martes, febrero 03, 2015

El espíritu de la universidad


Un artículo reciente de Félix de Azúa sobre el "partido de profesores" explica muchas cosas sobre la universidad española que hacen pensar en Colombia. Más si se piensa en el formidable parecido que hay entre la franquicia española del narcoimperio castrista y las FARC, que resulta invisible para los españoles porque no saben qué son las FARC. Cuando se habla de corrupción, Colombia aventaja claramente a España, si se trata de la universidad, todo lo que cuenta Azúa se multiplicará muchas veces en Colombia.

Cuando empecé a leer la carta de Timochenko al general Alzate, me acordé de ese artículo. La corrupción consistente en robar es mucho menos grave que el adoctrinamiento de criminales, y las "ideas" de Timochenko sólo son un compendio de lo que se dice en las universidades colombianas desde los años sesenta. Voy a citar y a comentar dicha "carta" porque me parece un documento de verdad valioso.
Señor Brigadier General Rubén Darío Alzate:

La gran prensa y el anecdotario colombiano, cada día más asimilables por obra del monopolio en la propiedad de los grandes medios, suelen construir frases altisonantes con relación al conflicto colombiano. Ahora han puesto de moda aquella que, haciendo relación a su caso, habla del primer general en servicio activo que cae en manos de las FARC en cincuenta años de guerra.
Una vieja rutina que increíblemente encuentra público, también en otros países. Dos importantes canales de televisión en España viven dedicados a un publirreportaje continuo de Podemos, la formación amiga de Cuba e Irán que encarna la rebeldía del pueblo oprimido y obviamente denuncia el sesgo hostil de los medios. El monopolio en la propiedad de los grandes medios en Colombia es lo que permite que existan las FARC, pues de otro modo habría conciencia de la monstruosidad de premiar el genocidio. La misma publicidad que hace a la "carta" la revista, cuyo dueño es el hijo del antiguo promotor de las guerrillas comunistas Alfonso López Michelsen, es prueba de ello: el monopolio de los medios, que incluye al Grupo Santodomingo (testaferro del mismo clan López-Santos-Samper), es hoy sólo la continuación de Alternativa

Esa mentira es la misma que representa la universidad: durante muchas décadas fue la quintaesencia de las clases altas, del 5% más rico de la sociedad, pero a los estudiantes se los convencía de que eran un estamento complementario al de los "obreros y campesinos". Ciertamente también de que la prensa es hostil: por muy descarada que sea la propaganda del terrorismo: siempre se puede pedir más, y aunque fuera inconveniente que llegara más lejos, siempre queda bien considerarse perseguidos. Los profesores de las universidades públicas se ganan de promedio 15 salarios mínimos (no es que la mayoría de los colombianos ganen el mínimo porque son más los que no llegan a ganarlo) pero son los más sindicalizados y los que más reclaman aumentos de sueldo, como ocurre con todos los grupos de funcionarios, que son en última instancia la clientela de las bandas terroristas.
Se trata de un caso excepcional y rarísimo, aunque también podría indicar que la agudeza de la confrontación empieza a afectar las más altas jerarquías del mando militar, algo impensable hasta ahora. Desde luego esta última interpretación no resulta del agrado del Establecimiento, que prefiere adjudicar el hecho al azar o incluso a su negligencia personal.
La universidad. Es la universidad, no hay otra forma de explicarlo. La idea de que alguien puede jactarse de cometer secuestros y lo remedia porque lo llama "confrontación" hace pensar en ese sociópata como un adolescente perpetuo, una especie de Antonio Caballero de rango social más bajo, que se envanece de las cosas que aprende en su alma máter y exhibe orgulloso su sabiduría.

¿Qué hacía el general Alzate de civil con otros funcionarios del Ejército en una zona de riesgo? La última noticia alude a un encuentro con bandas criminales a las que podría estar protegiendo. ¿Va a un encuentro semejante con una funcionaria? ¿No había modo de prevenir el secuestro por parte de las FARC? La hipótesis del montaje para favorecer a las FARC y sus negocios y para el show de liberación, tan extrañamente rentable a los terroristas, parece más plausible.
El primero en hacerlo fue curiosamente el Presidente Santos, quizás afectado por el hecho de que hubiera sido el senador Uribe el encargado de publicar la noticia. Antes que expresar algún tipo de preocupación por la vida o la libertad de un general de la República, había que salir a exigir explicaciones sobre sus motivos para estar exponiéndose de tal modo. 
Sin reparar en que dicho cuestionamiento ponía en evidencia una verdad inocultable. Nadie que baje la guardia un segundo, ni siquiera el comandante de una fuerza multidisciplinaria de combate, aun en medio de su área de operaciones, se encuentra a salvo de una acción de la guerrilla en Colombia. Desalentador mensaje a la confianza inversionista.
Conviene que el lector visite la revista Semana y vea el tono respetuoso y hasta cordial en que se redacta el preludio de la carta. ¿Qué es lo que está diciendo el padre de la patria? Jactándose del terror que puede generar su banda. ¿Es tan difícil darse cuenta de que la revista transmite ese mensaje porque sus intereses son literalmente los mismos de las FARC? Pero esa forma de "razonar" del asesino es sólo lo que se ha dicho durante más de medio siglo en las universidades colombianas: lo que se enseña. Timochenko es igual que Errejón o cualquier líder de Podemos, un fruto de la universidad que ejerce de adalid de sus ideas sin que le parezca que haya ningún referente moral que pudiera mostrarlo como un simple criminal.
Se dice que el senador Uribe puede moverse con libertad gracias a más de 300 integrantes de los cuerpos de seguridad del Estado que trabajan las veinticuatro horas para protegerlo. Una radiografía exacta de su seguridad democrática. Algo muy serio debe pasar en un país en el que sólo se siente seguro quien está rodeado por decenas de escoltas fuertemente armados.
Esto lo dicen también senadores de la república como Iván Cepeda y la inmensa mayoría de los profesores universitarios: ¿por qué es tan difícil matar a Uribe? Eso muy grave que está ocurriendo en el país es la rebelión del pueblo que no aguanta que a sus guías les paguen sólo el sueldo de 15 personas (sin hablar de la edad a la que se pensionan, de la productividad de su trabajo, de los contratos infames que obtienen, de las prebendas por publicaciones ni de los turnos en las rectorías para cobrar pensiones mucho más altas). ¡Qué terrible fracaso el de Uribe que cuatro años después, gracias a la promoción del terrorismo por su sucesor y los medios que controla el clan de éste, no haya seguridad para nadie y los asesinos se jacten de eso! Todo ese quiasmo turbio del discurso del jefe terrorista es algo a lo que está acostumbrado cualquiera que conozca la universidad colombiana.

De hecho, todo lo que hacen las FARC y el ELN es sólo la puesta en práctica de lo que se decía en las universidades cuando los miembros armados de esas bandas no llegaban a mil, antes de que los intereses mezquinos de los gobernantes los llevaran a buscar la paz aboliendo la ley. Muestra de que todo lo que se dice se termina haciendo (también matar a los judíos era una idiotez que decían algunos chiflados a finales del siglo XIX en Alemania y Austria).
Días atrás, en zona rural de Tame, una patrulla de la Fuerza de Tarea Quiron también había sido sorprendida por las FARC, que se había llevado consigo a dos soldados profesionales. El teniente y cuatro policías más del puesto de policía de la isla Gorgona en el Pacífico perecieron dos semanas después, en una acción relámpago de las FARC que sorprendió por su audacia. 
Y sólo menciono acciones militares ampliamente registradas por los medios. Usted y yo sabemos que son muchas las que se presentan por todo el país, de cuya realización se evita dar cuenta. No se quiere ahuyentar capitales, ni dar protagonismo a unas FARC a las que se insiste en presentar vencidas. Su captura ha contribuido sin duda a poner las cosas en un lugar más justo.
Nadie podría explicar mejor en qué consiste la paz de Santos. ¿Quién está enfrentado en Colombia para que haya que hacer la paz? Unos que se jactan de que pueden matar y secuestrar y por otra parte sus víctimas. Es pura lógica universitaria, eso lo reproducen todos los días, también en los colegios, cientos de miles de profesores. ¿Es tan complicado entender que todos los columnistas que cobran esa amenaza, es decir, casi todos (¿o todos?) los columnistas de los grandes medios, son parte de la banda terrorista?
En primer lugar en cuanto a nuestra reducción. No voy aquí a magnificar nuestras fuerzas, pero es innegable que son mayores que lo que predica a diario el señor ministro de defensa. Usted tuvo oportunidad de marchar con unidades nuestras en medio de la enorme persecución ordenada, y sabe bien que tampoco están integradas por los seres perversos descritos en los partes oficiales. 
Conversó tranquila y largamente con varios de nuestros mandos y combatientes, después de ser detenido y conducido por ellos. Estoy seguro de que el tema de la paz y las conversaciones de La Habana hicieron parte de esos intercambios. Por lo que dicen nuestros muchachos al respecto, usted tampoco pareció un hombre intolerante y rudo, sino alguien con el que se podía hablar.
Buen resumen de lo que son los diálogos: un secuestrado que no sabe en qué momento lo van a asesinar o a torturar y que se muestra complaciente con sus captores. Así está la sociedad colombiana desde que los asesinos dominan el poder judicial y pueden llevar a quien no se someta a prisiones en las que la violación y aun la muerte son casi seguras.
Un general de la República y su objetivo de alto valor sentados frente a frente, en medio del invierno implacable de la selva chocoana, quizás prefiguran lo que podía ser Colombia en un escenario de reconciliación. Si el capturado hubiera sido el nuestro, las cosas habrian sido muy distintas. Lo deseable, si queremos la paz, es que las cosas dejen de ocurrir de ese modo.
Mejor no se podría decir: el escenario de reconciliación es aquel en el que todo el mundo está sometido al capricho de unos asesinos. ¿Acaso dicen otra cosa las universidades? Dicen exactamente lo mismo, más cuanto más elitistas sean.
Por otra parte, su detención también brindó espacio a otras realidades. Es cierto que el Presidente Santos reaccionó precipitadamente al suspender los diálogos de paz, condicionando su reanudación a su pronta liberación. Pero también lo es que paralelamente envió en secreto un propio a plantear alternativas. Es claro que no se trata igual a un general que a unos soldados.
Ninguna sorpresa al saber que la suspensión era una bravuconada de Santos que generaría noticias y buena imagen: al mismo tiempo mantenía la relación con los terroristas. Mientras no se explique qué hacía el general con su acompañamiento será incuestionable la hipótesis del montaje (la compañía era imprescindible para pasar aislado varias semanas). Pero ¿qué más universitario que el agravio jerárquico? En las universidades los jóvenes se acostumbran a razonar así: "¿Es justo que nosotros tengamos tanto y haya tantos niños hambrientos? Esta sociedad no merece continuar". Los asesinos se hacen intérpretes del agravio de los soldados a los que matan y secuestran.
Ya lo habíamos constatado con los policías y militares que permanecieron largos años en condición de prisioneros de guerra a la espera de un canje por los nuestros. La opción entonces fue difamar de nuestras propuestas y acciones, sin reparar para nada en el drama de los detenidos, condenados a un prolongado cautiverio. Habría sido muy distinto con un diálogo al respecto.
Ahora no sólo son justos sino además compasivos. El nombre de esa actitud en términos universitarios es "dialéctica". Todo se acomoda para que las víctimas les salgan a deber a los victimarios.
En realidad todo en Colombia hubiera sido muy distinto si la oligarquía liberal conservadora dominante hubiera aceptado dialogar en busca de soluciones pacíficas y democráticas a los diversos problemas generados en la Colombia rural. Para la historia quedaron las múltiples peticiones elevadas en ese sentido por los campesinos de la colonia agrícola de Marquetalia.
Las soluciones pacíficas y democráticas consistían en someterse a estos pacifistas demócratas: ese uso de las palabras sin restricciones, siempre sometidas a la conveniencia de quien las usa y sin posibilidad de respuesta crítica es un hábito universitario. ¡Y los asesinos paniaguados de Moscú y López Michelsen que mantuvieron la violencia después del Frente Nacional resultan descritos como una COLONIA AGRÍCOLA!
Todavía seguimos destinados a suministrar recursos energéticos, mineros y de biodiversidad a los grandes centros de la economía mundial, a la vez que a ser receptores de las mercancías producidas en ellos, hasta el extremo de que los alimentos locales y la economía campesina que los produjo en el pasado, se hallan condenados a desaparecer en beneficio de la importación.

Intereses ajenos a nuestra realidad, como la guerra fría, impusieron la doctrina de seguridad nacional a las fuerzas armadas colombianas, con sus correspondientes secuelas de violaciones a los derechos humanos y el alzamiento armado, situación que se agravó aún más con la imposición de las llamadas guerras contra las drogas y el terrorismo, que no eran ni de cerca nuestras.
Perdón por la insistencia: si el lector no ha oído esto antes es porque no fue a la universidad en Colombia, o al menos no hizo ninguna carrera relacionada con la política y las leyes. Es el discurso oficial. Los que secuestran empresarios resultan los defensores de la producción nacional y los que emprendieron la guerra popular prolongada para implantar la dictadura del proletariado resultan víctimas de la doctrina de la seguridad nacional. Las bandas terroristas son sólo la universidad en armas.
Es hecho comprobado que la noción de narco guerrillas ideada por el embajador norteamericano Lewis Tambs en 1984, cuando vinculó sin el menor respaldo probatorio a las FARC con el famoso complejo cocainero de Tranquilandia, no tenía otro propósito que disimular la alianza entre el Pentágono, la CIA y las mafias colombianas para dotar de armas a la contra de Nicaragua. 
Pero aunque el propio Congreso estadounidense descubrió y publicó la trama que vinculaba al gobierno de Ronald Reagan y a Lewis Tambs con los carteles de Medellín y Cali, en un sucio negociado que enriqueció al extremo a personajes como Gonzalo Rodríguez Gacha y Pablo Escobar, fuimos las FARC quienes terminamos cargando el famoso sambenito.
Clarísimo: los traficantes de cocaína (el gobierno estadounidense) acusa a los amables agricultores pacifistas y demócratas de las FARC de ser ellos los traficantes. 
Triste papel le ha correspondido desempeñar a las fuerzas armadas colombianas, convertidas en un simple apéndice de Norteamérica, en fenómenos criminales como la desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales, el paramilitarismo, el desplazamiento y el destierro de centenares de miles de compatriotas, sólo para servir a intereses geopolíticos de los Estados Unidos.
Los criminales son los demás, no ellos, los que desplazan compatriotas y demás. Tiene muchísima gracia que gracias a Obama el propio gobierno estadounidense justifique el premio de los crímenes terroristas con base en supuestas infracciones de los derechos humanos. Según el jefe terrorista (y toda la universidad colombiana, a la que expresa con rotunda claridad), esos crímenes eran encargos estadounidenses. ¿Quién más va a ser adalid de la defensa de los derechos que estos filántropos? Se queda uno sin argumentos.
Las FARC-EP estamos empeñadas desde siempre en la reconstrucción y reconciliación nacional, sobre bases de soberanía, independencia, desarrollo económico y justicia social. Fuimos obligados a hacer la guerra, por lo que estamos dispuestos a dejarla si realmente se garantiza en nuestro país el debate libre y abierto de ideas, sin odios ni persecuciones. Si se abre la democracia real.
Sólo buscan el debate libre de ideas, porque los obligaron a hacer la guerra. Hace mucho tiempo que en Colombia no hay debate libre de ideas porque los asesinos universitarios del poder judicial persiguen a cualquiera que incomode a sus intereses, que son los mismos de las bandas terroristas. El encarcelamiento y la condena de Andrés Felipe Arias o de Luis Alfonso Plazas Vega, entre muchísimos otros, lo demuestra. Pero la universidad no conoce la vergüenza porque su origen es la evangelización: el cura del siglo XVI, o el encomendero que a menudo lo reemplazaba, podía predicar tranquilamente que violaba a las indias y esclavizaba a sus familias para salvarlos del pecado y llevarlos a la redención y después al paraíso. En las universidades cualquiera que discrepe públicamente del terrorismo se juega la vida, pero ¿alguno de los asesinos va a decir que no está por el debate libre y abierto de ideas?
Creemos, general Alzate, que alguna voz cuerda debe brotar del seno de las fuerzas armadas, tras medio siglo de fallidas operaciones para exterminar la oposición política. Las viejas concepciones de la guerra total deben ceder ante otras nociones de seguridad que enfaticen en los verdaderos intereses nacionales, los de las grandes mayorías, no los de unas élites adineradas y egoístas. 
Nuestro comandante Manuel Marulanda Vélez siempre mostró interés por dialogar con los mandos militares sobre el tema de la paz, lo cual nunca se ha permitido bajo la excusa de que las fuerzas armadas no son deliberantes. Ustedes saben tan bien como nosotros que no es así. Su voz pesa y define muchas cosas. Es mucho lo que podríamos hablar sobre eso.
Ya lo han conseguido: la cúpula militar es más o menos abiertamente afín a los terroristas y la sospecha de que tanta "bondad" no es inocente sino el fruto de grandes incentivos económicos resulta muy difícil de cuestionar. La publicación de Semana tiene también ese objeto: acostumbrar a los militares de menor rango a la "normalidad" de las propuestas de reconciliación de esta "oposición política".

La infamia de la "paz" queda de nuevo demostrada. Ya no sólo la de quienes cobran los crímenes aplaudiendo la "reconciliación" sino también de los que callan y se fingen distraídos. Los criminales vienen a pedir cuentas ostentando sus crímenes y sus mentiras y no hay ninguna respuesta. Bueno: la candidatura del uribismo hace unos meses tenía una propuesta para meter a Colombia en el primer mundo: ¡dar universidad a todos!

(Publicado en el blog País Bizarro el 4 de diciembre de 2014.)