jueves, octubre 06, 2011

Los fervores de la chusma rica

El artículo que publicó María Jimena Duzán sobre el video que hay en YouTube hecho por una periodista española en el que sale el empresario Carlos Mattos me ha resultado toda una pieza antropológica sobre las clases altas colombianas.

Duzán representa esa vieja retórica que caracteriza a esa patética pseudoaristocracia pseudointelectual que en Colombia ascendió como acompañante característico de la industria del secuestro. Para mostrar hasta qué punto es grotesco ese espectáculo, veamos lo que escribe:
Mattos representa esa nueva estética que distingue a este tipo de millonarios recién venidos a más y que es acaso más ostentosa y fastuosa que la que distinguía a los millonarios de vieja data, probablemente más austeros y menos proclives a que las cámaras de una periodista española del cotilleo entren a sus propiedades con el morbo y la pretensión con que penetran en la recámara de un torero o del famoso de turno.
¿No les parece una especie de Dejà vu ese cuento de los nuevos ricos ostentosos y los millonarios de vieja data, más austeros? El mecanismo psíquico de esa basura es bastante más repugnante que la ostentación del millonario: el lector que lee la revista del lujo local, cuya única aspiración en la vida es ostentar cosas lujosas, de marcas caras, etc., o lo que es lo mismo, la pretensión intelectual que llega a su nivel de cultura, leer a Duzán, a Caballero y a Coronell, resulta superior moralmente al señor que puede gastarse el dinero en los lujos que él no se puede pagar. ¡Es que el dinero no vale tanto como la "clase"!

Tiene especial gracia siendo algo que sale de la pluma de semejante personaje, como si la revista y su espíritu no fueran ya suficiente. ¿Cuántos lectores sabrán que María Jimena Duzán fue cónsul en Barcelona probablemente gracias a los acuerdos de Tirofijo con Pastrana y que representó la voluntad de paz en una oficina situada en un suntuoso edificio del Paseo de Gracia, que no es ya la calle más lujosa y elegante de Barcelona sino tal vez de toda España? (La sede del consulado pasó a unas instalaciones mucho más modestas cuando subió Uribe.) Parece que la ostentación de lujos es intolerable cuando la gente la paga con su propio patrimonio y no con el de los demás, más si es en representación de la industria del secuestro, con la que la mártir heredera administraba la representación consular en Barcelona. Sin duda es para eso para lo que el cuñado de la columnista, Salomón Kalmanovitz, quiere multiplicar los impuestos.
Mattos es de esos ricos sin pudor que no le temen a mostrar su ostentación ni su mal gusto. Los primeros planos son todos pincelazos que refuerzan esa estirpe: Mattos descendiendo en un ascensor dorado como si estuviera bajando del Olimpo de la opulencia para dejarse tocar por la plebe; Mattos mostrando su extenso comedor, como un gran falo, en el cual, según la periodista, se sientan solo los poderosos, "como presidentes y ministros de Estado"; Mattos y su jet privado con bidés de cuero, mampostería de oro y asientos que se vuelven cama; Mattos y su isla privada; Mattos recibiendo una condecoración del Senado, registrada por la periodista como todo un homenaje. Nadie le ha contado a esta comunicadora que esas condecoraciones son, por sobre todo, una gran deshonra.
La recitación del "buen gusto" de no tener jet privado es aún más hostigante que los lujos del millonario: la clase de gente que lee Semana no puede resistirse a prestar atención a todos esos lujos que quisiera disfrutar y no puede. Además necesita confirmarse sin cesar su mayor elegancia, refinamiento y calidad moral.
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Sin embargo, la parte que más me impactó del video no fueron estos planos de superhombre que engrandecen la figura de Mattos, sino la parte aquella en que él confiesa cómo fue que hizo su fortuna. Esta es su fábula: sus padres tenían unas tierras y él, a la temprana edad de 12 años, decidió venderles panela y arroz a los peones de esas fincas. A los 15 años, dice él muy orgulloso, "ya tenía en el banco 15.000 dólares". Y de tal palo tal astilla: su hijo de 12 años, que también sale en el video, con la cara tapada, cuenta que él ya tiene esa misma cantidad ahorrada. Claro: ya no por cuenta de sacarles plata a los peones, sino por cuenta de sacarle plata a su papá: el niño hace que su papá le traiga relojes de la China que él revende. La familia ideal.
¿Cuántas veces habrá que repetir que la "bigornia", el nutridísimo conjunto de figurones que los López y los Samper pagan para sus operaciones de calumnia e intimidación, sólo explotan la ideología tradicional? Aquí hay un ejemplo grotesco: el odio al comercio, tan típico de la mentalidad clerical y antisemita que condicionó el retraso de España y de Hispanoamérica en los siglos XVII y XVIII. El hecho de vender panela y arroz es "sacarles plata a los peones". Ocupar cargos de poder gracias a los asesinatos, las castraciones, los secuestros, el reclutamiento de niños y sobre todo al servilismo con los poderosos es algo profundamente honroso en comparación con "sacarles plata" a los demás proveyéndolos de lo que necesitan.
[...]

Al final, y para tranquilidad de la periodista, Mattos da la receta para ser millonario. Apúntenla bien, sobre todo si quieren llegar a ser como Carlos Mattos: "Ser inteligente, ser trabajador y tener suerte". Y él mismo dice que solo ha tenido las dos últimas.
Aquí la ironía responde a otro de los lugares comunes de la ideología habitual: no es posible hacerse millonario siendo inteligente y trabajador y teniendo suerte. Es lógico: la clase de seres humanos que leen Semana y se intoxican con ideología criminal de la que divulgan personajes como Duzán no son en absoluto trabajadores. Heredan puestos estatales o ejercen de intermediarios de las industrias del asesinato, el secuestro o el tráfico de drogas ilícitas. No conciben ninguna forma de prosperar que no sean los negocios basados en relaciones con el poder estatal o con sus dueños (es decir, los dueños de Semana). La idea de que alguien inteligente, trabajador y con suerte prospera les produce risa, cosa que es característica de Colombia, tal como el airecito de superioridad moral de este patético personaje, cuya fealdad la excluye de cualquier posibilidad de interesar a un millonario pero le provee recursos para encarnar los valores de su público. En cualquier país civilizado sería una obviedad que algunos de quienes se aplican a prosperar terminan siendo millonarios.

No me interesa la vida de la gente rica, no había oído hablar nunca de Carlos Mattos y espero no tener que volver a saber de él. Pero ese espectáculo obsceno de halago de la envidia de una chusma que no tiene otra aspiración que adornarse con los rasgos de su "estrato" me parece algo que urge denunciar y analizar. No se entenderá la tragedia colombiana mientras no se vea la relación entre las organizaciones de traficantes de cocaína (con los que se entendió el patriarca López Michelsen, a saber qué habrán acordado, y con las que comparte negocios el émulo y compañero de Duzán, Daniel Coronell), las redes de corrupción política (como las de Ernesto Samper o Germán Vargas Lleras, hoy en el poder pese a su derrota electoral), las bandas terroristas (como las que aseguran el protagonismo de personajes como Duzán) y las familias oligárquicas, es decir, todo lo que encarna Semana.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 27 de junio de 2011.)