Por @ruiz_senior
Al coronel Luis Alfonso Plazas Vega,
ya ocho años secuestrado por la misma "manguala".
La historia política colombiana moderna empieza con la República Liberal, que significó el triunfo total del liberalismo, que desde entonces es el partido mayoritario. Tanto sus políticas, como las personas que las promovieron y aplicaron y sus descendientes, contaron por décadas con la simpatía de los sectores más ilustrados del país y también de las mayorías urbanas.
Parece que a partir de entonces la cuestión del poder en Colombia se resume en la permanencia de ese clan como el núcleo del poder político en el país. Tras perder las elecciones en 1946 por división, y tras afrontar la represión que siguió al bogotazo, esa oligarquía, como la llamaba Gaitán, se hizo aliada de los comunistas, aunque no sería nada raro que lo fueran desde mucho antes. Los comunistas eran en esencia agentes de la Unión Soviética y los crímenes que cometieron en los años cincuenta aliados con los liberales correspondían al designio de imitar a los comunistas chinos y crear bases territoriales de poder, lo que a la postre consiguieron en algunas partes del Tolima y después en los territorios sudorientales.
El Frente Nacional era un acuerdo del clan oligárquico con los conservadores y militares para compartir el poder, que en ese momento los liberales no tenían. Así se hizo, y, como otras transiciones (como la española o la chilena), trajo grandes avances y mejoras. Al cabo, una parte de la oligarquía se opuso a ese acuerdo y luchó por tumbarlo en alianza con los comunistas, bien provistos de dinero y profesionales. De ahí viene la alianza del MRL con el Partido Comunista en las elecciones de 1960 y la promoción de Juan de la Cruz Varela, un líder "chusmero" con infinidad de asesinatos en su haber, como suplente de López Michelsen.
Jorge Castro Bucheli cuenta que dos líderes del MRL le llevaron a Tirofijo cien mil pesos para que volviera al monte. Se llamaban Carlos Lemmos Simonds y Manuel Cepeda Vargas. Cuanto más se piensa más resulta claro que el MRL era sólo el Partido Comunista y el delfín López su pretexto para parecer legitimados. Plinio Apuleyo Mendoza cuenta que el ELN surgió de un grupo de las juventudes del MRL que él mismo mandó a Cuba a entrenarse. Las FARC surgieron porque al estratega ruso de turno le pareció que los Andes no eran el mejor escondite para el núcleo de su ejército. Eso fue posible porque habían conseguido poder territorial y legitimidad en territorios, en los que masacraron a sus enemigos, gracias a la alianza con el liberalismo en la década anterior.
Pero al final los Lleras le abrieron el camino a López Michelsen, el aliado de los comunistas, que restituyó las relaciones con Cuba y buscó negociar con el ELN, aun salvándolo de la destrucción total. Pero aun su campaña contó con el tiro de gracia al anapismo que fue el surgimiento del M-19, obviamente por iniciativa cubana, a través de García Márquez, el Partido Comunista (Bateman, cuñado de Carlos Romero, había sido secretario de Tirofijo) y los clanes oligárquicos (los periodistas decisivos en Alternativa, la revista ligada a la banda, eran Enrique Santos, Daniel Samper y Antonio Caballero). De nuevo la oligarquía y los cubanos encuentran una forma de confundir al pueblo, y de seguir aumentando su poder mediante la violencia.
La presión de la moda revolucionaria alimentó varias generaciones de universitarios comunistas y sirvió para que la oligarquía contara con otro elemento de poder, pues su proyecto es permanecer en él en alianza con los cubanos, tal como lo intentaron en los años cincuenta. La propaganda es desde entonces totalmente hegemónica en las universidades.
Precursor absoluto de Andrés Pastrana, Belisario Betancur habrá acordado con quién sabe qué poderes fácticos buscar la paz con las FARC. Perfectamente podría ser con los cubanos, con cuyos agentes seguramente habló en alguna ocasión fuera de Colombia. Puede que le prometieran una prensa benévola: sería muy fácil ridiculizar a todo ese gobierno con los recursos que usa el inefable Samper Ospina para burlarse de Plinio Apuleyo Mendoza y favorecer así el proceso de paz, recursos que visiblemente tienen mucho éxito entre los colombianos. (Eso mismo fue Jaime Garzón en los noventa, la propaganda comunista más chabacana al servicio de la supervivencia de Samper.)
Naturalmente que los acuerdos de paz de Betancur sólo sirvieron para que los terroristas multiplicaran su poder gracias al aumento del tráfico de cocaína y a la dispersión del ejército y la policía. ¿Obraba Betancur ingenuamente para obtener ese gran logro político o simplemente favoreciendo el caos para no ser destruido por los cubanos y la oligarquía? La paz significó el nacimiento de las bandas terroristas como grupos de poder real. Empezó con la retórica: ¿qué iba a significar que Betancur violara la ley y prometiera dejar impunes a unos cientos de criminales? Algo sucio y vergonzoso. Pero ¿alcanzar la paz? ¿Atreverse a favorecer la reconciliación entre hermanos? ¿Conseguir que cesen los tiroteos y la gente viva y trabaje tranquila? Yo no sé tanto como para evaluar la moralidad de Betancur, pero es evidente que esa retórica legitima y alienta a los que se rebelaron, que SÓLO están enfrentados con los demás colombianos porque quieren abolir las leyes de las democracias liberales de Occidente.
Para despedirse de Betancur, los aliados (oligarquía y comunistas) asaltaron el Palacio de Justicia y pusieron a pagar las armas a Pablo Escobar, y así le abrieron el camino a sus hombres. Da lo mismo la oligarquía que la izquierda, sus intereses son los mismos. El compromiso existencial con los cubanos no es el mismo, pero se necesitan mutuamente.
¿Cuántos miles de comunistas se habrán preparado para ocultar su militancia y hacer carrera judicial? El video en que Eduardo Montealegre cuenta que de joven era admirador de Carlos Lozano, que había estudiado en su mismo colegio, es muy revelador al respecto. El decano de la facultad de Derecho de la Universidad Libre era Jaime Pardo Leal, del Comité Ejecutivo Central del Partido Comunista de Colombia (como su vice en la Unión Patriótica, Angelino Garzón).
¿Cuántos miles de comunistas se habrán preparado para ocultar su militancia y hacer carrera judicial? El video en que Eduardo Montealegre cuenta que de joven era admirador de Carlos Lozano, que había estudiado en su mismo colegio, es muy revelador al respecto. El decano de la facultad de Derecho de la Universidad Libre era Jaime Pardo Leal, del Comité Ejecutivo Central del Partido Comunista de Colombia (como su vice en la Unión Patriótica, Angelino Garzón).
No bastaba con tener gente preparada sino que hacía falta el mecanismo para nombrarla, es decir, acceder al mando en el Poder Judicial. Los magistrados asesinados eran estorbos para ese fin.
En el gobierno de Barco no hicieron más que avanzar, pues obviamente la paz continuó, esta vez con un gobierno más afín. Fue la época de Pablo Escobar y Fidel Castaño, con infinidad de asesinatos de todo tipo y avance de las FARC y el ELN.
La alianza se afianzó con Gaviria, que tuvo como ministro principal a un exmagistrado que en su juventud era un señalado militante de la Juco, Humberto de la Calle. La Constitución de 1991 fue el gran logro de la paz, el reconocimiento de la legitimidad de los sediciosos comunistas, que gracias a los secuestros y la cocaína habían llegado a profesionalizar a miles de militantes y a sobornar a intimidar a muchos altos funcionarios para poner sus fichas en las empresas públicas y controlar los sindicatos. Ya no sólo eran reconocidos por el Estado sino que también se aprobaban leyes dictadas por ellos y se les entregaba el mando en el poder judicial.
Con Samper y los escándalos de relación con los carteles de la cocaína, el control terrorista aumentó sin cesar, hasta llevar a la situación desesperada que fue todo el gobierno de Pastrana. A Samper los demás oligarcas fingieron presentarle oposición, sólo para complacer a la parte indignada del público, mientras que la mayoría de los medios y columnistas lo apoyaban. Es muy importante que se tenga en cuenta el papel de los comunistas: el gran protector de Samper en el poder judicial era Carlos Gaviria, futuro senador elegido por el Partido Comunista. En la propaganda eran los descendientes de Roberto García-Peña, todos los medios relacionados con el Grupo Santodomingo y gente como Jaime Garzón, claramente ligado a las guerrillas. Y no se deben olvidar los sindicatos públicos y las universidades, controlados unos y otros por los comunistas.
Con Samper y los escándalos de relación con los carteles de la cocaína, el control terrorista aumentó sin cesar, hasta llevar a la situación desesperada que fue todo el gobierno de Pastrana. A Samper los demás oligarcas fingieron presentarle oposición, sólo para complacer a la parte indignada del público, mientras que la mayoría de los medios y columnistas lo apoyaban. Es muy importante que se tenga en cuenta el papel de los comunistas: el gran protector de Samper en el poder judicial era Carlos Gaviria, futuro senador elegido por el Partido Comunista. En la propaganda eran los descendientes de Roberto García-Peña, todos los medios relacionados con el Grupo Santodomingo y gente como Jaime Garzón, claramente ligado a las guerrillas. Y no se deben olvidar los sindicatos públicos y las universidades, controlados unos y otros por los comunistas.
El fracaso del Caguán dejó a las FARC mucho más ricas y con un apoyo cada vez más claro de Venezuela. Para el clan era algo necesario porque de otro modo el padre de la paz sería Pastrana. Por eso siempre aplaudieron las negociaciones y condenaron su cese con graves amenazas, sabiendo que las FARC nunca firmarían porque la ilegalidad tolerada sólo les reportaba ventajas.
El triunfo de Uribe los obligó a mimetizarse con la indignación social reinante. El retroceso terrorista se compensó con la campaña de propaganda de todas las clientelas de la izquierda y la oligarquía contra el gobierno que había conseguido triunfar en todos los terrenos. Pero la labor principal surgió de la oportunidad que les brindó la adhesión de Uribe al liberalismo, que dada la evidente relación de Samper y Serpa con los terroristas (sus compañeros explotaban su poder político para enriquecerse tomando parte en los secuestros de las FARC, como Martha Catalina Daniels), tenía que surgir con otros políticos que resucitaran ese partido desde la disidencia y con base en su convocatoria electoral local. De ahí viene el Partido de la U... y la presidencia de Santos.
En tantas décadas, ya ochenta años, ese régimen, que siempre convive con el crimen organizado, tuvo todos los recursos necesarios para crear sus partidarios a través de la educación. Es otro de los componentes del régimen, por eso el gremio de maestros "pertenece" al Partido Comunista y todos los que van a la universidad son partidarios de la paz, que quiere decir la negociación, que quiere decir el reconocimiento que ofrecen a los asesinos quienes siempre han sido sus aliados y protectores.
Esa alianza sólo pierde algunas veces una parte ínfima del poder. Desde 1985 y sobre todo desde 1991 tiene además el control del poder judicial, que castiga a Andrés Felipe Arias y promueve la impunidad para los asesinatos que las FARC cometerán en el futuro. Ese poder judicial sirve exactamente al mismo interés que las FARC: a la nomenklatura cubana, que lo controla, al igual que al gobierno actual.
El dominio total de esa alianza es lo que se vive desde 2010, el régimen real que cuenta con infinidad de recursos para persistir y que al menos en 2018 no se va a caer. Las FARC y la izquierda son agentes cubanos pero la oligarquía depende de ellas. ¿Imagínense que mañana las FARC deciden levantarse de la mesa? Tiembla hasta Obama. Los esfuerzos por salvar el proceso incluirían exhortaciones del papa Francisco, de todos los grandes medios de Occidente, de todos los gobiernos europeos y aun de la mayoría de los políticos y ciudadanos colombianos. ¿Para qué habrían servido tantos años de negociación?
Las FARC no lo hacen porque sus actuaciones están acordadas con la oligarquía (dado que la indignación con el proceso les haría daño a ambas). Se preguntará el lector, entonces ¿por qué los terroristas siguen matando? Porque si no dan miedo tampoco tiene sentido negociar nada con ellos. Tratan de conseguir tiempo para ver cómo queda el mapa de Sudamérica en esta década y enriquecerse mientras tanto. Su interés sólo responde a las órdenes que les dan los cubanos. A lo mejor la negociación en La Habana tiene ese sentido, que no surjan deslealtades entre gente que vive rodeada de lujos y que en otras circunstancias podría esperar un destino como el de de alias Jojoy o el de alias Alfonso Cano.
Cada colombiano está a favor o en contra de esa "manguala". El que está a favor dice que es de izquierda. Y también que está a favor de la paz, que en cinco años ha traído muchos más crímenes que en los años en que había "guerra".
Esos "pacifistas" son muchos, y sobre todos son muy influyentes y poderosos, pero no son mayoría. La mayoría es de los que no entienden o no tienen ninguna noción moral clara. Viven en una sociedad cuya jerarquía la conforman las clientelas de los asesinos y en realidad anhelan integrarse en esas clientelas, pero a la vez desaprueban los crímenes sin imaginarse qué se podría hacer para que cesaran. Esas mayorías deben despertar e imponerse porque es la única forma de acceder al desarrollo, como han hecho todos los países que han prosperado desde los años cincuenta, como los de Europa occidental y Extremo Oriente.
Creo que la conciencia acerca de la naturaleza del régimen puede ser de utilidad.
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(Publicado en el blog País Bizarro el 11 de agosto de 2015.)
(Publicado en el blog País Bizarro el 11 de agosto de 2015.)