sido descrito por Jonathan Swift en el tercer libro del Gulliver: la isla flotante desde la que gobiernan unos sabios un mundo del que en realidad no cuida nadie porque nadie tiene interés en ello. Ese papel, sin duda por la herencia católica, lo heredó la universidad. Pero aparte se volvió el refugio de esas castas antiguas, quien lea la prensa recordará una nota necrológica de Alfredo Molano sobre la esposa de Orlando Fals Borda y el grupo que se formó en la Facultad de Sociología de la U. Nacional alrededor de Camilo Torres: encuentro de varios linajes presidenciales intolerablemente venidos a menos por el avance del modelo globalizado. En todo el tercer mundo el comunismo fue eso, lo es en Cuba y también en Colombia. Lo cierto es que en los años setenta prácticamente todo estudiante de una universidad pública recibía una "formación" predominantemente "marxista". Esa hegemonía ideológica, pues de la universidad salen las clases altas del periodo posterior, y por otra parte también se daba en las universidades de los ricos, está en la base del avance del narcotráfico a partir de entonces.

El orden ilegítimo

______El marxismo tiene un punto curioso interpretado en el trópico esclavista. Cuando Marx habla del dominio de la burguesía se refiere a la clase media laboriosa ascendente en la Europa de su siglo, en Colombia "la burguesía" se volvió el nombre culto de "los ricos", los cuales precisamente no proceden de ninguna tradición comercial ni industrial sino de la relación con los linajes poderosos. El caso es que el poder y la propiedad de la "burguesía" eran ilegítimos para todo universitario, sobre todo estudiante de Derecho, Ciencias Sociales, Filosofía, artes o letras, más ilegítimo cuanto más alto fuera su origen social o menor fuera su disposición a trabajar o a competir. Había que organizarse y luchar para imponer el orden justo en el que toda esa propiedad pasara a manos del pueblo. Ese fenómeno ideológico incidía en dos direcciones: por una parte, creaba un ambiente de descontento que convertía al delincuente en un agraviado que enmendaba una injusticia, por la otra legitimaba toda conducta impropia por parte del funcionario encargado de perseguirlas. Si a eso se suma la proximidad de la revolución, el fervor castrista de esos años, el rechazo a la guerra de Vietnam por parte de los pre-conscriptos en EE UU y el cambio de costumbres, la verdad es que la oportunidad de un enriquecimiento rápido por ese medio resultaba irresistible para mucha gente. Había y hay países más pobres que Colombia pero no tenían esas condiciones morales.

Cultura del delito


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Se da un refuerzo mutuo entre las aspiraciones revolucionarias, que necesitan soliviantar a los delincuentes porque son sus soldados, y el ascenso de los delincuentes más aptos, que necesitan una sociedad desmoralizada para imponerse sobre ella. En ese sentido, la alianza entre Escobar y el M-19 es apenas obvia y sólo escandaliza a quienes no se meten en la cabeza de esos terroristas. Aunque en verdad no escandaliza a nadie, todo el mundo la conoce hace años y eso no impide que los menores de cincuenta años de las clases altas voten en masa por esos personajes. También resultaba obvia la participación del Partido Comunista en ese negocio: empeñado en la guerra popular prolongada, no podría rechazar algo que le generaba recursos copiosos para pagar a su tropa y comprar armas, sobre todo después de la desaparición del refuerzo soviético. Los del discurso hegemónico en Colombia proclaman sin rubor que hay guerrilla y contraguerrilla mafiosa porque hay narcotráfico; en realidad hay narcotráfico porque hay guerrilla.

La ciencia estadística


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El cuento habitual es que la abundancia de recursos multiplicó las tropas y las armas, pero la verdad es que unas y otras no requerirían grandes recursos sino "voluntad política". El proyecto revolucionario habría avanzado a punta de extorsión y de armas cubanas, más o menos como las guerras centroamericanas, que no fueron el fruto del narcotráfico; y el desplazamiento habría provisto las tropas para la guerra civil, mientras que sin la guerra contra las drogas no habría recursos extra para defender al Estado. En la península indochina fueron precisamente los países en que menos había narcotráfico los que experimentaron espantosas orgías de sangre. Y el genocidio de Ruanda se cometió sobre todo con machetes. Las estadísticas que muestran un aumento notorio de los homicidios en los años ochenta y se exhiben como efecto del narcotráfico no se ocupan de lo que sería esa guerra sin esos recursos. ¡Habría que ponerse a pensar que el camino de la utopía burocrática era un proyecto serio de opresión y no una travesura de unos doctores de las mejores familias, con las que ante todo hay que relacionarse!

El sueño legalizador


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La actitud predominante en Colombia ante el narcotráfico es esa transferencia de culpa que tan bien expresa la campaña publicitaria que denuncia Caballero: "Si usted prohíbe lo que compran sus ciudadanos, no me venga a pedir cuentas a mí". Lo mismo de siempre: "Si su señora sale a la calle con joyas, no espere que nosotros, tan pobres, la dejemos pasar tranquilamente". Bueno, ésa es más bien la actitud caballerista, la del vicepresidente es tal vez menos cínica pero más ridícula. Ya he explicado en muchos sitios que el fervor legalizador es sencillamente una forma de justificar el narcotráfico. Y el drama es que algún día será más barato un embargo comercial a Colombia que la colaboración con las fuerzas estatales. En cierta medida es el sueño de los asesinos y rateros de la llamada izquierda democrática, pues su paraíso de jerarquía congelada y ociosidad subvencionada sólo podría tener lugar en un país apartado del mundo.

El rumbo

______Hace treinta años las clases instruidas se lanzaban entusiasmadas a la guerra civil para construir un régimen como el cubano, precisamente dirigidas por Antonio Caballero y su combo de señoritos de Alternativa. Claro que al mismo tiempo ocuparon puestos de poder en el Estado burgués que pretendían destruir, a los cuales tenían fácil acceso por su origen familiar y sus contactos. Si uno piensa en el Doctor en Derecho y Ciencias Políticas que entra en la carrera judicial y en la pasión con que defenderá la propiedad o las leyes que prohíben el comercio ilícito de drogas, ya se puede imaginar cuánto resistirá las presiones de los delincuentes multimillonarios. De hecho, el sindicato de jueces y fiscales fue uno de los más claramente sumisos al programa del PCC en las décadas que siguieron. ¿Qué pretende ahora la izquierda democrática con la algarabía antiprohibicionista? Ante todo salvar la solución negociada y legitimar el ascenso previsible (gracias al control de los medios de comunicación) que experimentarán en los próximos años combinando todas las formas de lucha. Puede que el resto de la sociedad quiera vivir en una democracia como las del primer mundo, pero esas ilusiones funestas se remediarán con unas cuantas bombas: ¿alguien se ha dado cuenta del cinismo de los que siempre salen a culpar al gobierno? Lo propiamente colombiano es no ver que ése es un crimen del mismo rango que los mismos asesinatos; esas personas, empezando por Caballero, cuentan con el mayor prestigio. ¿Alguien recuerda alguna condena de alguien a esos personajes?

La verdadera guerra


______Hoy en día la guerra contra las bandas narcoterroristas es la guerra por la democracia en Colombia, por eso es tan importante que no dé resultados la presión que hacen sus propagandistas para que la gente acepte el narcotráfico como una fatalidad y culpe de él a los extranjeros. Si no se vence a los narcoterroristas, éstos teminarán imponiendo su tiranía. Y es una guerra que se libra en todos los frentes, también en el económico, pues el narcotráfico sólo es la continuación de la economía rentista tradicional: la hacienda cocalera, atendida por esclavos remotos, es la versión del siglo XXI de las minas de oro de los siglos coloniales. Mientras no se planteen fuentes de riqueza diversa, la izquierda democrática tendrá con qué comprar armas y amedrentar al resto de la sociedad, forzado a someterse por su indigencia. La presión de la administración estadounidense sobre los narcotraficantes no ligados a la izquierda democrática hará que sólo queden en el negocio los que cuenten con ese paraguas protector y trabajen de consuno con esa potente fuerza. Sólo que para entonces esperan haber convencido a los colombianos de que producir drogas es un agravio que les infligen los prohibicionistas o los consumidores y que en realidad no hay nada que se pueda reprochar a Colombia. Puede que de buena fe, el mismo gobierno colombiano les ayuda.

jueves, noviembre 02, 2006

SACANDO JUGO A LOS REHENES

Mientras no haya una actitud resuelta de la sociedad para condenar los crímenes de la izquierda (democrática, claro), éstos seguirán y cualquier sacrificio de los militares o policías viene a ser inútil. Por ejemplo, la campaña de los medios para presionar al gobierno a fin de que se preste a la farsa del intercambio humanitario (a favor de la izquierda democrática, claro, en el mundo al revés todo es así) es deliberadamente un intento de legitimar a las FARC, pues cada vez que el gobierno da muestras de querer ceder, las exigencias de la guerrilla suben, así como sus demostraciones de fuerza: ¿cómo es que no envían un e-mail al gobierno planteando las condiciones en que soltarían a los rehenes? Porque los rehenes son sólo el pretexto para conseguir un territorio autónomo desde el cual reforzar el poder de matar e intimidar: puede que suelten un día a los rehenes, cuando sea completamente seguro para ellos el triunfo sobre la sociedad colombiana. Eso lo saben muy bien los dueños de los grandes medios (El Tiempo, Cambio, Semana, El Espectador, Cromos), que a fin de cuentas son los mismos accionistas de la guerrilla, por eso hacen esas campañas.

Rehenes muy rentables


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Ya he explicado muchas veces que en cierto modo esas cosas les pasan a los colombianos como a quien arroja a un bebé hacia lo alto y después protesta porque caiga, pues esperaba que se quedara en el aire: vencer la fuerza de gravedad requiere algo más que desearlo. Muchos colombianos se ponen a juzgar un hecho como el del nudo de Paramillo esta semana y se sienten más bien a favor de los triunfadores. Otros condenan esos hechos y creen que otros deberían remediarlos. ¿Cómo es que las FARC obtuvieron 2,7 millones de votos en las elecciones de mayo? ¿O que en los medios se alienta abiertamente el asesinato en masa que cometen esos muchachitos? ¿Alguien ha visto una manifestación contra el secuestro? Claro: muchas, todas le piden al gobierno que premie a los secuestradores. ¿Alguien se figura que las FARC tienen a decenas de miles de personas en las ciudades trabajando para sus intereses? ¿A quién se le va a ocurrir? Eso sí es estar muy loco. ¡Cayeron de la luna por puro castigo bíblico!

Un censo de columnistas


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¡Qué injusticia, condenar así a la mayoría de los colombianos! Si bien es cierto que casi todos los columnistas hacen propaganda de las FARC, también hay que acordarse de que no los lee ni uno de cada cien colombianos. Y que tampoco es muy claro que quienes los leen los entienden. Pero si los entienden casi con seguridad estarán de acuerdo, porque es una forma de sentirse parte de la gente culta y elegante del país. Todo esto que digo puede escandalizar a mucha gente, pero no a alguien que crea que unos asesinos no pueden imponer leyes y al mismo tiempo lea la prensa colombiana. Al menos en Colombia quienes cumplen estas dos condiciones son poquísimos, por eso el asesinato de 20 personas no motiva prácticamente ninguna columna, ningún post en blogs, mientras que un artículo que discrepaba de un editorial de El Tiempo ya ha merecido varias decenas de diatribas amenazantes. Es un tema que da aliento a la tropa de comentaristas, como los falsos positivos o las torturas a los soldados, etc.

Dichos y hechos

______Esas cosas ocurren porque alguien se propone hacerlas antes, y para eso las dice. La persona que no lee ve los cuerpos despedazados y se aterra, pero el que está acostumbrado a leer ya los había visto, pues siempre los anuncian los columnistas y blogueros, así como los políticos de la izquierda democrática. Y el hecho de que nadie quiera prestar atención a esas evidencias es casi la única causa de que sigan ocurriendo, y de que al cabo de varias generaciones no haya cambiado nada: el asesinato es rentable, luego los colombianos quieren estar en el lado de los asesinos. Su particular sentido moral les dice que no conviene estar en el lado de los asesinados. Dentro de medio siglo seguirá fatalmente lo mismo, pues el crimen es cada vez más rentable y honroso.

Escándalo


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Ya sé que casi todos los lectores encontrarán excesivo todo lo que he escrito hasta ahora. Bueno: yo les voy a demostrar con un ejemplo hasta qué punto la tarea de los medios en Colombia es promover a las FARC y cobrar sus desmanes. Como hay tantos que tienen argumentos muy serios y juiciosos para demostrar que yo digo alguna inexactitud, los lectores podrán encontrarlos en las respuestas, siempre y cuando hablen del post y no de cómo pueden intimidarme, calumniarme o insultarme. Eso es ridículo, ciertamente. Los amigos de las FARC no pueden hacer otra cosa. Bueno, el que quiera puede leer este artículo de uno de los más señalados herederos de las FARC, podrá darse cuenta de que el dueño de El Espectador tiene un claro interés en promover a esa organización, por eso publica a tantos de sus ideólogos. Voy a comentar las muchas lindezas del mencionado escrito.

MUCHO PODRÍA DECIRSE SOBRE la decisión presidencial de cerrar los caminos hacia un acuerdo humanitario, los hechos que se afirma la motivaron y el anuncio de intentar rescates a sangre y fuego.

______Mucho, mucho, de momento se dice la mentira que interesa divulgar, la de que 1. Podría haber ¡acuerdo humanitario! (cosa completamente falsa, como he explicado antes, las FARC sólo buscan terreno despejado para transportar armas, drogas y secuestrados, sólo canallas desvergonzados como este asesino pretenden que por ese medio iban a quedar libres los rehenes), 2. Es culpa del gobierno la interrupción de los posibles contactos, como si no hacer nada tras la bomba de la Universidad Nueva Granada no hubiera sido precisamente el gran triunfo de las FARC, la demostración de que el gobierno estaba rendido y seguiría solícito entregando el país a los terroristas para que sus jefes viajeros no dijeran que pasaba por encima de la situación de los secuestrados; y 3., que se han cerrado caminos: ¿cómo es que las FARC no le escriben a él con una propuesta sobre intercambio que no sea la entrega como rehenes de cuarenta millones de colombianos? Mientras no se vea que toda esa campaña es ya la explotación más inmisericorde de los secuestrados para los fines de las FARC, sólo se estará retrocediendo al Caguán, y no precisamente por culpa del gobierno.

______No obstante, prefiero hoy ceder la palabra a Marleny Orjuela, la líder de Asfamipaz, quien aceptó mi invitación para escribir aquí esta semana:sábado, 28 de octubre de 2006.

______¡Era tanto lo que podría decir que su generosa disposición prefirió sacrificarlo para dar la palabra a alguien más elocuente que él! Ojalá los lectores fueran capaces de ponerse en la piel de esa señora e imaginarse las condiciones en que se dispone a buscar el apoyo de este columnista solidario, una víctima como ella del conflicto y de la violencia política que asola al país. ¿Saben qué elementos de persuasión usan para que ella se preste a eso? Por ejemplo, la promesa de no mezclar excrementos con la comida de su esposo, o de no someterlo a tratos infames, como dormir a la intemperie, en el suelo, etc., o no darle algún medicamento que precisa. Es muy fácil imaginarse todo eso. El que conozca un poco la historia del comunismo (en todas partes donde ha tenido poder) sabrá que esas cosas son rigurosamente ciertas, igual que la relación que hay entre las advertencias y la amistad con el columnista. Pero no me molesten a Marx, Santodomingo, Santos Calderón, López Caballero y demás joyitas no existen por culpa de ese barbudo sino de la indolencia de los demás colombianos.

La voz de las víctimas

______Pobres lectores, ir leyendo tantas cosas que los escandalizan. Yo les voy a demostrar que todo lo que dice esa señora es dictado para favorecer la propaganda de las FARC. Es comprensible que una persona que se encuentra con la insolidaridad de una sociedad degenerada defienda sólo su interés particular, pero de ahí a que saque las conclusiones del Secretariado (o de Cepeda II, que son obviamente las mismas) media un trecho:

______»El infierno que vive alguien cuando tiene a un ser amado privado de su libertad, es indescriptible. No puedo ocultar que ese dolor de los familiares de los policías, soldados, políticos y civiles secuestrados, cada día se pega más y más a mi ser. Tampoco podré olvidar aquello que viví cuando convencí a los comandantes de la guerrilla para que nos permitieran visitar a nuestros seres queridos y saber el estado de salud en que se encontraban.

______Naturalmente, a los captores de su esposo les tiene un gran respeto y se jacta de haberlos convencido de que le permitieran ver a su esposo. Si alguien cree que no fue su poder de persuasión sino el interés de los amigos de Cepeda II, de los que dictaron y corrigieron el escrito, empieza a ser desconsiderado con una víctima. ¡Los comandantes de la guerrilla también tienen su corazoncito y se dejan convencer de las víctimas para dejarlas ver a sus seres queridos!

______»Cada día que avanzábamos en la selva, aumentaban las fuerzas para llegar a abrazarlos. Quedaron atónitos cuando nos vieron allí. Nos miramos todos en silencio, pero por los rostros de ellos y de nosotras corrían lágrimas. Qué difícil momento. Lo que más nos impactó a primera vista fue el color de su piel, pero poco a poco entendimos que eso se debía al poco sol que entra en esos lugares. Hice mítines con ellos dentro de esas cárceles, pidiendo libertad. Nada más difícil que tener que dar la espalda abrazando tan solo un paquete de cartas, fotos y videos que ellos enviaban a sus familias. Sólo eso traíamos de las profundidades de las selvas.

______Valiente mujer, haciendo mítines sin público en lugares remotos de la selva a donde la condujeron para que el combo de Cepeda II la pudiera utilizar en su campaña de propaganda. Aquí los elementos patéticos sirven para despertar la compasión y al mismo tiempo la gratitud hacia los comandantes de la guerrilla que permiten ese emotivo encuentro. Ya se verá cómo todo es por culpa de la guerra y de quienes la quieren (qué cosas escribo, la queremos) continuar.

______»Hemos venido cumpliendo la tarea, caminando senderos arduos que parecen no tener fin. A todas las familias las animo día a día y las invito a no desfallecer, a seguir luchando contra toda desesperanza porque nuestra causa libertaria no será estéril. Muchos colombianos creen que para que dos enemigos se encuentren tienen que pensar igual, sabiendo que es precisamente la diferencia la que invita a dialogar. Cuando escucho canciones a la guerra y aplausos a las balas, me pregunto qué tendrán por dentro los compatriotas que siguen creyendo que la guerra es la solución.

______Es una perspectiva muy justa y razonable, ¿cómo va a ser la guerra la solución?

¡Hagamos la paz!

______Siempre se encuentra uno con esa cuestión de perspectiva: ¿quién cree que la guerra es la solución? No, señores. La solución es la paz, que nadie salga a matar gente, que se respeten los derechos de todos, que cada cual tenga oportunidades. ¿Es que acaso alguien se opone a eso aparte de las FARC? Bueno, yo digo las FARC. La izquierda democrática, es el nombre apropiado. ¿Conoce mi lector a algún demente que quiera la guerra y que no quiere que se respeten los derechos de todos? Por Dios, ¿cómo va a ser la guerra la solución?

Guerra a la guerra

______El gran pensador Ralph Waldo Emerson decía que los argumentos no convencen a nadie, y es que si hay quien haya leído hasta aquí lo que dice la señora y todavía dude de que se trata de algo que le dictan y que ella reproduce para librar de torturas a su marido, nada lo va a convencer. Mejor dicho, lo sabía antes. Todo el mundo sabe eso antes, es casi ocioso insistir en explicarlo, pero al menos como testimonio hay que escribirlo. ¿Dónde están los colombianos que quieren la guerra? ¿Es que el gobierno no está dispuesto a negociar con la guerrilla? Bah: lo que para la izquierda democrática es la guerra es cualquier resistencia a convertir en gobernantes a los que empalidecen a los rehenes. ¡Maldita guerra! ¿Cómo puede haber alguien tan duro de corazón?

______»Llevamos más de cuarenta años de conflicto armado en Colombia y lo que encuentra cada generación es lo mismo: miseria, desolación, desplazamiento, desaparición, muerte y secuestro. Por eso nuestras voces y nuestros aplausos se los damos al acuerdo humanitario y a la Paz.

______¿Qué es la paz? El redactor de la carta combina la amenaza con un argumento cierto: la señora Orjuela desea el acuerdo humanitario. Pero ¿qué es acuerdo humanitario? ¿Puede haber algo más humanitario que soltar a todos los rehenes y aprovechar para que los guerrilleros presos se vayan a otro país? ¿O para qué quieren que sigan en la guerrilla si no es para matar gente, tal vez por humanitarismo? El acuerdo humanitario es el nombre de la guerra y el asesinato y el secuestro que esperan hacer recuperando a sus asesinos y secuestradores presos, ¿dónde está lo humanitario? ¿Quién hace la guerra? ¿Quién busca la guerra? ¿Quién llega a creer que cediendo a las pretensiones de las FARC se avanza hacia la paz? Pero ¿entonces por qué las campañas para que el gobierno ceda al intercambio? No se puede decir que el PDA sea lo mismo que las FARC, es un honor que esos canallas perfumados no se merecen.

______»El secuestro no debe seguir siendo una bandera de la revolución y tampoco la guerra debe seguir siendo un proyecto de Estado, porque ni el secuestro ni la guerra nos permitirán encontrarnos nunca para vivir en hermandad. La guerra termina pisoteando la dignidad humana y la soberanía nacional, y nos aleja de todo heroísmo político, social y crítico. En la guerra de nuestro país no ha habido ni habrá ganadores, porque los únicos que se benefician con ella son los grandes fabricantes de armas en el mundo, que disfrutan las ganancias de sus ventas sobre la sepultura de los miles de muertos. A ellos les corresponden las ganancias, y a nuestras familias, el sufrimiento.

______¿Desde cuándo la guerra es un proyecto de Estado? ¿Acaso no se muestra el gobierno dispuesto a dejar impunes a todos los asesinos de la guerrilla y a permitirles disfrutar de lo que han obtenido secuestrando y extorsionando colombianos y explotando a los peones de la gran hacienda cocalera? ¿Cómo que la guerra es un proyecto de Estado? Todo lo que dice la carta después sobre la guerra es cierto, aunque el «heroísmo crítico» requiere un mamerto muy envilecido para proclamarlo. Lo que pasa es que la guerra no es un proyecto del Estado, y sobre todo que cualquier debilidad del Estado abriría el paso a una verdadera guerra civil. ¿Quién ignora eso? A mí siempre me reprochan que sea más crítico con los colombianos corrientes que con la misma guerrilla, pero ¿cómo es que no han salido a manifestarse por semejante infamia?

El espíritu nacional

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Ojalá los lectores intentaran figurarse la situación en que esa señora firma eso presionada por las advertencias sobre el trato que obtendría su pariente caso de resistirse, o aun ilusionada con la promesa de que le llegaría alguna carta o algún regalo que ella le envió: ¿qué clase de persona puede llegar a hacer lo que hacen los intimidadores que escriben eso? ¿Qué clase de monstruo es este heredero de las FARC que pone la cara para publicar semejante crimen? Cada colombiano tiene que ir corriendo al espejo y ver al culpable, pues él o ella lo ha permitido. Estoy seguro de que si mañana yo presenciara el encuentro de Cepeda II con algunos colombianos que no conociera, todos tendrían ante él una actitud solícita. Más urgente que acusar a los criminales es llamar la atención de la sociedad que los tolera y hasta los alienta.

Los únicos que se benefician

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Entre las mentiras más repulsivas que ponen a firmar a esa señora está el cuento de que los únicos que se benefician de la guerra son los fabricantes de armas. ¿Y los cientos de millonarios que viven en Europa como embajadores de la izquierda democrática rodeados de lujos y de harenes? ¿Ésos no se benefician? ¡Ésos quieren la paz que consista en su transformación en gobernantes gracias a las masacres que han ordenado y se quejan del guerrerismo que no acepta que, como decía Adolf Hitler, es mejor un final con horror que un horror sin final! No, no vengan a escandalizarse porque esos malos de la película son muy representativos del país, y los demás colombianos tal vez no los aborrecen tanto como a los corruptos porque pasan varias horas al día leyendo y hasta han estudiado idiomas extranjeros (y en ese sentido despiertan menos envidia, con la pereza que da hacer todo eso).

El dolor de las madres

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La retórica del escrito casi describe el pensamiento universitario colombiano, de los adefesios increíbles como el heroísmo crítico se pasa a las asociaciones delirantes, como lo del secuestro como bandera de la revolución: pero lo verdaderamente eficaz es el efecto melodramático. ¡El dolor de las madres!

______»Señores del Gobierno, entiendan y compartan el dolor de las madres, los padres y familias que desde hace casi nueve años vienen padeciendo la separación forzada de sus hijos. No permitan que más madres mueran en la espera del regreso de sus hijos. No permitan que los hijos de los secuestrados sigan creciendo sin conocer a sus padres o a sus madres. No intenten rescates a sangre y fuego. Señores del Gobierno y la guerrilla, demuestren su voluntad política en hechos reales, no virtuales. Denle un respiro a la vida, firmen el acuerdo humanitario, y permítannos volver a abrazar a nuestros familiares vivos y libres. A la vida todo, a la guerra ni un peso ni más vidas. Marleny Orjuela.»

______Para no permitir que las madres mueran esperando que sus hijos vuelvan, el gobierno debe facilitar la comisión de secuestros, así las madres pierden toda esperanza desde el principio. Esta señora, ya vencida por la desesperación y por el miedo está proponiendo que se mate a los hijos de los secuestrados, dice que no los dejen crecer y al mismo tiempo que se faciliten más secuestros. ¿O no dice que se faciliten más secuestros? ¿O es que el gobierno se niega a canjear los rehenes por los presos con tal de impedir que vuelvan a delinquir? Pero no, ella sólo firma lo que redactan en Escandinavia los jefes de la guerrilla, que por medio de la voz dolorida esperan encontrar entre sus partidarios los que vayan a decir en sus blogs o en sus comentarios en la prensa que basta con devolver los secuestradores a su labor para que no haya más secuestros.
______Bah, yo no me quejo si el agua de la lluvia no se detiene un metro por encima de mí, me quejaría del que podría presarme un paraguas y no lo hace. Esa mayoría de colombianos indolentes, subhumanos, cobardes terminarán cayendo, o lo harán sus hijos, cuando los dueños de los medios y las mafias de herederos de la izquierda consigan reforzar su tropa y sacar adelante su guerra civil. ¿No será un favor que se hace al mundo que un tipo humano tan despreciable se reduzca?

Aclaración: noviembre 4. Por un error de comprensión del texto, sin duda agravado por los tonos patéticos con que la señora Orjuela describe su encuentro con su pariente, entendí que éste permanecía aún en manos de las FARC, lo cual no corresponde a la verdad. Ese dato, no obstante, no cambia en nada el hecho de que el escrito de la señora sea hasta en la última coma la propaganda de las FARC. Más bien queda la duda de su papel después de la liberación de su esposo. Lo que cuenta es que se vea que los rehenes son muy necesarios para las FARC para divulgar su propaganda, y por eso no habrá ningún canje.