lunes, septiembre 20, 2010

¡Les van a robar tres millones de votos!

La incuria que ha caracterizado la campaña de Juan Manuel Santos, sobre todo al principio, y la concentración de esfuerzos y recursos en internet, aparte de la colaboración de la prensa en la labor de propaganda, han permitido a los partidarios de Mockus acariciar el sueño de un triunfo. Peor, más desconcertante: de un triunfo en primera vuelta.

Es imposible no mencionar el carácter artificioso de la "ola verde". Si Mockus representara algún liderazgo que respondiera a una necesidad social, habría tenido una votación significativa en las elecciones del 14 de marzo. Pero sólo la obtuvo la infame señora de los muros y la cadena perpetua. Y en todos los casos las listas antiuribistas obtuvieron el habitual tercio de los votos que señalaban las encuestas de ese mes.

Las adhesiones, que se multiplicaron tras la de Fajardo, comprometen a toda clase de personajes del antiuribismo. Incluso personajes abiertamente defensores del chavismo y del régimen cubano, como el escritor William Ospina. De hecho, ¿qué papel tiene en todo eso un personaje como Luis Eladio Pérez, que salió de su cautiverio a ejercer de portavoz del Secretariado hasta terminar en la campaña de Fajardo?

Aparte de los titulares convenientes, por ejemplo en el periódico que declaró "Personaje del año" a Piedad Córdoba en 2007, del "unanimismo" de las columnas de opinión, de la "conversión" a la "decencia" de todos los comentaristas (según rumores, pagados por ONG) que escriben "alvaraco" o "doptor varito" y propagan las más atroces y disparatadas calumnias contra el gobierno, un elemento determinante de la ola verde fueron las encuestas.

Claro que es una acusación más bien difícil de sustentar, pero hay ciertas "regularidades" que hacen sospechar de la objetividad de los estudios que se han publicado. Al respecto ya he escrito dos entradas de este blog comentando las publicadas antes. Esta vez me detendré en el detalle de las últimas. Sobre todo porque los partidarios del ex alcalde, ebrios de optimismo y tal vez hasta de "decencia" y "legalidad", no vacilan en asegurar que les van a robar las elecciones, como hace el grotesco Andrés Hurtado García (personaje que no vacilaba en escribir que China crecía al 8 % anual porque no tenía democracia, o que los colombianos no deberían ser extraditados a otros países "hubieran hecho lo que hubieran hecho").

La encuesta de Invamer Gallup, en la que Santos registra una ventaja de 2,1 puntos sobre Mockus (37,5 %/35,4 %), adolece del habitual problema del tamaño de la muestra. Con 1.200 entrevistas no hay ocasión de preguntar a una sola persona del entorno rural de todo el departamento del Meta o del Quindío, ni en ciudades como Popayán, Valledupar, Sincelejo, Riohacha, Tunja o Barrancabermeja. Esto lastra el resultado. En los demás departamentos toda la representación de las poblaciones pequeñas recae en uno o dos municipios, y teniendo en cuenta la cantidad de entrevistas, el resultado está peligrosamente sesgado.

Desgraciadamente la investigación concreta sobre el historial electoral de cada población excede las pretensiones de esta entrada. Mucho me temo que una muestra que incluyera a Tunja y Popayán daría más intención de voto por los conservadores. Pero los datos de edad son más preocupantes:
¿Puede alguien suponer seriamente que los votantes de entre 18 y 24 años serán tres cuartas partes del número de personas mayores de 55 años que voten? Supongamos que haya 6 millones de votantes mayores de 55 años, ¿se puede creer que habrá 4,5 millones de votantes de entre 18 y 24 años? La desproporción parecería tener un efecto claro: la cantidad de posibles votantes de Mockus debería aumentar entre los jóvenes, aunque ya veremos que no ocurre tal cosa. Esa distribución del universo de la encuesta es disparatada tanto en términos demográficos (los de ese rango de edad no son tres cuartas partes de los mayores de 55) , cuanto en términos de participación (la gente mayor ve en las urnas una ocasión de protagonismo, los jóvenes una solemnidad tediosa).

Al igual que la mayoría de las encuestas, ésta presenta datos fascinantes de participación. En la región centro oriental se llega a niveles casi soviéticos del 79,8 %, con un grato promedio del 71,9 %.



Los resultados sorprendentes no se acaban ahí. Cuando se evalúa la participación según el tamaño de la población las novedades son enormes. En poblaciones de menos de 20.000 habitantes la intención de voto por Mockus es del 28,7 %, que se convierte en 38,9 % cuando se trata de poblaciones de 20.000 a 149.999 pero desciende al 36,9 % cuando hay más de medio millón de habitantes. Más inquietante aún es la suerte de la señora Sanín, que obtiene un magro, 5,0 en municipios de entre 150.000 y 499.999 pero se recupera, afortunadamente, hasta un 9,4 %, casi el doble, cuando se pasa esa fatídica barrera del medio millón de almas.



Pero todo ocurre por la distracción y el prejuicio de uno. Por allá arriba escribí que la encuesta está sesgada por la proporción de jóvenes. ¡Pero ese sesgo es a favor de Santos, que le saca a Mockus nada menos que siete puntos enteritos en la franja de 18 a 24 años! Y hasta yo, que dudo mucho que Mockus pase del 30 % de votos el 30 de mayo, me niego a creer semejante dato. En contraste, en la franja de mayores de 55 años están prácticamente empatados. Seguro, hombre.


Pero todo eso porque el lector hasta ahora no ha visto los datos de la segunda vuelta. La diferencia entre las votaciones en poblaciones de menos de 20.000 habitantes y las de entre 20.000 y 149.999 son de nuevo desconcertantes: Mockus pasa de 42,3 % a 51,00 %, mientras que Santos pasa de 48,8 % a 41,7 %. Para que sigan diciendo que el tamaño no importa.


Cuando la cuestión es la de la edad en la segunda vuelta, de nuevo vuelve a ganar Santos entre los jóvenes y Mockus entre los viejos. Pero en lugar de seguir resulta más atractivo comentar la encuesta de la Universidad de Medellín, en la que Mockus vuelve a aventajar a Santos.

El documento tiene lo que se dice autoridad académica, la ortografía es la típica de una universidad colombiana. Al parecer, a los genios que lo redactaron nadie les contó que antes de los millares hay que poner un punto, ni que el género es un accidente gramatical que obliga a todas las personas a ser de género femenino, aunque también de género masculino cuando se las considera individuos.

La participación vuelve a entusiasmar: ¡un 79,8 %! La muestra es un poco mayor (aunque no las 2.417 que anuncian, sino el 79,8 %, 1.928). La muestra de poblaciones es mayor que en la encuesta de Invamer Gallup, aunque la proporción de edades vuelve a ser llamativa: ¿seguro que las personas de entre 18 y 41 son el 48,3 % de la población en edad de votar? Aun cuando eso fuera cierto, la participación siempre es mayor entre las personas mayores.

El resultado, que da una ventaja de 4,5 puntos a Mockus, se puede explicar por las fechas de las entrevistas (telefónicas): entre el 10 y el 18 de mayo. Es decir, pese a haber sido publicada después de la encuesta de Invamer Gallup (15-17 de mayo), el estado de ánimo que esta encuesta refleja es anterior. Pero, como ya he explicado en mis anteriores entradas, las encuestas presentan graves sesgos porque registran más fácilmente el impacto de la propaganda que la disposición del conjunto de los ciudadanos. Los que votan por lealtad a sus líderes tradicionales o al presidente Uribe son menos fáciles de encontrar.

Esta encuesta muestra otro sesgo extraño, que hace dudar de la probidad de quienes la dirigieron: ¡de nuevo es abierta la pregunta sobre por quién votaría en la segunda vuelta! Por ejemplo, los votantes de doña "Nohemi Sanin" (sic) probablemente tiendan a votar más por Santos en la segunda vuelta, pero como no se restringen las respuestas posibles, aparecen votando de nuevo por su candidata.

Y si se piensa en la tendencia que reflejan esas encuestas (en la más reciente Santos adelanta a Mockus), no está de más tener en cuenta los resultados que arroja la última encuesta del Centro Nacional de Consultoría. En ésta, con 3.000 entrevistas realizadas entre el 18 y el 20 de mayo, es Santos quien le saca cinco puntos a Mockus, con la particularidad de que la suma de los votos de los candidatos uribistas da un 52 %.

Si se tiene en cuenta la tendencia, el hastío de la gente con las variaciones de Mockus, que podría haberse callado en lugar de humillar al PDA para después aceptar su apoyo (lo que delata su tremenda equivocidad y aleja a la clase de gente que aborrece la falta de determinación ante las guerrillas), las tremendas sospechas que hay sobre la verdadera condición del Partido Verde, el sesgo de las encuestas, la presencia de los más siniestros representantes del chavismo en la campaña, la evidente absurdidad de una "legalidad" y una "decencia" defendidas con toda clase de improperios y calumnias por la clase de gente que escribe "doptor varito", "alvaraco" y "Casa de Nari", el desgaste de la ilusión de los partidarios de Vargas y Sanín y la emoción de despedirse de Uribe, entonces el resultado será sin duda una ventaja de Santos sobre Mockus de más de diez puntos, y puede que incluso, si hacen bien la campaña en la semana que queda o si consiguen la adhesión de Vargas Lleras, un triunfo por mayoría absoluta en primera vuelta.

Normalmente se depositarán unos 16 millones de votos, o un poco menos. Harían falta 8 millones para obviar la segunda vuelta, como sueñan los partidarios de Mockus, pero difícilmente llegarán a los cinco millones. No hay ningún problema: dirán que les robaron los tres millones que les faltaban, porque para ser a fin de cuentas la tabla de salvación del hampa que ha estado en permanente campaña de calumnias contra el gobierno los últimos ocho años (antes era de presión para que se premiaran las masacres), ¿qué importa una mentira más? ¿Qué importa que a fin de cuentas el registrador haya sido nombrado por la misma "Corte Suprema de Justicia" que cada día encuentra un nuevo escándalo para favorecer al candidato de los paniaguados de Chávez?

Nadie se dará cuenta de eso, ya me parece estar leyendo sus vociferaciones y amenazas.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 21 de mayo de 2010.)