domingo, junio 11, 2023

Antihumanismo


Todos conocemos a personas que practican el yoga, es una cosa muy frecuente desde hace muchas décadas. Se considera una especie de terapia y a la vez de deporte que armoniza el cuerpo y produce bienestar y paz espiritual. Pero ese yoga popular tiene detrás el contexto de las religiones y doctrinas sapienciales de India, yoga es unción con la divinidad, y la palabra tiene la misma raíz que yugo. La persona de clase media, deseosa de condecorarse con un adorno exótico y a menudo caro, llega a entender muy poco del hinduismo, pero en cambio se ha alejado de las creencias de su tradición, y también de la ciencia, porque si el yoga fuera una disciplina evaluable sería asignatura fija en la carrera de Medicina.

Ese desarraigo conviene a lo que propuso el comunista italiano Antonio Gramsci de alcanzar la hegemonía desarraigando a la gente de sus valores habituales, religiosos y nacionales, y si bien la influencia del comunismo en ese cambio de mentalidad puede ser ínfima, es innegable que le conviene. Las creencias indias tienen otras bases morales, y sin darse cuenta el converso distraído pierde las suyas.

Lo mismo se puede decir de la meditación trascendental, de las diversas variantes de budismo y de otras modas, como el Mindfullness, que es una técnica de meditación budista. Dentro del suntuoso escenario en que la gente de clase media se siente sabia en el campo de la atención plena habita una percepción del mundo que no entiende y que la deja sin defensas morales.

Las generaciones nuevas, los hijos de los del yoga, cada vez más dados a tatuarse, son más proclives a disfrutar de la diversidad de género, de las relaciones sexuales sin compromiso personal o del uso de drogas recreativas, y a dejarse arrastrar a un bando en el que los hilos los mueven los comunistas aliados de gobiernos como el de Venezuela. Es muy llamativo que el Partido Comunista Cubano sea ahora un valedor del transexualismo después de la persecución que llevó a cabo contra los homosexuales durante muchas décadas. Todo radicalismo feminista, animalista, ambientalista, asistencialista, etc. termina declarándose anticapitalista. Y los funcionarios se suman a ese bando, hay que cobrar impuestos para sobrevivir, los niños trans son los votantes del futuro.

Otro caso más sangrante de una ideología oculta en la propaganda es el antihumanismo: la pretensión de que hay intereses superiores a los de la humanidad y que ésta es culpable del daño que inflige a la naturaleza y a otros seres vivos. Piensen nada más en las teorías del decrecimiento, que no son una ocurrencia de una ministra de Petro ni menos del petulante niño gretino que muestran los medios narcocomunistas, sino una bandera corriente, por ejemplo del Partido Comunista de España, uno de cuyos líderes, el jefe de las FARC Enrique Santiago, tiene uno de los apartamentos más suntuosos de Madrid. ¿Va él a vivir como un pobre venezolano? La única manera de que el pobre de Venezuela tenga acceso a una vivienda digna y a mejorar su nivel de vida es el crecimiento económico.

Lo que estas personas están diciendo es que no hace falta que todos vivan bien, porque ese interés de cada ser humano y en últimas esencia de la democracia liberal, es malo para la Tierra (y la humanidad perecerá, como dice el representante gubernamental de los colombianos, personaje de una obra de Gustavo Bolívar escrita a imitación de García Márquez). Su severa advertencia se basa en una ciencia para él indiscutible porque es la clase de ciencia que se enseña en las universidades colombianas.

En España, un país castigado por la sequía y por la carestía de la energía, se han destruido muchas presas durante el gobierno de Sánchez, y es que los ecologistas, presentes en la parte comunista del gobierno, quieren que el río fluya por donde solía, como si tuviera derechos superiores a los intereses de la gente.

En otras variantes de ambientalismo se detecta la misma pulsión contra la humanidad, el hecho de que se hayan desarrollado otras fuentes de energía es una magnífica noticia, pero usarlas, a veces por intereses económicos, para prohibir los combustibles fósiles o la energía nuclear también es protección de la pacha mama al precio de la prolongación del sufrimiento de los más débiles.

Lo mismo, lo mismo pasa con el animalismo. Cuando se declara que los animales tienen derechos se degradan los que tenemos los humanos, porque el animalismo es en últimas un antiespecismo, y la igualdad de las especies exige combatir a la especie dominante, zoófaga y egoísta.

En niveles más exigentes todo eso está teorizado por radicales que incluso proponen que la humanidad se extinga, y es poco probable que no haya quien se resista. Nietzche decía que los débiles y malogrados no sólo debían perecer sino que había que ayudarlos a perecer. Estos visionarios se permiten disponer de las vidas ajenas pero no son combatidos como monstruos sino respetados por las universidades y los medios, en última instancia controlados por los comunistas.

La rebelión actual que acaudillan los comunistas con sus socios ayatolás, narcotraficantes y corruptos llega a niveles de odio a la humanidad incomparables. La persona que se pega a un cuadro maravilloso porque quiere proteger a la Tierra no puede entender nada de la pintura ni de todo lo que significa dentro del proceso de humanización, pero no le importa porque en esencia su odio al lujo es al odio a la felicidad ajena. Lo mismo los que siguen a payasos como López Obrador o Ada Colau cuando condenan a Colón y a los conquistadores, mejor no hubieran hecho nada, mejor no llegar a América a exterminar a esos hombres diferentes (acusación falsa y ridícula). ¡Sus partidarios se pasan la vida fumando marihuana y viviendo de la caridad pública gracias al poder de gente como Enrique Santiago, pero se permiten sentirse superiores morales a Colón! Les parece que la humanidad no vale nada en comparación con sus sentimientos.

La humanidad son las artes, la literatura, la música. Quien aprende a amarlas de verdad está vacunado contra la perversa propaganda antihumanista de gente que a la hora de la verdad no hace nada para limpiar los mares o hacer fértiles los desiertos porque sólo tiene interés en el dinero público que usa para promover su agenda. La humanidad es el orgullo de ser un mono que aprecia una frase, estos enemigos, la gente en la que la humanización no cuajó o se echó a perder por el afán de poder, sólo son la parte malograda de ella. El interés supremo de los humanos es la defensa de lo que han hecho, de su bienestar y plenitud. Eso no lo podrán vencer.

(Publicado en el portal IFM Noticias el 21 de mayo de 2023.)