lunes, agosto 30, 2010

El techo del equilibrista

No parece tener mucha explicación la certeza de tanta gente de que el candidato Mockus ganará las elecciones, salvo el hecho de que al ser personas que escriben en la prensa suelen pertenecer a grupos sociales privilegiados, entre los cuales la tendencia es innegable. Eso, por supuesto, si son personas que lo creen de verdad. Muchos proclaman que lo creen porque quieren creerlo, y entre los que tienen influencia y están a favor de dicho triunfo, predomina otra actitud, la habitual de la prensa colombiana: crear la realidad.

La moda de la "ola verde" ha sido creada a punta de encuestas y de activismo febril de personas que no votaron el 14 de marzo por las listas de Mockus ni por las de Fajardo, pero que esperan una oportunidad para su facción, rechazada por la gente, gracias a la esperada elección de un candidato equívoco, y a las diversas posibilidades de usar los mantras y clisés de la propaganda mockusiana para calumniar al gobierno y aun para amenazar y ejercer todo tipo de violencias.

Pero la realidad es otra, y conviene prestar atención a las encuestas para ver tendencias y datos objetivos. Antes de seguir, conviene entender que mil o dos mil entrevistas no pueden dar ninguna garantía de otra cosa que del estado de ánimo de un momento. Muchas de las personas entrevistadas contestan sin haber tomado una decisión clara, a veces por el puro impacto de la propaganda o por decisiones inducidas por los medios de comunicación, decisiones que al cabo de un mes pueden cambiar.

Y además las encuestas que se publican con un margen de error del 3 % resultan ser tan contradictorias unas respecto de otras que alguien comete algún error grave. Y en algunos casos hay que creer más bien en la mala fe.

Entre los "argumentos" que recitan en medio de temblores y espumarajos los entusiastas del ex alcalde destacan los que tienen que ver con las campañas de la prensa contra el gobierno: que si los "falsos positivos" (que atribuyen al ministro que los denunció), que si la "yidispolítica", etc. Rara vez una persona de esas ha leído una sentencia judicial o siquiera un artículo serio sobre esos asuntos, pero ante la ocasión de convertirse en representantes de la ética, no hay quien los disuada ni les pueda explicar nada. Y no estaría mal que explicaran por qué, si es tal el hastío de la gente con el gobierno, en la encuesta de Datexco publicada el 26 de marzo figura una intención de voto por los tres candidatos que se proclaman uribistas del 62,4 % (34,1 % por Santos, 21,7 % por Sanín y 6,6 % por Vargas), sin contar un 8,3 % de indecisos. Casi lo mismo que obtuvo Uribe en 2006. ¿Es que entonces no se conocían los terribles escándalos que se usan para justificar la cómica histeria ética de los radicales antiuribistas?

Ese dato es sumamente importante porque de entonces ahora ha pasado poco más de un mes, el mismo tiempo que separa la fecha de la última encuesta de Datexco de la de la primera vuelta. Pero también porque permite entender de qué modo una encuesta no es un resultado electoral. Las personas indecisas se niegan a contestar, las personas que encuentran los entrevistadores sólo vagamente representan al conjunto social (una por cada 10.000-20.000 posibles votantes). Lo que pasa es que los exaltados protagonistas de la revolución quieren sacar realidades de su entusiasmo, y fácilmente creen que tanta gente cambia por completo sus ideas y percepciones por efecto de la fiebre juvenil en Facebook (también reforzada con cuentas falsas, puede que incluso de otros países).

Dos semanas después, el 9 de abril, la misma firma publicaba otra encuesta en la que la votación por los candidatos uribistas sumaba 48,9 % (29,5 % por Santos, 16,4 % por Sanín y 3,0 % por Vargas), casi doblando la de Mockus (24,8 %), con un 10 % de indecisos. Era evidente la concentración del voto de oposición en torno al ex alcalde, con un notorio retroceso del candidato del PDA y también de Rafael Pardo. Se empezaba a notar el efecto de la febril campaña de los medios para promover la "ola verde".

Menciono todos esos datos no porque quiera negar que ha habido una poderosa tendencia de apoyo a Mockus, sino para mostrar hasta qué punto las causas de esa tendencia son más circunstanciales de lo que parece. Y también porque ciertos estudios y ciertos titulares dejan ver la intención de crear una percepción de triunfo que no se corresponde con la realidad. ¿Nadie se ha fijado en que cuando Santos le saca cuatro puntos a Mockus se habla de un "empate técnico", pero cuando es al revés hay una clara ventaja del ex alcalde? Así es todo.

La encuesta de la Universidad de Medellín publicada el 22 de abril le daba a Santos un 34,4 % y a Mockus un 27,7 %. Al no corresponder a ningún encargo de un medio, y sobre todo al averiguar en 124 municipios (las demás encuestas suelen hacerse en las ciudades, entre 13 y 37), es un resultado que parece más ajustado. Aparte, la candidata Sanín obtendría un 16,5 % y Vargas un 3,1 %, lo que dejaría al uribismo con bastante más de la mitad de los votos en la primera vuelta.

Durante la última semana aparecieron cuatro encuestas. En la de Ipsos-Napoleón Franco, publicada el lunes 26, Mockus tenía 38 % contra 29 % de Santos y 11 % de Sanín. En todo caso, es la misma encuestadora que diez días antes otorgaba un 5 % de intención de voto a Araújo y otro 5 % a Calderón. El miércoles 28 apareció la de Invamer Gallup, en la que de nuevo aparece Santos por delante con 34,2 % y Mockus con 31,6. Lo más interesante es que la señora Sanín registra un 16,2 %, con lo que de nuevo la votación por candidatos uribistas resulta superior al 50 %. El jueves 29 apareció la encuesta del Centro Nacional de Consultoría, en la que Mockus aparece por delante con un 39 %. En todo caso, la suma de la votación de los candidatos uribistas se acerca al 50 % (Santos, 34 %; Sanín, 11 %, Vargas 4 %).

Considerando esos pronósticos, resulta del todo increíble el sueño de los mockusianos de ganar en primera vuelta. Pero por lo general se trata de personas tan objetivas que no vacilan en asegurar que el gobierno actual es un atajo de criminales y Piedad Córdoba es una redentora de los cautivos. Es innegable que hay una tendencia ascendente de Mockus en las encuestas, resultado de la presión propagandística, pero ¿qué habrá pasado con el 75 % de personas que contestan y suelen aprobar la gestión de Uribe Vélez?

La última encuesta publicada es el Opinómetro de Datexco, en la que la intención de voto por Juan Manuel Santos cae hasta el 26,7 % y la de Mockus sube hasta el 38,7 %. Es interesante señalar que esta encuesta se hizo prácticamente los mismos días que las de Invamer Gallup y la del Centro Nacional de Consultoría, por lo que la diferencia contradice el "margen de error" que proclaman en las fichas técnicas. Pero más extraño es que cuando se pregunta por quién votaría el entrevistado en segunda vuelta, ¡no se excluyen candidatos! ¿Qué habrán entendido las personas que contestaron? El interés de manipular es evidente, sobre todo cuando no obstante el absurdo de poder votar por cualquiera en segunda vuelta, El Tiempo pone este titular:

Mockus tendría el 41,5% de intención de voto en segunda vuelta y Santos el 29%, según Datexco

En definitiva, hace 40 días dos tercios de los electores (teniendo en cuenta a los indecisos) estaban dispuestos a elegir a un continuador de Uribe y milagrosamente ahora apenas son más de un tercio. ¡Por iluminación súbita, gracias a los mantras que con cara de serio pronuncia el candidato alternativo, todos se hartaron de tanta corrupción y tantos asesinatos del gobierno! ¿O alguien tiene la menor duda de que los partidarios de Mockus son los mismos comentaristas de El Espectador para los que el presidente Uribe es el jefe del tráfico de drogas y el ex ministro Santos el determinador de las ejecuciones extrajudiciales?

Hay algo que en un ambiente como el colombiano es difícil de concebir y es el autorrespeto: los partidarios de la paz y el amor no dejan hablar a quienes no piensan como ellos, como ocurrió con el candidato Santos en la Universidad Santiago de Cali, y si pudieran los matarían. Del mismo modo, a nadie le sorprende que en menos de cuarenta días el electorado dé un vuelco tan rotundo, pero en cambio para una elección, la de segunda vuelta, que está a más de cuarenta días están segurísimos del resultado.


Y no es que piensen con el deseo: es que saben que son una minoría formada por quienes creen que a Chávez se le hace frente mirando para otro lado y por quienes les hacen creer eso porque esperan, al cabo de medio siglo, aprovechar la confusión, el poder mediático, la espectacularidad del candidato y la provisión de recursos y activistas para por fin enrumbar a Colombia por el camino de Cuba. ¿O será que en el mes que queda la gente no se dará cuenta de que casi todos los personajes que tienen esa intención apoyan a Mockus?

El candidato hasta ahora se las ha arreglado para no contrariar a la mayoritaria población uribista. No le durará mucho el hechizo: sus seguidores día tras día muestran lo que son, y la gente, por muy diversos motivos, incluido el rechazo a un presidente famoso por mostrar las nalgas (como si no fuera suficientemente triste la fama del país), irá desanimándose de dar un salto al vacío.

Porque es imposible engañar a todos todo el tiempo. Y cuando formulamos diez preguntas que el ex alcalde no contestará recibimos como respuesta de sus partidarios sólo los mantras que en cualquier democracia madura sólo serían propaganda de alguna secta pueril, aderezados con las calumnias que distinguen a los partidarios más rabiosos del chavismo.

Yo podría apostar a que en la primera vuelta la votación por Mockus no será mucho mayor del 40 %, con lo que el robo que anuncian sus partidarios resultará otro sueño tan fútil como la revolución que tres generaciones de artistas de medio pelo llevan medio siglo tratando de hacer.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 5 de mayo de 2010.)

martes, agosto 24, 2010

El bando de Mockus

La "ola verde" es un fenómeno más bien misterioso que no se corresponde con los resultados reales de los candidatos del Partido Verde y de la lista de Fajardo en las legislativas. Infinidad de comentarios a las noticias de El Espectador dejan ver, por las firmas, pero sobre todo por el estilo, que el fervor del candidato en Facebook es una fiebre inducida por personajes extremistas que siempre defienden a Chávez, a Piedad Córdoba y también a la guerrilla.

No quiere esto decir que no haya una mayoría de fans del ex alcalde que desaprueban los crímenes guerrilleros y aun al régimen venezolano. Pero se trata sobre todo de personas nacidas en los ochenta y a principios de los noventa, y cuya inocencia las hace manipulables. El problema es que no podrán admitir que tal es la situación porque aceptarlo sería infligirse la peor herida en su amor propio. Basta con ver el papel que han tenido las personas muy jóvenes en otros momentos de la historia, pero es que también a esas edades, y más en Colombia, no se ha tenido tiempo de leer muchas obras históricas.

Esa inocencia es particularmente evidente cuando se piensa en los medios de comunicación. Claro que todo el mundo desconfía de las intenciones de los periodistas, pero también todo el mundo consume lo que dicen. Por lo general, sin mucho sentido crítico. Un lector de prensa nacido antes de 1970 recordará el fervor de los medios con la negociación del Caguán y la obstinada insistencia en que el gobierno se repartiera el poder con las FARC. Cuando esta persona lee la incesante campaña según la cual el gobierno cometió un tremendo peculado con el programa AIS, no le será difícil asociar ambos hechos: la gran prensa siempre ha estado en contra de Uribe y a favor de los que quieren premiar a los terroristas. La percepción que tienen los jóvenes de un terrible océano de corrupción y de la necesidad de otro gobierno para remediarlo sólo es lo que les inculca la prensa.

Pero lo esencial es la situación de acostumbramiento. ¿Cómo se puede esperar que un joven estudiante entienda que la omisión de la noticia de la mujer bomba de Samaniego Nariño o la escasa importancia que da la prensa a cada episodio en que mueren soldados y policías obedece a una intención perversa? Seguramente le parecerá un hecho trascendental que, al cabo de varios meses de ocupar las portadas, las FARC le entreguen a Piedad Córdoba, Virgen de las Mercedes de esa sociedad canallesca y cínica, a algún cautivo. ¿Qué importa que en esos meses hayan matado a cientos de personas? La realidad que una persona percibe a través de la prensa es tan real para ella como la de su propia piel.

Y ser joven es en realidad la situación de indefensión que determina el conformismo. Lo mismo ocurre con la opinión. Por la herencia cultural, a un colombiano pocas cosas lo enaltecen más que ser considerado intelectual. De ese modo, quien lee las columnas de opinión está expuesto al halago y la manipulación de sus autores. Y ese halago es sobre todo condena de quienes ostentan cargos de poder: en la consuetudinaria denuncia de todos los desafueros del presidente o de los ministros hay una continua oferta a la persona ordinaria de compararse con ellos. Basta con estar de acuerdo con el columnista para formar parte de una comunidad superior moralmente. ¿Qué importa que esos personajes sean con frecuencia políticos corruptos que ocupaban cargos en gobiernos que los jóvenes no conocieron porque eran niños, como es el caso de María Jimena Duzán, cónsul en Barcelona gracias a la voluntad de Pastrana de mostrarse generoso con la izquierda que no condenaba a las guerrillas? El consumidor de indignación ya tiene suficiente con resultar superior a la triste realidad que lo rodea. No faltaría más sino poner en duda las bases de semejante deleite.

Se habrá quedado pensando el lector en la idea de que la situación del joven induce el conformismo, siendo que lo que se cree es, por el contrario, que el joven es rebelde y está dispuesto a cambiarlo todo. Es que el conformista no se da cuenta de que lo es, el adolescente no se da cuenta de que intenta a toda costa parecerse a su grupo y más bien cree que está diferenciándose de sus padres. Desde hace muchas décadas a cada generación la halagan los creadores de moda para que consuma productos diferentes, pero las bases del negocio son siempre las mismas. El joven que se suma a la ola verde no es que esté cansado de tanta corrupción y busque un gobierno de personas honradas que no tengan la guerra como único norte, sino que simplemente obedece lo que le mandan los dueños de la prensa, los grupos sociales poderosos, sus modelos (es decir, sus conocidos de mejor condición social) y sus maestros.

Y sobre todo, en esa asimilación de un discurso hegemónico gracias a la superior condición socioeconómica de los enemigos del gobierno, como el Grupo Santodomingo, dueño de El Espectador, a la disposición de recursos (que permite poseer los medios de comunicación) y a la reproducción inercial de la mentalidad tradicional, hay muchísimas lagunas que pasan inadvertidas a la persona joven de un país primitivo, a la que resulta, sólo por su ignorancia, fácil convencer de que está a punto de empezar una historia maravillosa y nunca antes vista. Esas lagunas corresponden sobre todo a lo que los promotores de la ola verde, empezando por el señor Mockus, dan por sobreentendido. ¡Todo es maravilloso y perfecto salvo por esas sanguijuelas de los políticos uribistas que impiden que reine la paz, el amor y la justicia! En realidad todo es grato, incluido el acceso generalizado a internet, gracias a la eficiencia del gobierno salvando al país del caos.

De modo que conviene prestar atención a la clase de personas que promueven la ola verde. Puede que los barbilindos enamorados de sí mismos y de su infinita cultura no tengan, después de conocerlas y de entender lo que realmente dicen, muchas ganas de estar en semejante compañía.

Por ejemplo, hay un columnista de El Espectador, Sergio Otálora Montenegro, que ofrece su versión de la "seguridad democrática":

Nunca había estado tan claro como en estos últimos ocho años: para que el discurso y la praxis de la guerra sean posibles, es necesario construir un complejo entramado de corrupción destinado a consolidar, legitimar y continuar un proyecto de poder autoritario. Esa podría ser la síntesis de la llamada seguridad democrática.

A este personaje le parece que la seguridad democrática es un invento concebido con fines perversos porque en la época en que Pastrana ponía al ejército a colaborar con los secuestradores y les garantizaba a las FARC un territorio del tamaño de Suiza para que cultivaran coca, produjeran cocaína, guardaran a miles de secuestrados y reclutaran a miles de niños, él pedía que el gobierno reconociera a las FARC como representantes del pueblo colombiano. Y cuando Pastrana, forzado por las mayorías (pero no por las clases altas ni por la prensa, sino por el ascenso de Uribe en las encuestas), tuvo que cesar el despeje, Otálora escribió que las FARC debían seguir en la lucha porque el sistema no se había querido enterar.

Es la clase de gente que está con Mockus, y no vacilan en ser los más rigurosos veedores de la ética y la legalidad. En el caso de que las FARC, tras matar a cientos de miles de colombianos (pero ya han matado a cientos de miles), tomaran el poder, Otálora sería ministro o embajador vitalicio. En sitios como la Universidad Nacional el Estado colombiano paga sueldos fabulosos a cientos de personas que están en la misma tarea.

La gente no debe llamarse a engaño. Otálora aclara al final de su artículo cuál será el programa de gobierno de Mockus:
abrir las compuertas del poder a la participación de los sectores excluidos de siempre, a través de la desarticulación nacional y regional de los mecanismos de la violencia contra el opositor político.

Es lo que se oculta tras los ridículos mantras de Mockus: el reconocimiento de que las bandas terroristas son opositores políticos víctimas de una estrategia de exclusión del gobierno. O en fin del sistema democrático. Que el intento de impedir las masacres y secuestros es pura intolerancia "de un proyecto autoritario".

Pero, por si no fuera bastante explícito, Otálora continúa:

Esta lógica conducirá, de manera inexorable, a la revisión profunda de la estrategia militar contra la guerrilla. Ahí sabremos si el proyecto de los verdes tiene dimensiones históricas o es apenas la continuación, con otras caras, de la fórmula uribista de tierra arrasada.

Lo que pasa es que no hay que engañarse: cuando este hombre se erige en defensor de la legalidad no está desvariando. Es que en Colombia existe una situación legal de legitimación de los terroristas. ¿O alguien se ha puesto a pensar por qué todavía no hay ningún trámite judicial contra los que aparecían en los computadores de Raúl Reyes mientras que sí hay muchas decenas de congresistas presos con base en pruebas en última instancia falsas, que los jóvenes iluminados a la moda desconocen por completo? Son testimonios de criminales que se benefician de ellos.

En este blog hemos intentado mostrar hasta qué punto la labor de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia constituye una "justicia de parte" que es la negación de toda justicia. Como si se nombrara médicos a los condenados por asesinatos en serie. O como si se castigaran los asesinatos cometidos por negros pero no los cometidos por blancos. Y el problema es que en lo inmediato eso no afecta directamente a la gente, que por otra parte tiene pocos recursos para hacerle frente y siquiera comprenderlo.

De ahí que la defensa de la legalidad es una falacia obscena. La legalidad en Colombia es la tiranía de los socios de Giorgio Sale o de Asensio Reyes, especialistas en emborrachar testigos y en ofrecerles beneficios pentienciarios, aun impunidad, a quienes los favorecen en su conjura. Cuando Mockus habla de defender la legalidad es plenamente coherente, pues es el representante de esa legalidad. Es tan honrado como cuando proclama que admira y respeta a Hugo Chávez. Acerca del sentido de esa legalidad conviene prestar atención a otro entusiasta mockusiano. Extrañamente también profesor de la Universidad Nacional. Pedro Medellín.

Por más popularidad que tenga el presidente de turno, si las cortes tienen claro su papel institucional, la supervivencia del régimen democrático está garantizada.

Claro que uno espera que la gente vea alguna contradicción en esa frase, pero es que en Colombia hay un terrible problema de corrupción del lenguaje, y todas las desgracias que afligen al país, en gran medida mitigadas durante los gobiernos de Uribe, tienen que ver con eso. ¿Qué es régimen democrático? En otros países tendría que ver con las urnas, con el hecho de que la gente elige a unos gobernantes y aprueba unas leyes. En Colombia por encima de ese hecho, "democrático" es lo que conviene a cualquiera. En el caso de Pedro Medellín ese régimen consiste en ciertas particularidades de la Constitución de 1991.

Por ejemplo, el delito político. O la licencia que tienen las cortes para decretar cualquier cosa. (Por ejemplo, la consideración de los magnicidios como "crímenes de lesa humanidad". ¿Alguien recuerda tal cosa en otros países? Lo que constituye un crimen contra la humanidad, las guerrillas comunistas, para los magistrados es "altruismo".) Pero el sustento de esa constitución fue una asamblea elegida por menos del 20 % de los ciudadanos, y evidentemente pactada para prohibir de la forma más rotunda la extradición, por lo que aparte de la ínfima minoría que apoyaba a los terroristas del M-19 y de la maquinaria más leal al gobierno, buena parte de ese 20 % de ciudadanos habrá sido incentivada por Pablo Escobar.

Así se llega a una nueva noción de democracia: ¡no es el gobierno de las mayorías sino el de quien se las arregló para imponer las leyes que le convenían! Lo que pasa es que ¿qué es democracia? El sistema democrático moderno no es algo natural, y en sociedades semiesclavistas como las hispánicas genera fuertes resistencias. Cuando la gente habla de "corrupción" suele pensar en los políticos intrigantes que viven repartiendo puestos a sus clientelas y despilfarrando los recursos públicos. Pero ésos son los políticos democráticos.

Los otros políticos proceden de la Constitución del 91 y del plan de César Gaviria y compañía de premiar a la banda de asesinos del M-19, habida cuenta de su poder, su organización y la enorme influencia de sus partidarios. Tanto Pedro Medellín como Sergio Otálora como miles de personajes parecidos son políticos que no necesitan votos porque ya tienen asegurado su sueldo ministerial en entidades como la Universidad Nacional. Y lógicamente también intrigan y nombran a sus amigos y despilfarran recursos, lo único que los diferencia es que no tienen que administrar nada más que su propia carrera y que no dependen de los votos.

Ése es el bando de Mockus, el de esos investigadores que cada cierto tiempo publican informes académicos según los cuales el gobierno está cometiendo un gran crimen al adoptar el sistema de producción capitalista o el modelo de desarrollo neoliberal. Para entender hasta qué punto se trata de esos sectores que no producen nada sino que viven del erario, baste recordar que el asesor económico de Mockus, Salomón Kalmanovitz, decía del asunto de Invercolsa (en el que se procesó a Fernando Londoño por comprar algunas acciones sin ser propiamente empleado de la empresa), que el hecho de vender las acciones muy por debajo de su precio a los empleados (a la sempiterna mafia de parásitos del Estado), ¡se hacía para democratizar la propiedad accionaria.

Aparte de esos personajes, la ola verde es sólo la gente que cree que el homicidio se arregla recitando el mantra de "la vida humana es sagrada" o que los intentos de Chávez de influir en las elecciones de otros países, en las colombianas a través de Mockus, son la obra de un loco al que es mejor no prestarle atención. De hecho, otro mockusiano, también profesor de la Universidad Nacional, las calificaba hace poco de tonterías. Claro que ese prócer es el mismo que se sorprendía de que la gente no estuviera contenta de que le dieran el Nobel a Piedad Córdoba, que declaraba que el reciclaje era sólo una estratagema para hacer culpables a las personas de la contaminación que ocasionan las empresas y que era necesario un poco de justicia social para que soltaran a Íngrid Betancur.

No hay realmente ninguna diferencia entre elegir a Petro y elegir a Mockus. Y la clase de gente que va a votar por el ex alcalde es la misma que en 2006 votó por Carlos Gaviria. Todo el problema es la forma en que la prensa, para engatusar a gente crédula, explota los errores del gobierno o la falta de carisma del candidato continuista. Pero no hay que dudarlo: elegir a Mockus es brindar reconocimiento a todos estos personajes que sólo en Colombia resultan distinguibles de los torpes rústicos que les hacen el trabajo sucio.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 30 de abril de 2010.)

miércoles, agosto 18, 2010

Diez preguntas que Antanas Mockus jamás contestará

Como todo el mundo sabe, esta noche se celebra uno de los debates más importantes de la campaña presidencial. Y si se considera que lo dirigirá Roberto Pombo, es previsible que no habrá preguntas muy incómodas para el candidato de la prensa y las clases altas: aparte de defender siempre el régimen cubano, Pombo fue de los que lanzó la candidatura de Luis Eduardo Garzón en 2002.

Nosotros queremos proponer a los lectores diez preguntas que permitirán formarse una idea de la verdadera disposición de ese candidato, más allá de los tediosos eslóganes que parecen todo el acervo intelectual de sus seguidores. Bueno, aparte de las calumnias (como la de atribuir las ejecuciones extrajudiciales al funcionario que las denunció) y de la intoxicación de propaganda que sufren.

A lo mejor los seguidores del ex alcalde son capaces de contestarlas:

1. ¿Qué haría si las FARC usan la frontera venezolana como burladero para esconderse tras matar o secuestrar colombianos (como sin duda ocurrirá gracias al armamentismo de Chávez, y como sin duda ocurre ya aunque menos descaradamente que en el futuro), al tiempo que el golpista electorero escala día tras día su lenguaje belicoso?

2. ¿Cree que la senadora Piedad Córdoba se dedica a obtener la liberación de los secuestrados, como da a entender la prensa colombiana, o más bien aprovecha el espectáculo de las liberaciones para promover a su grupo de intelectuales legitimadores del terrorismo y dar ocasión de figuración a las FARC?

3. ¿Le parece justo que el coronel Plazas Vega se encuentre encarcelado contra todos los procedimientos del derecho, sin pruebas y por presuntos delitos ya juzgados y prescritos, o más bien cree que quien debería estar encarcelado es el coronel Hugo Chávez Frías?

4. ¿Cree que los ciudadanos demócratas colombianos deben exigir la celebración inmediata de elecciones libres en Cuba y la libertad de todos los presos de conciencia, o más bien, como el señor Londoño Paredes, que el régimen cubano es una "democracia de bienestar"; o como Lula da Silva, que Orlando Zapata era un delincuente que buscaba impunidad y no una víctima de un régimen asesino, opresor y racista?

5. ¿Le parece justo que haya tantos congresistas elegidos por el pueblo que estén pagando prisión preventiva (figura desconocida para representantes populares en todas las democracias) gracias a testimonios muy discutibles de malhechores que se benefician de esos testimonios, a menudo sin ninguna otra prueba, que se los intente hacer responsables de todos los crímenes de las bandas de llamados "paramilitares" (a veces por acudir a una cita con alguien que podría matarlos por intentar reunirse con sus electores) y que mientras tanto los líderes del Partido Comunista, cuyo papel en la organización y desarrollo de las FARC admiten ellos mismos, sean completamente incuestionables por los jueces gracias a la mención del delito político en la Constitución?

6. ¿Qué hacía usted en la marcha que organizó el dirigente comunista Iván Cepeda el 6 de marzo de 2008 para desagraviar a las FARC por la movilización popular del 4 de febrero del mismo año y para legitimar una noción de "conflicto" según la cual los terroristas resultan equivalentes a los funcionarios del Estado, en nuestra opinión contribuyendo con su retórica pacifista a una campaña de los socios políticos del terrorismo?





7. ¿Qué opina de la campaña de propaganda de las ONG afines al chavismo con la que se pretende hacer culpable al gobierno colombiano de los homicidios de afiliados a sindicatos (ciudadanos que en promedio son seis veces menos víctimas de homicidio que los demás colombianos), a los que se presentan como activistas sindicales sugiriendo que se trata de una política de persecución del gobierno?

8. ¿Qué opinión le merece el apoyo que han dado a su campaña columnistas claramente afines al chavismo como William Ospina o María Jimena Duzán, o más o menos abiertamente legitimadores de las guerrillas, como Sergio Otálora?

9. ¿Se siente agradecido u ofendido por los reportajes elogiosos para usted que aparecen en medios como Telesur?




10. ¿Encuentra justificable la conducta de la Corte Suprema de Justicia que ha pasado de ser un tribunal de casación a uno de primera instancia con claro sesgo político, que se niega a elegir fiscal transgrediendo abiertamente la Constitución, que practica la justicia de parte (que es como si los árbitros metieran goles), que a menudo legisla, que se dedica al protagonismo mediático y que creó una parcializada "Comisión de la Verdad" para justificar la persecución contra los militares que en noviembre de 1985 recuperaron el Palacio de Justicia de manos de una banda terrorista hoy impune y poderosa; o cree que hay un prevaricato evidente y que esos jueces deben ser procesados por su conducta?

Como dice el reportaje de Telesur, la campaña de Mockus ha superado la división entre uribismo y antiuribismo: el método ha sido engañar a muchos uribistas desinformados para atraerlos hacia el bando de un señor que le pidió la renuncia al presidente con un pretexto falaz (habría que pedírsela a todos los políticos y aun al mismo Mockus, pues el anterior líder de su partido está procesado por diversos delitos de corrupción), que participa en las marchas de Iván Cepeda y es promovido por Telesur. ¿Qué clase de embrujo los lleva a creer que una vez en el gobierno el señor Mockus no seguirá en alianza con esos sectores?

Usando una imagen famosa se puede decir que la conducta del señor Mockus ante el castrismo y su franquicia local es la de quien elige el deshonor. ¿Lo acompañarán los demás colombianos, sabiendo que es la forma más segura de tener la guerra?

(Si le gustó esta entrada, copie el enlace y envíeselo a sus amistades o inclúyalo en sus muros de Facebook o Twitter. La hegemonía de la oposición en internet se debe al activismo de la juventud izquierdista, pero también a la indolencia de las mayorías.)


(Publicado en el blog Atrabilioso el 27 de abril de 2010.)

jueves, agosto 12, 2010

Corruptos y parásitos

La campaña de Mockus, tal como se divulga por internet, es casi el paradigma de la vulgaridad en política, y está dirigida a personas del medio colombiano, carentes a la vez de información y de moralidad. No de otro modo se explica la insistencia de casi todos los partidarios del ex alcalde en el rechazo de la corrupción. ¿Es que hay algún partido que reivindique la corrupción? Pero ¿qué es "corrupción"? Siempre hay una especie de chusma que da por sentado que todo el que forma parte de la administración se dedica a robar, y es que es lo que harían las personas que forman esa masa.

De tal modo les presentan un dilema, del tipo "con cara gano yo y con sello pierde usted", y corren a apuntarse en el bando de los buenos. Parece que se estuviera eligiendo entre los honrados y los ladrones, pero ¿hay algún proceso o denuncia contra el candidato Juan Manuel Santos? ¿Se ha robado algo el presidente Uribe? ¿Algún ministro del actual gobierno, o siquiera algún alto cargo, está involucrado en escándalos como los que afectaron a los gobiernos de Samper y Pastrana?

Si fuera por conductas impropias, el minúsculo y joven Partido Verde también tiene su prontuario. Pero hay siempre un medio social interesado en oponerse a todas las políticas favorables a las empresas y en últimas anhelante de convertir a Colombia en otra Cuba, que al no poder atraer a los jóvenes con el modelo venezolano al menos los halagan con el rechazo a la corrupción, que es lo que hacen todos los demagogos en todas las elecciones en todos los países. No es raro que hoy en día promuevan a Mockus no sólo los antiguos castristas, sino incluso gente próxima a Samper y compañía.

Lo mejor es la imagen de honradez que exhalan. Perdón por insistir, pero esa pareja de opuestos, el honrado contra los ladrones, fue lo que llevó a la presidencia a Chávez. Y es que robar no es la única forma de enriquecerse en los cargos públicos.

Por ejemplo, Luis Eduardo Garzón, como presidente de la CUT, a mediados de los noventa recibía un sueldo de diez millones de pesos, lo que equivalía a unos cincuenta salarios mínimos. ¿Era un corrupto? No, no era alguien que esperaba coger la bolsa y salir corriendo. ¿Para qué? Mejor quedarse a cobrar la pensión de Ecopetrol, empresa en la que "trabajó" como sindicalista y revolucionario profesional durante el tiempo necesario para pensionarse.

Ésa es una causa del déficit público muchísimas veces más grave que la corrupción. Recuerdo el escándalo Dragacol porque leí muchos artículos en la prensa sobre él. Se trataba de unos 23.000 millones de pesos, unos diez millones de dólares de la época. ¿A alguien le importa que CADA DÍA el Estado colombiano se gaste una cantidad mucho mayor en pagar pensiones que no se pagarían en el Primer Mundo?

Es muy importante prestar atención a eso, porque la chusma recita que "todo" se lo han robado los "corruptos", pero nadie se preocupa cuando se trata de la utilidad de los puestos públicos de personas dedicadas a representar al Partido Comunista en las universidades (son varios miles de profesores elegidos por esas redes) y en enseñar la doctrina castrista (en la Universidad Pedagógica cesaron las clases en los días previos al referendo de 2003, y no hubo más que asambleas para alentar a los jóvenes a hacer campaña por la abstención, con intervención de activistas extranjeros; también había estudiantes cubanos, que convencían a los reacios de lo hermoso que es su sistema).

Eso es lo que debería tener en cuenta la gente a la hora de pensar en la "corrupción": el sindicalismo estatal, sin tener en cuenta los desfalcos efectivos que se cometieran, o la implicación de los líderes en asuntos turbios (como el de Foncolpuertos), es una fuente de privilegios para una minoría, de pensiones increíblemente tempranas y onerosas, que son la principal causa del déficit y aun de la pobreza del país.

Los beneficiarios de la "lucha" y de la creación de puestos en empresas públicas, según las necesidades de los gobiernos de los noventa, se convirtieron en una parte especialmente rica de la sociedad. Cuando se dice que Mockus tiene especial respaldo en los estratos altos, se alude a esa clase de personas. Ojalá fuera porque Mockus gusta a los empresarios. En Colombia la clase empresarial, salvo una minoría, es más pobre que los sindicalistas: tras varias generaciones, una familia de panaderos o una de carpinteros siguen siendo miserables, pues la forma correcta de prosperar es arrimarse al gobierno.

Esa especie de parasitismo es el que ilusiona a esa clase de "nuevos" ricos con Mockus. Cada vez que se habla de "educación", de "pedagogía", uno inmediatamente sabe que van a hacer falta recursos ingentes para ofrecer buenos sueldos a los titulados universitarios que van a enderezar a la gente. ¡Nunca están del todo satisfechas las necesidades de cultura, que obviamente debe proveer el Estado! En España incluso hay clases de masturbación, pagadas por el contribuyente, claro.

Y entonces queda claro lo que se elige el 30 de mayo: o el continuismo de unas políticas centradas en el trabajo, en el desarrollo empresarial, en la inversión, en el crecimiento económico, en la racionalidad del gasto y en la creación de oportunidades en la economía productiva, o en el esfuerzo pedagógico que hasta ahora ha dejado en Colombia a muchos miles de doctores cuya verdadera ocupación es vociferar e intimidar para hacerse subir el sueldo.

Como el ex alcalde Garzón. Como la clase de gente que hace propaganda de Mockus en los medios, siguiendo el modelo de líderes de opinión como María Jimena Duzán o Claudia López.

Y es que en realidad Colombia ha sido siempre así. En su libro sobre la historia de la economía colombiana el mismo Salomón Kalmanovitz que asesora a Mockus señala como causa del estancamiento del país en la época colonial "el parasitismo de los españoles".

Y no lo duden: los beneficiarios de las pensiones a los cuarenta años, de los sueldos fabulosos por ser del sindicato o por representar a sectas comunistas en las empresas públicas, etc., son casi siempre los descendientes directos de esos españoles parásitos.

Pero en todo caso la probidad del señor Mockus no debe ser puesta en cuestión. ¿Por qué no exigir que lo propongan como candidato a contralor? El raquítico sector productivo colombiano no aguantará una subida generalizada de impuestos para pagar la pedagogía.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 21 de abril de 2010.)

lunes, agosto 02, 2010

Mandatos y caudillos

Con ocasión de las elecciones legislativas de 2006 yo publiqué una entrada del blog llamando a votar por la "Peñalista", y como segunda opción por la lista de Mockus.

Peñalosa me parecía, de lejos el político colombiano cuyos planteamientos más atención merecían. Me lo sigue pareciendo, vista su trayectoria en la alcaldía. El discurso sobre el espacio público me parece el que mejor interpreta los problemas de una sociedad de castas que debe asimilarse al mundo moderno reconociendo la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y respecto de todo lo que es común. Los colegios en concesión me parecen un tremendo acierto para hacer eficiente el gasto en educación y proveer enseñanza de calidad a la gente humilde. Transmilenio, con todos los errores que pudiera haber, me parece una solución brillante al problema del transporte de la ciudad. Es increíble la frivolidad con que la gente eligió a un político sin ideas y de nexos dudosos como Samuel Moreno en lugar de optar por Peñalosa por segunda vez, y la falta de sensatez con que se ilusionaron con el metro.

La lista de Mockus entonces me resultaba atractiva. Salomón Kalmanovitz me parecía un economista serio, con una obra significativa sobre la historia de la economía colombiana. Hernando Gómez Buendía era al menos un intelectual brillante que podría elevar el nivel de la discusión en el Congreso. Qué lejos estaba entonces de sospechar que el primero es un mentiroso sin escrúpulos, capaz de una bajeza como ésta:

Ese tipo de gabelas injustificadas y discriminatorias valen 8 billones de pesos al año y lo que se regala por un lado debe ser financiado por el otro. Se trata además de incentivos innecesarios, pues las inversiones se hubieran producido de todas maneras en época de prosperidad y en recesión no se están dando.

Se trataba de las exenciones fiscales a la inversión, y los ocho billones se los inventó él, aparte de que al no darse las inversiones ¿cómo se va a perder dinero de impuestos por desgravaciones a la inversión?

En cuanto a Gómez Buendía, es uno de los firmantes de la correspondencia de Piedad Córdoba y un nutrido grupo de profesores universitarios (sobre todo) con las FARC, en la que se reconoce a la banda asesina y hasta se le dan quejas por los "falsos positivos".

Pero eso es anecdótico. Lo interesante es lo que tiene que ver con Peñalosa. ¿Cómo es que fue tan estruendoso su fracaso que ni él mismo llegó al Senado? Porque no quería integrarse en ninguna lista. No me interesa criticar que un político piense ante todo en su carrera, pero daría lo mismo: sea para su carrera o por sus ideas, Peñalosa habría tenido mucha más suerte integrado en el Partido de la U o en algún otro, habría podido situar en el Senado y en la Cámara a personas afines a sus ideas y dar ejemplo de buena labor parlamentaria durante esa legislatura. Las fronteras ideológicas no eran la cuestión, de otro modo no estaría ahora con Garzón.

Pero Peñalosa es un caudillo que quiere fascinar a la gente con sus ocurrencias y realizaciones y por tanto obtener votos más allá de su integración en un conjunto organizado de políticos y ciudadanos. Por eso nunca hubo la posibilidad de que Peñalosa y Fajardo, otro buen alcalde, otro caudillo vocacional, organizaran un movimiento político basado en propuestas realizables con las que pudieran atraer votos. ¿Cuáles serían las diferencias ideológicas? ¿Por qué los proyectos de los políticos colombianos se basan en la ejecución que pueda llevar a cabo una persona y no en un programa que represente intereses de una parte de la sociedad?

Bueno, es que Fajardo también hacía sus cuentas según las cuales iba a crear una relación especial entre su persona y la población, que vería sus méritos y propuestas y las seguiría.

Por favor, no se me entienda mal. No estoy hablando del "ego" (de la vanidad personal de un político) ni de la ambición concreta. Se trata de la forma de concebir la actividad política. Es algo que en Colombia ha tenido mucho éxito durante los ocho años de gobierno de Uribe, y que todos los líderes "verdes" han intentado emular.

Pero el caudillismo es una forma de barbarie en términos políticos, y en realidad termina amenazando a la democracia. De repente la gente no deposita su voto por algo que le proponen o que le prometen, sino por la persona del líder, del Gran Timonel, cuyas propuestas son indiferentes, pues sólo importa la fascinación que ejerza sobre la masa. Cuyas ideas pueden cambiar de un día para otro sin que la gente se moleste, pues no contaba con esas ideas, sino con la lealtad personal a ese caudillo.

El paradigma del caudillo en estas elecciones es Antanas Mockus. ¿Cómo es que este hombre lidera un partido ecologista que en julio de 2008 le propuso la candidatura presidencial a Íngrid Betancur? ¿Desde cuándo es Mockus ecologista? ¿Desde cuándo son ecologistas sus seguidores si ese partido no tenía prácticamente partidarios fuera de los círculos clientelistas? La ideología para esta gente, tanto para los clientelistas que fundaron "Partido Verde-Opción Centro" como para los mockusianos, es un adorno, y el ecologismo queda bien, parece moderno y europeo, por mucho que los ecologistas en Europa estén hace mucho tiempo de capa caída y que el mayor logro de los "verdes" alemanes haya sido convertir a su país en importador de la energía que produce Francia en sus centrales nucleares, y tal vez aumentar la contaminación por las centrales térmicas.

Para ese sueño caudillista lo más molesto son las ideas y las propuestas, ya que el caudillo no necesita que le digan que debe seguir un plan, pues su plan de gobierno consiste en unos cuantos sermones que halagan a su público, de repente convertido en paradigma de la honradez, el estrato 6 de la moral y la educación (basta leer en la prensa los comentarios de los seguidores del ex alcalde para ver qué educación y qué moral son ésas). Todos los demás resultan convertidos en un hatajo de rateros.

Y ese embrujo autoritario, esa seducción de los gestos inesperados, esa proclama continua de superioridad moral, son todo el programa del caudillo. Los otros esperaban ser los caudillos ellos, salvo que en la elección les ganó Mockus, y ya tienen que resignarse a los frutos de la bonanza, por mucho que para volverse todos ecologistas haya tenido que juntarse el supuesto destructor de árboles Peñalosa con el izquierdista cuyos socios en la alcaldía divulgaron el rumor de que aquél tenía una flota de taxis esperando para reducir los ingresos de los taxistas.

Es tan increíble la confusión y falta de rigor del cuento de Mockus que en 2006 proponía una reducción de penas para el homicidio y ahora asciende aliado con una señora cuya gran tarea es conseguir la cadena perpetua para la violación de menores. Una cosa y la contraria son posibles porque siempre hay un halago clasista para el público de las castas superiores de la sociedad que precisamente Peñalosa, conocedor del mundo civilizado, intentaba corregir con políticas excelentes.

Por diversos motivos, el rival de Mockus, Juan Manuel Santos, no es un caudillo, y sus propuestas están atadas a las que desarrolló el gobierno de Uribe durante estos años. A lo mejor le gustaría serlo, pero no puede, y en cambio es un político experimentado al que la gente le entregaría el mandato de continuar ofreciendo seguridad, ventajas para la inversión y programas de integración para todos.

Es lo que los ciudadanos decidimos, no la inteligencia ni la capacidad de seducción de un personaje sino el "país que queremos". Lo demás es el poder manipulador de la formidable maquinaria de propaganda de la oposición, y el triste vicio del arribismo, que hace a los más lamentables matones sentirse parte de una elite intelectual que no tiene otras ideas que unos cuantos eslóganes y unas cuantas poses.

¿Será Colombia el contraste moderno y ordenado de la Venezuela de Chávez, o elegirá la confusión y el reinado de alguien que a fin de cuentas necesitará de los votos de los chavistas para ganar las elecciones?

Porque hay dos cosas seguras: que hay chavistas, y que no votarán por Santos. Ahí tienen a María Jimena Duzán.



(Publicado en el blog Atrabilioso el 19 de abril de 2010)