viernes, enero 15, 2010

Las fichas de Chávez

En alguna parte leí que la clave para entender a Hugo Chávez es recordar que tiene formación militar y razona como tal, más que como político. De ahí que ante cada objetivo que se plantee su conducta sea la de quien asedia una ciudad: ante una contrariedad retrocede y lo intenta de nuevo, por el medio que sea. Otros habrían asumido el fracaso del referendo de 2007 como el fin de su aspiración reeleccionista, pero él sencillamente sometió de nuevo a votación el tema. Y lo consiguió.

Y sin la menor duda el mayor escollo de su aspiración bolivarista es Colombia. No descansará hasta haberla integrado en su sistema, y no vacilará en invertir grandes recursos ni en correr riesgos con ese fin. Y uno de los errores más característicos de quienes no desean ese futuro para Colombia es no querer ver que el asedio se mantiene, y que no es sólo hostil sino también galante. De hecho, es indudable que le sorprende que su seducción no tenga éxito en Colombia. Y de nuevo los antichavistas se equivocan pensando que no lo puede tener o no lo tendrá. Colombia no es tan distinta a Venezuela, y la capacidad del caudilo para corromper es tan grande como los ingresos petroleros de su país. ¿Habrá quien crea que el triunfo del Polo Democrático en La Guajira en 2006 es el resultado de una iluminación súbita de los wayúus y demás pobladores, tal vez al conocer los razonamientos de Carlos Gaviria?

Lo que más ha impedido el éxito de la seducción del coronel en Colombia es la popularidad de Uribe. Por una parte la izquierda se había desprestigiado en los tres gobiernos en que había influido y después de imponer una Constitución "protochavista" siguió combinando todas las formas de lucha para tomar el poder, a tal punto que la gente terminó harta y se entusiasmó con un político de discurso conservador. Pero eso no es suficiente, también es verdad que por una parte el período de Uribe hasta 2008 fue el de la gran expansión de la economía mundial, el mismo en que Chávez se permitió ganar unas elecciones y apropiarse de todas las instituciones venezolanas. No se debe olvidar que en 2002 estaba a punto de caer por una rebelión popular.

Y por otra la conducta del gobierno colombiano parece dedicada a impedir que alguna figura popular arrastre a la clase de gente a la que arrastró Chávez: esos millones de colombianos que votaron por Horacio Serpa en 1998 y que de algún modo continuaban tendencias profundas, como las que afloraron con Gaitán y la Anapo. Uribe se dedicó al asistencialismo y a la telepolítica, siguiendo, como Chávez, el ejemplo de Fujimori. Puede que con políticas más ortodoxas y tecnocráticas recibiera menos críticas de los entendidos, pero también que en ese caso habría una poderosa corriente de descontento encauzable por el chavismo.

Eso quiere decir que el tigre está anestesiado pero en cualquier momento se despierta, sobre todo porque mantener los índices de popularidad se volvió la única política del gobierno y así nunca se tuvo una visión de largo plazo que permitiera una continuidad de las políticas eficientes del gobierno (como las que permitieron la formidable recuperación del primer período de Uribe) . Las camarillas que rodean al presidente carecen de ideas que no tengan que ver con la preservación de sus cargos, y por eso tuvieron las geniales ideas de la segunda reelección y el referendo, que tanto han hecho por erosionar la legitimidad del gobierno y su reconocimiento internacional.

La situación actual por una parte es de incertidumbre: faltan diez meses para las elecciones y todavía no se sabe si Uribe se presentará ni qué candidatos tendrán oportunidades. Pero hay una cosa que es cierta, y es que Chávez intentará aprovechar la consulta para poner un gobierno afín, no necesariamente del Polo Democrático, que no ganaría unas presidenciales ni gastando todo el presupuesto venezolano en comprar votos, sino formado por algún Zelaya local. Como casi todos los países de la región, incluido México, Colombia escogerá entre el Socialismo del Siglo XXI y la democracia liberal, o al menos un régimen parecido a los que han imperado durante el siglo XX.

Las fichas de Chávez más obvias están en el PDA, pero no hay que exagerar la sumisión de ese partido al gorila. Los comunistas son minorías intelectuales que tienen sus propia agenda y en Colombia hasta su propia tropa, que puede que le sea más necesaria a Chávez que Chávez a ellos. En Cuba, los comunistas sólo se unieron a la insurrección de Castro un mes antes de la caída de Batista, con el que habían gobernado en los años cuarenta. La imposibilidad de apartarse de las FARC ha llevado a ese partido a un considerable desprestigio, por lo que casi se puede asegurar que su candidato no pasará a segunda vuelta en 2010 y tal vez quede muy lejos de los resultados de 2006.

Dentro del "liberalismo" hay muchas familias, pero todas dependen del gorila y aun de las FARC y sólo compiten por disfrutar de sus favores. La única excepción es Rodrigo Rivera, que sólo en un país tan torcido como Colombia puede estar apoyando al gobierno y militando en el mismo partido de Piedad Córdoba.

Por una parte están los miembros de la mafia de Ernesto Samper, personajes que alguna vez deberían responder por la serie de asesinatos que cometieron o encargaron durante el funesto período en que su líder fue presidente. El hermano de Samper es más o menos el ideólogo oficial de las FARC en la prensa, miembro de Colombianos por la Paz y de nuevo columnista dominical de El Tiempo. Esos bandidos no ocultan su afinidad con Piedad Córdoba y en ningún caso obtendrían una votación significativa, salvo que los recursos del gorila se concentraran en financiarles su maquinaria.

Más peligrosa es la banda de César Gaviria, cuya actitud ante la senadora amiga de Chávez y ante el propio dictador es servil aunque vergonzante. ¿Qué pasaría si Rafael Pardo ganara las elecciones en 2010? Ni siquiera se puede hablar de un proceso como el de Zelaya, pues ese precandidato incluso ha escrito elogios de Chávez y ha defendido a la senadora. Pero mucha gente no quiere ver que son fichas de Chávez tanto como la misma señora Córdoba o como Petro o Borja. El ex presidente tiene fama de "neoliberal" y el precandidato se presentaba como "uribista" en 2002. Naturalmente que todos esos pajes de Piedad Córdoba se proclaman defensores de la seguridad democrática. Es porque es en Colombia, la gente está acostumbrar a la desfachatez más increíble.

Pero los "liberales" tampoco podrían ganar por sí solos unas elecciones, probablemente tampoco pasarían a segunda vuelta. El verdadero peligro de un sometimiento de Colombia al chavismo vendría por otros candidatos más equívocos que en la segunda vuelta podrían necesitar los votos de "liberales" y polistas. Esos candidatos son Germán Vargas Lleras y Sergio Fajardo. Ambos han hecho guiños a la izquierda y respecto al gorila y a su agente en Colombia son cuanto menos equívocos.

Es verdad que Vargas Lleras denunció en su momento las atrocidades del Caguán y ha estado con el gobierno en estos años, pero ¿qué sentido tendría su aspiración en una segunda vuelta contra Santos, por ejemplo? ¿Qué haría para buscar los votos de la izquierda y del "liberalismo" como pretende? En cuanto a Fajardo no hay la menor duda: a toda costa buscaría el apoyo de Obama o de los socialdemócratas europeos, como Zapatero, para una negociación con las FARC, esta vez sí en serio.

Un gobierno de alguno de esos señores sería como los que hubo en Ecuador y Bolivia antes del ascenso de los chavistas. Sin una determinación de movilizar a la sociedad colombiana contra el chavismo poco se podrá hacer contra los defensores del Caguán, que todavía dominan en la prensa, las mafias sindicales, que en la primera ocasión volverán a las eternas huelgas de maestros y de todas clases de empleados públicos de las décadas pasadas; las ONG que organizan desplazados, indígenas, "afrocolombianos", colectivo LGBT, etc. para manifestarse, bloquear carreteras y demás; las redes de la izquierda democrática en las universidades y los verdaderos dueños del país, que son los hampones que dominan las altas cortes.

Si los colombianos antichavistas no somos capaces de derrotar rotundamente a las fichas del tirano y sus aliados se puede dar por descontado que también Colombia emprenderá el rumbo de Zimbabue. Lo que se ha visto en esta década es un "embrujo autoritario" en el que la gente apoyaba una política de mano dura contra los terroristas y el gobierno aprovechaba los altos precios de las materias primas y la destrucción de la economía venezolana para mantener altas tasas de popularidad. Con la crisis todo eso es mucho más difícil, y las campañas de los "poderes fácticos" por integrar a Colombia en "nuestro entorno" y erosionar la imagen del gobierno darán algún resultado.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 14 de julio de 2009.)