sábado, marzo 20, 2010

Hacia el Nobel de la Paz


Candidata favorita

Es muy llamativo que las portadas electrónicas de El Tiempo y El Espectador del martes 6 de octubre no hayan vuelto a mencionar el rumor sobre la candidatura de Piedad Córdoba al Premio Nobel de la Paz. Como si quisieran evitar a la mayoría de los lectores el desasosiego que semejante noticia produce, tal vez esperando el impacto de la noticia final, tal vez porque los editores realmente dudan de que tal cosa vaya a suceder. De hecho, lo dudan la mayoría de los colombianos. Son tantas las ganas de reconocerse en gente como los noruegos, y en general los europeos, que la posibilidad de que premien a un personaje semejante se les antoja absurda, imposible. Pero no hay tal, la candidata que más probablemente podría obtener ese premio este viernes es la senadora antioqueña.

El director del Instituto de Investigaciones de Paz
De esta noticia copiaré sólo las palabras del director del organismo que selecciona a los candidatos al premio, Kristian Berg Harpviken:
[Córdoba] es lo que significa el Premio Nobel de la Paz, es una interlocutora de los actores del conflicto, interlocutora del Gobierno (colombiano), interlocutora de los grupos alzados en armas. [...]

también representa el diálogo y representa un compromiso a largo plazo, porque ha hecho un trabajo duro [...]

ha logrado liberaciones y de eso se trata, de hacerle ese reconocimiento.

No es una opinión de cualquiera, sino lo que afirma una persona que conoce bien las posibilidades de los candidatos.

Los otros candidatos
Claro que hay muchos más candidatos, pero los rumores y la prensa sólo mencionan tres favoritos: Piedad Córdoba, un jordano, profesor de filosofía de la fe islámica, y una activista afgana. En mi opinión, ambos están en desventaja frente a la senadora: el jordano tiene la desventaja de ser hombre y de que su triunfo no llevaría ningún mensaje claro sobre la paz con el islam, mientras que la afgana forma parte de un gobierno cuestionado y aliado de EE UU. Los premios Nobel "políticos" se dan a personas caracterizadas por su antiamericanismo, según señalaba en alguna ocasión el escritor estadounidense Philip Roth.

Los ganadores hispanoamericanos
Muchos razonan que Piedad Córdoba no podrá recibir el premio por su proximidad a una organización terrorista, olvidando que los otros dos hispanoamericanos que lo han recibido, Adolfo Pérez Esquivel y Rigoberta Menchú no son menos próximos a la banda asesina. De hecho, al parecer fue el argentino quien propuso como candidata a la senadora colombiana. En la noticia enlazada arriba transcriben una declaración de Pérez Esquivel:

Ella viene trabajando intensamente desde hace mucho tiempo y con demasiadas dificultades para lograr la paz en Colombia y eso (el premio) ayudaría a encontrar los caminos de la paz para su país.
No hay que engañarse: las presiones que reciben los que van a dar el premio son tremendas, así como los motivos que podrían tener para premiar a Piedad Córdoba: nada les gustaría más que contribuir a la "paz" en Colombia. Es decir, a las negociaciones de paz. Es decir, a la recuperación de uno de los bandos que la puede firmar, con el que la burocracia noruega simpatiza.

Pudo ser Tirofijo
Uno de los motivos por los que Pastrana se obstinaba en mantener el proceso de paz con las FARC con el correspondiente despeje era la posibilidad de obtener el Premio Nobel de la Paz (al respecto, comentario de Gonzalo Guillén, de Saúl Hernández y de Rodrigo Pardo). Sencillamente, un defensor abierto de las FARC como Jan Egeland, que había dirigido el Instituto de Investigaciones de Paz y tenía a su esposa presidiendo el parlamento noruego, había ilusionado a Pastrana con el premio. Claro que él lo niega, pero ¿cómo habría de reconocerlo? Es como si le preguntaran si cree que Piedad Córdoba es cómplice de las FARC. Y de no ser por la torpe certeza de Tirofijo de que estaba a punto de ganar la guerra, si hubiera tenido más conciencia de lo que es el mundo más allá de sus selvas, podría haber conseguido el premio de sus crímenes confirmado por el Nobel. Y nadie debe llamarse a engaño: Mengeland sigue teniendo mucho poder e influyendo en los premios.

El odio a Piedad Córdoba
Una cosa que yo nunca he entendido, o mejor dicho, sí he entendido pero al precio de sentir un asco tremendo, es el odio que despierta la senadora. Es verdad que su adhesión a las FARC está llena de provocación, afán de protagonismo y desfachatez. Pero ¿es que nadie leía a personajes como Alfredo Molano en los años dorados de la industria del secuestro? Parece que no, que la gente sólo se entera de lo que sale en la televisión. ¿Alguien cree que en las universidades públicas los profesores son más comedidos que la senadora? En ese odio tan focalizado tienen un gran papel el racismo y el clasismo, esos rasgos de la mentalidad colombiana que tanto determinan precisamente la "cultura" de la izquierda democrática. Como si fuera más fácil condenar y rechazar a alguien de piel negra y origen humilde. Ella se aprovecha de eso para ganar protagonismo; a pesar de que los firmantes de la correspondencia con las FARC son varias decenas de miles de personas, la gente sólo se fija en la "levantada".

¿Y si ocurriera?
Yo nunca entiendo que las liberaciones de secuestrados den prestigio a la senadora, siendo tan obvio que las FARC las llevan a cabo para promover a su representante política. Creo que la gente exagera el ascenso en las encuestas de la popularidad de Córdoba. Pero ¿por qué se me ocurre que en caso de que obtuviera el Nobel se haría realmente popular? Los opositores están encantados, por ejemplo Rodrigo Pardo anuncia la posibilidad del premio y se entusiasma de la "lección" que recibiríamos los colombianos acerca de la percepción que hay en otras partes del "conflicto". Es un tema típico: a los colombianos parece fácil convencerlos de que la idea que tenga alguien que no ha visto nada de Colombia es más precisa que la que tengan ellos. Pero yo tengo que insistir: ¿por qué odian tanto a la "negra" y no a Rodrigo Pardo? Yo no encuentro en ningún sentido una actitud menos criminal en el ex canciller. ¿O es que no se muestra a favor de la senadora?

Consecuencias
Sin duda el premio sería muy conveniente a la oposición, pero hasta cierto punto. Ganarían algunos votos, pero no los suficientes para disputar una segunda vuelta con un candidato uribista. El problema (para confirmar mi obstinada certeza en que no hay nada fuera de nuestra mente) es lo que hará el gobierno. Hoy mismo salió el ministro de Defensa afirmando que el gobierno colombiano no cree que Rafael Correa tenga relación con las FARC. ¿Quién esperan que les crea? La desgracia no es que le den el Nobel de la Paz a una líder de una secta criminal, ni que eso arrastre simpatías entre ciertos colombianos, sino que el gobierno tratará de liderar ese triunfo nacional y de congraciarse todo lo posible con la senadora. En lugar de publicar una lista de sus lindezas y de su presencia en los computadores de Raúl Reyes (cuyos documentos no hacía falta publicar, no fuera que molestaran a alguien), incluso de romper relaciones con Noruega, con toda certeza, el gobierno colombiano se mostraría dócil y mostrará reconocimiento a la nueva figura nacional.

Ojalá en lugar de los dos minutos de odio alguien hiciera una lista clara de la trayectoria de la senadora y de su relación evidente e indudable con los terroristas. Lo que no se puede esperar es que eso lo vaya a hacer el gobierno: con tal de hacerse perdonar la reelección hasta le reconocerá una gran altura de miras a los que intentan legitimar a las FARC premiando a su representante política.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 7 de octubre de 2009.)