martes, junio 21, 2011

Protegiendo a Javier Giraldo

Tras el intento de asesinato del abogado Fernando Vargas, este publicó un escrito en el que señala quiénes son los autores:
Si acaban con mi vida o la vida de mis hijos, la autoría material y mediata está plenamente establecida en este documento.
Se refiere al motivo de ese atentado, explicado en un párrafo anterior:
Actúo como representante de victimas y parte civil en el emblemático proceso de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía, referenciado como el “2022” que ya ha condenado decenas de milicianos autores de asesinatos contra las comunidades negras en el Atrato y que contiene las denuncias y pruebas contra las ONG señaladas de actuar en contubernio con las Farc.
Se trata de organizaciones controladas en buena medida por el sacerdote jesuita Javier Giraldo, sobre quien el abogado Vargas ya había publicado otro artículo en este blog en el que denunciaba el papel de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó como refugio de los terroristas y "territorio liberado" para su proyecto, apoyándose en los testimonios de desmovilizados que señalaban la resuelta complicidad del sacerdote Giraldo con las FARC.

De ese modo cabe albergar muy pocas dudas de que el atentado del 3 de marzo tiene por objeto silenciar las acusaciones contra dicho personaje, tal como los asesinatos de Manuel Moya y Graciano Blandón, quienes habían denunciado esa relación y fueron mencionados por sus nombres en Noticias Uno, en una "información" en la que se jactan de cometer impunemente las interceptaciones por las que pretenden perseguir a Uribe. Leyéndolos no hace falta tener mucha imaginación para suponer que tal información podría ser interpretada, por los terroristas de las FARC, como una sugerencia que pocos meses después se materializó en el asesinato de los dos líderes.

La responsabilidad de esos hechos es, pues, clarísima. Pero ¿quién podría sorprenderse? Mucho más interesante es la actitud de la Compañía de Jesús, que después de décadas de pruebas sigue defendiendo al citado sacerdote. De la jerarquía de la Iglesia católica, que nunca ha tenido el menor reproche al fomento abierto del crimen por parte del personaje, de la administración de justicia, que tampoco se ha esforzado en atender a las denuncias de los desmovilizados y menos en esclarecer los asesinatos de Moya y Blandón, de la prensa, que sigue presentando al sacerdote como un "defensor de derechos humanos", del gobierno, que previsiblemente no dará con los que intentaron matar al abogado, y aun de los ciudadanos, que ni siquiera se sorprenden de todo lo anterior.

La actitud del sacerdote ante el asesinato resulta evidente leyendo la página de su ONG, bastante más descarada que Anncol, o fijándose en estos textos que publicaba su revista, y que se pueden ver completos en el texto enlazado arriba:
ATAQUE A OBJETIVO MILITAR – Son los ataques que se dirigen contra bienes que por su naturaleza, ubicación, finalidad o utilización, contribuyen eficazmente a la acción militar del adversario y cuya destrucción total o parcial, captura o neutralización, ofrecen una ventaja militar definida. Por otra parte, aunque en el DIH no se define en ningún texto qué personas pueden considerarse como objetivos militares, no cabe duda de que son los miembros de las fuerzas armadas adversarias, o como lo ha expresado uno de los redactores de los Convenios de Ginebra: "solo se puede matar al soldado que puede matar".
Las restricciones respecto al asesinato son, pues, meramente jurídicas, y no sólo por parte del citado sacerdote y su ONG, sino de la Iglesia que los ampara y promueve. ¿Por qué no iban a ordenar el asesinato de Moya y Blandón, y aun de Fernando Vargas, si a fin de cuentas la "ventaja militar definida" depende de que se denuncie la conjura terrorista y de que las fuerzas armadas puedan desarticular las zonas despejadas de que disfrutan?

Pero el papel del sacerdote como determinador de esos asesinatos es mera suposición, imposible de demostrar: baste con saber que las fuerzas de choque de la llamada "izquierda democrática" no vacilan en asesinar a cualquiera que lo denuncie. Los guerrilleros desmovilizados que pueden aportar pruebas sobre su papel como líder de la conjura terrorista en esas regiones serán probablemente las próximas víctimas.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 11 de marzo de 2011.)