viernes, junio 15, 2012

Guardianes de la ley, la democracia y los derechos humanos

La ratificación de la infame condena al coronel Alfonso Plazas Vega por el Tribunal Superior de Bogotá dio lugar a toda clase de reacciones, que de algún modo son representativas del país y del momento que atraviesa. Los reproches del presidente eran previsibles y forman parte de su juego mezquino y deshonesto de mostrarse bravucón mientras en la práctica alienta todas las infamias judiciales (cosa que se puede comprobar con la persecución contra María del Pilar Hurtado) y muy probablemente también los crímenes terroristas (basta con ver la "reacción" al nombramiento de un traficante de cocaína ligado a las FARC como ministro de Defensa por su mejor amigo para entender que no puede ser inocente al respecto). La burda "pataleta" contra esa infamia es algo con lo que espera congraciarse con la gente que se indigna ante semejante infamia y "dar contentillo" a los militares.

Las respuestas de los editoriales y columnas también siguen el guión previsible: los editoriales de El Tiempo y El Espectador repiten los reproches presidenciales pero sólo con el fin de convencer a los lectores de que sí hubo graves atropellos de los militares. Los portavoces del terrorismo, es decir, los socios de Piedad Córdoba, felicitan a los descarados prevaricadores y un hijo de Alfonso Reyes invoca la infalibilidad de las cortes, aprovechando que la gente olvida que ese poder judicial es el heredero de los carros bomba de Escobar y los asesinatos y secuestros de sus socios del M-19.

Esa infamia, como tantas otras, como los miles de masacres que han cometido los terroristas supérstites después del triunfo que significó la Constitución del 91, se olvidará pronto porque en Colombia se desconoce el civismo. De otro modo Samper y su banda habrían sido procesados de muy diversas maneras por los asesinatos cometidos para favorecer a su gobierno y en los que no faltan las pruebas que comprometen a muchos de sus funcionarios. Basta con pensar en lo que ha ocurrido desde la posesión de Juan Manuel Santos, que en cualquier país civilizado habría llevado al procesamiento de todo el gobierno, para entender que a la gente no le importa, bien porque se deja manipular por la máquina de propaganda, bien porque las grandes fortunas de las regalías le permiten al fatídico autócrata tartamudo comprar conciencias a discreción.

Pero aun así, aun teniendo en cuenta todo eso y resignándose a que la desfachatez de los criminales es lo previsible en un lugar en el que prácticamente sólo se interesan por las cuestiones públicas los aliados del terrorismo, uno no puede leer algo como el comentario del benefactor de la humanidad León Valencia sin preguntarse si no estará probando a ver hasta dónde puede permitirse la burla. Bah, ¿cómo es que las personas supuestamente cultas que leen la única revista política del país toleran eso? Ya lo expliqué: en Colombia la industria del secuestro produjo una revolución que significó que las personas productivas fueran asesinadas, desterradas o empobrecidas, cuando no perseguidas por los "jueces", y las nuevas personas ricas son las que colaboraban con los secuestros o sacaban algún provecho de ellos (como las clientelas sindicales que parasitan al Estado).

¿Para qué volver al holocausto?
Por León Valencia

La sentencia tiene la enorme virtud de activar la memoria de los colombianos y abrir el camino para que cosas como estas no sigan ocurriendo.
Ya tiene mucha gracia que alguien que ordenó miles de asesinatos y secuestros se atreva a hablar de una resolución judicial. Pero el vómito que siente uno ante el desparpajo de semejante asesino es poco ante la fascinación que produce lo que dice la entradilla: de modo que condenar a treinta años de prisión a una persona sin ninguna prueba, por hechos juzgados y prescritos, con evidentes falsedades en el proceso y aun con la "paradoja" de que se lo condena por oponerse a una acción terrorista, ¡abre el camino para que cosas como "estas" no sigan ocurriendo! ¿A qué "cosas" se refiere? ¿A que se impida a los que secuestran gente imponerse sobre los ciudadanos? Pero ¿una condena se mide porque activa la memoria? Este asesino sigue en su viejo juego, ya veremos hasta qué punto.

En un párrafo de "El inmortal" Borges señala que la ciudad de los inmortales "es tan horrible que su mera existencia y perduración, aunque en el centro de un desierto secreto, contamina el pasado y el porvenir y de algún modo compromete a los astros". Eso mismo se puede decir de esa sentencia, de ese artículo y aun de la desfachatez de los que lo publican: nadie puede decir que eso no lo afecta o le es ajeno, o que al respecto no puede hacer nada. Esos asesinos, que la semana pasada ya se dieron su festín y en los meses que siguen estarán dichosos haciendo de las suyas, obran así porque los colombianos son criaturas serviles e indolentes que no reaccionan ante tales prodigios.
El ambiente era tranquilo. Todo parecía indicar que el Tribunal Superior de Bogotá rechazaría la sentencia que condena al coronel Alfonso Plazas Vega. Circulaban rumores de que el magistrado Hermes Lara presentaría una ponencia negativa y los magistrados Alberto Perdomo y Fernando Pareja la acogerían.
Para sorpresa de quienes han querido echarle tierra a los dolorosos sucesos del Palacio de Justicia, Perdomo y Pareja no solo no aceptaron la absolución de Plazas Vega sino que fueron muy lejos e instaron a la Corte Penal Internacional a considerar un proceso contra el expresidente Belisario Betancur y ordenaron que el Ejército Nacional le pidiera perdón a las víctimas por las acciones delictivas de algunos de sus miembros en este acontecimiento.
El primer prodigio es el "factor sorpresa". Se trata de un relato rutinario, aunque todo es falso: en medio de un "ambiente tranquilo", en el que se preveían otras cosas, pum, irrumpió la acción del justiciero que llegó a poner las cosas en su sitio. Es que la frase es impresionante: "Para sorpresa de quienes han querido echarle tierra a los dolorosos sucesos". El lector ya está de parte de quienes no quieren "echarle tierra". ¡Y los dolorosos sucesos resultan algo que intentan tapar los defensores de Plazas Vega y no los terroristas y sus socios! Así es Colombia, los lectores de este asesino, ¿qué clase de gente serán? No hay que buscar mucho: son la clientela del terrorismo, llámense samperistas o comunistas, los serviles, totalitarios y corruptos son cada vez más claramente lo mismo.
La tormenta no se hizo esperar. Desde el presidente Santos para abajo, una nube inmensa de políticos, líderes de opinión y funcionarios públicos, incluido el ministro de Justicia, se lanzaron otra vez contra los jueces. Nada más desafortunado para el país. Nada más contrario al esfuerzo que debe hacer la sociedad colombiana para que estas atrocidades no vuelvan a ocurrir.
Perdón por insistir en esa idea, pero la "naturalidad" con que un asesino y secuestrador en absoluto arrepentido, y tampoco desvinculado de su banda, que sigue operando (el que quiera saber cómo tratan esas bandas terroristas a los desertores sólo tiene que buscar en google algún dato sobre Ricardo Lara Parada o Jaime Arenas) hable como el padre de la patria que se preocupa por lo que necesita "el país" refleja una disposición servil generalizada. No hablemos de que dictamine "el esfuerzo que DEBE hacer la sociedad" para que esas ¡ATROCIDADES! no vuelvan a ocurrir. No se refiere a que una banda de asesinos secuestre a las autoridades judiciales, cosa que sin duda intentaría el ELN, a cuyo comando central pertenecía el filántropo, sino a que se impidan. Tranquilamente: el benefactor de la humanidad ya pasa por encima de que el crimen fue la toma del Palacio por una banda de asesinos contratados por Pablo Escobar para dar por sentado que fueron los crímenes que absurdamente se atribuyen a Plazas Vega.
Si después del holocausto la dirigencia nacional hubiese tenido el talante moral y la valentía para avanzar en el esclarecimiento de los hechos y en la provisión de justicia, quizás se habrían evitado los magnicidios que hirieron el corazón del país a finales de la década de los ochenta. Quizás se habría aminorado o impedido la guerra atroz que se apoderó de la nación entre 1995 y 2005, década en la que se produjeron el 80 por ciento de las masacres, los asesinatos, las desapariciones, los secuestros y los desplazamientos forzados de los cincuenta años de conflicto colombiano.
Vamos a comparar la cantidad de muertos ocasionados por los terroristas del M-19 en el Palacio de Justicia y la de las víctimas de León Valencia como dirigente del ELN (sin aludir a su responsabilidad actual, sólo a lo que premió el gobierno de Gaviria). Son decenas de veces más, ¿por qué no aplicar el párrafo a esos hechos? ¿Se ha hecho justicia con los miles de inocentes secuestrados y asesinados por este cínico psicópata? ¿Con los niños reclutados? ¿Con los policías y militares mutilados y asesinados? ¿Se ha hecho un esfuerzo de esclarecimiento. No, ¡con la certeza de que se dirige a criaturas subhumanas sin conciencia ni corazón, se atreve a hablar de "talante moral". ¿No es increíble que el responsable de masacres, desapariciones, secuestros y desplazamientos forzados venga a hablar de cómo se podrían haber evitado? No, en realidad el público de su revista es la clientela que se benefició de todos esos crímenes.
Si en los meses que siguieron se hubiese sabido en detalle la responsabilidad de los militares en las desapariciones y ejecuciones de civiles o en la utilización desproporcionada de la fuerza en la retoma del Palacio de Justicia; si hubiésemos conocido y sancionado la actitud que tuvieron cada uno de los altos funcionarios del gobierno; si en las negociaciones de paz con el M-19 la verdad sobre lo que ocurrió ese noviembre de 1985 hubiese estado en la mesa, es probable que muchos militares se inhibieran en los años siguientes de la racha de ejecuciones extrajudiciales que pusieron en práctica, y que los políticos lo pensaran dos veces antes de enrolarse con fuerzas ilegales y, también, que la guerrilla se abstuviera de brutales actos de terror, como el ataque al Palacio de Nariño en la posesión presidencial de 2002 o la explosión de El Nogal en 2003.
¡Ahora unas desapariciones bien dudosas son los hechos importantes y no el asesinato de los magistrados! Y de ahí resultan excusables los "brutales actos de terror", ¡que son efecto de que no se castigó a los militares! Verdaderamente la vida de los colombianos no la estiman ellos mismos en mucho cuando toleran que los asesinos se burlen así en su cara. ¿Cuál es la racha de ejecuciones extrajudiciales? ¿Cómo puede un asesino volverse el veedor de la democracia y de la legalidad? Bueno, así se puede saber quiénes están gobernando a Colombia.
Claro que es discutible el llamado para que la Corte Penal Internacional investigue al expresidente Betancur. Belisario es, sin duda, la persona de Estado que más ha comprendido el conflicto colombiano y el más generoso en la búsqueda de la reconciliación del país. La guerrilla le pagó con la más vil de las monedas.
No creo que él hubiese preferido contraatacar el Palacio en vez de negociar con el M-19. ¡Y fíjense amigos lectores! El solo llamado produjo un hecho trascendental: Enrique Parejo, ministro de Justicia de la época, dijo que en los sucesos del Palacio hubo constreñimiento de las funciones presidenciales por parte de las Fuerzas Armadas. También puede ser discutible obligar a los militares a pedirles perdón a las víctimas, pero es una afrenta menor a la producida por el general Navas al calificar al coronel Plazas Vega como héroe de la patria en el momento en que se produjo la condena del militar.
De modo que es una afrenta considerar héroe a quien defendió las instituciones y no lo es exigir a los militares que pidan perdón a los terroristas. ¡Si lo dice este benefactor de la humanidad!
La sentencia del Tribunal de Bogotá tiene la enorme virtud de activar la memoria de los colombianos y abrir el camino para que cosas como estas no sigan ocurriendo. Porque... hablemos sin tapujos: si ahora mismo la guerrilla tuviera la oportunidad de tomar como rehenes a un grupo de altos funcionarios del Estado o de líderes políticos o de empresarios, lo haría sin escrúpulo alguno, y las fuerzas de seguridad tendrían igualmente como primera opción el rescate sin importar las consecuencias. ¿No es eso lo que ha ocurrido con muchos secuestrados?
Ya lo ven: si la guerrilla tomara como rehenes a un grupo de altos funcionarios, cosa que hará (y que a lo mejor el jefe sicarial está sugiriendo a sus compañeros), el Estado tiene que rendirse. ¿No es lo que dice?

Este hombre es en gran medida el ideólogo del actual gobierno, amigo personal del Hermano Mayor del presidente Santos, que en una entrevista de Semana afirma:
M.J.D.: ¿Y qué le ha aconsejado al presidente en ese tema?
E.S.: Nada que él no sepa. Que es deber del Estado estar buscando siempre una salida al conflicto que nos desangra. Aun a riesgo de equivocarse, como le sucedió a Betancur, a Gaviria, a Pastrana. Yo creo que se deben mantener los canales abiertos a las posibilidades de paz, que no dependen solo del gobierno. Hoy el balón está del lado de las Farc. Este gobierno ha hecho gestos y actos muy concretos, desde la Ley de Víctimas y de Tierras hasta las autocríticas sobre los excesos del Estado. Cosas que siempre han reclamado las Farc pero que no generan gestos correspondientes por parte de una guerrilla que no aprende ni olvida y persiste en un terrorismo demencial. En esa carta que Timochenko le manda al profesor Medófilo Medina, por ejemplo, no se abre una sola puerta.
Hay casi gracia en los eufemismos: no, premiar el crimen no es deber del Estado, cosa que tiene la misma gracia que la defensa de las leyes por su subalterno León Valencia: Enrique Santos Calderón siempre tuvo relación con las guerrillas y probablemente dirigía el M-19, o al menos le servía de enlace con el gobierno cubano. Cada vez que en ese párrafo se habla de "paz" se sobreentiende que es el premio del crimen, no la aplicación de las leyes. Los reproches a los terroristas llevan siempre el reconocimiento: si no persistieran en su "terrorismo demencial" sino sólo mataran soldados para dominar territorios y abolir la democracia, estarían obrando correctamente.

Bueno, es lo mismo de siempre: no es que un asesino se proclame defensor de la ley ni que un gerente del crimen manipule a la opinión con mentiras tan burdas, sino que la disposición servil e indolente de los colombianos les permite obrar así. Tanto los asesinatos como la desfachatez seguirán, aun, aumentarán, porque ¿hay alguna oposición a un gobierno que en realidad representa a los terroristas y sus clientelas y no a la gente que lo votó? El caudillo perpetuo, malogrado, está con los partidos que sostienen a ese gobierno, visiblemente más preocupado de su relación con los políticos que aprobaron la Ley de Víctimas que por hacer frente a ese proceso hoy por hoy inevitable.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 8 de febrero de 2012.)