miércoles, abril 21, 2010

Guerra y campaña

Los votos del miedo
Cada día hay alguna noticia nueva sobre la actuación belicosa del gorila rojo contra las instituciones colombianas, y el sentido de los titulares y también de los escritos de opinión es por lo general desconcertante. Lo que hasta ahora no he encontrado es lo obvio, lo que realmente importa: que la agresión es un intento de incidir sobre el "conflicto" colombiano, un "conflicto" que tiene importantes implicaciones políticas y que podría cambiar de rumbo según los resultados de las elecciones del próximo año. Las amenazas y los atropellos de Chávez son parte de la campaña electoral de la oposición, tanto como las masacres de las bandas terroristas dentro del país.

La agresión rentable
Lo más interesante de la situación es esto: que el gobierno obra con extrema prudencia, gracias a lo cual recibe aplausos de la oposición. Pero la prudencia sólo viene a ser la autorización para cometer más desmanes. La belicosidad es muy rentable para Chávez: fuerza la adhesión entre los militares, da poder dentro de las instituciones a los más leales y despiadados, debilita a los gobiernos regionales díscolos, halaga el orgullo chovinista de la chusma, distrae la atención de las fuerzas armadas colombianas, que podrían estar acosando a las FARC, y va minando la confianza de los colombianos, que cualquier día deciden que es mejor no tener bases compartidas con EE UU pero sí poder exportar a Venezuela y vivir sin el riesgo de que les lancen misiles.

Hagas lo que hagas lo lamentarás
Para el gobierno colombiano no es viable entrar en una carrera armamentista con Venezuela, y tampoco puede pensar en responder agresivamente, porque con eso les estaría dando argumentos a los que desde antes acusaban al "caudillo" de "retórica belicista". Y eso alentará a Chávez a proveer de armas y hasta tropas a las FARC, que podrían atacar y volver a territorio venezolano, convertido en burladero para la ocasión. De tal modo, César Gaviria y Ernesto Samper felicitan al gobierno por su prudencia porque la escalada de agresiones de Chávez le abre grandes expectativas a su alicaído partido. Lo terrible es que el gobierno se confíe en los aplausos de esos socios de Piedad Córdoba y en realidad también de Chávez, al que Gaviria protegió cuando la población se le rebeló en 2002 y al que Samper respalda cada vez que tiene ocasión. Ambos están haciendo caja con el triunfo que les representa la humillación del gobierno colombiano y con la certeza de que la escalada terminará por generar suficiente miedo para derrotar en las elecciones a cualquier candidato uribista.

Guerra civil transfronteriza
Muy poca gente en Colombia cree posible una guerra con Venezuela. Las guerras entre países suelen enfrentar a gentes de culturas distintas y suelen ser la maduración de enemistades heredadas. Nada de eso ocurre entre Colombia y Venezuela, pero en cambio sí hay una cultura del odio, que es la que durante todo el siglo XX inculcaron los totalitarios y populistas en amplios sectores de la población de ambos países. Chávez no es un producto venezolano sino la izquierda andina en el poder. El intento de poner un gobierno socialista en Colombia no corresponde al anhelo de dominación de una nación sobre otra, sino a la convicción del tirano de que así podría ayudar a hacer la revolución. Por eso la complicidad del "liberalismo", del pastranismo y del PDA es algo muy difícil de tapar: todo lo que hace Chávez es ayudarles a recobrar el poder de que disfrutaron durante los noventa, a medida que se multiplicaban los secuestros y que la tropa dócil al Partido Comunista se hacía con el control del tráfico de drogas.

La prensa incoherente
Esa labor compartida de Chávez y la oposición colombiana es complementaria a la que lleva a cabo la prensa local. Todos los improperios que ha usado el sátrapa han salido en la prensa, incluso en los editoriales. Las supuestas intenciones amenazantes para Venezuela del acuerdo sobre las bases compartidas son día a día denunciadas por los columnistas y entre líneas en cualquier noticia de actualidad, al tiempo que un personaje tan resueltamente afín a las FARC como la senadora Piedad Córdoba fue nombrada personaje del año por El Espectador y cuenta con el respaldo sistemático de los redactores y de casi todos los columnistas de Semana. Basta con ver la cantidad de artículos que aparecieron ensalzándola cuando se conoció la noticia de que podría ser candidata al premio Nobel de la Paz. La prensa colombiana está detrás de la agresión de Chávez, pero no puede proclamarlo porque despertaría la rabia de mucha gente.

Del ahogado el sombrero
Esa ambivalencia se detecta día a día, y en algunos casos adquiere rasgos grotescos. Por ejemplo, Enrique Santos Calderón se queja de la indiferencia del gobierno estadounidense ante las agresiones de Chávez. ¿Recordará alguien lo que se escribía sobre el anterior gobierno estadounidense, más dado a la solidaridad con la democracia colombiana? Sin el menor escrúpulo ese patrón del terrorismo totalitario pretende aprovechar las agresiones de Chávez para despertar el sentimiento antiamericano, tan arraigado en Colombia. Se podría decir que lo que le pasa al gobierno de Obama es que sus funcionarios dedicados a asuntos relacionados con Hispanoamérica leen la prensa colombiana. La desfachatez de ese forjador de las FARC (que llegó a usar las prensas del diario de la familia para imprimir Voz Proletaria) es una prueba de la afinidad entre el oligopolio de medios y Chávez. No es raro que otro valedor de Piedad Córdoba, Daniel Samper, incida sobre el mismo punto, casi con las mismas palabras.

Colombia aislada
Otro tema frecuente en la prensa de estos días es la indiferencia de los "países amigos" ante las amenazas del gorila rojo. Lo primero que hay que preguntarse es ¿cuáles son esos amigos? ¿Serán los "países amigos" que presionaban de todas las maneras posibles a Pastrana para que siguiera colaborando con las masacres de las FARC en tiempos del Caguán? ¿O serán esos gobiernos socialistas a los que casi todos los columnistas de la prensa colombiana han elogiado siempre por mucho que colaboren abiertamente con las FARC, como es el caso de Brasil? También se podría decir que ni siquiera el gobierno ecuatoriano ha secundado las amenazas de Chávez ni las ha aplaudido. En cuanto a EE UU, está claro que el interés primordial de Obama es complacer a su electorado, al que las redes de socios de las guerrillas tienen convencido de que Colombia vive bajo una dictadura genocida y ellos son las víctimas. Lo que pasa es que entre esas redes destaca en primer lugar la prensa colombiana.

La respuesta posible
Así las cosas, lo único claro es que las agresiones de Chávez continuarán y se agravarán y que el gobierno no podrá atacar el territorio venezolano para no darle motivos al tirano para usar sus nuevos juguetes bélicos. Pero no hacer nada conducirá al candidato unificado de la oposición a negociar por su cuenta con Chávez el fin de las agresiones. El gobierno necesita algún logro significativo sobre las FARC, por una parte, y por la otra denunciar a Chávez ante la CPI. A pesar del sesgo que puedan tener los miembros de esa corte, las formas del derecho harían imposible exculpar lo que ha hecho el sátrapa. Petro y compañía se frotan las manos cuando Uribe saca pecho por no hacer nada, y tienen razón porque saben que tanta inacción desgastará el prestigio del gobierno. Bueno, por otra parte se sabe que Uribe no lo hará, tal como no fue capaz de convocar una constituyente ni de crear un partido basado en ideas. La imagen de Gaviria y Samper felicitándolo es la prueba de que Chávez acierta con sus amenazas. Se sienten seguros de poder poner a uno de los suyos en la presidencia en 2010.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 25 de noviembre de 2009.)