sábado, agosto 09, 2014

La paz no se detendrá

La derrota de Santos

Los resultados electorales del domingo son abrumadores para Santos y en otro país habrían movido a un presidente a renunciar a reelegirse. Pero en Colombia no mandan los votos de los ciudadanos sino las castas coloniales porque Colombia nunca ha salido de la encomienda, de modo que, parafraseando a Larra, lo que hay no es democracia representativa sino una representación: una función teatral para que los usufructuarios del orden real se figuren que su poder es legítimo.

De tal modo, el prócer no sólo tuvo recursos fabulosos para pagar propaganda con el dinero público, como nunca antes y esperemos que como nunca después, sino que además creó cientos de miles de puestos innecesarios en el Estado, sólo para complacer a los caciques políticos cuyo apoyo compraba de ese modo. Y tampoco eso bastó, ni la situación de bonanza económica, que no es de ninguna manera un logro de su gobierno sino el efecto de los avances del periodo anterior y de los buenos precios de las materias primas. Tres cuartas partes de los votantes prefirieron a otros candidatos, y si se descontaran los votos comprados por esa serie de mecanismos (los recursos se reparten en la medida en que los alcaldes y gobernadores se muestren dispuestos a buscar votos para el presidente), puede que ni siquiera hubiera sacado un 10%.

Y eso a pesar de que además de todo lo anterior tuvo que enfrentarse al menos atractivo de todos los candidatos que podrían disputarle la reelección: a los demás los encarceló. Y aun a ese rival lo persiguió con propaganda negra y atropellos judiciales que permiten incluir a Colombia entre las repúblicas chavistas, pues en ninguna democracia occidental es concebible algo así.

El forcejeo de la segunda vuelta
Cuando uno trata de explicar lo que pasa en Colombia debe evitar hacerlo a los colombianos, porque tienen algo en el cerebro que les impide entenderlo: hay una conjura oligárquico-comunista que avanza desde el fin del Frente Nacional y en cierta medida es la continuación de la República Liberal tras el paréntesis de Gaitán y los gobiernos conservadores de los años cincuenta. Esa conjura nunca ha tenido respuesta. Los gobiernos conservadores de Betancur y Pastrana se mostraron totalmente dispuestos a premiar a las FARC, mientras que el gran logro de la conjura, la Constitución de 1991, contó con Álvaro Gómez Hurtado y siempre ha sido reivindicada por el otro Álvaro que los colombianos se imaginan que es el contradictor de esa conjura.

De modo que ante una segunda vuelta complicada Santos se envuelve en la bandera de la paz y busca el apoyo de todos los representantes del terrorismo, pero como la esencia del régimen no es cuestionada, la supuesta oposición se apresura a proclamarse más pacifista todavía, casi a pedirles perdón a los terroristas por hacerles creer que no iba a premiarlos.

Y el caso es que los apoyos de Santos le suman muy poco. Si había un 10% de votantes distraídos que creyeron en su propaganda y juzgaron que la situación del país mejoraba, muchos de ellos desistirán de votar por él para no favorecer a Petro, Cepeda y Piedad Córdoba. Tampoco se puede decir que todos los votantes del Polo van a apoyarlo porque a fin de cuentas le hicieron oposición durante mucho tiempo, sobre todo el sector de Robledo. A la hora de la verdad, mucha gente que sigue a Robledo prefiere no votar.
Si se presentara la elección como por las FARC o contra las FARC, las posibilidades de los adversarios de Santos serían mayores, pero ya está en su ADN que necesitan mostrarse como buenas personas que no tienen nada en contra de los secuestros y del terrorismo y por eso llevan secuestradores y terroristas al Senado y prometen premiar a las FARC (eso sí, de forma seria y duradera), no vaya a ser que les digan que no son amigos de la paz.

Si se tratara de juego limpio Zuluaga ganaría, no porque sus propuestas tengan el menor interés, sino porque es el único por el que se puede votar para rechazar a Santos, y toda la gente que rechaza a las FARC votará por él. Pero no se sabe qué manipulaciones prepara Santos, qué golpes de efecto, qué atropellos judiciales o qué campañas de propaganda negra.

En el supuesto de que consiguiera la reelección, su deuda con el bando terrorista y con todas las clientelas corruptas sería tan grande que haría un gobierno mucho peor que el actual y terminaría entregando totalmente el país a las FARC. La asociación de corruptos y genocidas debería ser la ocasión para que el interés de la mayoría, que no quiere ser esclava en un régimen castrista, se impusiera, pero el estilo y el nivel de la pseudooposición es otro.

Habrá que ver, porque ya las encuestas anunciaban el triunfo de Zuluaga en primera y segunda vuelta, y por mucha propaganda que hagan nadie cree que las FARC vayan a dejar de matar siendo que les resulta tan productivo. Tal vez Santos encargue una gran masacre como golpe de efecto para advertir eficazmente del peligro de guerra, que es su "latiguillo" propagandístico habitual. Parece un médico que envenenara a la gente para llenar su consultorio. En 2010 las FARC estaban moribundas.

Argumentos reeleccionistas
La opinión de los medios, más descaradamente afín al terrorismo que nunca antes, permite ver qué busca el régimen. Un tal Luis I. Sandoval firma un artículo titulado "La paz no se detendrá" en el que llama a un acuerdo programático de los "amigos de la paz". Entiéndase: a un esfuerzo de cobrarle a Santos el apoyo del bando terrorista (al parecer, el personaje es un dirigente del Polo "Democrático"). Tiene muchísima gracia el título: la paz que avanza a medida que los terroristas matan y extorsionan más es como si a la víctima de un atraco le prometieran la tranquilidad antes de atacarla. La paz es el nombre de la embestida genocida.

Más llamativo otro artículo posterior al triunfo de Zuluaga que firma Héctor Abad Faciolince. Es del máximo interés porque en el juego de arribismos, lambonerías e indigencia intelectual que es la vida colombiana decir que ese escritor representa el lado más perverso y asesino del bando terrorista es escandalizar a más de un papanatas que cree que los crímenes son cosa de rústicos y pobres.

Voy a comentar una a una las "Seis tesis para un voto razonado" a pesar de que ninguna demostración va a cambiar en absoluto la admiración de los colombianos por el prócer: ésta no nace de ninguna seducción intelectual sino de la idea de que siendo una persona tan importante se accede a lujos y placeres que no se alcanzan en la vida ordinaria. Perdón por copiar los párrafos enteros, si quisiera resumirlos empezaría a describir con mis palabras lo que dice el personaje.
1. El gran argumento de la extrema derecha colombiana contra el presidente Santos consiste en decir que éste es un traidor. Si se analiza bien la historia de la relación Uribe-Santos, se verá que el primero en cometer traición en ese matrimonio fue Uribe: apoyó a Andrés Felipe Arias (Uribito) al escondido, y luego se vio obligado a respaldar a Santos sin convicción.

También Santos se apoyó en Uribe, sin duda, pero todos vivimos la sorpresa de un gobierno de talante muy distinto. “Traicioné el amiguismo con el paramilitarismo, traicioné las chuzadas”, acaba de decir Santos. Tal vez sea eso lo que no le perdonan.
Los recursos argumentativos son de una tosquedad equivalente a la categoría moral, no sólo del prócer sino del país que lo ama. Resulta que hay una oposición entre toda la gente razonable por un lado y la extrema derecha, por el otro, que no le perdona a Santos que sea un traidor. ¿Qué importa que en el gobierno llegara a hacer lo contrario de lo que prometía y que en últimas haya resucitado a las FARC, que cada vez matan y extorsionan más pese a que en 2010 estaban derrotadas? Eso no importa porque de lo que se trata es de calificar como "extrema derecha" a cualquiera que incomode al cómodo disfrute de lujos y placeres con los recursos de la extorsión (por mucho que le lleguen a Abad por vías indirectas).

Tremendo argumento: pedir que el presidente cumpla lo que prometió se define como ser de extrema derecha. Así se admite como sobreentendido el sentido de toda la obra de gobierno de Santos: las alianzas con todos los clientelismos, el premio del crimen, etc. Todo porque el otro es más traidor. 
2. El segundo argumento de la extrema derecha, representada por el conservador Zuluaga, es que Santos en estos cuatro años le ha entregado el país a la guerrilla y que Colombia va hacia el abismo de un régimen castro-chavista. Falso. Nunca se había negociado con la guerrilla con más rigor y seriedad. En noviembre del año 2011, cuando ya había conversaciones con las Farc, el Ejército mató a su comandante, Alfonso Cano. Entre los negociadores están el antiguo presidente del gremio de los industriales y un general de tropa. Los líderes del grupo, Jaramillo y De la Calle, son demócratas liberales muy preparados. Gracias a estos negociadores —hoy calumniados infamemente por los zorros—, Colombia está más cerca de la firma de la paz que nunca antes en estos 50 años de conflicto.
Nuevamente la extrema derecha y todos los recursos de la propaganda. La cercanía de la paz que anuncia Abad es verdad. Sólo hace falta que el lector conozca las condiciones de esa firma, que explica con bastante claridad Rodrigo Londoño Echeverry en un video que nadie debe dejar de ver.




No se entiende a Abad sin ver el video. La segunda "tesis" es alegría por la "próxima" firma de  la paz, que significa la aceptación de lo que propone Timochenko (Abad y su padre siempre han propuesto lo mismo). Si no fuera porque se va a aceptar eso no se entiende que las FARC salgan a decirlo. No se debe olvidar que Abad era el principal promotor de la candidatura presidencial del expresidente de la Corte Constitucional Carlos Gaviria Díaz, el que llamaba a matar para que la gente viva mejor.
3. Las acusaciones de Uribe sobre el castro-chavismo de Santos son completamente desmentidas por la actuación y las cifras económicas del Gobierno. La política y los resultados lo dicen: la inflación del año 2013 (1,94%) fue la más baja en más de medio siglo; el PIB viene creciendo a un ritmo del 4,3%-4,5%. El ingreso per cápita (US$8.000) es más alto que en los tiempos de Uribe; la tasa de inversión (uno de sus famosos huevitos) es la más alta de la historia del país: 27,6%. Desde que existen cifras de desempleo, 1976, el año pasado tuvimos el más bajo: 10,4%. Los bonos de deuda pública colombiana se vendieron este año a una tasa más baja que nunca, 5,625% anual. Se redujo la pobreza en 4,5 puntos y el índice Gini de desigualdad mejoró algo. Muy poco, pero algo.
Luego el apoyo público a la dictadura de Maduro y antes a la de Chávez, el reconocimiento por el gobierno colombiano de Chávez como un "humanista incansable" en la cumbre de la CELAC, el creciente reconocimiento de los terroristas como "verdaderos ejércitos", etc., se tapan porque los resultados económicos son tolerables (como ya he explicado, eso se debe a que se pueden explotar más minerales gracias a la seguridad que trajo Uribe y a que los precios internacionales están altos). Tratar de encontrar un mérito en eso es como cuando se decía que Chávez había reducido la pobreza en Venezuela. Con esos ingresos Venezuela debería ser el primer país en PIB per cápita de toda América. Puras mentiras dirigidas a un público de indigentes intelectuales y morales que encontrarán de lo más sensato sumarse a todos los corruptos de varias generaciones para que sigan robándose los recursos de todos.
4. Si la extrema derecha acusa a Santos de chavista, la extrema izquierda lo acusa de ser un vendido al capital. Para ellos Colombia está peor en empleo que Haití (donde hay rezagos de esclavismo), peor en educación que Egipto (donde el 40% de las mujeres son analfabetas), peor en libertad de expresión que Cuba (donde no se imprime ni un periódico independiente). Y peor en salud que todos los vecinos, cuando lo cierto es que durante la gestión del ministro Gaviria se han afiliado 2,5 millones de personas nuevas al sistema de salud, de los cuales uno y medio al régimen contributivo. Si la reforma a la justicia fue una vergüenza de este gobierno, la reforma a la salud tiene aspectos valiosos. El costo de muchos medicamentos se ha controlado; la rubeola y el sarampión ya no existen aquí.
Otra vez la genialidad de someter al lector al chantaje de ser de extrema derecha. La "tesis" busca disuadir a los seguidores de Robledo que podrían no ilusionarse mucho apoyando a Santos, nuevamente extrayendo grandes méritos del hecho de que el gobierno reciba grandes fortunas sin que se haya visto una sola obra pública importante ni se haya hecho nada por diversificar la producción: al contrario, el descontento de todos los sectores productivos tiene que ver con la imposibilidad de trabajar por las desventajas que ocasiona la tasa de cambio ("enfermedad holandesa"). Al interesado en la cuestión de la salud le recomiendo prestar atención a este artículo de Alberto Carrasquilla.
5. Con una lentitud excesiva este gobierno está aprobando al fin las licitaciones para inmensas obras de infraestructura. La demora se debió en parte a que no podían repartirse esos contratos a dedo, como quería dejarlo amarrado el gobierno de Uribe. Es de esperarse que al fin este año despeguen las Autopistas de la Prosperidad. Al frente de esta batalla hay funcionarios intachables: Federico Restrepo y Luis Fernando Andrade. Las casas y acueductos del ministro Henao les dan hoy otra vida a cientos de miles de personas.
Qué casualidad que Colombia subiera veinte puntos en la lista de países por percepción de la corrupción entre 2009 y 2012. No tiene explicación siendo como parecen ser, según Abad, verdaderos dechados de perfecciones y honradez los altos funcionarios de este gobierno. La atribución de las casas y acueductos al ministro deja ver la clase de personaje que es Abad: un lambón mentiroso cuya verdadera fuente de poder es la tropa del partido de su padre.
6. Decía Karl Popper que unas elecciones sirven para premiar o castigar la gestión de un gobierno. La gran paradoja de Juan Manuel Santos es que Uribe ha conseguido engañar a muchos electores, al decir que un buen presidente nos está llevando al abismo y al caos. Las cifras indican todo lo contrario: el país mejora. Despacio, pero mejora. Y la bandera de la paz la tiene este gobierno, contra las balas de los zorros, que representan el pavor de la clase terrateniente, feudal y reaccionaria. Si no somos brutos, votaremos para que Santos siga ahí.
Claro que no son brutos y por eso votarán para que Santos siga ahí: les ha permitido expandir la extorsión a un nivel que no era concebible cuando Santos llegó, la exportación de cocaína crece día a día y con el dinero público se paga a miles de propagandistas que aparte de recitar la propaganda no saben hacer nada. El problema es lo que harán los demás: si quieren someterse a las FARC o tratar de ser un país normal.

Es muy interesante la cita de Karl Popper porque describe tanto al personaje como a la cultura local: ¿qué interés tiene que una obviedad tan simple la dijera Karl Popper? Convencer al lector, cuya mayor aventura intelectual es leer a pensadores como Abad, de que éste conoce al dedillo a Popper, a diferencia de la extrema derecha, y que un pensador tan "derechista" legitima el apoyo a Santos. Es un nivel que humillaría a muchos patios de prisión de otros países, pero ¿cuántos prodigios de ese tipo no le debemos a Abad? Aquí les enlazo uno.

Lo de que Uribe haya conseguido engañar a muchos electores se da por sobreentendido: ese buen presidente ha hecho que se multipliquen los asesinatos de las bandas terroristas, con proezas que a Abad y su público seguramente divierten, como los niños bomba de Tumaco. El que intenta engañar es él definiendo al gobierno de la peor corrupción, del despilfarro de billones en propaganda y en creación de puestos ficticios en "un buen gobierno". Casualmente fue el que apareció pidiéndoles a Mockus y Fajardo que se unieran para impedir que ganara Santos.

El gobierno de Santos le parece un buen gobierno porque traicionó a sus electores y sirvió a los enemigos de esos electores, a los que matan y extorsionan y violan niñas cada día más para generarle rentas a vividores desalmados como él mismo, que habla de las balas de los zorros tomando parte en la intimidación de los terroristas, a los que ciertamente nunca pediría que desistan. No faltaría más sino que la gente se mandara sola.

Pero la paz no se detendrá: incluso si ganara Zuluaga, puede que suspenda temporalmente la negociación de La Habana, pero no se buscará la hostilidad de la prensa retirándose de la mesa ni menos yendo a denunciar a los terroristas y a sus paniaguados como Abad ante la CPI por el genocidio que llevan tanto tiempo cometiendo. Interesarse por las víctimas haría que los consideraran de extrema derecha. No están para eso: también se aliarán con las FARC porque sólo esperan llegar a la presidencia para enderezar el país con más educación, como si no fuera el problema que haya muchos millones de titulados universitarios cuya única aptitud es recitar la propaganda terrorista.

Tal vez otra generación de colombianos llegue a plantearse la necesidad de detener la paz, porque esa palabra sólo significa asesinato en masa, que seguirá mientras los colombianos (como Zuluaga) sigan obstinados en premiarlo. Mientras no se plantee condenar rotundamente eso, seguirá sucediendo. ¿No es lógico?

(Publicado en el blog País Bizarro el 28 de mayo de 2014.)