miércoles, noviembre 16, 2022

La hora de la reforma urbana

Lo que hará el gobierno de Petro se puede saber desde ahora porque todos los gobiernos narcocomunistas hacen lo mismo, todos tienen el mismo libreto y por ejemplo en Chile intentaron crear los mismos bantustanes (palabra que designa los pseudoestados para negros del régimen de Apartheid en Sudáfrica) que impuso el golpe de Estado de 1991 en Colombia (aunque los mapuches fueron menos torpes que los indios colombianos y votaron masivamente en contra). Las mamarrachadas ambientalistas se ponen en práctica en todas partes, al igual que la ingeniería social relacionada con la ideología de género y muchos otros fenómenos que a lo  mejor un incauto cree que tienen origen local.

Por eso el caso de la película española En los márgenes no puede ser tomado como algo extraño sino como una premonición: el problema de la vivienda será una ocasión magnífica para los malhechores que «gobiernan» en Colombia y la solución ya se ve en España, pero, insisto, pronto se verá en toda Hispanoamérica.

El actor Juan Diego Boto dirige esa película financiada por un fondo de la Unión Europea y Radiotelevisión Española, y con algún aporte menor de Amazon Prime y una entidad belga. Es decir, la mayor parte de la inversión es dinero público, también el de la UE, que no tiene una reserva inagotable de recursos sino que se financia con los impuestos que pagan los contribuyentes de los países miembros. En el reparto figuran actores muy reconocidos y bien pagados, como Penélope Cruz y Luis Tosar.

El tema de En los márgenes es el drama de las personas que no pueden hacer frente a la hipoteca que pesa sobre su vivienda y se ven expuestas a un desahucio. En el periodo de expansión de la economía que concluyó en 2008 se concedieron muchos préstamos hipotecarios a personas que no aportaban muchas garantías y cuando vino la crisis fueron muchos los que no pudieron pagar y perdieron la vivienda que consideraban suya. Fue un motivo de movilización de los comunistas españoles que tuvieron gran presencia en los medios y grandes recursos para la propaganda gracias a la «generosidad» de Chávez y Maduro. Sin ir más lejos, la actual alcaldesa de Barcelona, un personaje que parece una mezcla perfecta entre Claudia López y Gustavo Petro, destacó como líder de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Ese protagonismo le dio muchos votos a su partido llamado (recuerden, siempre es todo lo mismo) ¡Comunes!

La crisis de 2008 fue particularmente cruel en España con la gente más pobre, era el resultado del gobierno de Zapatero, que había ganado las elecciones gracias a los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004 y había despilfarrado los recursos en propaganda y medidas demagógicas. Ese «plus» de sufrimiento favoreció la propaganda comunista en la década siguiente, no hay que olvidar que Zapatero es, junto con Ernesto Samper, un gran valedor del régimen de Maduro. La miseria que generan se vuelve su principal baza. Ésa es la magia de la llamada «izquierda». Mientras no haya una conciencia mayoritaria de lo que significa el socialismo, siempre encontrarán público.

De modo que el dinero público se gasta en pagar a personas que se jactan de las mansiones que tienen y que evitan pagar impuestos en España (a tal punto que Javier Bardem, esposo de Penélope Cruz, fue multado por evadir impuestos) para que hagan propaganda de la ideología del gobierno, y esa clase de gasto es lo que determina que se reduzcan las oportunidades para los que necesitan una vivienda, al menguar la inversión y el empleo.

Desgraciadamente el socialismo es en realidad hegemónico en la mentalidad hispanoamericana, y claramente mayoritario en Europa. Las personas que sufren desahucio se sienten víctimas de una gran injusticia porque ya se consideraban dueñas de su casa y culpan al banco o al constructor. Las demás sienten automáticamente un impulso solidario. ¿Se habrá puesto el lector a pensar cuántas personas conoce que cuestionen el «derecho a la vivienda»?

Este «derecho» está incluso en las constituciones de muchos países de la región, incluida España, aunque su materialización, incluso en los textos constitucionales, se queda en vaguedades. La verdad es que la mayoría de la gente ante el temor de no tener dónde vivir considera de lo más natural poder preguntar: «Bueno, ¿yo dónde me quedo?».

Si se piensa en el «derecho a la educación» y en la naturalidad con que todo el mundo cree que el Estado debe pagar la carrera de todos los jóvenes, es comprensible que sean aún más los partidarios del «derecho a la vivienda». El tipo de ser humano que habita los países hispánicos se gratifica con ese sentimiento justiciero.

En paralelo a la movilización política que pretendía anular los créditos hipotecarios y expropiar a los prestatarios, avanzó en España otro fenómeno, el de los okupas. Grupos de personas que se organizan para tomar viviendas deshabitadas y quedarse a vivir ahí. Cada vez hay más, en 2021 se denunciaron más de 17.000 actos de esa clase y es famoso que incluso hay personas viejas que no salen a la calle por miedo a encontrar su vivienda okupada al volver.

¿Recuerdan las «invasiones» de tierras? ¿Cuántas personas recuerda el lector que sin tener un interés directo en el asunto se pongan resueltamente en contra de los invasores? La okupación de viviendas parte del mismo principio y es materialización del derecho a la vivienda, que el gobierno no puede garantizar porque aún no se ha consumado la revolución. Los que conocen algo de Cuba saben que a cualquiera le meten en su casa a personas que no tienen donde vivir, o quien recuerde la película Doctor Zhivago tendrá presente el retorno del médico a su casa, okupada por indigentes.

Es la reforma urbana que pronto llegará a Colombia; las víctimas, que unánimemente reconocen el derecho a la vivienda, a lo mejor se sorprendan de que les haya tocado a ellas, pero no tanto, lo que es seguro es que no le tocará a Penélope Cruz, o en Colombia a Manolo Cardona o Julián Román. Bah, mejor organizarse y luchar por ese derecho y dejar a los arrodillados al capitalismo que trabajen y paguen su casa. Es lo que pensarán millones, y la amenaza a las viviendas desocupadas o mal defendidas será una fuente de apoyos y votos para los narcocomunistas: se construye poco y cada vez hay más gente que renuncia a comprar una casa o a pagar alquiler.

(Publicado en el portal IFM el 21 de octubre de 2022.)