lunes, febrero 20, 2012

Detalles del caso Noguera


Con frecuencia conocer las opiniones de los colombianos es como sumergirse en una exploración sobre los límites de la condición humana. Los estudiantes de los primeros semestres recitan exactamente las mismas frases que recitaban los estudiantes de los primeros semestres en 1970: "Infórmese, no crea todo lo que le dice la televisión". El aire de superioridad intelectual es increíblemente llamativo cuando proviene de personas de unos dieciocho años cuya ortografía deja ver que no han leído nada y ni siquiera han hecho bien la escuela primaria. No hay modo de sacarlos de sus certezas.

Son herméticos. Si alguien quisiera hacer una caricatura de las víctimas del lavado de cerebro que en tiempos de la Guerra Fría se atribuía a los comunistas, no encontraría en todo el mundo mejor ejemplo que las diatribas de los comentaristas de El Espectador o Semana, o en general de los universitarios en Twitter. El hermetismo produce la impresión de que hay algo de nivel biológico que determina esa especie de seres clónicos que produce la universidad: ya se prevé exactamente lo que dirán, y seguro que pasa otro medio siglo y siguen así.

Un ejemplo característico de todo eso es el fervor con que aplauden todos los atropellos de los jueces, que alguna vez serán comprendidos como monstruosidades, como el Holocausto nazi, cuando los estudiosos de países civilizados analicen todo lo que ha estado ocurriendo en esta época en Colombia.

Para esa gente todos los criterios del derecho son un estorbo a la justicia, que conciben como aquello que les gusta. De ahí que ¿quién va a ponerse a explicarles que el proceso contra Plazas Vega es una monstruosidad jurídica? ¿O que en el caso de AIS no hubo ningún delito que pudieran cometer los funcionarios procesados? Bah, ¿quién pudiera esperar que una víctima del "lavado de cerebro" prestara atención a la carta que el ex director del DAS Jorge Noguera dirigió a la fiscal? Cada psicópata de los cientos de miles que producen las "universidades" colombianas tiene como prueba una certeza en el fondo de su corazón y no puede tolerar la posibilidad de atender a detallitos como los que se señalan en dicha carta.
Insistiendo en el caso por el que injustamente acabo de ser condenado (Radicado 32.000), quiero resaltar que de nada valió que en más de 60.000 folios y más de cien videos que componen el expediente se evidencie que:

No existen registros telefónicos, de correo electrónico, fotográficos, fílmicos, documentales, informes de inteligencia, archivos de computadores, acuerdos, pactos o prueba física alguna mía o ajena, que me vincule con paramilitares o con alguna otra organización delincuencial, así como con homicidios, borrados de antecedentes, o entrega de información privilegiada. Al contrario, las investigaciones efectuadas por cada uno de estos delitos arroja que no existe referencia a mí o prueba material alguna en ellas, que me vincule con esos hechos.
¡Qué curioso el silencio de la prensa sobre esta carta y sobre la ausencia de pruebas para condenar a Noguera! Bueno, curioso para uno que supone que a la gente se la condena con pruebas. La universidad colombiana sencillamente previene contra la necesidad de las pruebas. El que lo dude puede hacer la prueba preguntando a algún estudiante o profesor que conozca qué opina del proceso contra Noguera: TODOS lo considerarán culpable, y casi siempre la prueba es que ha sido condenado. Ahí se evidencia una sumisión a la autoridad que patéticamente se expresa como rebelión contra la autoridad (es decir, sumisión al profesor que manda al estudiante a matar policías). Quienes leemos con atención la prensa colombiana tenemos que suponer que Noguera es inocente, pues casi todas las condenas que afectan a funcionarios del anterior gobierno son iniquidades. En esa inocencia hace hincapié Plinio Apuleyo Mendoza, que describe la condena como "otro horror". En la inocencia de Noguera debe creer cualquier persona decente, no porque se pretenda saber todo lo que ocurrió, sino porque la presunción de inocencia es un principio jurídico y lo que sale de la carta del acusado es que no se ha comprobado ninguna acusación.

Sería sencillísimo responder a lo que señala Noguera, y el tremendo poder mediático se aplicaría a ello si pudiera: la única "prueba" en que se basa la condena es el testimonio de Rafael García, el cual es ya una leyenda de la historia judicial en Colombia por el montón de mentiras que es capaz de decir. Copio otros párrafos de la carta:
Ningún comandante, mando medio o paramilitar raso de este país me señaló como colaborador de las AUC. Al contrario, los principales comandantes de las autodefensas en el Bloque Norte: Mancuso, Jorge 40, Don Antonio, Hernán Giraldo, José Gelves, Nodier Giraldo y Javier Ochoa, han señalado expresamente lo contrario ante justicia y paz y en mi proceso.

No existe prueba o indicio alguno siquiera, de mi participación en el homicidio de Alfredo Correa de Andreis u homicidio alguno. Al contrario, Edgar Ignacio Fierro, alias Don Antonio, determinador del homicidio de Correa, aseguró expresamente ante Justicia y Paz en el año 2007 y en mi Juicio en 2010, que ni yo ni funcionario alguno del DAS participó en tal homicidio. Incluso en el proceso por la muerte de Correa tampoco surgió indicio alguno de tal participación.

No existe registro, informe de inteligencia o prueba alguna en general, de la pertenencia de Rafael García a las AUC, sin embargo, la administración de justicia lo graduó como paramilitar al darle credibilidad a lo afirmado por él en este sentido, con el fin de justificar el supuesto conocimiento de García sobre mis presuntas relaciones con los paramilitares. Al contrario de esta supuesta membresía, todos los paramilitares y comandantes que declararon en el proceso tales como Mancuso, Jorge 40, Hernan Giraldo, Don Antonio, José Gelves Albarracín y Nodier Giraldo, entre otros, aseguran que García jamás perteneció a las autodefensas y que es un mentiroso. Llama la atención que a pesar de la posición adoptada por el poder judicial, éste jamás haya investigado a García por paramilitarismo, ni este delincuente se haya desmovilizado, si fuera cierto que fue paramilitar.

Frente a la falta de credibilidad de Rafael García, puede agregarse que fueron comprobadas oficialmente sus falsedades en las acusaciones que me hizo por mi supuesto complot contra el Gobierno de Venezuela y el asesinato del Fiscal de ese país, Danilo Anderson (caso archivado por la Fiscalía); por mi supuesta conspiración con la DEA y Presidencia de la República, contra la empresa Llanos Oil (archivado por la Fiscalía); por mi presunta celebración indebida de contratos (archivado por la Fiscalía); por mi supuesta concusión y cohecho (archivados por la Fiscalía); por mi supuesto fraude electoral presidencial en 2002 (archivado por la Fiscalía), entre otros. Naturalmente, la joya de la corona para los medios y la Fiscalía era el tema del paramilitarismo y los homicidios de sindicalistas y personas de izquierda, así no se contara con más elementos para perseguirme, que los contradictorios y profusamente desmentidos señalamientos de Rafael García.
En el proceso por el cual acabo de ser injustamente condenado, absolutamente todas las personas que Rafael García señaló como testigos de sus acusaciones contra mí, lo desmintieron categóricamente. Igualmente evidencié documentalmente en varias oportunidades ante la Fiscalía y la Sala Penal de la Corte Suprema, la infinidad de contradicciones en que incurrió García en sus múltiples testimonios ante la administración de justicia.

En contraste con todo lo mencionado anteriormente sobre García, el Ministerio Público y el Fiscal General se expresan de él en los siguientes términos:

“Para ir sintetizando, en criterio del Ministerio Público. RAFAEL ENRIQUE GARCÍA TORRES es un testigo preciso y ordenado en su discurso, moderado y, sobre todo, altamente creíble e idóneo.” (folio 172 del escrito de acusación que presentó el Fiscal General en la Corte Suprema de Justicia)

Otro ejemplo que evidencia la parcialidad del Fiscal General en su indebido propósito de acusarme en cumplimiento del mandato de algunos medios de comunicación, lo constituye la cantinflesca reflexión que hace este funcionario acerca de las negativas que hacen los jefes paramilitares sobre los señalamientos falaces de García:

“Que no tenga respaldo la declaración de García Torres, según planteamientos de la defensa, en lo atinente a los cargos que le hace a NOGUERA COTES, por parte de los reconocidos miembros de los grupos criminales de las autodefensas: Nodier Giraldo, Hernán Giraldo, José del Carmen Gelves Albarracín, Jorge Cuarenta y otros testigos citados, no tienen el alcance de desvirtuar lo afirmado por Rafael García. Es entendible que estas personas, no quieran comprometerse en respaldar las deposiciones y cargos que le hizo García a NOGUERA, en primer lugar porque les puede implicar acciones penales en su contra, no renuncian a la protección constitucional de guardar silencio o de autoincriminación, están dentro de un proceso de verdad y justicia, con puntuales beneficios por su colaboración y reparación a víctimas.” (Providencia del Fiscal General del 30 de julio de 2007, mediante la cual niega reponer la medida de aseguramiento proferida en mi contra el 6 de julio de 2007.)
El interesado en conocer el caso debería leer con atención la carta completa, cuya conclusión es que la condena tiene por objeto favorecer algún tipo de persecución judicial contra el ex presidente Uribe. La labor de los más hediondos sicarios morales la precede. Por ejemplo, Óscar Collazos no vacila en explotar una supuesta carta de Correa al ex presidente Uribe, como si éste fuera el jefe de los fiscales. Pero la desfachatez de ese personaje, cuya bajeza no es menor que la de los pobres rústicos que secuestraron a la hija del alcalde de Arauca, le permite escribir perlas como ésta:
Tres hipótesis: conoció la carta y calló; la carta radicada en Palacio se quedó en algún filtro de asesores que prefirieron no fastidiar al superior con la súplica de un "terrorista" o la carta fue devuelta a Noguera "pa' que me arreglés ese asuntico, doctor Jorge".
Es siempre TAN difícil que los colombianos entiendan que las calumnias de estos miserables son parte de las masacres, que son los mismos crímenes. No hay nada que relacione a Noguera con el crimen de Correa, como se explica en la carta, pero el repulsivo sicofanta no vacila en usar el prevaricato de unos miserables para expandir la calumnia.

Claro que con todo derecho se podrá decir que la carta no es prueba de nada. Lo que pasa es que ¿dónde hay una argumentación en contrario, una prueba distinta a la declaración de Rafael García, cuya trayectoria como "testigo" ha sido reseñada en este blog? Sería sencillísimo refutar la carta de Noguera si hubiera con qué. Pero al final es un montaje similar al de Plazas, en el que incluso estuvo involucrada la misma fiscal, y la orientación de los jueces es la misma de centenares de infamias que todo el mundo conoce.

Todo funciona porque además del poder judicial y la prensa dominan las instituciones educativas y mantienen una chusma fanatizada que aplaude cualquier infamia a cambio del halago que les regalan en forma de reconocimiento a sus rutinas mentales y condena de toda productividad.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 3 de octubre de 2011.)