jueves, mayo 22, 2014

¿Qué es "carisma"?


Atendiendo a la definición del diccionario de María Moliner, el carisma es el "Don abundante concedido por Dios a una criatura", noción de la que surge la segunda acepción, "Don de atraer y captar a la multitud". ¿Qué es lo que hace que algunas personas resulten favorecidas con la simpatía de las masas y otras no? Por lo general se suele usar el término como explicación suficiente, tal vez remitiendo a la noción teológica: si algún caudillo resulta fascinante para miles de personas, es por un atractivo de su personalidad que no tiene explicación racional.

Pero en la situación colombiana actual no se puede andar dando cosas por sentadas. Conviene analizar en qué consiste ese atractivo y sobre todo por qué carece de él el candidato que se espera que haga frente a Santos y su alianza con los terroristas.

Primero aparece la evidencia de la fe en sí misma de la persona y la audacia para exhibirla, pero en el ámbito de la política eso no ocurre porque sí, ya que entran en juego intereses de muchos, ideologías, valores, tradiciones, etc. La personalidad imponente tendría más éxito en otros ámbitos si no fuera acompañada de la firmeza en las convicciones, como el antisemitismo de Hitler o el odio a la clase burguesa de Chávez. No se puede tener carisma sin convicciones claras, y sin la capacidad de transmitirlas. En el caso de Zuluaga su ausencia le resulta inocultable, por lo que aquello que expresa en su cuenta de Twitter termina sonando ocioso y difícil de creer.

Hay un concepto de la jerga de los psicólogos que viene al caso, la "asertividad", que es la capacidad de defender los propios intereses de forma eficaz y sin violentar a los demás. Es una habilidad social que pueden aprender mejor unas personas que otras, pero que es esencial en el caso de un político. En una transacción la persona "asertiva" se sale con la suya porque transmite la convicción de que aquello que propone es correcto: no se podría decir que alguien es "asertivo" porque invoque sin cesar sus buenas intenciones. Eso no basta. Un político necesita convencer a la gente de que lo que propone es acertado, no sólo proclamarlo.

Otra metáfora del "carisma" es la seducción: el seductor se las arregla para hacer coincidir sus proposiciones con los anhelos de su víctima. El político halaga a su público y consigue decir lo que ese público está pensando, pero el halago necesita ser creído, si no todo el mundo sería seductor. El caso de Zuluaga es el de un seductor al que no se le hace caso, como un admirador de una damita que la piropea sin cesar sin conseguir despertar su interés. Esa capacidad deriva de muchos rasgos de personalidad en el caso de los seductores, y de convicciones y valores de fondo en el caso de los políticos.

Voy a comentar sólo algunos tuits de Óscar Iván Zuluaga de los últimos dos días porque creo que toda la falta de carisma que se le atribuye se puede explicar leyéndolos y buscando explicar hasta qué punto son "asertivos" y seductores. Se suele creer que las cuentas de Twitter de los políticos las llevan otras personas, pero al fin llevan su firma y es responsabilidad suya lo que ahí aparece.

El primer elemento del atractivo de una persona es el hecho de destacar. En una competencia presidencial, una afirmación como ésta sencillamente es vacía: ¿habrá algún candidato que diga que se va a oponer a la equidad y va a irrespetar a alguien? El que defiende sus intereses diciendo lo que todos dirían sin atender a lo que los demás se están preguntando fracasa, no muestra respeto por su público (que es el componente esencial de la "asertividad") y desde luego no seduce a nadie. El usuario de Twitter que lee ese tuit puede sentir que está perdiendo el tiempo, cosa que explica el escaso seguimiento que encuentra el candidato.
El televidente recibe sin cesar mensajes para que lleve su dinero al bolsillo de otros. Hace caso a algunos y no a otros que le ofrecen lo mismo, según la capacidad de llamar su atención. ¿A quién puede interesar esta propuesta de Zuluaga? ¿Los demás están proponiendo algo distinto a la renovación política? No se puede existir limitándose a repetir lo que repiten todas las campañas hasta tal punto que nadie le puede prestar atención.

¿Cómo se va a evaluar su trabajo por conseguir la paz? Es otro rasgo de la presencia de Zuluaga en Twitter: lo que promete no es evaluable ni preciso. ¿Va a seguir con lo de La Habana o a negarse a acatar lo que el gobierno acuerde con los terroristas? Él quiere agradar a todos y lógicamente no agrada a nadie. ¿Acaso los demás candidatos proclaman que no trabajarán por la paz o que no la buscarán, o que recuperar la seguridad no es la mejor inversión?

Esa idea de prometer generalidades domina toda la cuenta: ¿qué le cuesta multiplicar la salud, mejorar la educación, dar de todo a todos? Sin detenerse a pensar, la gente tiende a creer que los recursos son infinitos pero se los roban "los corruptos". Pero en el fondo todos saben que los recursos no son infinitos. Sencillamente, las promesas son vacías, como si un indigente promete palacios: habría que hacer creer a alguien que los recursos que hay van a alcanzar para aquello. En la cuenta de Twitter de Zuluaga se transmite la idea de que no se cree en cumplir lo que se promete, ya que se promete todo, como si hacerlo fuera decir algo. La metáfora de la publicidad televisiva vuelve a venir al caso: mientras se acaba de cenar se espera la continuación de la película y se soportan algunos anuncios sin el menor interés. Los que no aludieron a cosas que le interesan a uno es como si no hubieran pasado. Eso es esa cuenta de Twitter.

Al parecer se busca que los votantes del Eje Cafetero se ilusionen con su futuro turístico, pero ¿alguien se ha puesto a pensar qué buscan los turistas? Después de ver las verdaderas posibilidades del nuevo turístico mundial habría que pensar si le seguirá alcanzando la plata al rey Midas después de haber generalizado la longevidad y multiplicado la educación y la protección a los ancianos.

Parece como si sólo se tratara de tener buenas intenciones y proclamarlas, y ésa es la forma en que no se existe, en que se es por completo irrelevante, en que, para usar las palabras con que el neocolombiano Miguel Ángel Bastenier aludía a Zuluaga, "sólo se hace sombra a sí mismo".

Las arengas y demás metáforas militares son importantísimas en el lenguaje de la política, pero primero hay que convencer a los que las van a recibir. En esta proclama, en la que parece que falta un verbo, parece que el hombre ya soñara con una mayoría triunfadora, cosa que las encuestas le niegan.

Bueno, así es toda la cuenta, estos tuits son consecutivos. Podría hacerse agotador el comentario a todos los demás: produce la impresión de un discurso que un profesional de la propaganda usara para cualquier cliente. Creo que un humorista que usara la imagen de perfil de otro candidato con las mismas palabras podría hacerlas pasar por reales.

Colombia va hacia el infierno, mucho peor que nunca antes. La increíble recuperación de las FARC desde 2010 será ahora una realidad más terrible. Nada es más urgente que sacar a Santos de la presidencia y elegir un gobierno que sea capaz de vencer el terrorismo. Con esa clase de propaganda es seguro que Zuluaga perderá, por mucho que los patéticos hinchas de las barras bravas del uribismo respondan con insultos y calumnias a cualquier cuestionamiento: la lambonería no es la respuesta a la tragedia que creó el ungido de Uribe, resultado de la segunda reelección y de las pluscuamperfectas visiones del Gran Timonel y su sanedrín.

Si no cambia el discurso el fracaso es seguro, y tristemente se hace evidente que el discurso no cambiará. No porque Zuluaga no sea beneficiario de un capricho divino sino porque no se sabe cuáles son sus convicciones ni qué propone realmente, más allá de que asegura tener buenas intenciones y quiere darles todo a todos. De hecho, incluso se oyen rumores de que en los actos públicos pasa el tiempo cuchicheando con sus acompañantes o se retira en medio de una conversación: la relación con los votantes es un aburrido trámite en el que hay que escribir cosas bonitas en Twitter, apretar manos, sonreír y aprobar todo.

(Publicado en el blog País Bizarro el 26 de marzo de 2014.)