Lo que siempre da que pensar es lo que hay en la cabeza de quienes forman parte del proceso, bien porque lo aplauden, bien porque tienen algún papel en el orden social existente, cuya resistencia al mundo moderno es el origen del "conflicto" y su sentido. La reciente publicación de un discurso de la decana de economía de la Universidad de Los Andes a los recién graduados en el que plantea lo que cree que será Colombia en los próximos años gracias a la paz puede servir para orientarse al respecto.
Como es un texto largo y farragoso, que demanda voluntad y esfuerzo para leerlo, sólo comentaré el primer párrafo. Las atrocidades que dice bastan para entender la visión de esta gente.
La generación de la esperanza
Estudiantes de los programas de Ingeniería Biomédica, Industrial y Mecánica celebran su grado en Los Andes. Los grados de hoy coinciden con un momento histórico de Colombia, la firma del Acuerdo de Jurisdicción Especial para la Paz que permite vislumbrar más que nunca el fin de la guerra absurda que hemos librado por más de 50 años, y están por lo tanto cargados de simbolismo. Firmar la paz con las Farc permitirá al país pasar una página muy dolorosa de nuestra historia.
Casi cada palabra es una mentira brutal, pero sería tedioso comentarlas partiendo de la idea de que la decana no cree en lo que dice. Borges decía de alguien que para creer en su honestidad tenía que dudar de su inteligencia, y viceversa, pero este caso es más grave porque ambas son nociones que presuponen otro nivel. Como si alguien quisiera enseñarles a cantar a los gatos y esperara que sus vocales fueran precisas.
¿Permite vislumbrar la firma del acuerdo el fin de la "guerra"? ¿Es "absurda"? ¿Quiénes la "hemos" librado? ¿Someterse a los asesinos permitirá al país "pasar página"? Dios mío, el régimen gansteril pasa a ser el del terror de Yézhov o Pol Pot y estos imbéciles creen que ahora va a estar todo tranquilo.
Acerca de si la orgía de crímenes cometidos por la clase universitaria para implantar un régimen estatista de partido único es una "guerra", el lector de este blog ya habrá encontrado muchas discusiones. Es la aspiración del agresor, tal como el que va a despojar a alguien de su billetera espera que ocurra sin resistencia. Si no es así, dirá que hubo una riña y aspirará a que cese y se dé la reconciliación.
Lo "absurdo" corresponde a una ideíta muy frecuente en ese medio y que expresó hace un tiempo el inefable Mauricio García Villegas en un artículo:
Luego, la rendición ante el terrorismo no es la abolición de la democracia (en la que el pueblo elige el gobierno y no se somete a agresores que matan) sino el logro de unas reformas necesarias. Todo el establishment colombiano, es decir, las clases altas y los personajes de la universidad, tienen siempre esa disposición, mera adaptación del principio evangelizador: si la gente no quiere que los gais adopten niños o que se pueda abortar siempre que se quiera, los que sí saben, que son los magistrados que secuestraban niños en su juventud y deben su poder a esa tarea "necesaria", dispondrán lo que conviene y aun buscarán "educar" a los que se resisten.
Más elocuente aún es el "hemos". ¿La decana ha participado en el "conflicto"? ¿Quiénes participaban? Todos los que dicen que nos "hemos" estado matando son los partidarios de los terroristas (o sea, los universitarios, o sea, los "trabajadores al servicio del Estado"), que en otras ocasiones pretenden que se trataba de un lío entre militares y guerrilleros. Los demás colombianos, que son simplemente los excluidos, son ajenos y sólo en algunas raras ocasiones toman mayoritariamente partido por la ley, como en la década pasada. Esa pasividad corresponde al orden social: el terrorismo es pura opresión de los intelectuales pero todas las capas inferiores aspiran a asimilárseles, por lo que la toma de partido es señal de que no entienden nada. Con Santos el atraco se consuma plenamente y las víctimas, dispersas, engañadas, confusas, creen las promesas de alivio del narcorrégimen, sobre todo porque se dan en una época de abundancia y la provisión de bienes obra como la vaselina.
¿En qué consistirá el "pasar página"? ¿Qué va a cambiar en Colombia a partir de la previsible firma de la paz? Las fotografías que uno encuentra si busca "Constitución del 91" y el análisis del contexto histórico sacan en claro algo que no se ha señalado suficientemente: el engendro salió adelante con los recursos de Pablo Escobar y buscaba impedir la extradición, pero todo eso debía de estar programado desde mucho antes, es decir, el secuestro de Álvaro Gómez y la toma del Palacio de Justicia eran avances de un plan elaborado previamente en La Habana. La amenaza de encarcelar a Uribe con una grave condena tiene el mismo objeto, y yo apostaría a que tendrá el mismo resultado. A fin de cuentas los secuestros hoy en día los encarga abiertamente el poder judicial.
La verdad es que el poder judicial actual es sólo una oficina de sicarios gracias a la paz de los ochenta y al engendro del 91, ¿cómo será el poder judicial después de lo acordado recientemente? ¿Cómo serán los medios de comunicación, que ahora mismo sólo son un unánime altavoz de la propaganda terrorista? ¿Qué pasará con la industria de la cocaína, cuya producción aumentó en más de un 50% entre 2013 y 2014 y tiene en Venezuela un gran centro de distribución? ¿Cómo será la democracia con un partido armado que poseerá amplias zonas vedadas y aun la opción de que sus clientelas hagan valer su voto por dos, sin hablar de la tutela que ejercerán sobre las instituciones? La pretensión de la decana, la grata ilusión de que llegó la hora de soñar, no parte de que haya ido a engañar sino de que necesita creer en eso, como ocurre con todos los demagogos.
¿Será más seguro el campo colombiano tras el triunfo rotundo de los terroristas? (Baste ver la expresión sonriente de Londoño Echeverri y Raúl Castro en las fotos en que aparecen con Santos para que a nadie le quepa duda de lo que es.) Será mucho más inseguro porque al verse poderosos y reconocidos multiplicarán el despojo y la opresión, toda vez que ya controlarán el ejército (de hecho, ya lo controlan) y sencillamente el régimen de esclavitud en que se produce la cocaína se expandirá a todas las demás actividades agrícolas, puede que sin desplazamiento, que será tan difícil como emigrar de Corea del Norte. Como autoridades, los asesinos tendrán a los propietarios rurales como simples testaferros. Si lo consiguen cuando aún hay resistencia, ¿cómo será después?
Entre las mentiras atroces del resto del escrito llama la atención la atribución del origen del "conflicto" a las regiones remotas. Es una mentira absoluta, en los antiguos "territorios nacionales" vivían hace cuarenta años muchísimas menos personas que ahora y tanto la población como el imperio del crimen organizado llegaron a partir de la violencia en otras regiones, producida por la supresión de la legalidad, y de la industria de la cocaína, que será más boyante cuanto más poder tengan los mafiosos. La "guerra" surgió en las componendas de la oligarquía de los años treinta con los delegados de la Komintern y siempre ha tenido su centro en la universidad y en los conciliábulos de las clientelas del régimen. Sólo es una industria por la que se controla el país y se lo lleva por el camino que interesa al clan dominante.
(Publicado en el blog País Bizarro el 17 de octubre de 2015.)
¿Permite vislumbrar la firma del acuerdo el fin de la "guerra"? ¿Es "absurda"? ¿Quiénes la "hemos" librado? ¿Someterse a los asesinos permitirá al país "pasar página"? Dios mío, el régimen gansteril pasa a ser el del terror de Yézhov o Pol Pot y estos imbéciles creen que ahora va a estar todo tranquilo.
Acerca de si la orgía de crímenes cometidos por la clase universitaria para implantar un régimen estatista de partido único es una "guerra", el lector de este blog ya habrá encontrado muchas discusiones. Es la aspiración del agresor, tal como el que va a despojar a alguien de su billetera espera que ocurra sin resistencia. Si no es así, dirá que hubo una riña y aspirará a que cese y se dé la reconciliación.
Lo "absurdo" corresponde a una ideíta muy frecuente en ese medio y que expresó hace un tiempo el inefable Mauricio García Villegas en un artículo:
Cuántos muertos para terminar con un conjunto de reformas sociales que habrían podido hacerse hace 40 años, pacíficamente y por las vías legales.A la decana le molestará que la presente como atracadora, pero es eso: la resistencia de la víctima es absurda ante el triunfo del agresor. Se trata de una versión disfrazada de lo que dicen los jefes de las FARC: "Nos obligaron a levantarnos en armas".
Luego, la rendición ante el terrorismo no es la abolición de la democracia (en la que el pueblo elige el gobierno y no se somete a agresores que matan) sino el logro de unas reformas necesarias. Todo el establishment colombiano, es decir, las clases altas y los personajes de la universidad, tienen siempre esa disposición, mera adaptación del principio evangelizador: si la gente no quiere que los gais adopten niños o que se pueda abortar siempre que se quiera, los que sí saben, que son los magistrados que secuestraban niños en su juventud y deben su poder a esa tarea "necesaria", dispondrán lo que conviene y aun buscarán "educar" a los que se resisten.
Más elocuente aún es el "hemos". ¿La decana ha participado en el "conflicto"? ¿Quiénes participaban? Todos los que dicen que nos "hemos" estado matando son los partidarios de los terroristas (o sea, los universitarios, o sea, los "trabajadores al servicio del Estado"), que en otras ocasiones pretenden que se trataba de un lío entre militares y guerrilleros. Los demás colombianos, que son simplemente los excluidos, son ajenos y sólo en algunas raras ocasiones toman mayoritariamente partido por la ley, como en la década pasada. Esa pasividad corresponde al orden social: el terrorismo es pura opresión de los intelectuales pero todas las capas inferiores aspiran a asimilárseles, por lo que la toma de partido es señal de que no entienden nada. Con Santos el atraco se consuma plenamente y las víctimas, dispersas, engañadas, confusas, creen las promesas de alivio del narcorrégimen, sobre todo porque se dan en una época de abundancia y la provisión de bienes obra como la vaselina.
¿En qué consistirá el "pasar página"? ¿Qué va a cambiar en Colombia a partir de la previsible firma de la paz? Las fotografías que uno encuentra si busca "Constitución del 91" y el análisis del contexto histórico sacan en claro algo que no se ha señalado suficientemente: el engendro salió adelante con los recursos de Pablo Escobar y buscaba impedir la extradición, pero todo eso debía de estar programado desde mucho antes, es decir, el secuestro de Álvaro Gómez y la toma del Palacio de Justicia eran avances de un plan elaborado previamente en La Habana. La amenaza de encarcelar a Uribe con una grave condena tiene el mismo objeto, y yo apostaría a que tendrá el mismo resultado. A fin de cuentas los secuestros hoy en día los encarga abiertamente el poder judicial.
La verdad es que el poder judicial actual es sólo una oficina de sicarios gracias a la paz de los ochenta y al engendro del 91, ¿cómo será el poder judicial después de lo acordado recientemente? ¿Cómo serán los medios de comunicación, que ahora mismo sólo son un unánime altavoz de la propaganda terrorista? ¿Qué pasará con la industria de la cocaína, cuya producción aumentó en más de un 50% entre 2013 y 2014 y tiene en Venezuela un gran centro de distribución? ¿Cómo será la democracia con un partido armado que poseerá amplias zonas vedadas y aun la opción de que sus clientelas hagan valer su voto por dos, sin hablar de la tutela que ejercerán sobre las instituciones? La pretensión de la decana, la grata ilusión de que llegó la hora de soñar, no parte de que haya ido a engañar sino de que necesita creer en eso, como ocurre con todos los demagogos.
¿Será más seguro el campo colombiano tras el triunfo rotundo de los terroristas? (Baste ver la expresión sonriente de Londoño Echeverri y Raúl Castro en las fotos en que aparecen con Santos para que a nadie le quepa duda de lo que es.) Será mucho más inseguro porque al verse poderosos y reconocidos multiplicarán el despojo y la opresión, toda vez que ya controlarán el ejército (de hecho, ya lo controlan) y sencillamente el régimen de esclavitud en que se produce la cocaína se expandirá a todas las demás actividades agrícolas, puede que sin desplazamiento, que será tan difícil como emigrar de Corea del Norte. Como autoridades, los asesinos tendrán a los propietarios rurales como simples testaferros. Si lo consiguen cuando aún hay resistencia, ¿cómo será después?
Entre las mentiras atroces del resto del escrito llama la atención la atribución del origen del "conflicto" a las regiones remotas. Es una mentira absoluta, en los antiguos "territorios nacionales" vivían hace cuarenta años muchísimas menos personas que ahora y tanto la población como el imperio del crimen organizado llegaron a partir de la violencia en otras regiones, producida por la supresión de la legalidad, y de la industria de la cocaína, que será más boyante cuanto más poder tengan los mafiosos. La "guerra" surgió en las componendas de la oligarquía de los años treinta con los delegados de la Komintern y siempre ha tenido su centro en la universidad y en los conciliábulos de las clientelas del régimen. Sólo es una industria por la que se controla el país y se lo lleva por el camino que interesa al clan dominante.
(Publicado en el blog País Bizarro el 17 de octubre de 2015.)