lunes, mayo 23, 2011

Un momento histórico para alcanzar la paz



El mayor prodigio de cuantos se pueden descubrir en Colombia es la ceguera de la gente acerca del sentido de la actividad de las bandas terroristas. Por eso lo primero que me gustaría preguntar al lector es qué sentido le encuentra a esta noticia de portada de la edición digital de El Tiempo del lunes 21 de febrero.



Casi no hay que seguir. Es muy raro el colombiano que entienda que la guerrilla es lo mismo que los redactores de ese periódico. En el mejor de los casos ante titulares como éste razonan que el autor es tonto o distraído. Seguro, ¿no está ya todo en ese "razonamiento"? El que dirige el periódico, pues eso tienen que haberlo visto varias personas con cargos directivos, es el tonto, mientras que el que no ve la manifiesta intención de legitimar y promover el terrorismo es el avisado.

Así, se dice con toda seriedad que un acto en el que participa Piedad Córdoba como emisaria del jefe de las FARC, alias Alfonso Cano, es un "foro" cuyas conclusiones debemos valorar y aun admitir como noticia de portada. Todo eso refrendado por la foto del ganador del Nobel de la Paz, premio que se ha convertido, gracias a los intereses partidistas de la izquierda noruega y al antiamericanismo europeo en una caricatura obscena de lo que indica su nombre y aun de la intención de su creador.

Poner a un Nobel de la Paz como valedor de una operación de legitimación del terrorismo es más o menos como disfrazar de obispo a un "actor" que hace pornografía infantil. Pero se cuenta con la inclinación de los colombianos a valorar más lo que juzgan los que no están en el país que su propia experiencia.

Y lo interesante es que ese periódico es entusiasta partidario del gobierno, cuyo jefe tiene sin la menor duda influencia en él: la hermosa noticia con su interesante redacción no habría aparecido sin la aprobación del hombre elegido gracias a un actor cuya voz se parecía a la de Álvaro Uribe. Claro que el ex presidente ha rechazado las declaraciones del anciano Nobel, pero no ha dicho nada de la publicación de semejante perla en el diario semi oficial.

Conviene detenerse ante cada uno de los párrafos, sobre todo los que dudan de una relación clara entre los Santos y las FARC.


De modo que todo ha cambiado, según los ¡expertos de paz! y se juntan el hambre con las ganas de comer, el cambio de lenguaje con la mayor apertura al diálogo por parte del gobierno y la generosidad de liberar secuestrados por parte de la guerrilla. ¿Nadie nota en la redacción cierta complacencia y adhesión respecto de las ideas de esos "expertos de paz"?

Siempre se vuelve a lo mismo: los colombianos son criaturas extrañas, una especie de psicóticos que pueden estar convencidos de que quien les habla es en realidad un extraterrestre disfrazado o una bestia que ha adquirido forma humana. El redactor de esa noticia, y el director del medio que la publica, hablan en nombre del terrorismo, cosa que siempre han hecho. ¿O es que nadie les ha dicho que Roberto Pombo era redactor y corresponsal de la revista Alternativa y fue coordinador del "comité temático" del Caguán? Claro que lo segundo no significa necesariamente, para los colombianos, estar en el bando terrorista. Pero al menos admitirán que el actual director de El Tiempo favorecía una negociación que convertía los crímenes terroristas en fuentes de derecho.

De modo que en la descripción de esos respetables "expertos de paz", cuyas palabras son tan precisas y apropiadas que no hace falta el estilo indirecto, las FARC y el gobierno elegido por la gente son entidades equiparables y la infame explotación del dolor de las familias de los secuestrados sumada a la humillación de los ciudadanos con el show, que sin duda aprovecharon los terroristas para obtener ventajas para sus crímenes y gracias al cual probablemente se fugó el cabecilla principal, es un favor que se complementa en aras de la paz con la inclinación del gobierno al premio de los asesinatos y secuestros. ¡Qué gusto da saber qué pronto viene esa paz!

¿Cuántas personas han asesinado, mutilado o secuestrado las FARC sólo desde que Juan Manuel Santos es presidente? Si se contaran los meses anteriores de 2010, saldrían menos. ¿Cuántos de esos crímenes han siquiera aparecido en la prensa? ¿No se está dando por obvia la calificación de "paz" a una situación de reconocimiento de los terroristas por parte de un gobierno traidor? ¿Qué es "paz"? ¿Está Colombia en guerra? Si se dice que Colombia está en guerra, ¿no lo están todos los países respecto del crimen organizado? Los sobreentendidos de esa retórica, que es la del gobierno de Santos, son exactamente los de los terroristas. ¿O cuántos países se dedican a cambiar las leyes para complacer a las distintas bandas de asesinos que puedan formarse?

El sobreentendido tiene una dimensión mayor, que conduce a la vieja discusión del delito político, que sólo en Colombia es concebible, y eso gracias a la propaganda de los medios de comunicación. Es que la actividad de las bandas terroristas merece la rendición de las instituciones democráticas porque esas bandas interesan a las personas con las que gobierna Juan Manuel Santos: a Ernesto Samper, amigo de Hugo Chávez y de Piedad Córdoba, a César Gaviria, jefe del partido de la ex senadora, a Andrés Pastrana, entusiasta de la abolición del sistema democrático en favor de la componenda con los terroristas. No tiene sentido ninguna otra explicación.

Produce vergüenza ajena el "uribismo": esa adhesión de millones de personas a un caudillo siempre presto a defenderse de acusaciones personales de que es víctima pero incapaz de plantearse la necesidad de hacer oposición a un gobierno cuya "mayor apertura al diálogo" y cuyo "cambio de lenguaje" delata un claro acuerdo con los terroristas y sus aliados. Mientras que la gente adhiere al ex presidente porque lo identifica con la firmeza frente a las bandas criminales, ese apoyo sólo termina sirviendo para su defensa personal.

Federico Mayor Zaragoza es el paradigma del funcionario internacional en declive que promueve los conflictos en aras de obtener protagonismo gracias a ellos, como un médico que envenenara a la gente para hacer necesarios sus servicios. Oírlo hablar es encontrarse con la demagogia más descarada y burda, pero además es muy característica su increíble ignorancia sobre lo que ocurre en Colombia. Como en todo el artículo noticioso, el tono es absolutamente legitimador de la actividad terrorista, y la cita de Mayor Zaragoza y su alto cargo sólo corresponde al afán de proveer autoridad al foro de promoción del terrorismo.

Pues resulta que los Colombianos por la Paz no tienen nada que ver con las liberaciones sino como agentes del cobro de los secuestros. Para ganar espacio político y justificar las increíbles campañas de la prensa a favor de este grupo de verdaderos accionistas y gerentes de la industria de la muerte y el terror, las FARC liberan de vez en cuando a algún secuestrado. ¿Cuántas personas han sido liberadas y cuántas secuestradas desde que el grupo que dirige y representa a la universidad colombiana se dedicó a legitimar mediante toda clase de recursos de propaganda y con la colaboración de los grandes medios a los terroristas? La desfachatez de todo eso requiere de seres no del todo humanos para ser tolerada.

¿Cómo es que el redactor no lo ve? Pues porque la prensa siempre ha estado de parte de los Colombianos por la Paz, que son una operación de legitimación del terrorismo. No hay ninguna campaña mundial a favor de los Colombianos por la Paz y si algún europeo entendiera la clase de monstruosidad que es la industria del secuestro, cuya boutique es la red de charlatanes subvencionados que dirige Piedad Córdoba, sentiría mucho asco.

Lógicamente, tras la bendición de la UNESCO, nada menos, viene la alusión al video del LÍDER de las FARC, con un mensaje que los colombianos deberíamos atender: "hombre, conversemos".

Claro que cuanto más se presten los colombianos dispuestos a callar ante un gobierno que los venderá sin escrúpulos como esclavos a la banda terrorista, más asesinatos y secuestros habrá. La frase del jefe terrorista, que con toda seguridad escapó en aplicación de un plan acordado con el presidente Santos (es la hora en que la única versión que hay sobre lo que hizo el helicóptero brasileño es la de Piedad Córdoba, nótese la desfachatez del "periodista") sólo se entiende pensando en el sentido de las atrocidades que han cometido los terroristas en tantas décadas de alcahuetería de los grupos oligárquicos: "conversar" no es sólo premiar sus crímenes, sino estar dispuestos a colaborar con ellos.



Ya se puede detectar una continuidad clara desde el principio: el titular habla del momento de la paz, los primeros párrafos dan por sentadas todas las mentiras de los promotores del terrorismo, descritos como "expertos de paz", se anuncia la actitud "apaciguadora" del gobierno, todo se respalda con el sello de la UNESCO y entonces entra en escena el "líder guerrillero" con sus hermosas intenciones. Siempre hay que volver al principio, lo fascinante de Colombia es encontrar algo así sin que nadie se inmute. ¿Por qué se les habrá ocurrido mencionar a Uribe? Lo más seguro es que no habría habido ninguna respuesta.

Que nadie vaya a pensar que el líder guerrillero es cualquier criminal que mata colombianos para destruir el sistema democrático, o que su banda de asesinos comete una infamia contra el lenguaje llamándose "ejército del pueblo": los intereses supremos del presidente Santos y su familia resultarían afectados.

Las acusaciones de Pérez Esquivel son la segunda parte de la legitimación "externa" del terrorismo. El Nobel de la Paz aprovecha la oportuna condena del ex senador Mario Uribe para calumniar al ex presidente y acusarlo de aplicar las leyes. Pero ¿nadie detectó en el periódico que "aplicar las leyes", es decir, no rendirse ante los criminales, es descrito por Pérez Esquivel como "no tener vocación de paz"? Es exactamente la clase de cosas que dicen la mayoría de las columnas de El Tiempo, sobre todo la clase de cosas que decían durante el gobierno de Andrés Pastrana, más atrevidas cuanto más poder adquirieran los terroristas gracias a la desgracia y el sufrimiento de los ciudadanos.

El último párrafo de este fragmento delata el juego de Santos: del foro de los angelitos pacifistas saldrá una propuesta a Unasur, entidad que se dedicará a gestionar la paz en Colombia con la aquiescencia del gobierno colombiano, y muy probablemente del ex presidente Uribe, que todavía no ha mostrado disposición a oponerse a las jugadas de su heredero. Ya lo verán.

Cosa extraña, ¿no era el gobierno que había mostrado disposición al diálogo? ¿No es el gobierno que todavía no ha dicho nada sobre lo que ocurrió en el helicóptero que llevó a Piedad Córdoba a encontrarse con un frente de las FARC en el Tolima? La falsa noticia de la muerte del líder terrorista, esparcida por un medio de la revista que dirige el sobrino del presidente, convenía al interés de ocultar la fuga de Cano, pero ahora sirve también para justificar el escaso entusiasmo internacional por el premio de los crímenes terroristas. A lo mejor resulta que La Silla Vacía es hostil a los terroristas.

Ya lo ven, de eso se trataba: de cobrar las liberaciones. Es la parte final del show y corre por cuenta de los directores y guionistas, pues tanto Piedad Córdoba como las FARC y las víctimas son sólo el reparto. Llamar "paz" a la negociación con los terroristas es como llamar "amor" al sometimiento al atracador que nos sodomiza. La paz es inconcebible sin la justicia, y ésta es inconcebible sin que Roberto Pombo, Enrique Santos Calderón y los miles de miembros de los clanes del poder que han impulsado el terrorismo sean procesados por los crímenes que instigaron y siguen instigando.

La paz es el estado de las naciones en las que las autoridades reconocidas por los ciudadanos tienen el monopolio de la fuerza y aquellos que amenazan las libertades, vida, honra y bienes de la gente sufren un merecido castigo. Mientras no se reaccione y no se haga frente a esta corrupción del lenguaje, grotesca y "subliteraria" (los de Alternativa leyeron a Orwell y se decidieron a aplicar sus ejemplos), los asesinos seguirán operando.

Doctor Uribe, ¿no es hora de que usted haga honor a su fama de persona coherente rompiendo de forma clara con un gobierno que no oculta en absoluto su contubernio con los criminales y que abrirá las puertas a Unasur para que imponga un reconocimiento a los terroristas que asesinaron a su padre a costa de los derechos de los colombianos? Al menos debería hacerlo por el cariño que tantos colombianos honrados conservan por usted. O porque esa perla del periódico oficial del gobierno y su entorno alude a usted como un generador de violencia y al jefe de la secta de psicópatas como un generador de paz. ¿No es el colmo de la mentira?

(Publicado en el blog Atrabilioso el 23 de febrero de 2011.)