jueves, julio 28, 2011

Arte, denuncia, moral, ciencia, estrato e identidad


Arte
El anuncio de que la Procuraduría General de la Nación pidió a la Fiscalía abrir investigación en contra de la revista Soho por la publicación de unas fotos en las que aparece un hombre vestido de sacerdote católico y rodeado de niños desnudos, alguno mostrando incluso el pene, motivó una airada respuesta del maestro Felipe Zuleta Lleras. Dejando a un lado el arrebato de reproches contra el procurador por sus creencias o por su atrevimiento de perseguir a la revista, me llamó la atención la consideración de tales fotos como "arte".
[El procurador] arremete en contra de la revista Soho por haber publicado unas fotos artísticas.
[...]
Se trata de un trabajo fotográfico del maestro Mauricio Vélez [...] que la revista encontró estéticamente importante para publicar. [...] ¿Puede el arte, así sea explícito y fuerte, ser medido, censurado, castigado por la leyes? ¿Hasta dónde llega la libertad de expresión?
Uno escribe para unos lectores colombianos y siempre tiene que volver a lo mismo. ¿Qué nociones tienen de cada cosa? Todo son nociones extrañas, torcidas, deformes. ¿Qué es arte? El precursor y émulo del maestro Zuleta, el también maestro Antonio Caballero defendía la tauromaquia con un argumento parecido: cumple con todas las normas del arte. ¿Qué es arte?
Manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.
¿De qué modo cumple la tauromaquia las normas del arte? No entiendo por qué no se podrían aplicar también a la tortura o a la gastronomía con carne humana. Y no es que sea antitaurino, la tauromaquia me interesa tan poco como el tantra y no quisiera que nadie la prohibiera; es que ese fetichismo del "arte" es un rasgo cultural inconfundible: servilismo y sumisión a la autoridad que sólo significa atraso.

Pero en el caso del maestro Zuleta, la consideración de las fotografías como "arte" es bastante desvergonzada: es arte lo que se declara arte, y la publicación de las fotos, dice, obedecía a que les pareció "estéticamente importantes". ¿Es Soho una revista de arte? ¿Qué es arte? ¿Qué crimen no se podría cometer con el pretexto de que se autodefine como arte, y por tanto, según la versión del anciano invertido, intocable por la ley? ¿Se pueden considerar de algún modo "desinteresadas" esas fotos? No todo el mundo las ve como arte.

Denuncia
La propia revista alude a las fotos en otros términos:
Denuncia de un hombre que ya es considerado un maestro de la fotografía nacional.
Siempre lo mismo: ¿qué es denuncia? ¿Qué es lo que denuncia este hombre? ¿A qué viene la mención de su supuesto reconocimiento? Yo diría que trata de tapar el disparate de la "denuncia". Pero para los colombianos, cuyo daño moral profundo se evidencia en las lindezas de esa revista, no hay la menor objeción a que el "arte" permita la "denuncia". Pero ¿qué denuncia? De hecho, el director de la revista, Daniel Samper Ospina, encuentra en las fotos "valor estético y de denuncia".

En la misma noticia aparece la explicación, en palabras del propio Samper Ospina, de aquello que se denuncia:
"Violan las leyes los violadores que se agazapan en unas sotanas para violar niños; no las obras que denuncian esa realidad."
¿De qué modo son esas fotografías "denuncia" de la pederastia de algún sacerdote? La denuncia consiste en una calumnia brutal contra todos los sacerdotes, escudada en el pretexto de que ha habido ciertamente abusos cometidos por algunos: ¿alguien cree que es más elevada la proporción de pederastas entre los sacerdotes que entre los odontólogos, los panaderos o los abogados? Lo único seguro es que es más alta entre los lectores de Soho.

Moral
Cuenta Jonathan Swift que muchos años después de la muerte de Lemuel Gulliver la gente de la región en que envejeció seguía diciendo: "Haz de cuenta que te lo dice el señor Gulliver" para afirmar la veracidad de algo. Lo mismo se podría decir de Soho, ¿quién va a tener tanta autoridad para denunciar, a partir de valores artísticos, la pedofilia?

Por ejemplo, en un artículo de dicha revista (que enlazó un lector en los mismos comentarios a la denuncia del procurador) se anuncia:

La modelo aparece con los pechos bien visibles debajo de una prenda transparente y con una tanga minúscula. Al lado de la foto de otra "nueva lolita" que exhibe los pechos y lleva sólo un trozo de tela en el vientre, se lee:



En ésas estamos: los redactores y el director de tal revista están empeñados en proteger a la infancia de los que usan sotana. Pero nadie debe entender en el texto subrayado que se está invitando a la pederastia. ¡NO! Se invita a ayudar a la niña a vencer el miedo a dormir sola. ¿Qué se han creído? Es una revista decente. No faltaría más.

En los años setenta se puso de moda una serie de películas sobre colegialas: Cuando las colegialas pecan, Cuando las colegialas aman... Era una especie de pornografía soft cuyos creadores se presentaban como orientadores de padres. Es el mismo recurso de la niña que tiene miedo a dormir sola. El mismo que provee el valor "estético" que acompaña a la denuncia. Los niños desnudos soliviantan a alguna "loca" decrépita que en seguida sale en defensa de la sacralidad del arte.

Ciencia
Antes de seguir quiero aclarar que soy ateo y no muy mojigato. Si defino dicha revista como un burdel virtual no es porque viva indignado con el libertinaje, sino sólo en aras de la objetividad. Las modelos que aparecen siempre están en poses insinuantes con el claro propósito de despertar el deseo sexual en los hombres, y si bien los usuarios no consuman ninguna cópula con ellas es evidente que consumen el producto por su interés erótico. ¿De qué modo una industria de esa clase se mete a calumniar a los sacerdotes de forma tan brutal? Porque es una seña de identidad de los "progresistas" del mundo la persecución contra la Iglesia (sobre todo en los países católicos). ¿Qué tiene que ver con el progresismo esa especie de prostitución light? En un país como España todo eso se da, pero las tradiciones machistas son menos firmes.

Es decir, la participación de una revista semipornográfica en la persecución contra el cristianismo ocurre en Colombia por la profunda inautenticidad de los valores progresistas, que son hoy por hoy los que expresa el medio servil ligado a las grandes familias y sus pretensiones de mantener los viejos vicios clientelistas. El pedófilo y cliente de burdel (casi siempre más bien un iluso) adhiere al bando "moderno", que es donde las nalgas de adolescentes desnudas están al alcance de la mano (bueno, del ojo): ¡no faltaría más sino que no se sintiera superior moralmente condenando a los curas!

Ese espíritu es parte de la cultura del país: al lado de Soho está prácticamente toda la llamada izquierda democrática, es decir, la universidad: los intelectuales y profesores refuerzan la persecución del cristianismo con sus aportes "científicos", consistentes en la propagación de una ideología brutal muchísimo más opuesta a la ciencia que la fe más cerril. Para esa clase de "modernos" el consumo de pornografía es una forma de liberación, que gracias a la "denuncia" contra los curas resulta halagadora.

Lo más odioso de todo eso es la verdadera condición de los moralizadores: toda la vida se ha oído que el cura es homosexual, que la monja es lesbiana, etc. Siempre hay un populacho que no puede admitir que alguien se tome en serio los valores religiosos y los aplique, eso les produce un desasosiego espantoso, pues el fondo de la ideología que pretende oponerse al cristianismo es puro resentimiento. Una vez queda establecido que quien opta por el sacerdocio por fuerza es un pervertido con inclinaciones "antinaturales" (la ideología universitaria no es menos creacionista que la Iglesia), se abre la veda para la persecución.

Ése es un fenómeno muy amplio, pero su particularidad es que mientras se calumnia con técnicas tan repugnantes a los curas se justifica de muy diversas maneras al islam. Tal como el mismo fotógrafo hizo una representación burlesca de la Última cena, en España enseñaron por la televisión a cocinar un crucifijo. No obstante, quienes defienden esos sacrilegios como "libertad de expresión" justifican sin el menor pudor los crímenes que cometen los musulmanes contra personas inocentes, ni siquiera cristianos, por el sacrilegio de que un pastor en Florida quemara el Corán: fanáticos orientales y totalitarios occidentales son cómplices en la misma tarea de intimidación, que se concentra en la Iglesia y en el cristianismo por ser fuerzas organizadas, pero que persiguen la dominación de toda la sociedad.

Estrato
Así pues, la conexión entre la publicidad de la revista, las ambiciones políticas del clan Samper y la ideología de las clases medias y altas urbanas en Colombia es evidente, y de hecho define al país, pues esas clases las constituyen personas cuyo verdadero oficio es la captura de recursos públicos, bien desde las universidades, bien desde el creciente funcionariado, en gran medida parasitario, bien desde ONG y otros organismos que explotan la violencia o bien desde el "periodismo" que provee recursos públicos a los medios gracias a la tarea que cumplen ahora de propaganda del gobierno, y de persecución de Uribe y sus funcionarios.

Pero si se considera la belleza de las modelos adolescentes de Soho se introduce otro elemento característico: el arribismo. El burdel virtual es de lujo, y los valores que lo rodean son los del placer ligado al consumo de personas solventes. De ese modo, la aspiración más profunda de los colombianos, cambiar de estrato, se utiliza, junto con los encantos de las modelos, para proveer adherentes a la causa de la modernidad y el progresismo, sin la menor duda la misma de Piedad Córdoba (promovida obsesivamente por esos medios) y las demás hormiguitas de las negociaciones de paz.

Identidad
Todo eso configura una "identidad": una forma de vida en la que la gente se reconoce. El anticlerical se alegra de su condición de moderno, de científico, de sensual, de moral y de artista. Basta con adherir a la ideología de la prensa y contribuir a las calumnias contra toda la Iglesia. Cuando ya se ha llegado a ser todo eso, ya se está feliz en el bando de los Samper y de paso en las clases privilegiadas de la sociedad. Bien es cierto que la inmensa mayoría de los consumidores de Soho no tienen relaciones con muchachas como las que salen ahí, pero la identidad es una cuestión de adhesión y no de posibilidades. Samper Ospina y los demás próceres de la prensa se convierten en lo que la nutrida tropa de lagartos quisiera ser, con el curioso añadido de que todos son a la vez moralizadores y manoseadores de niñas, filósofos y parranderos, consumidores de arte y humoristas. No es poco lo que consigue el hijo del académico para el poder de su familia.

Ésa es la clase de público del progresismo nacional, y no es raro que estén casi siempre en el mismo bando chavista.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 4 de abril de 2011.)