Alergia a la crítica
Tratando de explicar el carácter de los hispanoamericanos y el origen de su mentalidad, Octavio Paz señaló que "somos los hijos de la Contrarreforma": los siglos de la colonización española de América son los del retroceso a un orden medieval, tras la gran libertad del Renacimiento, y la imposición de la doctrina ortodoxa a punta de terror. Eso determina la disposición de la gente a aceptar cualquier imposición de la autoridad y el rechazo de todo lo que haga dudar de las convicciones férreas que exigía la Iglesia, so pena de terminar ardiendo en una hoguera del Santo Oficio (por supuesto que también en territorio colombiano hubo montones de hogueras con seres humanos, pero esos hechos permanecen ocultos).
La Contrarreforma determina todo el atraso cultural hispánico, que se transmitió a las colonias americanas. El escritor José Ángel Valente señala que "en 1650 no había en Salamanca ningún alumno matriculado en matemáticas, y ninguno en matemáticas ni en cirugía en el último año del siglo XVII". Por entonces España era tal vez la primera potencia mundial y seguro que las cortes inglesa o francesa no podían contar con un pintor como Velásquez.
Ese rechazo de la razón es algo que cualquier colombiano desarraigado detecta enseguida como una forma típica de reaccionar de sus compatriotas: las respuestas a cualquier aserto siempre son descalificaciones o por lo menos proclamas de desacuerdo. Muchos parecen creer que en el anonimato de internet el tono firme y aplomado reemplaza el rango social: el otro debe responder a la intimidación con el silencio, como una empleada doméstica insolente. Los argumentos se desconocen, baste ver cualquier discusión de este blog en los años de la blogosfera para comprobarlo.
En el contexto de la política actual eso se evidencia en la feroz unanimidad de los uribistas en torno a la infalibilidad de su líder. No es concebible que se equivoque o que alguna cosa que dijera o hiciera se pudiera discutir. La idoneidad del candidato Zuluaga sólo fue respondida por los que tenían alguna lealtad con sus enemigos o con su rival, que no sólo es tanto o más blando respecto de la infamia de La Habana sino que se atribuía su paternidad (al igual que la de los sexenios de que hablaba hace poco Saúl Hernández). Y respecto a lo que hace Zuluaga todos los cuestionamientos se hacen en voz baja: no fuera a ser que se los considerara desleales o críticos. A todos les parece que la imagen del candidato podría resultar lesionada por las críticas, pero así sólo lo acompañan en sus errores, hasta llegar a la complicada situación actual.
Cuando la razón y la verdad no importan, siempre termina imperando el interés práctico: todo resulta interpretable y al final todo quiere decir cualquier cosa. Esa desafección respecto del diccionario es lo que más fascina a alguien que no viva entre colombianos. El Polo Democrático es el partido que siempre ha buscado que se prescinda de las urnas, la izquierda es el bando de las personas que heredan privilegios y reciben los ingresos de decenas de compatriotas sin que su productividad se pueda evaluar, etc.
La disposición a interpretar es una experiencia característica: el uribismo nunca ha rechazado con firmeza los "diálogos de paz" de La Habana sino que ha intentado mejorar la mesa (buscar un sitio ahí) y de ahí viene la extraña queja sobre la impunidad (se emocionan con la nostalgia del castigo mientras llevan al Senado a uno de los que dirigió la toma del Palacio de Justicia en 1985). Pero sobre eso ya he insistido muchas veces en este blog.
Zuluaga y Santos
La política en un medio así está muy lejos de un juego limpio sobre la orientación del gobierno: casi siempre están de por medio los intereses prácticos de los funcionarios, que predominan sobre cualquier opinión. El inverosímil giro de 180 grados de Santos fue posible porque podía asegurarse el control del legislativo gracias a su posesión de la llave del cofre. También la inexistente respuesta del uribismo, expuesto a perder a todos los funcionarios leales porque la oposición habría hecho que los despidieran o los forzaran a cambiar de bando. Por odiosa que fuera la persecución judicial y periodística contra Uribe, éste siempre se mantuvo leal al PSUN, hasta las últimas semanas de las elecciones legislativas, en que los votantes descubrieron que la U no era de Uribe (en octubre de 2012 el eslogan era exactamente "La U es de Uribe").
Para ver hasta qué punto la actitud del uribismo respecto a Santos fue de sumisión durante casi todo su gobierno invito al lector a ver este video realizado en mayo de 2011.
Pues tres meses después Óscar Iván Zuluaga hacía este balance del primer año de Santos. Ya en 2012, cuando Luis Carlos Restrepo dio a conocer un decálogo de oposición a Santos, Zuluaga le respondió invocando su anhelo de que a Santos le fuera bien y su lealtad al PSUN.
Los diversos enemigos del uribismo intentan a toda costa describir a Zuluaga como un hombre gris sin mucha determinación ni convicciones muy claras. Les resulta muy fácil hacerlo: ésa es toda la falta de "carisma", lo que transmite un señor que podrá ser el mejor gerente imaginable pero que de ninguna manera puede liderar la reacción de una sociedad cuya democracia se ve destruida por una conjura criminal. Ciertamente, no se le ha visto nunca descalificar a Santos, a lo sumo reprocharle algunos errores.
Claro que los medios del oligopolio oligárquico intentan hacerlo invisible, pero ¿no es invisible? Veamos cuál es su discurso sobre la "paz".
Zuluaga y la paz
En una entrevista con María Isabel Rueda de octubre de 2013 se lee esto:
La segunda respuesta es más diciente: ¿qué relación tienen los problemas de empleo, educación y salud con la "paz"? De nuevo ese lenguaje ambiguo en el que a la vez que se invocan otras prioridades se legitima el terrorismo, como si fuera el resultado de la falta de educación-salud-empleo. Eso sin forzar a los intérpretes a plantearlo así, pues las metáforas permiten entender cualquier cosa.
Sencillamente resulta más cómodo no responder a la cuestión de si se deben premiar los crímenes, mayoritaria en la opinión gracias a la propaganda engañosa y al miedo. Siguiendo una vieja costumbre de los políticos de segunda fila, se dice lo que la gente quiere oír, en la medida de lo posible nada, para que todos se sientan interpretados.
Más preocupante es lo que Zuluaga escribe en su cuenta de Twitter. Por ejemplo, al pasar por Inzá después de un ataque terrorista:
Inanidad
Algo aún peor que la indefinición es la incapacidad de parecer creerse lo que dice. Los tuits como éste son muy característicos de la cuenta de Zuluaga:
La conversión por los medios de Peñalosa en un candidato viable y que podría ganarle a Santos es otro intento de impedir el paso a segunda vuelta de Zuluaga, lo terrible es que les podría dar resultado porque la gente no encuentra en ningún candidato una deslegitimación rotunda de lo que ha sido el gobierno de Santos y la inscripción de Colombia en el eje bolivariano. Ni la denuncia firme del fraude electoral ni de las mil atrocidades de Santos. Si es para que le ofrezcan más educación y más honradez en la gestión, es comprensible que muchos que desearían vivir en un país orientado al desarrollo terminen quedándose en su casa o cediendo a la propaganda favorable a Peñalosa.
Hacia 2008 señalé el error fatal que era buscar otra reelección de Uribe en lugar de crear un partido que defendiera la democracia contra la hecatombe que se temía. Nadie hizo caso. Lo mismo respecto a la oposición firme y clara al santismo. No hicieron caso. Si Zuluaga quiere parecer creíble tiene que empezar por parecer alguien que no tiene un tesoro inagotable para obrar con generosidad sino explicar en concreto qué hará con la nómina oficial, explicando qué ha hecho Santos, qué hará con las regalías (el descontento de las regiones respecto de la capital es un enorme caladero de votos), qué hará en concreto para mejorar la educación, qué hará con la negociación de La Habana (sí que ha dicho que debe cesar, pero también sigue llamándola "paz" y haciendo muchas otras concesiones semejantes)...
Sin deslegitimar rotundamente a Santos y su componenda no habrá segunda vuelta para Zuluaga. Pero aunque la hubiera, ¿cómo iba a ganar si tendría que enfrentarse a un Estado archicorrupto y a unos medios que forman parte de una conjura criminal que no denuncia?
El caso de Sigifredo López, como he explicado muchas veces, resume la estrechez de miras del uribismo. Con toda certeza, la CPI no estaría tan dispuesta a pasar por encima del único dictamen técnico que concluye que la voz del video encontrado en un campamento terrorista es la del exdiputado. La perversidad de la prensa, el prevaricato del fiscal y muchas otras infamias del gobierno de Santos saldrían al descubierto.
Pero no presentarán una denuncia por genocidio. Tan previsible como que perderán, por mucho que se los intente ayudar. Siempre podrán culpar de todo al enemigo y a sus ventajas, pero es evidente que no hacen lo que se debería hacer. Ni cuando Uribe contaba con un respaldo absolutamente mayoritario ni ahora que a fin de cuentas no llega a conseguir que un 10% de los que pueden votar apoyen su aspiración al Senado.
(Publicado en el blog País Bizarro el 17 de marzo de 2014.)
La Contrarreforma determina todo el atraso cultural hispánico, que se transmitió a las colonias americanas. El escritor José Ángel Valente señala que "en 1650 no había en Salamanca ningún alumno matriculado en matemáticas, y ninguno en matemáticas ni en cirugía en el último año del siglo XVII". Por entonces España era tal vez la primera potencia mundial y seguro que las cortes inglesa o francesa no podían contar con un pintor como Velásquez.
Ese rechazo de la razón es algo que cualquier colombiano desarraigado detecta enseguida como una forma típica de reaccionar de sus compatriotas: las respuestas a cualquier aserto siempre son descalificaciones o por lo menos proclamas de desacuerdo. Muchos parecen creer que en el anonimato de internet el tono firme y aplomado reemplaza el rango social: el otro debe responder a la intimidación con el silencio, como una empleada doméstica insolente. Los argumentos se desconocen, baste ver cualquier discusión de este blog en los años de la blogosfera para comprobarlo.
En el contexto de la política actual eso se evidencia en la feroz unanimidad de los uribistas en torno a la infalibilidad de su líder. No es concebible que se equivoque o que alguna cosa que dijera o hiciera se pudiera discutir. La idoneidad del candidato Zuluaga sólo fue respondida por los que tenían alguna lealtad con sus enemigos o con su rival, que no sólo es tanto o más blando respecto de la infamia de La Habana sino que se atribuía su paternidad (al igual que la de los sexenios de que hablaba hace poco Saúl Hernández). Y respecto a lo que hace Zuluaga todos los cuestionamientos se hacen en voz baja: no fuera a ser que se los considerara desleales o críticos. A todos les parece que la imagen del candidato podría resultar lesionada por las críticas, pero así sólo lo acompañan en sus errores, hasta llegar a la complicada situación actual.
Cuando la razón y la verdad no importan, siempre termina imperando el interés práctico: todo resulta interpretable y al final todo quiere decir cualquier cosa. Esa desafección respecto del diccionario es lo que más fascina a alguien que no viva entre colombianos. El Polo Democrático es el partido que siempre ha buscado que se prescinda de las urnas, la izquierda es el bando de las personas que heredan privilegios y reciben los ingresos de decenas de compatriotas sin que su productividad se pueda evaluar, etc.
La disposición a interpretar es una experiencia característica: el uribismo nunca ha rechazado con firmeza los "diálogos de paz" de La Habana sino que ha intentado mejorar la mesa (buscar un sitio ahí) y de ahí viene la extraña queja sobre la impunidad (se emocionan con la nostalgia del castigo mientras llevan al Senado a uno de los que dirigió la toma del Palacio de Justicia en 1985). Pero sobre eso ya he insistido muchas veces en este blog.
Zuluaga y Santos
La política en un medio así está muy lejos de un juego limpio sobre la orientación del gobierno: casi siempre están de por medio los intereses prácticos de los funcionarios, que predominan sobre cualquier opinión. El inverosímil giro de 180 grados de Santos fue posible porque podía asegurarse el control del legislativo gracias a su posesión de la llave del cofre. También la inexistente respuesta del uribismo, expuesto a perder a todos los funcionarios leales porque la oposición habría hecho que los despidieran o los forzaran a cambiar de bando. Por odiosa que fuera la persecución judicial y periodística contra Uribe, éste siempre se mantuvo leal al PSUN, hasta las últimas semanas de las elecciones legislativas, en que los votantes descubrieron que la U no era de Uribe (en octubre de 2012 el eslogan era exactamente "La U es de Uribe").
Para ver hasta qué punto la actitud del uribismo respecto a Santos fue de sumisión durante casi todo su gobierno invito al lector a ver este video realizado en mayo de 2011.
Los diversos enemigos del uribismo intentan a toda costa describir a Zuluaga como un hombre gris sin mucha determinación ni convicciones muy claras. Les resulta muy fácil hacerlo: ésa es toda la falta de "carisma", lo que transmite un señor que podrá ser el mejor gerente imaginable pero que de ninguna manera puede liderar la reacción de una sociedad cuya democracia se ve destruida por una conjura criminal. Ciertamente, no se le ha visto nunca descalificar a Santos, a lo sumo reprocharle algunos errores.
Claro que los medios del oligopolio oligárquico intentan hacerlo invisible, pero ¿no es invisible? Veamos cuál es su discurso sobre la "paz".
Zuluaga y la paz
En una entrevista con María Isabel Rueda de octubre de 2013 se lee esto:
Y si, por el contrario, usted llega a la presidencia y encuentra firmado el proceso de paz, ¿qué hace?No sé qué tipo de proceso de paz será, porque claramente los colombianos no la queremos a cualquier costo. Espero interpretar el sentimiento de los colombianos en que sea una paz digna, estable y duradera.
Le insisto: ¿desconocería lo firmado?Habrá que ver qué es lo que se va a firmar, y por eso les estamos advirtiendo que no vayan a firmar una paz con base en impunidad, que no sea digna para los colombianos. Queremos la paz, pero desde otra perspectiva. Seré el candidato que luchará por una paz que para los colombianos signifique superar sus problemas de empleo, educación y salud. Esa es la paz, dentro de la institucionalidad, con la Constitución y la ley, de la mano de las Fuerzas Militares, que es la paz digna para el país.Tal vez sea un discurso familiar para muchos: "No queremos la paz a cualquier precio", eso por la intensa presión de la propaganda y el adoctrinamiento escolar. ¿Qué es "paz"? Cuando Zuluaga espera que sea "digna, estable y duradera" está reconociendo lo que se hace en La Habana, como si fuera legítimo negociar las leyes con los criminales. Las arandelas del proceso, una vez se le ha concedido a Santos la legitimidad de llamar "paz" a su componenda, quedan en manos de los negociadores.
La segunda respuesta es más diciente: ¿qué relación tienen los problemas de empleo, educación y salud con la "paz"? De nuevo ese lenguaje ambiguo en el que a la vez que se invocan otras prioridades se legitima el terrorismo, como si fuera el resultado de la falta de educación-salud-empleo. Eso sin forzar a los intérpretes a plantearlo así, pues las metáforas permiten entender cualquier cosa.
Sencillamente resulta más cómodo no responder a la cuestión de si se deben premiar los crímenes, mayoritaria en la opinión gracias a la propaganda engañosa y al miedo. Siguiendo una vieja costumbre de los políticos de segunda fila, se dice lo que la gente quiere oír, en la medida de lo posible nada, para que todos se sientan interpretados.
Más preocupante es lo que Zuluaga escribe en su cuenta de Twitter. Por ejemplo, al pasar por Inzá después de un ataque terrorista:
Para consolidar la paz vamos a estimular políticas de incentivos para nuestros campesinos. Inzá, Cauca.
— Óscar Iván Zuluaga (@OIZuluaga) diciembre 13, 2013
Los tristes intérpretes miran para otro lado: ¿cómo van a detectar que se está HACIENDO PROMESAS sobre el resultado de La Habana? Lo de "consolidar la paz" es jerga típica tanto de Santos como de Iván Cepeda: el crimen atroz que están cometiendo se vende como sobreentendido para multiplicar su rentabilidad.Inanidad
Algo aún peor que la indefinición es la incapacidad de parecer creerse lo que dice. Los tuits como éste son muy característicos de la cuenta de Zuluaga:
Con honradez y eficiencia invertiremos los recursos públicos donde más se necesiten.
— Óscar Iván Zuluaga (@OIZuluaga) marzo 17, 2014
¿No se les habrá ocurrido pensar que todos los políticos invocan sus buenas intenciones y eso no significa nada? No, incesantemente están en esa actitud, proclamando lo buenas personas que son y lo mucho que valoran la educación. ¿Van a aumentar el gasto educativo, por ejemplo en cupos universitarios? Una cosa es que los aspectos dolorosos de las propuestas políticas no se deban exhibir, otra que la gente no se sienta irrespetada cuando todo lo que se le ofrecen son promesas generales que no cuesta nada hacer.La conversión por los medios de Peñalosa en un candidato viable y que podría ganarle a Santos es otro intento de impedir el paso a segunda vuelta de Zuluaga, lo terrible es que les podría dar resultado porque la gente no encuentra en ningún candidato una deslegitimación rotunda de lo que ha sido el gobierno de Santos y la inscripción de Colombia en el eje bolivariano. Ni la denuncia firme del fraude electoral ni de las mil atrocidades de Santos. Si es para que le ofrezcan más educación y más honradez en la gestión, es comprensible que muchos que desearían vivir en un país orientado al desarrollo terminen quedándose en su casa o cediendo a la propaganda favorable a Peñalosa.
Hacia 2008 señalé el error fatal que era buscar otra reelección de Uribe en lugar de crear un partido que defendiera la democracia contra la hecatombe que se temía. Nadie hizo caso. Lo mismo respecto a la oposición firme y clara al santismo. No hicieron caso. Si Zuluaga quiere parecer creíble tiene que empezar por parecer alguien que no tiene un tesoro inagotable para obrar con generosidad sino explicar en concreto qué hará con la nómina oficial, explicando qué ha hecho Santos, qué hará con las regalías (el descontento de las regiones respecto de la capital es un enorme caladero de votos), qué hará en concreto para mejorar la educación, qué hará con la negociación de La Habana (sí que ha dicho que debe cesar, pero también sigue llamándola "paz" y haciendo muchas otras concesiones semejantes)...
Sin deslegitimar rotundamente a Santos y su componenda no habrá segunda vuelta para Zuluaga. Pero aunque la hubiera, ¿cómo iba a ganar si tendría que enfrentarse a un Estado archicorrupto y a unos medios que forman parte de una conjura criminal que no denuncia?
El caso de Sigifredo López, como he explicado muchas veces, resume la estrechez de miras del uribismo. Con toda certeza, la CPI no estaría tan dispuesta a pasar por encima del único dictamen técnico que concluye que la voz del video encontrado en un campamento terrorista es la del exdiputado. La perversidad de la prensa, el prevaricato del fiscal y muchas otras infamias del gobierno de Santos saldrían al descubierto.
Pero no presentarán una denuncia por genocidio. Tan previsible como que perderán, por mucho que se los intente ayudar. Siempre podrán culpar de todo al enemigo y a sus ventajas, pero es evidente que no hacen lo que se debería hacer. Ni cuando Uribe contaba con un respaldo absolutamente mayoritario ni ahora que a fin de cuentas no llega a conseguir que un 10% de los que pueden votar apoyen su aspiración al Senado.
(Publicado en el blog País Bizarro el 17 de marzo de 2014.)