jueves, abril 24, 2014

¿Por qué hay que votar por Uribe?


Hay que votar por Uribe porque es la única forma de defender la democracia contra Santos y sus aliados terroristas.

Cuando las bandas criminales FARC y el ELN retrocedían profundamente y sus jefes caían, llegó Santos a resucitarlas, a aliarse con sus socios cubanos, a reconocerles legitimidad y a poner el Estado a su servicio.

Gracias a esa ayuda han matado a muchas más personas, han reclutado a muchos más niños, han multiplicado la extorsión y exportado muchísima más cocaína y comprado muchas más armas. Es tanto su poder que tienen modo de financiar la campaña de sus militantes, que casi abiertamente están en cuatro listas, la de la Alianza Verde, la del Polo Democrático, la del Liberalismo y la de la Unión Patriótica.

No faltará el que se pregunte cómo es que sus militantes van en las listas: es por esa curiosa disposición de los colombianos a juzgar sólo a los autores de los hechos y no a quienes los contratan, cosa que ha sido la constante en la violencia de todo tipo que sufre el país desde que se tiene memoria. En ninguna parte se pondría en duda que los militantes y los líderes del NSDAP (partido nazi) fueran responsables de los crímenes de las SS o que el ejército de Estados Unidos en Vietnam o en Irak representaba al gobierno de ese país.

Sin ir más lejos, la propaganda negra contra la lista de Uribe en Twitter la encabezaba el caricaturista Vladdo. Quien dude de que ese hombre es simplemente un propagandista de las FARC sólo tiene que prestar atención a la campaña de los Colombianos y Colombianas por la Paz para cobrar el secuestro de Íngrid Betancur, en la que él participaba junto a Piedad Córdoba. (La correspondencia analizada en el texto del enlace es tan descarada propaganda que casi avergonzaría a los asesinos.)

La labor del Partido Comunista respecto de las FARC es claramente cobrar los crímenes, presionar para que se premien y se reconozca a los autores, que son ellos mismos a través de la tropa de niños y rústicos. Como diría Juan Manuel Santos, "de eso se trata la paz", de reconocerle legitimidad al asesino y premiarlo, olvidando por completo a la víctima. El que quiera entender de qué se trata tiene que fijarse en este breve video:





 Las víctimas del secuestro, el asesinato y la mutilación no existen para Santos, sólo unos rebeldes que se levantaron contra el Estado, pero ¿contra el Estado? ¿Qué es el Estado? La organización heredera de las instituciones creadas por los españoles en el siglo XVI siempre ha estado en manos de los clanes que crearon a las guerrillas y la única base social que tienen esas bandas son los empleados estatales de alto rango.

Pero ¿en alguna parte hay alguna duda de la afinidad profunda entre el Partido Comunista Colombiano y las FARC? No, nadie la tiene, uno de los frentes más sanguinarios se llama Manuel Cepeda Vargas en honor del profeta de ese partido que llegó a senador gracias a los votos de la Unión Patriótica, el partido basado en el secuestro que crearon gracias a la oferta de premio que les hizo Belisario Betancur. (Lo llamo profeta porque a principios de los años sesenta publicó un libro llamado Vencerás, Marquetalia; eso ocurrió, que la banda criminal venció al llegar a encarnar la defensa del orden social antiguo, gracias a la indolencia y el servilismo de los colombianos).

Que un candidato prometa una cosa y al ganar las elecciones y llegar al gobierno haga la contraria es no sólo un golpe de Estado que anula la democracia sino un ultraje al honor de los ciudadanos, pero ciertas condiciones morales de los colombianos lo permiten: gracias a la seguridad democrática se multiplicó la producción de petróleo, gas, carbón, oro y otras materias primas.

El Estado que heredó Santos es mucho más rico que nunca y el gobierno tiene con qué comprar apoyos (la famosa ("mermelada") y pagar propaganda. Como en lo inmediato no aumentan las dificultades, la gente descubre que la "paz" no es tan mala. Los asesinados son policías y soldados de regiones remotas y a nadie le importa lo que pase, como si los asesinos después se fueran a volver buenas personas.

Pero Colombia es hoy por hoy otra república bolivariana en la que las decisiones importantes se toman en La Habana y el gobierno vive dedicado a complacer a los terroristas. Siempre ha habido un influyente sector de empleados estatales y universitarios que son partidarios del comunismo, pero gracias a Santos han tenido mucho más poder que nunca antes, sobre todo mediante el control de la máquina de propaganda.

Yo voto por la lista de Uribe porque de otro modo estaría refrendando la traición de Santos y legitimando a los terroristas, que, según el acuerdo de participación política que firmaron los negociadores del gobierno, se dedicaron a secuestrar gente y a mutilar niños porque no los dejaban ir a las elecciones.

No hay que dejarse engañar por campañas como la del voto en blanco. Sus promotores son los mismos terroristas. Cierto grupo de cuentas de Twitter como la de Gustavo Bolívar, @anonymous_co, @manoslimpiasco y otras eran coordinadas por el senador del Polo (organización de fachada del Partido Comunista que finge romper con éste para no untarse de Marcha Patriótica pero lleva entre sus candidatos al mártir heredero Iván Cepeda Castro). No es raro que estuvieran en la plaza de Bolívar acompañando a Petro.

El voto en blanco no será en ningún caso un porcentaje significativo y sólo sirve para que los que compran votos con recursos públicos aseguren más curules. Muy poca gente votará en blanco, pero en cambio la mayoría se abstendrá, en parte gracias a la confusión que genera esa campaña. Para eso la hacen.

Hay que votar por Uribe porque todas las demás listas refrendan la componenda de Santos para premiar las masacres. No sé por qué es tan complicado para mucha gente entender eso.

(Publicado en el blog País Bizarro el 6 de marzo de 2014.)

jueves, abril 17, 2014

Cuál es el genuino centro democrático

¿Qué quiere decir "centro democrático"?
Roy Barreras es un personaje repugnante, basta oírlo hablar para saber que está mintiendo y que sus móviles son sucios y mezquinos. Lo que pasa es que en 2010 era un candidato de la lista que promovía el sanctasanctórum uribista, por lo que el expresidente y sus seguidores deberían tener un poco de pudor al despotricar de él. ¿Es que no veían quién era?

Bah, bah, cuando ya era el ponente del "Marco jurídico para la paz", mucho después de que Santos emprendiera desde el gobierno la persecución contra el uribismo con ayuda de ese senador y todo su partido, Uribe seguía haciendo componendas con él. Por ejemplo, esto es de febrero de 2012
El compromiso de Roy Barreras se puso de manifiesto el mismo día ante la radio. (Creo que sin escuchar con la máxima atención este audio no se puede entender la forma de pensar de los colombianos. Es una síntesis prodigiosa.)

Por eso el revuelo causado por su afirmación de que su partido es el verdadero centro democrático tiene algo chistoso. No se trata de que quiera engañar a los electores uribistas, sino de que aprovecha la miseria intelectual y moral de los líderes del Uribe Centro Democrático para confundir el nombre y deslegitimarlos. Viene a ser como si un tendero llamara a su negocio "La Mejor Tienda" y un competidor dijera "La mía es la mejor tienda". ¿Por que no iba a poder decirlo?

¿Qué es "centro"?
La distinción entre izquierda y derecha hace tiempo que se podría considerar superada, primero porque se trata de pura "hemiplejía moral", como la definió Ortega:
Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral.
Es decir, el sesgo en la visión que lleva a preferir la injusticia con tal de que haya orden, según la famosa frase de Goethe (al que cómicamente Estanislao Zuleta, el macho alfa de la universidad colombiana, consideraba de izquierda) o el caos a la prosperidad.

Pero el comunismo multiplicó aún más la falsedad de esa idea: si antes la izquierda era la defensa de los derechos humanos, pasó a significar la defensa de los campos de concentración y el asesinato en masa, de la pérdida absoluta de libertades y aun del genocidio (la deportación forzosa de los tártaros de Crimea a otras zonas de la URSS por Stalin está al borde de caber en esa definición). Todos los regímenes que la izquierda, entendida como anticapitalismo y antiamericanismo (era lo contrario a comienzos del siglo XIX), defiende desde hace décadas son criminales: desde la China de Mao hasta la satrapía criminal de los Assad en Siria, pasando por Milosevich, Sadam, Gadafi, etc. Hoy en día en cualquier lugar de Occidente alguien de izquierda es alguien que defiende la represión de la criminal dictadura venezolana.

Pero en Colombia es todavía más monstruoso: ¿quién defiende la igualdad de derechos políticos de los ciudadanos? No la llamada izquierda, que defiende la imposición de unos asesinos a los que maneja a distancia. ¿Quién defiende privilegios increíbles como los de los profesores universitarios y muchos otros empleados estatales? ¿Quién defiende una sociedad jerárquica en la que los investidos de poder hacen lo que quieren, como ocurre con las altas cortes? Los mismos: lo más escandaloso de Colombia es que haya gente que se considera de derecha cuando no hay ninguna forma de derecha más atroz que la llamada izquierda.

Entonces ¿qué es el centro? El espíritu de moderación que no es ni la izquierda ni la derecha. Los que están en el medio entre los defensores de los magistrados y rectores y los defensores de los generales y terratenientes. Como el adoctrinamiento oficial, que el uribismo en absoluto intentó remediar cuando fue gobierno, impone esas nociones (de buenos y malos siguiendo la tradición clerical), entonces el uribismo trata de limpiarse el estigma de "extrema derecha" incluyendo en las listas al Senado a uno de los que dirigió la toma del Palacio de Justicia y llamándose "centro".

¿Por qué no incluir en el nombre algo que represente valores reales, la libertad, la justicia, el trabajo, etc.? Porque el uribismo lo dirigen los mismos patanes que intentaron reelegir a Uribe a perpetuidad y le presentaron a Savater y al príncipe Felipe (rodeado de asesores que no son propiamente tontos) la novedad fascinante del "Estado de Opinión".

¿Qué es "democrático"?
La vida de la mayoría de los colombianos está hecha de miedo, miseria y desesperación, pero lo que la hace así es la condición de su sociedad, tal como el envenenamiento es una serie de procesos químicos que obran el resultado letal sólo por estar dentro del cuerpo de un ser vivo. ¿Cuál es la condición de la sociedad colombiana? La barbarie, la indigencia moral e intelectual, el primitivismo. ¿Qué es indigencia intelectual? La incapacidad de atender al diccionario y enlazar ideas a partir de definiciones fijas. Tiene mucho que ver con la indigencia moral: la incapacidad de concebir una verdad que no sea lo que conviene en cada momento.

¿Qué es "democrático"? ¿Qué es democracia? El partido de los que quieren que la voluntad del pueblo no cuente sino el poder de los que mandan niños bomba se llama "Polo Democrático" y soy el único que se incomoda por eso porque para los colombianos las palabras son rótulos vacíos. Si se define la democracia como el orden que impera en Europa occidental y Norteamérica, la democracia no es mayoritaria en Colombia: los que deberían estar interesados en defenderla no tienen recursos para entender qué es y los que sí tienen recursos son sus enemigos porque defienden sus privilegios (es decir, son los doctores o universitarios o "izquierda").

El nombre de "Centro Democrático" es un enorme despropósito, muestra de la vulgaridad de la clase de gente que rodea al Gran Timonel, los antiguos compañeros de Roy Barreras, Armando Benedetti, Gina Parody, Gabriel Silva Luján y muchos otros próceres que han agradado más a Santos. Un concepto vacío añadido a otro al que la confusión reinante en Colombia ha despojado de sentido.

Así pues, todos son democráticos, ¿o hay algún partido aristocrático o antidemocrático? Y todos son moderados: Roy Barreras tiene todo el derecho del mundo a decir que el genuino centro democrático es su partido, lo que Colombia necesita es propuestas claras de aplicar la ley y contener a las todopoderosas mafias ligadas al chavismo. Retórica vacía y en últimas complaciente con el régimen es lo que sobra.

El odio a la democracia
La democracia en Colombia es minoritaria pero como los sentidos de las palabras son para casi todos los colombianos complicaciones absurdas, resulta algo difícil de explicar. Un ejemplo de que la democracia es minoritaria es que en la mayoría de las encuestas presidenciales aparece ganador el voto en blanco. Hasta Robledo y Antonio Caballero explican sus efectos, pero más interesante es examinar la conciencia de los que "compran" esa opción. Están descontentos con los políticos que hay, pero ¿cuáles son los que quieren? Sueñan con deslegitimar todo el sistema en las urnas, pero ¿qué van a poner en su lugar? Eso sería demasiado complicado: esas personas odian a los políticos porque están convencidas de que hacen lo que a ellas les gustaría hacer, cosa que por lo demás efectivamente hacen. Pero si hay políticos ladrones habrá que reemplazarlos por políticos honrados como se intenta en todas las democracias. El que crea que todos son ladrones e intercambiables ("todos son iguales") debería ser el primero decente en aspirar a un cargo.

El voto en blanco lo promueven los que perderían si la gente votara evaluando a los candidatos, para lo cual habría que creer en la democracia. Su resultado no es la absurda protesta contra el mundo real sino la abstención: si todos son iguales, son lo mismo los que han secuestrado gente, que hoy van en las listas de la Alianza Verde, del liberalismo, del Polo "Democrático" y de la Unión "Patriótica" que los que han combatido el secuestro, y de paso los que compran votos (la "mermelada" y la plata de la cocaína) tienen más segura la curul. La campaña del voto en blanco es promoción de las falacias que convienen a Santos y a las FARC

Pero ¿por qué la gente "compra" esa falacia? Porque incluye un halago: este mundo está lleno de injusticia, esos tipos de las películas pornográficas tienen penes tan grandes que el varón amable y respetuoso con las damas no puede dejar de sentir una tremenda humillación, la cual se convierte en rechazo, que extiende a todo ese género de películas, contra el que predica desde una posición de clara superioridad moral y protección de las nuevas generaciones. ¡Basta con molestarse con los propios atributos para resultar honesto y modélico y obviamente muy superior moralmente, no sólo a los "actores" de esas películas sino a todos los fornicadores (según que se tenga ocasión o no de ejercer)!

Eso mismo pasa con el odio a los políticos. Basta con atribuirles cómodamente la suposición de que "se lo roban todo" para resultar perfecto y aun docto en administración pública, economía y derecho. ¿Es concebible que no hubiera políticos? Claro: los administradores podrían no buscar votos ni descalificar públicamente a los adversarios. Es lo que pasa en Cuba, es lo que se manifiesta en el odio a todos los políticos y en la cómica ilusión de derrotarlos votando en blanco (como si en caso de que ocurriera los nuevos candidatos no fueran sus socios y fichas): la aversión a la democracia es la ideología predominante, la que se expresa con el voto en blanco, basada en gran medida en ideas tradicionales, como el creacionismo. (Si el mundo no fuera creado no tendría por qué haber mejores gobernantes que los que la sociedad produce, pero la democracia electoral es una transgresión de un orden celestial previo, si se derrota a los políticos todo se recompone.)

Todos son "democráticos" pero la democracia es minoritaria, todo el lenguaje de la política colombiana es una sarta de burdos engaños (como cuando Uribe declara que no será obstáculo para la paz y sus seguidores claman "Paz sin impunidad", en busca de tontos que crean que "paz" en esas frases es algo distinto a la negociación de La Habana). El avance de la razón crítica es el mismo avance de la democracia: la superación de esos valores reproducidos por la prensa y la "educación" contra los que el uribismo es una pobre respuesta.

Copio una cita de José Ortega y Gasset sobre el odio a los políticos en la España de hace ochenta años. Viene al caso:
Pica, a la verdad, en historia la unanimidad con que todas las clases españolas ostentan su repugnancia hacia los políticos. Diríase que los políticos son los únicos españoles que no cumplen con su deber ni gozan de las cualidades para su menester imprescindibles. Diríase que nuestra aristocracia, nuestra Universidad, nuestra industria, nuestro Ejército, nuestra ingeniería, son gremios maravillosamente bien dotados y que encuentran siempre anuladas sus virtudes y talentos por la intervención fatal de los políticos. Si esto fuera verdad, ¿cómo se explica que España, pueblo de tan perfectos electores, se obstine en no sustituir a esos perversos elegidos?

Hay aquí una insinceridad, una hipocresía. Poco más o menos, ningún gremio nacional puede echar nada en cara a los demás. Allá se van unos y otros en ineptitud, falta de generosidad, incultura y ambiciones fantásticas. Los políticos actuales son fiel reflejo de los vicios étnicos de España, y aun -a juicio de las personas más reflexivas y clarividentes que conozco- son un punto menos malos que el resto de nuestra sociedad. No niego que existan otras muy justificadas, pero la causa decisiva de la repugnancia que las demás clases sienten hacia el gremio político me parece ser que éste simboliza la necesidad en que está toda clase de contar con las demás. Por esto se odia al político más que como gobernante como parlamentario. El Parlamento es el órgano de la convivencia nacional demostrativo de trato y acuerdo entre iguales. Ahora bien, esto es lo que en el secreto de las conciencias gremiales y de clase produce hoy irritación y frenesí: tener que contar con los demás, a quienes en el fondo se desprecia o se odia. La única forma de actividad pública que al presente, por debajo de palabras convencionales, satisface a cada clase, es la imposición inmediata de su señera voluntad; en suma, la acción directa.
(Publicado en el blog País Bizarro el 5 de marzo de 2014.)

jueves, abril 03, 2014

Universitario colombiano, universitario venezolano


El contraste entre la resistencia de los estudiantes venezolanos al totalitarismo castrista que anima el "movimiento estudiantil" en Colombia (la MANE es más claramente estalinista que las propias FARC) es un dato muy importante para entender a ambos países.

Como ya he explicado muchas veces, se trata de la herencia colonial y la forma en que los grupos dominantes organizan el Estado que heredaron de la Corona española. Es famosa la frase atribuida a Bolívar de que Venezuela es un cuartel, Ecuador, un convento y Colombia, una universidad. Claro que en su mentalidad un cuartel era mejor que una universidad, porque no sólo era lo que aseguraba la independencia de las nuevas repúblicas sino también lo que les serviría de columna vertebral.

En definitiva, las castas de descendientes de los encomenderos se aseguraron las rentas futuras y un papel directivo en las sociedades de la región. En Venezuela se hicieron militares, lo que explica la obsesión por las fronteras y la amenaza colombiana (incomprensible y aun desconocida en Colombia), en Colombia se formó una especie de casta sacerdotal, no menos ignorante ni violenta que la uniformada de Venezuela, que encontró en la educación (prolongación de la evangelización con que había comenzado la encomienda) el pretexto para asegurarse el control.

Un aspecto en que Venezuela es radicalmente distinta de Colombia es el cosmopolitismo: una buena parte de la población desciende de inmigrantes europeos que llegaron al país a lo largo del siglo XX, mientras que el grueso de la población habita en ciudades costeras. Esos inmigrantes llegados a un país rico por el petróleo, y con la gran ventaja de la tradición de sus países, más productivos, se convirtieron en el germen de una clase burguesa que de algún modo amenaza a la casta parasitaria dominante.

Nada semejante ocurre en Colombia, donde el orden colonial se mantiene y en una especie de democracia hereditaria los cargos se transmiten de padres a hijos, y no sólo en el alto gobierno sino también en niveles más modestos, todo disfrazado de una aparente legalidad que se queda en la pura pompa, porque al final cada tinterillo con poder puede aparecer con cualquier galimatías y salirse con la suya (como ocurre con las tutelas que frenan la destitución de Petro).

Pero la letra de la ley de algún modo permitía el avance de la globalización liberal y entonces la reacción absolutista global contra ella encontró en ambos países a las castas necesitadas de legitimación y ansiosas de asegurar su poder. Eso fue el comunismo, que en Colombia es hegemónico en las universidades desde la época del Frente Nacional y que en Venezuela fue avanzando en el ejército hasta animar a Hugo Chávez a dar un golpe de Estado en 1992 en nombre de un partido militar que siempre existió como expresión de esas castas y que siempre vivió incómodo con la democracia.

En Colombia nunca hubo partido militar y el ejército se mantiene leal al orden constitucional, que resultaba una camisa de fuerza para las castas oligárquicas. Ése es el origen de las guerrillas comunistas, surgidas de la Komintern para "replicar" la experiencia china pero promovidas y favorecidas por los clanes herederos de la República Liberal desde los años cincuenta (los grupos más violentos de "bandoleros" y "chusmeros" de esa década eran dirigidos por el Partido Comunista, pero obraban a favor del bando "liberal").

El profesorado universitario colombiano es la casta que está detrás de las guerrillas y la base social de lo que llaman "izquierda", que es sólo el castrismo. Su papel es el mismo que tiene en Venezuela la llamada "boliburguesía" (que no es en absoluto "burguesía" porque no produce nada ni hereda ninguna tradición productiva) y en materia de privilegios y rentas no debe de andarle a la zaga.

En contraste, los universitarios venezolanos proceden mayoritariamente de la clase media surgida de la inmigración, incluso colombiana, y son favorables a la democracia y al mundo moderno. La actitud del régimen chavista ante la universidad es bastante parecida a la que ha observado respecto de la industria y el comercio: hostilidad en la medida en que no la pueda controlar del todo.

Al respecto conviene prestar atención a este estudio de la Universidad del  Zulia: un docente universitario venezolano del grado más alto del escalafón, de dedicación exclusiva, ganaba, en mayo de 2013, 1147 dólares mensuales al cambio oficial, que en términos de cambio real vendrían a ser poco más de 300 dólares mensuales. En contraste, según el mismo estudio, un profesor del mismo rango en Colombia ganaba un promedio de 4500 dólares mensuales.

Y nadie habla de los premios por publicaciones, de las "palomitas" en las rectorías antes de pensionarse, de los contratos de investigación y muchísimas otras fuentes de rentas que tienen según el rango, es decir, según la familia de la que provengan y las relaciones que mantengan con los delfines de casas presidenciales.

Es explicable que tengan una guerrilla, una sociedad competitiva y productiva es una amenaza para ellos. Los colombianos "compran" la idea de que aprobando unos exámenes pasan de indios a hidalgos y toleran pagarles a los hijos de sus opresores el pretexto con el que los seguirán despojando.

(Publicado en el blog País Bizarro el 26 de febrero de 2014.)