martes, septiembre 12, 2023

El modo de vida colombiano

 Gustavo Petro Urrego, un antiguo terrorista que no sabe expresarse correctamente en castellano ni como miembro de las huestes de la palabra escrita ni de la hablada, ignorante absolutamente de todas las materias y con una desfachatez que resulta difícil concebir, no es presidente de Colombia únicamente por la presencia de dineros calientes en su campaña ni por el apoyo de los formidables medios del clan oligárquico ni por la adhesión de la populosa clase funcionarial. Hay otro motivo más importante.


Ese patán inverosímil es el presidente porque representa a los ciudadanos del país. Lo que pasa es que sin haber dejado de ser uno de ellos es muy difícil darse cuenta de hasta qué punto lo que señalo en la anterior frase es exacto. Cada vez que presto atención a las cosas en las que creen los supuestos adversarios o críticos de Petro, uribistas, derechistas, conservadores, etc., descubro que en planos más hondos de la ideología o de la opinión comparten casi todo con los llamados mamertos.

Lo de la acción de tutela es sólo un ejemplo típico y la idea de que no es correcto que haya una potestad de los jueces para interpretar generalidades y a partir de ellas tomar decisiones sobre cuestiones que afectan al gasto público es incomprensible y fastidiosa para casi todos los colombianos cuya opinión al respecto he conocido. Ni hablar de si se puede tener un derecho fundamental a la educación o a la salud que se traduce en sacrificio económico de otros o del erario. O de que la reducción del gasto público es la primera condición para generar desarrollo económico.

Bueno, no sólo la reducción del gasto público sino sobre todo la forma en que esa reducción sería eficaz y no afectaría a prestaciones que podrían llegar a las personas más necesitadas o afectar a la seguridad del país o al funcionamiento del Estado. Me refiero al cierre o venta de las universidades públicas y a la consideración de las demás como empresas normales que tienen propietarios, pueden lucrarse de su actividad y pagan impuestos por ello.

Decirle eso a un colombiano de clase media es como proponerle asar a la brasa a la madre y comérsela con salsa barbacoa. ¿Cómo se puede concebir algo así?

La razón es muy sencilla: por conservador o anticomunista que sea alguien, cuando pertenece a un medio más o menos acomodado tiene como prioridad que sus parientes jóvenes accedan a un título universitario y no se queden excluidos o en riesgo de indigencia. La situación actual favorece a casi todos los de ese medio social, y decirles que en realidad en las universidades colombianas no se aprende más que la recitación de la propaganda narcoterrorista no los conmueve en absoluto. Obviamente todos lo niegan, y explicárselo es tan carente de sentido como convencer a alguien de que es tonto.

Cuando leí que un joven de la Universidad Nacional había muerto en el laboratorio a causa de una explosión supuse que habría muerto preparando materiales para atentados terroristas, cosa en la que al parecer me equivocaba, como quien supone que alguien que intenta entrar por la ventana de una casa es un ladrón y no alguien que va a avisar de un peligro que hay en la puerta principal. ¿Cuántos casos de estudiantes muertos preparando explosivos para matar policías ha habido? Sólo en los últimos veinte años han sido más de diez, que yo más o menos recuerde.

Queda la cuestión de que la explosión convierte a ojos de sus compañeros, o mejor dicho de sus compatriotas, en un héroe de la ciencia, tal como los policías o soldados que se dejan matar son héroes para los demás. ¿No será que su preparación era deficiente?

Pero lo interesante es la reacción que tuvo en Twitter mi errónea suposición. Una persona llegó a decirme que sin las investigaciones de los científicos yo no podría estar escribiendo detrás de una pantalla. Entre muchas decenas de respuestas sólo había unas pocas que no contuvieran palabrotas y errores ortográficos y de redacción penosos. Pero lo interesante es esa asociación entre el estudio y el conocimiento que todos aceptan. No pude evitar acordarme de un político uribista que aseguraba que la multiplicación de cupos sacaría al país del atraso, ni de la matrícula cero que promovía el gobierno de Duque y que todos los candidatos en las elecciones de 2022 suscribían.

Tampoco de las olimpiadas de Barcelona en 1992, en las que un integrante del equipo de natación de Guinea Ecuatorial no sabía nadar. Todos los países tienen su bandera, su himno, su orquesta sinfónica y sus universidades. El estudiante colombiano de filosofía se siente portador de una carrera que incluye a Platón y a Descartes, que en su época eran como él ahora. La señora que defiende a los científicos cree que los ingenieros colombianos son como los que inventaron los sistemas operativos. ¿Acaso no se llaman todos ingenieros?

Insisto, no se trata sólo de los comunistas, los estudiantes y profesores no son comunistas porque la universidad colombiana haya sido infiltrada por ideologías foráneas criminales, sino porque la planta sobre la que se construyó el país es el parasitismo. El profesorado universitario es sólo el trasunto del clero de la época colonial y de hecho muchos profesores comunistas empezaron en el seminario. Los antepasados de los profesores de puestos más seguros eran igualmente privilegiados absolutamente improductivos durante muchos siglos.

Si uno entra en una librería de otro país NUNCA encuentra una obra de un colombiano que no trate de Colombia, y aun así es difícil encontrarla. Si uno va a un gran almacén en otro país NUNCA encuentra un producto manufacturado en Colombia, y de hecho en el país la mayoría de esa clase de productos son importados. Si uno va a buscar alguna patente entre los millones de patentes que se han registrado en este siglo, si llegara a haber alguna colombiana sería de algo insignificante. Si uno lee una revista científica o sobre medicina o algo así puede encontrar muchísimos nombres indios o árabes, pero casi ninguno hispano y NUNCA ninguno colombiano. Si uno mira cuáles son las empresas colombianas, cuál es su tamaño y cuál es su prestigio, se da cuenta de que aparte de las materias primas y la cocaína sólo hay algunos productos agrícolas, porque no se aplica ningún conocimiento a nada y el «estudio» sólo le abre camino a la prosperidad a alguien si se hace funcionario, para lo que lo apropiado es asociarse con los comunistas.

Sencillamente, la universidad es el lugar en el que se reparten los recursos del país entre los de siempre, con el añadido de que la formación que proveen no es otra cosa que propaganda. ¿Alguien recuerda los posicionamientos de la universidad, de todas las universidades, respecto de la paz de Santos por la que los violadores de niños se convirtieron en legisladores a los que nadie eligió? ¿Alguien recuerda acaso a esos monstruos dando conferencias en las universidades? ¿Alguien entiende quizá que para un colombiano es absolutamente natural que la definición de «estudiante» sea «persona que sale a tirar piedra»? No hay problema en que los uribistas o conservadores se opongan, por decantación a toda costa intentarán conseguir que sus hijos se conviertan en doctores, ojalá funcionarios.

Colombia no va a ninguna parte y se merece a un presidente como Petro porque no se puede construir un edificio cilíndrico sobre una planta piramidal. Es imposible encontrar a una persona que estudie o enseñe en una universidad y que no haya votado por Petro, o a alguien que apruebe la idea de que la formación la pague cada uno si puede, y si tiene mucho talento o ambición que pida un crédito. Es imposible porque el molde de sociedad parasitaria produce a una persona tosca (como los estudiantes que me contestaron) y vulgar que cree que por obtener un título sabe algo y ciertamente sólo sabe recitar las consignas de sus profesores.

(Publicado en el portal IFM Noticias el 7 de julio de 2023.)

miércoles, agosto 23, 2023

El orgullo es la revolución

 No hubo muchos comentaristas de la prensa española que señalaran las fiestas del orgullo LGBTIQ entre los motivos por los que Sánchez convocó elecciones para el 23 de julio. Lo tendrían previsto sus cientos de asesores. Ahora el mes de desfiles, borracheras y ligues les sirve para  encender la alarma antifascista y antifranquista explotando el victimismo de las organizaciones de homosexuales. Así van creando la atmósfera de miedo que esperan que podría salvar a Sánchez.

Llama la atención la forma en que las sociedades modernas han normalizado un movimiento formado por personas cuya principal misión en la vida es contar que les gusta practicar la sodomía. El pretexto de la justicia y el respeto les sirve para montar un gran negocio de pornografía, prostitución y corrupción política en un Estado cada vez más grande al que se sienten con derecho a pedirle pan y sexo.

El pretexto de reivindicar a una minoría tradicionalmente proscrita les sirve a los totalitarios para poner en práctica su ingeniería social y cebar a sus clientelas políticas. Los militantes marxistas que crean esas organizaciones de identidades sexuales diversas adquieren poder, acceso a recursos públicos, visibilidad, dinero, etc.

En últimas, ese activismo es una estrategia comunista para disolver a la sociedad, con el pretexto de la tolerancia se va imponiendo la intimidación y la censura a favor de un bando político partidario de cobrar más impuestos y dedicar más recursos de todos a su propaganda. La histeria sectaria con que acusan al partido Vox es sólo muestra del pánico que les produce esa probable pérdida de poder si cae el llamado gobierno de Sánchez.

Y el fervor de esas multitudes convenientemente acariciadas les sirve a los comunistas para crear un ambiente de censura e intimidación violenta que sencillamente es la continuación de la vieja lucha de clases por otros medios, con otro paraíso del que se tienen anticipos más tangibles. A la sociedad «heteronormativa» se la obliga a admitir que vivir así no es algo deshonroso sino lo propiamente honroso, lo que inscribe a la persona en el pueblo elegido. Y desde luego el individuo casto o religioso, o que simplemente se niega a tener buena opinión de esas prácticas sexuales se convierte en una especie de delincuente.

Con esos designios de dominación, los totalitarios han construido una formidable industria del odio que domina la educación en casi todo Occidente. Por ejemplo, si un lector va a buscar una obra de literatura infantil sobre una familia convencional que sale adelante, no la encuentra, porque todas tratan de chicos que salen del armario, de transexuales, de hijos de lesbianas, de niños adoptados por gais… Y cada vez más la educación les sirve para reclutar a las nuevas multitudes de gais y transexuales, para que a los niños se les enseña desde muy corta edad a masturbarse y a acariciar a sus compañeros.

Como ocurre con todas las movilizaciones identitarias, en cuanto se las conoce siempre se detecta la pulsión anticapitalista: para los jóvenes hay una oferta en la que está el pasado con la religión, el tabú de la homosexualidad, el capitalismo, etc., la «España en blanco y negro», y un mundo nuevo en el que hay libertad sexual gracias a la «izquierda» y pronto renta básica universal. Así las camarillas clientelares con rasgos de sectas los entusiasman y los reclutan a punta de caricias para que después nutran las manifestaciones y el orgullo, que es la principal manifestación.

También conviene destacar el sentido neopagano de esa celebración, aunque lo único que tiene en común con el viejo paganismo es la hostilidad al cristianismo, que por otra parte sólo procede del afán de hegemonía ideológica de los comunistas. No está de más recordar que cada vez que los comunistas tienen alguna influencia sobre algún grupo social lo animan a perseguir a la religión. En la decada de 1930, con la Segunda República española, fueron asesinados miles de curas y monjas sólo por serlo, y lo mismo ocurrió en Colombia durante las revueltas de las bananeras y del bogotazo.

De ese modo la libertad que proclaman sólo es un pretexto de la opresión y la oferta de placer es equivalente a la del Viejo de la Montaña, el líder la secta musulmana medieval de los asesinos. La oferta de placer les sirve para reclutar adeptos que los llevarán al poder, desde donde harán lo que les dé la gana, incluso torturar y encarcelar a los homosexuales, como se hizo en la Unión Soviética y como se hacía hasta hace pocos años en Cuba. (Es divertidísima la desfachatez con que el Partido Comunista Cubano es ahora el abanderado de la diversidad sexual, tal vez porque calculan que esa clase de turismo tiene futuro en la isla a la que tienen secuestrada.)

Y de eso es de lo que tratan las celebraciones del orgullo gay en todas partes, no de si alguien opta por vivir su sexualidad de una manera o de otra, sino si con ese pretexto se amplía la base social del totalitarismo, que ya domina casi toda Iberoamérica y avanzará implantando en todas partes regímenes como el cubano. También en España si no se hace frente a esa ingeniería social.

(Publicado en el portal IFM Noticias el 2 de julio de 2023.)

domingo, agosto 13, 2023

Petro no se va

 En Twitter a veces aparecen personas que se oponen a las manifestaciones y marchas porque las consideran inútiles, a veces porque quieren ostentar independencia y arguyen que los convocantes o los beneficiarios no son sus favoritos. Rechazo absolutamente ese punto de vista, cada persona que está en la calle diciendo No a Petro es un golpe al narcorrégimen. No quiero que se me incluya entre los escépticos.


Pero alguien debería saber qué hacer, porque a medio plazo pueden salir muchas marchas como en Venezuela en 2002 sin que se traduzcan en la salida del tirano. Para volver a ganar las elecciones, al franquiciado Petro le basta una efectiva campaña del ELN y una promesa de paz que pondría de nuevo a las mayorías a elegir entre la paz y la guerra. También las disidencias de las FARC, o los cocaleros, o la Guardia Indígena, o el Movimiento Estudiantil Revolucionario podrían ayudar a persuadir a la gente de la inconveniencia del guerrerismo.

Luego, el político que quiera sacar a Petro y restaurar la legalidad tiene que proponer acciones concretas ahora y convocar a todos los demás sectores descontentos. Una advertencia de los expresidentes a los países democráticos y a las instituciones internacionales sobre la presencia del crimen organizado en el gobierno podría tener más efectos reales que las manifestaciones, y darles un sentido.

Es un ejemplo, también podrían presentarse propuestas de destitución de Petro según los trámites convencionales y un esfuerzo combinado para ganar todas las alcaldías y gobernaciones que sea posible. Pero en esa oración falta el sujeto, ¿quién forma parte de esa alianza? ¿Cuáles son los candidatos? A veces da la impresión de que los políticos que critican a Petro sólo esperan pescar en río revuelto en las movilizaciones de descontentos. Es decir, que no tienen un propósito firme de derribar a Petro.

Parece que tumbar a Petro sólo interesa a algunos espontáneos de las redes sociales, pero hace falta mucha más concentración, ambición, inversión y determinación para mostrar a todo el mundo la corrupción del petrismo, de modo que los medios en Europa y Estados Unidos dejen de presentarlo como otro José Mújica y empiecen a tener reservas los más entusiastas y a denunciarlo los hostiles, también permitiría mostrar qué es la paz de Santos y qué son las guerrillas comunistas.

Para que Petro caiga haría falta ese liderazgo unificado, y un programa político y propuestas de referendos. Aprovechar la indignación actual tal como el hampa aprovechó la de la reforma tributaria de Carrasquilla para justificar la insurrección de la delincuencia (entre los indignados había muchísimos tuiteros uribistas, que no habían dicho nada cuando se acordaron los gastos en educación que dieron lugar a esa reforma).

Los rasgos y los fines de los políticos opositores que tienen algún respaldo son muy diversos, pero los que no quieran unirse para deslegitimar a Petro y exigir su dimisión simplemente quedan en el bando de Petro, y acaso eso no les convenga porque perderían apoyos.

En fin, ojalá alguien se lo planteara. Pero en la conciencia de quien lee esto debería estar claro que pensar sólo en tumbar a Petro es insuficiente. ¿Cómo quiere usted que sea Colombia en 2050? El hemisferio occidental oscila entre países de ciudadanos libres e iguales, como las democracias de Europa y Norteamérica, y Estados Sociales de Derecho, como las repúblicas iberoaméricanas, y el motivo por el que Petro no se va es porque en Colombia hay más partidarios del Estado Social de Derecho que de la república liberal.

Una república liberal está formada por ciudadanos libres e iguales, los ciudadanos del Estado Social de Derecho no son libres ni iguales porque los recursos y el poder están en manos de los funcionarios y de los políticos. Esa expresión, «Estado Social de Derecho» fue el eufemismo que encontraron para referirse al socialismo y su pretexto es la «redistribución» de la riqueza, que simplemente consiste en despojar a la gente del fruto de su trabajo para pagarles privilegios a los que sostienen el régimen.

La república liberal es el mundo de la competencia, el socialismo es el mundo de la jerarquía. El socialismo es hegemónico en Colombia por la tradición de servilismo y exclusión del país. Una monstruosidad como la supresión de los derechos de los indios, que tras la Constitución de 1991 pasaron a tener una legislación aparte, no molestó a nadie en las ciudades.

El Estado Social de Derecho tiene apoyo mayoritario porque sólo es un nombre del viejo orden, sólo que los descendientes de las castas parasitarias de antes (peninsulares, criollos, clero, políticos…), siguen otras modas y se ponen otros adornos. Se organizaron y lucharon en las universidades y ahora poseen el país. Son joviales y pacifistas y se regalan con la buena conciencia de haber deseado la justicia social.

La idea de que el socialismo va a proteger a los «desposeídos» y a corregir la desigualdad sólo la pueden sostener hoy en día personas muy deshonestas. Todo el mundo sabe que los afiliados a la CUT ganan decenas de veces lo que la gente que trabaja duro y se pensionan jovencísimos. No tiene sentido discutir sobre esa supuesta «justicia social» porque es claramente una mentira. Pero incluso en la persona pobre que sueña con esa justicia hay mala fe, porque lo único que puede darle el Estado es lo que les quita a otros. El «idealista» de «izquierdas» sólo es alguien que quiere ser funcionario o beneficiario de subvenciones.

Pero debo insistir en que la ideología socialista es hegemónica en Colombia. Es frecuente encontrar personas muy razonables y muy capaces de comprender lo que son las guerrillas comunistas y la paz con ellas que al cabo resultan partidarias de la acción de tutela o del gasto público actual.

El Estado Social de Derecho es el rumbo de Venezuela, baste ver cómo está Argentina, miserable y en manos de la misma banda. Pero ese modelo, que no es una fuerza revolucionaria sino reaccionaria, representa los valores e intereses de la sociedad antigua, y no hay una rebelión contra esos valores.

¿Cómo quiere el lector que sea Colombia en 2050? Petro no se va porque nadie tiene un propósito claro al respecto, la gente está ocupada con su destino individual y sólo piensa en sus emociones o en sus valores, para tumbar a Petro hay que saber a dónde se quiere llegar y nadie piensa en eso.

Cuando el procurador destituyó a Petro de su cargo de alcalde de Bogotá, los empleados del Distrito se dedicaron a tuitear #PetroNoSeVa. Pronto el Tribunal Superior de Bogotá decidió que siguiera. El poder de la casta jerárquica prima sobre el de los representantes populares.

El poder de ese tribunal deriva de la Constitución de 1991, cuya asamblea fue aprobada por menos del 20 % de los ciudadanos en medio de una orgía de terror. Esa constitución prohibió la extradición para proteger a los jefes de los grandes carteles de la droga —que la habían encargado en alianza con los que previamente habían asesinado a los verdaderos juristas para abrirles camino a sus compañeros militantes de «izquierda»— y fue «coronada» tras su firma con el asesinato de Enrique Low Murtra.

¿Por qué no hay un consenso entre los colombianos sobre la necesidad de convocar una constituyente verdaderamente representativa, libre y basada en el reconocimiento de las instituciones legítimas? Pues porque a los que opinan en las redes sociales o leen los periódicos les conviene ese orden viejo, es de donde vienen y a donde quieren llegar. Por eso los comunistas suelen ser simplemente los de rango social más alto.

La clase de ser humano opuesta existe en Colombia, pero es minoritaria y débil, puede que incluso en Antioquia. Y tiene que hacerse consciente de su misión y tomar partido claramente por los valores liberales, debe oponerse a que los indios sean ciudadanos sin derechos en los bantustanes del narcocomunismo y a que los criminales oligarcas y terroristas llamen paz al atraco que cometen.

Y una «masa crítica» de personas con esos valores es necesaria para que avance un liderazgo capaz de atraer a todos los sectores con un propósito claro. En Argentina gana protagonismo Javier Milei con un programa para la prosperidad y el imperio de la ley, y en Colombia falta una corriente similar porque de otro modo, pese a las evidencias de corrupción e indignidad, Petro no se va.

(Publicado en el portal IFM el 25 de junio de 2023.)

domingo, agosto 06, 2023

Clases de parásitos

Cuando el Buda tenía treinta y dos años quiso salir de su palacio y así presenció por primera vez el sufrimiento: la enfermedad, la vejez, la muerte y la renuncia del asceta que se aparta del mundo. La idea central del budismo es la determinación de vencer el sufrimiento desistiendo de los deseos, que son lo que lo causa. Pero ¿cómo podríamos definir la vida del joven príncipe, en la que no hay dolor?

El ejemplo del Buda se me ocurre porque cada día se comprueba más claramente la vuelta del comunismo, ya hegemónico en el mundo universitario en Europa occidental y sin duda influyente en Estados Unidos. Cada vez es más descarado el propósito de apropiarse de los bienes de todos en nombre de la justicia, aunque ahora no se pretenda colectivizar la agricultura ni expropiar las fábricas, basta con subir sin cesar los impuestos y cebar a un «pueblo» al que, según se descubrió en los regímenes comunistas, se puede mantener resignado permitiéndole descansar y gastando los recursos de los ricos, aunque la realidad es que en las sociedades occidentales la carga de mantener a las multitudes que no trabajan sino que viven del gobierno cae sobre los que sí lo hacen. Como es habitual en el comunismo, el despojo de unos parásitos es el pretexto con el que los peores parásitos explotan a los que producen.

En el discurso de esos profesores, el despojo de los ricos es legítimo porque son gente que no produce nada pero se enriquece cada vez más gracias a las fortunas heredadas o acumuladas en negocios audaces muchos años antes. Si pienso en esos ricos me acuerdo del Buda cuando era un joven príncipe: encaja en la descripción. ¿De dónde provenía el esplendor en que se crio? ¿Qué era lo que propiamente producía y de qué forma contribuía a la solución de los problemas de los pobres?

Lo que se diga del joven Buda se podría decir de las personas ricas de cualquier lugar y época: no tienen que cargar cosas pesadas ni que madrugar a atender toda clase de tareas penosas, no corren el riesgo de pasar hambre ni de dormir a la intemperie. En la propaganda de los comunistas son parásitos y su propiedad proviene de un despojo a los demás.

Es necesario detenerse en esa idea porque mucha gente cree eso. Si los dueños y accionistas de las grandes empresas tecnológicas tienen miles de millones de dólares es porque nos los han quitado a los demás. ¿Nos han empobrecido por inventarse los sistemas operativos, los protocolos de internet y la telefonía móvil? Al contrario, han creado una riqueza generalizada que antes no existía. En realidad se puede decir lo mismo de cualquier comerciante, si pudiera ganar mucho dinero no trabajaría sino que viviría a cuerpo de rey, y su riqueza procede del margen que aplica a lo que vende. El paso siguiente en el engaño de los comunistas es creer que el comercio es la causa de la pobreza.

El comercio es la causa de la riqueza, y la mentira de los viejos y nuevos comunistas es en realidad una invitación al saqueo, que es lo que ocurre siempre que hay desorden y las leyes que protegen la propiedad no funcionan (aunque en Japón, donde los terremotos pueden causar situaciones de caos, la propia mafia impide los saqueos). El acoso tributario de los partidos de «izquierda» a las rentas altas es un saqueo organizado cuyo efecto es la miseria, como cuando reina el saqueo espontáneo.

Cuando un país castiga desproporcionadamente las rentas altas y el patrimonio, lo que consigue es que los ricos se lleven sus fortunas a otros países y que un dinero invertido en actividades productivas se vaya a cebar clientelas. El empobrecimiento que se deriva de esas políticas es inevitable, y el ejemplo de los países que han pasado de pobres a ricos, y viceversa, lo demuestra.

¿Se puede considerar legítimo que haya personas ricas que no trabajan y sólo consumen? Sí, siempre y cuando su riqueza haya sido adquirida por medios lícitos. Nadie cuestiona que los ricos deben contribuir a los gastos comunes ni que la tributación debe ser progresiva, y esa riqueza siempre está invertida en crear más riqueza, más empleo productivo y más ricos. Sencillamente, la riqueza es aquello a lo que todos aspiramos, la plenitud vital, y se alcanza antes cuanto más se respete y proteja la propiedad. Los países en los que la inmensa mayoría tiene acceso a todos los bienes básicos son aquellos en que se ha permitido a la gente prosperar.

Al lado de esos parásitos hay que pensar en los profesores comunistas: casi siempre herederos de un rango elevado en la sociedad, su labor consiste en persuadir a los jóvenes de las ideas que corresponden a sus ambiciones económicas y de poder, pues a diferencia de los parásitos cuyos ancestros organizaron industrias o redes comerciales que crearon riqueza y que arriesgan su dinero en proyectos que la crean, ellos derivan sus considerables ingresos de los impuestos. Ya no es que la sociedad mantenga a unos individuos improductivos que sólo tienen por misión divertirse y cumplir ciertas condiciones de su rango, como la familia de la serie Downton Abbey, sino a unos individuos dedicados a destruirla.

Si se piensa en estructuras injustas de la sociedad no hay más que ver a Sudamérica, donde las mafias políticas comunistas han estado empobreciendo a países riquísimos, como Venezuela, ciertamente con la asesoría de los profesores comunistas españoles, a tal punto que la situación de millones de personas en pleno siglo XXI es casi de hambruna. Lo grotesco es que la supuesta denuncia de la injusticia sea un argumento de la peor injusticia, y que al parecer no haya recursos en la población para resistirse. Al contrario, ese parasitismo de los profesores comunistas sólo reproduce el del clero de los siglos anteriores, por eso no sorprende que los altos jerarcas de la Iglesia católica sean extremadamente benévolos con los asesinos comunistas. Ni que a la mayoría de la gente no la escandalice ese parasitismo ni el descarado fomento de la envidia.

Ni que uno de esos asesinos ahora en la presidencia se jacte de pertenecer a los pobres que toman cerveza en la acera, como si eso pudiera ser honroso de por sí y el hecho de rodearse de personas elegantes y finas fuera motivo de vergüenza. Y claro que Petro y su familia, y los profesores comunistas, se enriquecen y dejan herederos, como Chávez, pero no será por haber prestado ningún servicio a los demás sino por haberlos despojado, pues su dominio del Estado es la continuación de la industria del secuestro por otros medios.

domingo, julio 02, 2023

Colombia es líder mundial

Durante mucho tiempo me pareció que lo que ocurría en Colombia era muy distinto de lo que ocurre en los países democráticos de renta alta, y que fenómenos como la conquista completa del poder judicial y de la educación por los comunistas eran imposibles en otras partes. Ahora descubro que sólo ocurrió antes. Colombia va a la vanguardia.

¿Qué ocurre en Colombia? Que los viejos clanes del poder encuentran una forma eficaz de mantener el statu quo gastando el presupuesto en cebar a una casta parasitaria —a su vez heredera de un rango elevado en la sociedad ancestral— que domina a la sociedad a través de la mentira y la violencia. La riqueza de los hidrocarburos y del narcotráfico permite a esa casta crecer y prosperar mientras la gente trabajadora se mantiene en la miseria. El conflicto agrario y las guerrillas comunistas son herramientas de esos grupos sociales. El resultado es ese reino del crimen en el que cualquier disidente de las FARC sigue matando y acumulando una gran fortuna a través de la extorsión y el narcotráfico porque cuanto más lo haga más urgente e importante será un acuerdo de paz, y que Colombia sea uno de los países más desiguales del mundo, porque los afiliados de la CUT, la organización sindical del Partido Comunista y de las FARC, hegemónica en la función pública, cobran sueldos mucho más altos que los demás y pensiones millonarias a edades en las que a los demás les quedan quince años de trabajo, y los recursos se gastan en darles ocasión de reclutar prosélitos en las universidades.

Si se piensa en la conquista del poder judicial por los comunistas, es algo que ocurre en muchos sitios, aunque no tan rotundamente. Que haya camarillas oligárquicas cebando a una casta parasitaria es algo evidente en todas partes, aunque algo va del parasitismo de Harvard al de la Universidad Pedagógica y de los Clinton a los Samper. Cada presidente demócrata en Estados Unidos es más descarado que el anterior, Obama se apoyó en los radicales más que Clinton, y Biden más que Obama. Fenómenos como Antifa y sobre todo Black Lives Mater ya son medios de guerrilla urbana, controlados por militantes marxistas y dedicados a intimidar a la gente. Cuando cuenten con las altas cortes y la mayoría de los jueces ya se permitirán las proezas de las FARC y el ELN en los noventa.

En casi toda Iberoamérica domina la llamada izquierda, que se apoya en la delincuencia, como en Venezuela, en el griterío universitario, como en Colombia, en el narcotráfico, en todas partes, al igual que en el adoctrinamiento y en la destrucción del tejido productivo. Pero esa izquierda aliada con el régimen iraní tiene mucha influencia en el primer mundo, por ejemplo a través de los lobbies y think tanks afines al Partido Demócrata en Estados Unidos, así como de la diplomacia y los grandes negocios con esos países. Un ejemplo de cómo cada vez más el modelo se extiende al primer mundo es el claro fomento de la delincuencia que contiene la ley de vivienda del gobierno de Pedro Sánchez, que protege a los okupas, como han denunciado muchos comentaristas.

Parece como si lo que está ocurriendo en el mundo fuera lo que pretendieron los filósofos del Partido Comunista Francés en los años setenta, y que alguna organización comunista, como el G2 cubano, lo hubiera estado aplicando con fervor después de contar con el dinero de Venezuela porque sus “cerebros” hubieran leído a Jacques Derrida, Michel Foucault, Gilles Deleuze, Louis Althuser y Félix Guattari. No hay que olvidar que los académicos españoles Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias e Íñigo Errejón ganaron reconocimiento ante los poderosos cubanos y venezolanos porque habían leído a Laclau y tenían un mapa del tesoro.

Lo cierto es que la sociedad occidental se ve subvertida por una insurrección generalizada cuyo fondo es el cuestionamiento de todos los valores e instituciones heredados, la expansión del gasto público y el predominio de la casta a la que el economista marxista Thomas Piketty llama «élites brahmánicas», en alusión a la clase sacerdotal de la sociedad india tradicional, pero que también se podría llamar «élite progresista», formada por los que se han apropiado de la educación y cada vez más del poder judicial en la mayoría de los países. La clase de gente que se forma en la universidad y corre a educar a los demás con los recursos públicos.

Al mando de la «izquierda» que promueve y coordina esa insurrección está el sistema universitario, como ya ocurría en Colombia en los setenta con el camilismo y el M-19. Ya han renunciado al comunismo del Estado empresario y la igualdad económica, ahora explotan particularismos y agravios de sectores que descubrieron que si se organizaban y luchaban obtendrían rentas del Estado, como los líderes del colectivo LGBTI, que se desagravian con sueldazos que les permiten ligar con ventaja y hacer una política cuyo eje es la leva de partidarios y votantes a punta de caricias.

Colombia también lidera el fenómeno iberoamericano de alianza de las «élites extractivas» y las «élites brahmánicas», sin ir más lejos, el Grupo Santodomingo ha sido promotor del narcoterrorismo desde mucho antes de 1991.

El viejo comunismo está integrado en ese segundo comunismo y mueve los formidables presupuestos de casi toda Iberoamérica en el fomento de esos particularismos. Es una clientela de gobiernos como el de Pedro Sánchez pero también está presente, por ejemplo, en el ecologismo alemán. Quien piense que es conspiranoico creer en una conjura comunista tendrá que admitir que esos filósofos charlatanes (Octavio Paz decía que habían convertido a la filosofía en un género de la oratoria) acertaron en reconocer el mundo que llegaba pero no tuvieron influencia en la realidad.

Pero, recuerden, primero Colombia, como con las naciones autóctonas de la constitución pablocomunista de 1991 —que trataron de replicar en Chile—, y que hoy son una fuerza de choque del gobierno mafioso de Petro. Chávez llevó a la realidad drásticamente el sentido de esa constitución, que es el control del Estado por gente inepta y fanatizada que sólo trabaja en servicio del poder de su facción. Esa hegemonía, que por ejemplo Pedro Sánchez ha impuesto al poner a sus fichas en el Tribunal Constitucional, es una amenaza en muchos sitios. El siglo xxi será el siglo de los petros.

¿Alguna esperanza de revertir eso? Primero debe haber una mayoría social que los rechace, algo que podría darse en España con una amplia mayoría del PP y Vox, y en Argentina con un, menos probable, triunfo de Milei. Pero lo importante son las elecciones de 2024 en Estados Unidos, donde la persecución contra Trump de los jueces y fiscales adscritos ideológicamente al radicalismo «progresista» a la vez lo refuerza frente a los demás aspirantes republicanos y lo desprestigia para que termine perdiendo.

Aunque usted no lo crea, todo lo que ocurre ocurre en la cabeza de la gente, cuando usted cede a la idea de que Trump es un tirano que niega el resultado electoral y mandó a sus huestes a tomarse el Congreso para desconocerlo, pasa por alto que es absurdo que unos cientos de exaltados vayan a poder entrar a un edificio como ése y sembrar el caos, lo intentaría Al Qaeda por sorpresa. Y hay pruebas de que los invitaron, tal como el montaje en Brasil antes de la posesión de Lula. Y que Trump los invitó a manifestarse pacíficamente frente al Capitolio, como hacen en todas partes los candidatos que se sienten víctimas de un fraude. Y que ese escrutinio fue muy extraño porque la ventaja de Trump era clarísima en varios estados, donde pasaban semanas y semanas antes de que se conociera el resultado definitivo, porque los votos que llegaban al cabo de tres semanas eran casi todos por Biden. Eso no prueba que hubiera fraude, pero explica por qué la inmensa mayoría de los votantes republicanos crean que lo hubo.

Cuando usted pasa por alto todo eso y cede a la intimidación, que eso es la propaganda, empieza a desear que el presidente no vuelva a ser Trump. Ya estará de parte de un gobierno amigo de Petro, ya habrá caído en ese bando, como millones de personas en todo Occidente piensan que Petro es un buen gobernante y que Vox es el nazismo.

Bueno, en eso del antiamericanismo Colombia no va más adelante que el resto de los países iberoamericanos, pero tampoco detrás. La descolombianización del mundo, como decía, depende de mayorías que se impongan de forma contundente en las elecciones, y por desgracia no es lícito esperar que Colombia vaya a estar a la vanguardia en ese proceso. Por ejemplo, ¿cómo van las candidaturas unitarias antipetristas en todas las localidades y departamentos? 

(Publicado en el portal IFM Noticias el 11 de junio de 2023.)

domingo, junio 25, 2023

El ídolo más nefasto

Muchos años después de la muerte de Gulliver, la gente seguía diciendo para reforzar una afirmación: «Haz de cuenta que te lo dice el señor Gulliver». Algo parecido se ve en la mayoría de los libros que se publican sobre temas políticos, la reductio ad trumperum: el ejemplo de la maldad en el mundo es Trump y todo se compara con Trump para decidir si debe ser desechado o cancelado. «Estás haciendo lo mismo que Trump» es una descalificación completa.

Según ese curioso consenso, lo que amenaza a la democracia liberal son los tiranos como Donald Trump, Boris Johnson, Viktor Orbán y Jaïr Bolsonaro, y es cuando uno se pregunta si uno solo de esos gobernantes ha hecho algo parecido a lo que ha hecho Pedro Sánchez en cinco años de gobierno. ¿Alguno nombró fiscal a una exministra asociada a un exjuez condenado por prevaricación y reconvertido en abogado de narcotraficantes? ¿Suprimió delitos para favorecer a reos presos que prometían seguir delinquiendo? Nada de eso, ni remotamente parecido. Y Sánchez ha cometido muchísimos desafueros como ésos. Y eso por aludir a Europa, porque un personaje como Juan Manuel Santos resulta aún peor y recibe aún más aplausos.
¿Por qué los enemigos estadounidenses de Trump ven a Sánchez y a Santos como demócratas modélicos?, simplemente porque están aliados con el narcocomunismo. ¿O es que denuncian a personajes como Alexandria Ocasio-Cortez, claramente alineada con los regímenes de Venezuela y Cuba?
Esa reductio ad trumperum es muy frecuente entre los académicos y periodistas estadounidenses, y es algo muy llamativo porque en la realidad continúan una tradición de su casta. ¿Quién despertaba más animadversión en las universidades del país, Pinochet o Fidel Castro? Los gobernantes que, como Trump, discuten los mandatos ideológicos de la casta les producen miedo, y la causa de ese miedo es que la resistencia de las sociedades liberales a su dominación les impide, como dice Fernando Savater en un excelente artículo sobre Jean-François Revel, «apoderarse enteramente de la dirección del prójimo».

Ese anhelo de dominación está en el origen del Estado, que según el propio Marx y otros pensadores ajenos a sus doctrinas, como Franz Oppenheimer, siempre surge como organización que sirve a la dominación de un grupo sobre otros y permite asegurar la explotación económica. Cuando se ha asentado, la casta guerrera que funda el Estado se convierte en casta sacerdotal y se plantea un dominio basado menos en el miedo que en la persuasión.

Así surge la casta clerical o de mandarines, que son como señores que viven del trabajo de los demás mientras controlan sus almas. Detrás de la noble intención religiosa o ideológica están el rango y las rentas de los funcionarios. Eso son por ejemplo los docentes en todos los países occidentales, grupos poderosos que con el pretexto de la educación implantan la propaganda que conviene tanto a los políticos que dirigen los partidos totalitarios como al conjunto de los funcionarios.

De modo que al mismo tiempo que unos se sirven del Estado, el Estado se sirve de ellos porque su expansión es una lógica fatal. Baste pensar que en todo Occidente hoy en día es la primera organización económica, en la que se mueve más dinero y se pagan más carreras.

Lo más preciso que yo conozco sobre el Estado es el fragmento de Así habló Zaratustra en que Nietzsche lo describe. Un monstruo frío que reemplaza al pueblo y miente y roba y trae muerte. Leer con atención ese fragmento es indispensable para entender la conexión en apariencia incoherente que hay entre la llamada izquierda woke y el leninismo.

Ortega y Gasset lo explicó de otro modo: la sociedad crea el Estado y en cierto momento empieza a servirle, la criada se hace señora. Dice que ese fenómeno determinó la decadencia de la antigua Roma y lo asocia al hecho de que los vientres se secaban (la población de origen europeo y cristiano mengua cada año mientras que la de otros orígenes crece, lo cual tiene relación con la epidemia de «diversidad sexual» de nuestro siglo). Eso es lo que ocurre en Occidente desde la época de la Revolución industrial, un Estado cada vez más poderoso que mantiene a la sociedad sometida a punta de engaños e intimidación.

La gente que no conoce la historia del comunismo puede pasar por alto el  actual olvido de la retórica totalitaria por parte incluso de los partidos llamados comunistas. Ya no viene el fin de la explotación del hombre por el hombre ni de la propiedad privada sobre los medios de producción ni de la sociedad de clases, ahora se habla de derechos, de feminismo, de libre determinación de género o de “lo público”. En toda Europa y toda América los abanderados de esas bellezas son partidarios de Lula, de AMLO y de Petro. Tienen miles de pretextos, ésa es la tal revolución molecular disipada que atribuyen a Félix Guattari, la defensa de la lengua asturiana o del legado islámico de alguna región valen igual que el transexualismo, el animalismo o algún disparate ambientalista. De lo que se trata es del dinero ajeno, y el Estado, dirigido por personajes de la catadura intelectual y moral de Pedro Sánchez, los agrupa y ejerce la violencia que permite esa exacción.

Por eso las discusiones ideológicas que no se centran en esa cuestión son falsas: no se trata de qué ideas se divulguen en la escuela pública, sino de que ésta exista y todo el mundo la pague. Los únicos que se libran de mandar a sus hijos a recibir la propaganda de Fecode y sus hermanas de todo el mundo son los ricos, para los demás es obligatoria. Cuanto más sometida esté una comunidad al Estado, mayor es la proporción de gasto público en educación, y cuanto más gaste el Estado en educación peores son los resultados, como se puede comprobar en países como Cuba y en realidad en toda Iberoamérica. La educación pública parece una dádiva del Estado pero la pagan todos los ciudadanos, que renuncian a transmitir su forma de vida a sus hijos. Siendo deseable que todos accedan a la instrucción, el que fuera gratuita debería corresponder sólo a los que puedan demostrar que no pueden pagarla. No hay que temer que fueran tantos, porque el dinero en las manos privadas aporta más a la producción y con menos impuestos habría un crecimiento económico mayor.

Pero el de la educación es sólo un frente: en realidad la mayor parte de lo que paga una persona al comprar algo va a parar a manos del Estado, que cobra el IVA por el producto y antes ha cobrado el IVA por los materiales y servicios que han permitido producirlo, y cobra su parte del margen del comerciante y del beneficio del industrial y de los salarios de todos los que intervienen en el proceso.

Lo señaló con gran acierto el citado Oppenheimer: el hombre se busca su sustento trabajando o robando. El Estado, la política, lo público, las causas ideológicas, la propaganda, etcétera, son las formas modernas de ganarse el sustento robando, y engrandeciendo a una organización insaciable que en su propia lógica contiene el anhelo de dominación total.

Ése es el móvil del odio a Trump y a cualquiera que se atreva a representar a la sociedad contra la casta burocrática. El que quiera evaluar a esos gobernantes tan denostados debería fijarse en que intentan bajar los impuestos y reducir el gasto público. Eso es lo que despierta las iras de los periodistas, profesores y vividores del erario. Todo el que se atreva con eso será descrito como el peor tirano, baste prestar atención a lo mucho que inquietan a los antitrumpistas los regímenes de China, Cuba o Irán.

El error más espantoso es creer que se puede ser partidario de un Estado gigante sin formar parte de las huestes totalitarias. En decidir que la educación la deben escoger los padres y no los funcionarios que intentan reemplazarlos está la definición ideológica de cada persona, y cuando se atiende a eso se descubre que en realidad los que se oponen a esa dominación están en minoría, al menos en Iberoamérica.

(Publicado el el portal IFM Noticias el 4 de junio de 2023.)

domingo, junio 18, 2023

Tus zonas petrosas

Hay gente que despierta envidia, como el autor del libro Tus zonas erróneas, que ha vendido 36 millones de copias y fue acusado de plagiar sus ideas por el gran psicólogo Albert Ellis, que a la vez reconocía que las explicaba muy bien. Es muy común despreciar los libros de autoayuda, sobre todo por gente que tampoco lee otra clase de libros, pero en este caso el menosprecio de los psicólogos se parecería al de un médico que denostara los libros de primeros auxilios. Según la Wikipedia, «El libro da pautas para superar el miedo, la culpa y la conducta autodestructiva, resultado de procesos cognitivos que pueden ser perjudiciales».

Eso mismo debería plantearse la persona que quiere un mundo diferente al que están construyendo Petro, Lula, AMLO, Sánchez, Zapatero, Samper…: ¿en qué cree realmente? ¿Cuáles son sus verdaderos valores? Evaluándose así cada uno encontraría elementos ideológicos que pueden ser afines con el petrismo y la tiranía que viene y letales para todos. Tras una capa de aparente sensatez, la mayoría de la gente resulta imbuida de la ideología castrista que ha sido hegemónica en la región. Pero en general y en todas partes la mayoría de la gente es muy ignorante. La información en su cabeza está bastante desordenada. Un director de películas documentales decía que si deja a alguien hablar delante de una cámara durante cinco minutos se detecta que está absolutamente loco, pero esa locura sólo es la percepción turbia del que no sabe nada.

A lo mejor a la gente le gusta este escrito, con el que se pretende llamarla a buscar contenidos afines al petrismo en sus certezas. Por ejemplo, leí un artículo del poeta español Luis Antonio de Villena en el que condena el populismo comunista, cuya entradilla reza así: «Hispanoamérica y España son hoy una parigual comunidad cuyo fundamento es la cultura, la lengua, la mutua ayuda y la defensa contra el claro enemigo yanqui». Si uno comparte esa idea está en el bando de Maduro y las FARC. Pero este señor está muy seguro de estar contra esos regímenes.

Esa manía del antiamericanismo es muy frecuente en toda la Iberosfera, como llaman los del partido español Vox a nuestra comunidad. La entradilla citada resume el error: la persistencia en el odio a la gran potencia en lugar de la asimilación a su democracia y a su libertad económica. Ser antiyanqui implica estar en el bando petroso, aunque no se apoye directamente a Petro.

La guerra de Ucrania fue otra ocasión en la que afloró esa indigencia moral de mucha gente que se supone partidaria de la «guerra cultural» contra el wokismo y el narcocomunismo. Da casi pesar descubrirlos defendiendo la invasión rusa de Ucrania. Son tan criminales y tan despreciables como los petristas, están en su lado, que es el de la violencia y la opresión, no en balde los únicos que votan a favor de Putin en la ONU son los regímenes narcocomunistas.

Ya he señalado muchas veces la aceptación de la salud y la educación como «derechos fundamentales», idea basada en la creencia tradicional de que las soluciones salen de los decretos, cosa que le ocurre al que recibe un nombramiento para vivir a costa de los demás. De otro modo, el derecho a la educación es el que tiene el educador sobre los demás a cobrar un sueldo seguro por fuera de la competencia por enseñar lo que quiera o lo que le ordenen personas distintas a los padres. Con Petro también los profesionales de la salud tendrán ese derecho, pues la reforma que acaba en la práctica con las EPS limita la libertad del usuario y al final la atención estará controlada por algún sindicato de la salud comparable a Fecode o Asonal Judicial. Otra canal por la cual detraer el dinero ajeno.

Pero en Colombia casi todo el mundo está dispuesto a aprovechar la ventaja que pueda tener para mejorar la propia situación con la mera invocación de esos derechos fundamentales en recursos de amparo ante la justicia («tutelas»). Es quizá el aspecto en que el narcocomunismo es más claramente hegemónico en Colombia. El que no ponga en cuestión esos productos de la «Constitución» de 1991 está en el bando petroso, pues el régimen actual, que se quedará muchas décadas, es la consumación de ese engendro.

En general, el error yace en la idea de salvarse de la intemperie a la sombra del Estado generoso, es lo que ha pasado con el peronismo. Carlos Alberto Montaner decía que el comunismo dominaba a los países por mucho tiempo porque establecía un pacto con la sociedad según el cual todos tenían posibilidad de comer sin necesidad de trabajar. Es fama que en Polonia se decía «trabajes o no, el Estado te da 2.000 zlotys al mes». Siempre hay gente esclavizada en campos de trabajo, o que muere de hambre si la situación se complica, pero ésos ya no hacen oposición.

Lo que se consigue con la reforma laboral de Petro, que dificulta el despido, es alentar al trabajador a ser ineficiente o vago, porque el empleador tendría que arruinarse para despedirlo. Y el resultado a la larga es que nadie crea empresas ni ofrece empleos, y la persona a la que no se puede despedir termina con un sueldo de menos de veinte dólares, como un venezolano o un cubano, y cada vez menos ganas de trabajar.

Esa reforma es un crimen en toda regla y traerá debilidad económica y pobreza, pero encontrará partidarios, gente que cree que la beneficia como en general pasa con todas las dádivas de los gobernantes socialistas, como las misiones de Chávez. De leyes parecidas a ésas para dificultar el despido emitidas en la época de Franco viene el endémico desempleo español: se vuelve muy riesgoso y caro contratar gente. Lo que se necesita para que haya prosperidad es abaratar el despido, de forma que el empleador tenga garantía de que podrá ampliar o reducir su plantilla según lo necesite. Esa tensión hace aumentar los sueldos, porque habrá más inversiones, empleadores y ofertas.

Quien no experimente un rechazo rotundo a esas ideas antiliberales no está realmente en contra del petrismo sino de alguna de sus aristas. Y es cuando se descubre que realmente en Colombia no hay una mayoría que esté en contra de esas ideas. La mayoría está aleccionada para odiar al «imperio», para creer que la universidad la deben pagar los demás y que según los contactos que se tengan se puede prescindir de la ley, y también para odiar a los ricos y al trabajo. La gente de la clase alta admira a María Jimena Duzán, a alias Daniel Coronell o a los Daniel Samper y desprecia a cualquier empresario próspero.

Vivir del cuento es más prestigioso que trabajar, esa convicción está en la base del petrismo, y el retrato de un país en el que la mayoría razona así es deprimente, por mucho que sea más grato buscar proclamas sentimentales de amor y aprobación a la patria que reconocerlo.

(Publicado en el portal IFM el 29 de mayo de 2023.)

domingo, junio 11, 2023

Antihumanismo


Todos conocemos a personas que practican el yoga, es una cosa muy frecuente desde hace muchas décadas. Se considera una especie de terapia y a la vez de deporte que armoniza el cuerpo y produce bienestar y paz espiritual. Pero ese yoga popular tiene detrás el contexto de las religiones y doctrinas sapienciales de India, yoga es unción con la divinidad, y la palabra tiene la misma raíz que yugo. La persona de clase media, deseosa de condecorarse con un adorno exótico y a menudo caro, llega a entender muy poco del hinduismo, pero en cambio se ha alejado de las creencias de su tradición, y también de la ciencia, porque si el yoga fuera una disciplina evaluable sería asignatura fija en la carrera de Medicina.

Ese desarraigo conviene a lo que propuso el comunista italiano Antonio Gramsci de alcanzar la hegemonía desarraigando a la gente de sus valores habituales, religiosos y nacionales, y si bien la influencia del comunismo en ese cambio de mentalidad puede ser ínfima, es innegable que le conviene. Las creencias indias tienen otras bases morales, y sin darse cuenta el converso distraído pierde las suyas.

Lo mismo se puede decir de la meditación trascendental, de las diversas variantes de budismo y de otras modas, como el Mindfullness, que es una técnica de meditación budista. Dentro del suntuoso escenario en que la gente de clase media se siente sabia en el campo de la atención plena habita una percepción del mundo que no entiende y que la deja sin defensas morales.

Las generaciones nuevas, los hijos de los del yoga, cada vez más dados a tatuarse, son más proclives a disfrutar de la diversidad de género, de las relaciones sexuales sin compromiso personal o del uso de drogas recreativas, y a dejarse arrastrar a un bando en el que los hilos los mueven los comunistas aliados de gobiernos como el de Venezuela. Es muy llamativo que el Partido Comunista Cubano sea ahora un valedor del transexualismo después de la persecución que llevó a cabo contra los homosexuales durante muchas décadas. Todo radicalismo feminista, animalista, ambientalista, asistencialista, etc. termina declarándose anticapitalista. Y los funcionarios se suman a ese bando, hay que cobrar impuestos para sobrevivir, los niños trans son los votantes del futuro.

Otro caso más sangrante de una ideología oculta en la propaganda es el antihumanismo: la pretensión de que hay intereses superiores a los de la humanidad y que ésta es culpable del daño que inflige a la naturaleza y a otros seres vivos. Piensen nada más en las teorías del decrecimiento, que no son una ocurrencia de una ministra de Petro ni menos del petulante niño gretino que muestran los medios narcocomunistas, sino una bandera corriente, por ejemplo del Partido Comunista de España, uno de cuyos líderes, el jefe de las FARC Enrique Santiago, tiene uno de los apartamentos más suntuosos de Madrid. ¿Va él a vivir como un pobre venezolano? La única manera de que el pobre de Venezuela tenga acceso a una vivienda digna y a mejorar su nivel de vida es el crecimiento económico.

Lo que estas personas están diciendo es que no hace falta que todos vivan bien, porque ese interés de cada ser humano y en últimas esencia de la democracia liberal, es malo para la Tierra (y la humanidad perecerá, como dice el representante gubernamental de los colombianos, personaje de una obra de Gustavo Bolívar escrita a imitación de García Márquez). Su severa advertencia se basa en una ciencia para él indiscutible porque es la clase de ciencia que se enseña en las universidades colombianas.

En España, un país castigado por la sequía y por la carestía de la energía, se han destruido muchas presas durante el gobierno de Sánchez, y es que los ecologistas, presentes en la parte comunista del gobierno, quieren que el río fluya por donde solía, como si tuviera derechos superiores a los intereses de la gente.

En otras variantes de ambientalismo se detecta la misma pulsión contra la humanidad, el hecho de que se hayan desarrollado otras fuentes de energía es una magnífica noticia, pero usarlas, a veces por intereses económicos, para prohibir los combustibles fósiles o la energía nuclear también es protección de la pacha mama al precio de la prolongación del sufrimiento de los más débiles.

Lo mismo, lo mismo pasa con el animalismo. Cuando se declara que los animales tienen derechos se degradan los que tenemos los humanos, porque el animalismo es en últimas un antiespecismo, y la igualdad de las especies exige combatir a la especie dominante, zoófaga y egoísta.

En niveles más exigentes todo eso está teorizado por radicales que incluso proponen que la humanidad se extinga, y es poco probable que no haya quien se resista. Nietzche decía que los débiles y malogrados no sólo debían perecer sino que había que ayudarlos a perecer. Estos visionarios se permiten disponer de las vidas ajenas pero no son combatidos como monstruos sino respetados por las universidades y los medios, en última instancia controlados por los comunistas.

La rebelión actual que acaudillan los comunistas con sus socios ayatolás, narcotraficantes y corruptos llega a niveles de odio a la humanidad incomparables. La persona que se pega a un cuadro maravilloso porque quiere proteger a la Tierra no puede entender nada de la pintura ni de todo lo que significa dentro del proceso de humanización, pero no le importa porque en esencia su odio al lujo es al odio a la felicidad ajena. Lo mismo los que siguen a payasos como López Obrador o Ada Colau cuando condenan a Colón y a los conquistadores, mejor no hubieran hecho nada, mejor no llegar a América a exterminar a esos hombres diferentes (acusación falsa y ridícula). ¡Sus partidarios se pasan la vida fumando marihuana y viviendo de la caridad pública gracias al poder de gente como Enrique Santiago, pero se permiten sentirse superiores morales a Colón! Les parece que la humanidad no vale nada en comparación con sus sentimientos.

La humanidad son las artes, la literatura, la música. Quien aprende a amarlas de verdad está vacunado contra la perversa propaganda antihumanista de gente que a la hora de la verdad no hace nada para limpiar los mares o hacer fértiles los desiertos porque sólo tiene interés en el dinero público que usa para promover su agenda. La humanidad es el orgullo de ser un mono que aprecia una frase, estos enemigos, la gente en la que la humanización no cuajó o se echó a perder por el afán de poder, sólo son la parte malograda de ella. El interés supremo de los humanos es la defensa de lo que han hecho, de su bienestar y plenitud. Eso no lo podrán vencer.

(Publicado en el portal IFM Noticias el 21 de mayo de 2023.)

sábado, junio 03, 2023

El largo brazo del hampa


En un episodio de la serie Breaking Bad, Jessie y Walter tienen que buscar un abogado y Jessie persuade a Walter de que en esa circunstancia no necesitan un criminalista sino un criminal. Así conocen a Jimmy McGill, que en esencia es un delincuente ejerciendo de jurista.

Eso son los abogados comunistas que dominan las cortes en Colombia. Un abogado comunista es como un santo violador porque su designio es destruir el orden legal. En Colombia son una cofradía que se reparte los puestos de jueces y fiscales y otros cargos que también generan rentas altas, como las ONG del posconflicto.

Cuando la gente lee a García Márquez se maravilla de su imaginación, pero ésta aporta más bien poco, al escritor le bastaba describir lo que había visto. ¿No es de Macondo ver al Fiscal General de la Nación pronunciando en un acto de proselitismo político un discurso en el que elogia a Carlos Lozano, líder del Partido Comunista de Colombia que comparte programa con las FARC, y a Piedad Córdoba, abierta promotora de la banda de las personas bomba, los policías castrados y los niños violados en los campamentos?

Eduardo Montealegre, que antes de ser fiscal presidió la Corte Constitucional, es un jurista macondiano, como muchos de los que redactaron la Constitución de 1991, individuos claramente comprometidos con acciones como el secuestro y asesinato de los niños Álvarez Murillo o de José Raquel Mercado, pocos años antes.

Con la elección de Petro esas personas acceden a un nivel de influencia incomparable porque además de disponer del presupuesto y la capacidad de nombrar funcionarios establecen contacto con aliados poderosos de otros países. Así pueden extender el prevaricato que practican en Colombia.

Buen ejemplo de lo anterior es la persecución al coronel Luis Alfonso Plazas Vega, al que dos poderosos bufetes de abogados han demandado por lo civil como representantes de Helena Urán, cuyos buenos servicios al narcocomunismo se han visto recompensados con un cargo como asesora de la Cancillería en asuntos relacionados con la No Repetición, en el que la nombró el actual ministro de Relaciones Exteriores, antiguo representante internacional de las FARC, Álvaro Leyva Durán.

La demanda se basa en la acusación infundada de tortura y desaparición forzada del padre de la demandante, el magistrado Carlos Horacio Urán Rojas, asesinado con ocasión de la toma del Palacio de Justicia. No hay ninguna investigación formal en Colombia contra el coronel Plazas Vega por esos hechos, pero el caso puede prosperar porque no se exigen pruebas para presentar la demanda, y ha sido admitido a trámite a pesar de que no se han agotado los recursos en el país de origen. La ventaja de los demandantes, firmas de abogados financiadas por redes de organizaciones que recuerdan el Trust Münzenberg de hace cien años y que aparecen descritas en Google como habituales promotoras de las causas de la «extrema izquierda», es que el demandado debe rebatir la acusación, lo que comporta contratar costosos abogados, algo que no está al alcance del coronel. El hombre que se enfrentó a los narcoterroristas que tomaron el palacio para salvar a Pablo Escobar de la extradición y abolir las instituciones democráticas, que fue condenado injustamente a una cruel sentencia de treinta años —de los que pagó ocho que cesaron cuando la Corte de Justicia tuvo que admitir que las pruebas aportadas eran falsas—, y que todavía no ha sido resarcido por el Estado colombiano por el injusto martirio que sufrió, está en absoluta desventaja ante los representantes de las bandas criminales y de los narcotraficantes a los que combatió como funcionario del gobierno de Uribe.

Es una historia macondiana, grotesca, otro caso de realismo mágico en el que la ausencia de la ley conduce a las peores iniquidades. Y lo peor es la relativa indiferencia de la mayoría de los colombianos, que antes relegan al olvido al coronel y su gesta que siquiera preocuparse por las infamias de que ha sido víctima.

La palabra más socorrida en la cómica retórica de Petro es cambio. Curiosamente, Andrés Pastrana ganó las elecciones en 1998 con la Gran Alianza por el Cambio. Colombia siempre tiene ganas de cambio. La muchedumbre de pobres quiere un cambio para convertirse en ricos, para lo cual se suma a los políticos que se lo prometen con fórmulas mágicas, lo cual viene a ser como untarse de excremento para buscar novia. Pero en realidad ¿cuál es el cambio de que habla Petro? La suplantación de las élites por el pueblo oprimido, la vicepresidencia para una mujer negra de origen rural, el aumento de impuestos que se cree que pagan los ricos, la generosidad a costa del empobrecimiento y la hiperinflación…

Pues bien, el cambio en el que las élites pierden el poder y lo consigue la mayoría es exactamente lo que no representa Petro. Su gobierno es el de las élites de siempre, quienes lo apoyan son los profesores de universidad, sobre todo los de aquellas en que estudia la gente rica o los que directamente cobran del Estado, los miembros de las altas cortes, cuyos ingresos son muchas decenas de veces los de un trabajador corriente, los dueños de los medios, como el Grupo Santodomingo y otros semejantes, los sempiternos clanes del poder, con los hermanos Santos Calderón y los hermanos Samper Pizano en cabeza, los sindicatos funcionariales, formados sobre todo por titulados universitarios que disfrutan de prebendas fabulosas en un país miserable…

En lugar del cambio en el que se desplaza a las élites a favor del pueblo, el de Petro es el gobierno de las élites, directamente de los descendientes de los encomenderos (el fundador de la dinastía de los López era el sastre del virrey, y la familia de Antonia Santos era ya poderosa antes de la independencia) y la perpetuación del parasitismo de esos grupos, cuyas fuentes de rentas se multiplican mientras el país se hunde en la miseria, como Nicaragua y Venezuela. De hecho, la funcionaria que demanda indemnización del coronel Plazas Vega es una típica representante de esas élites, como el propio canciller que la nombró, hijo de un ministro de Laureano Gómez y tan responsable de las atrocidades de las FARC como Von Ribbentrop de la invasión de Polonia.

Y el único cambio deseable para que el país salga del realismo mágico y acceda a la prosperidad, para que los salarios corrientes sean de más dos mil dólares y no de menos de veinte, como en Venezuela, para que haya seguridad en las calles y productividad en las empresas, es acabar con ese viejo orden: reducir los impuestos, reducir el funcionariado, reducir el gasto público: arrancar de las manos de esas mafias los recursos de todos.

Y todo eso presupone el imperio de la ley, es decir, que la judicatura no sea un arma de los oligarcas y sus aliados comunistas. ¿No es llamativo que ni Ernesto Samper ni Horacio Serpa ni Ramiro Bejarano hayan pagado nada por la infinidad de crímenes de su gobierno? ¿O que todos los posibles rivales de Santos fueran procesados y en muchos casos encarcelados o tuvieran que convertirse en fugitivos? El apoyo al asno Petro es sólo el conformismo con ese orden de cosas, la renuncia a la ley, la cual es en realidad una novedad en un país acostumbrado a vivir sin ella.

La infame demanda contra el coronel Plazas Vega, que ya denunció Mary Anastasia O’Grady, columnista de The Wall Street Journal, es la revancha del hampa oligárquico-comunista tras el fracaso de la infame condena a treinta años que emitió el Tribunal Superior de Bogotá y que fue anulada al cabo de ocho años por la Corte Suprema de Justicia, que era a su vez la venganza por el éxito del coronel dirigiendo la operación que impidió el golpe de Estado que intentaba dar la banda de asesinos creada por el régimen cubano y sus agentes en Colombia, Enrique Santos Calderón, Gabriel García Márquez y muchos otros patricios, absolutamente seguros de quedar impunes. Como señala acertadamente la señora O’Grady, un intento de reescribir la historia del M-19 en las cortes estadounidenses.

El apoyo al coronel ante esta iniquidad es el primer deber de quien de verdad desee vivir en una república democrática.

(Publicado en el portal IFM Noticias el 14 de mayo de 2023.)

sábado, mayo 27, 2023

¿Para dónde va el mundo?

Si hablamos de elecciones, los dos años que vienen son críticos, las hay muy pronto en España y en Argentina. ¿Resistirá el frente obamadurista y se ampliará el poder de los amigos de Irán y supuestos apaciguadores de Putin? ¿Optarán los votantes por ponerse de parte de la libertad individual o seguirán creyendo que los regalos de los gobernantes narcocomunistas los pagan otros? Ésa es la elección, entre aspirar a prosperar con el propio esfuerzo o acomodarse a la mendicidad endulzada con buenas intenciones y adorno moral, esperando que otros paguen la factura, y compartiendo los objetivos políticos de élites criminales a cambio de la recompensa.

La experiencia muestra que este bando parasitario, sólo una rémora de la España antigua, cuenta con las mayorías en todos nuestros países, y sólo es razonable cuando lo acosa el hambre. Por eso los demagogos como Pedro Sánchez ganan apoyos dando regalos. Sólo que Sánchez y los Kirchner —el PSOE, fundado como un partido marxista, y el peronismo, creado según el modelo fascista— no cuentan ahora con la mayoría social por la degradación democrática y económica que han causado sus gobiernos. En ambos países es posible el cambio.

El resultado dará lugar a situaciones distintas, de avance o retroceso de las blancas o las negras en el tablero esférico porque ya todos prevemos un pulso entre Estados Unidos y China, país cuya economía podría seguir creciendo hasta alcanzar a la estadounidense y que más fácilmente concentra sus recursos en operaciones militares. El resto del mundo vacila, muy pocos países son verdaderos aliados de Estados Unidos, baste ver al gobierno alemán colaborando en la campaña de Petro para entender que para las élites europeas los gobiernos antiestadounidenses en Centro y Sudamérica son deseables. En todo caso, en las últimas elecciones que ha habido en Europa han tendido a predominar los conservadores y liberales, y el atlantismo se ha visto reforzado por la invasión rusa a Ucrania. Puede que el poderío chino despierte ansiedad occidentalista en Europa y aun en Sudamérica.

Hay muchas otras elecciones y situaciones de cambio en otros países, pero estas dos son las decisivas, la hegemonía socialdemócrata en Europa quedaría muy debilitada si aparte de los países de Visegrad tiene en contra a los gobiernos de Italia y España, y su hermana hegemonía castrista en Iberoamérica también quedaría cuestionada al perder un país mayoritariamente peronista-comunista, más a manos de Milei, su peor enemigo. Y en España un gobierno PP-Vox sería menos complaciente con Maduro y Díaz-Balart.

Más importantes aún serán las elecciones estadounidenses, donde el partido de Alexandria Ocasio-Cortez busca cuanta oportunidad tenga de reconocer al narcorrégimen de La Habana, como ya hizo Obama con el resultado de que los diplomáticos fueron envenenados. El apoyo al actual gobierno colombiano, cuyos mayores representantes no vacilan en aplaudir al régimen cubano o el golpe de Estado de Pedro Castillo, deja mucho que pensar sobre el compromiso del partido del burro con los valores y aun con los intereses estadounidenses. La continuidad de ese partido al mando significaría un avance irremediable del narcocomunismo, cada vez más agresivo (baste recordar a Juan Manuel Santos amenazando con legalizar el narcotráfico sin consenso con otros países), es decir, de los regímenes antiestadounidenses, que de hecho son aliados del régimen iraní, así como de los promotores de la dominación ideológica por discursos cada vez más delirantes y funestos.

Lo que mueve la benevolencia con los regímenes criminales de Iberoamérica y con el wokismo que se adueña de las escuelas y los medios de comunicación no es sólo el afán ideológico o de racionalización de libertinos fanatizados sino sobre todo el interés de camarillas de magnates. Pero los votantes, tanto en España como en Argentina y Estados Unidos, tendrán que decidir si quieren que los totalitarios recluten a sus hijos en las escuelas, ya no para los sindicatos peronistas ni para las guerrillas de Centro y Sudamérica sino para que se cambien de sexo y amen como si la vida fuera una fantasía, cada vez más trasplantados al metaverso a través de la propaganda de la diversidad sexual, de las drogas y del hábito de la pornografía.

Es lo que traerá el voto por el candidato demócrata, por mucho que la gente tenga otros móviles. Apoyar al Partido Republicano, sea Trump u otro el candidato, es oponerse a esa deriva y apostar por reconstruir el país: recuperar la antigua salud y la antigua determinación. La gran ventaja que tiene Estados Unidos es que allí «conservador» quiere decir «liberal» y el GOP es el partido de Abraham Lincoln mientras que el Partido Demócrata es el del Ku Klux Klan. A los votantes republicanos «no los une el amor sino el espanto», el horror de la distopía en que los van metiendo, de la que también forma parte la beligerancia de los enemigos externos del país.

De aquí a dos años quedará claro: la desestabilización global se agravará o menguará, para saber en qué caso ocurrirá cada cosa, baste comparar los gobiernos de Obama con el de Trump, o los de Reagan y el primer Bush con los de Clinton. Los cambios distópicos en las costumbres son parte de esa desestabilización, nada conviene más a los iraníes o a los chinos que unos occidentales dedicados a pelear para que sea obligatorio admitir que las mujeres trans son mujeres o para desaconsejar los métodos anticonceptivos porque en caso de embarazo se aborta y asunto resuelto. Ahora que no son pobres, los chinos podrán lanzarse a la batalla de los nacimientos. Ya podrán alimentar a nuevos ingenieros y hacer crecer aún más su economía. Y mientras tanto en Estados Unidos la población de origen europeo se va convirtiendo en minoría sin que haya modo de impedirlo.

En el mundo que viene crecerán las amenazas, la posibilidad de invasión de Taiwán por China será alta, la implicación iraní en Iberoamérica crecerá, el poder del narcotráfico en la zona andina se afianzará y aun se podrán dar hambrunas en Cuba, Nicaragua o Venezuela.

El bando wokista en todo Occidente se funda en la mentira y en el despilfarro: lo que hizo el peronismo es lo mismo que hace Sánchez, y que si pueden harán los demócratas en Estados Unidos. Consiste en gastar más de lo que se puede para comprar apoyos políticos y comprometer el futuro del país para asegurarse el poder. Cada triunfo que consigan, cada persona que vote por ellos, es un paso hacia la catástrofe.

Ésta podría provenir por ejemplo de una crisis de deuda, habida cuenta de lo endeudados que están todos los países, o de sacudidas en las regiones más conflictivas, como África, pero la amenaza que todos ven es la de la «inteligencia artificial», expresión turbia donde las haya. La automatización podría entenderse como la creación de autómatas, que cada vez hacen más cosas por nosotros y que podrían ser la causa de una prosperidad universal. Como todas las revoluciones tecnológicas, haría cambiar los productos y servicios que consume la gente y los oficios a que se dedica, cosa que ya ocurre con la cantidad de personas que ganan dinero como youtubers o en el 
coaching
. Con la automatización, que lleva décadas expandiéndose, todo será más barato y accesible a todos, algo que ya se ha visto con internet y la telefonía móvil.

Se teme que dicha «inteligencia artificial» termine dominándonos, que es como no entender que la humanización es la sumisión a agentes no humanos como Dios, la ley o la razón. Es curiosa la gente para la que eso puede ser peor que Putin, los ayatolás o los comunistas chinos amenazando con empezar una guerra nuclear. Y suponiendo que se quisiera defender la voluntad humana, habría que empezar por tomarse uno mismo en serio y en lugar de angustiarse por infiernos imaginarios pensar en hacer algo para resolver los problemas reales.

¿No les llama la atención que Bezos y Musk dediquen grandes fortunas a la investigación espacial y ni un centavo a limpiar los océanos llenos de plástico? Eso nadie lo echa de menos, para los wokistas y sus titiriteros sólo importa hinchar vanidades con esos temas y hacer caja con el dinero público. Hay gente tan desmedidamente estúpida que se jacta de no consumir plástico, como si sólo pensaran en su salvación de la culpa (en realidad, sólo piensan en el prestigio que les da mostrarse así) y gente indiferente. Verdaderos ingenieros y emprendedores intentando remediar los problemas ambientales más bien no hay, ni quien los eche de menos.

(Publicado en el portal IFM Noticias el 7 de mayo de 2022.)