viernes, octubre 24, 2008

Genealogía de cierta filantropía

Publicado en Atrabilioso el 18/07/07

La guerrilla existe en Colombia porque en amplios sectores de las clases altas floreció durante varias décadas el ideal de una sociedad como la cubana, que a la vez es la que más notoriamente encarna valores atávicos del viejo orden colonial: la esclavitud fue abolida varias décadas después que en el resto del continente y la independencia relativa sólo se alcanzó un siglo después. Durante ese siglo la jerarquía racial que subyace al orden social latinoamericano era mucho más marcada: los verdaderos poderosos eran los que tenían que ver con la península y en últimas con la Corte. La sociedad del castrismo mantiene todas esas diferencias sociales y en lugar de la camarilla que mantenía palancas en la Corte reina la de sus descendientes, que mantiene palancas en la nomenklatura y el entorno del tirano.

Esa facción de los ricos colombianos se conoce como "la izquierda" y últimamente como "la izquierda democrática" y su conducta respecto a la guerrilla, por cuyo triunfo trabaja, reproduce esas mismas características de jerarquía social. Resumiendo un poco se podría decir que Madame Lagauche, una dama pretenciosa y grotesca, sintió el anhelo de conjurarse para ganar protagonismo y para eso contrató un servicio doméstico cuya compañía no podía soportar sin maldecir la ordinariez de su medio. Ni siquiera le llamó la atención que las muchachas se llamaran Yersinia y Variola. Años después, ya envejecida y frustrada, en ciertos momentos de tristeza y aburrimiento, Madame Lagauche se preguntaba si era eso lo que había querido.

Pero Madame Lagauche era la heredera del prestigio de las estirpes dueñas de Colombia durante siglos, por eso su voz seguía impresionando y quienes la criticaban no podían ocultar el temor y la secreta admiración. De ahí que no le fuera difícil laborar de consuno con Yersinia y Variola sin que los de abajo se dieran cuenta o se atrevieran a establecer la relación. Esas malas muchachas hacían de las suyas y la gran dama socorría a las víctimas y propugnaba por ideales bellos y sentimientos amables, sin que los súbditos dijeran nada.

Los testimonios eran numerosos: a Yersinia y Variola se les reconocía la nobleza de querer matar a todos y no sólo a unos pocos ricos, según imponía Madame Lagauche por lo que era necesario darles reconocimiento y ceder en lo posible a sus pretensiones, lógicamente gratas para Madame Lagauche, pero sin que los demás establecieran ninguna relación. También se reconocía su poder como medio para imponer la justicia, según un PhD en economía que enseñaba en la universidad de los ricos.

Pero el mejor era el deseo de reducir el sufrimiento de la operación, ideal que siempre acompañó a las proclamas de las muchachas. La infinidad de agentes de Madame Lagauche proponían con la mejor cara de yo no fui el deber de proteger a los desarmados para que Yersinia y Variola sólo afectaran a los armados que los podrían defender, y ese prodigio conceptual (la legalización del asesinato encubierta como ilegalidad de algunos asesinatos) se consideraba la mayor obviedad "humanitaria".

Es que con el tiempo a Madame Lagauche se le olvidó que esa dulce propuesta había corrido primero por cuenta de Yersinia y Variola: cierto escritor muy relacionado con ellas lo declaró en un panegírico de un patricio muy amigo de Madame Lagauche:

En los años 80 otra vez se cruzaron el ex-mandatario y el Eln. Los 'elenos' se habían reorganizado y fortalecido y habían iniciado una campaña por la aplicación del derecho internacional humanitario.Hablaban de la necesidad de hacer un acuerdo para la humanización de la guerra. En estas lides le enviaron una carta a López. El dirigente liberal no la respondió de manera directa, pero asumió el reto de buscar la aprobación por parte del Estado colombiano del protocolo dos de los Tratados de Ginebra, que contiene estas normas humanitarias.

El hermoso gesto humanitario era, como bien lo dice el escritor, una manifestación de la fuerza de los voladores de oleoductos que pronto dejarían una gran enseñanza en Machuca, corregimiento de Segovia, un pueblo de Antioquia. Pero las víctimas seguían mirando para otro lado, convencidas de que Yersinia y Variola eran lo contrario de Madame Lagauche a pesar de que pretendían lo mismo y decían lo mismo. ¿Cómo iban a establecer alguna relación entre lo que ellos querían ser y lo que querían dejar de ser?

En Colombia los asesinatos seguirán mientras no haya un rechazo resuelto a las falacias de los socios de la guerrilla. Pero ese rechazo no es nada fácil porque el fenómeno del comunismo armado y sus proyecciones entre los ricos no es el resultado de una infección exterior sino precisamente la resistencia del orden de siempre, de los doctores en economía y los sacerdotes jesuitas y las familias presidenciales, a la tranformación que llega de fuera.Y Yersinia y Variola seguirán reinando junto con su patrona porque la infección es inadvertida para quienes no conocen la profilaxis. Y es que ésta implica un cambio de las costumbres bastante difícil de asumir.

(Yersinia y Variola son los nombres de la peste y la viruela)

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