domingo, mayo 07, 2023

Resarciendo a las víctimas

He visto un video en el que aparece Petro diciendo que «la emisión que hace el Banco de la República rutinariamente en vez de ir a los bancos debería ir en bonos para la indemnización de víctimas de la violencia». Lo primero que llama la atención es esa idea de que la emisión de dinero va a los bancos Es muy probable que Petro no sepa que los bancos reciben ese dinero como un crédito con intereses. A pesar de que todos los comentaristas lo consideran brillante (un genio del mal según la mayoría de los detractores), la verdad es que es un tipo muy ignorante, casi tanto como su vicepresidenta, cosa que demuestra a diario.

Pero lo cortés no quita lo valiente, por mucho que no sepa que no es lo mismo prestar dinero a los bancos con interés que simplemente gastarlo, por estúpido que sea, tendrá que suponer que tiene que haber alguna diferencia. Es decir, este grotesco «economista» —que prohíbe extraer hidrocarburos para salvar al planeta pero se jacta del aumento del uso del transporte aéreo, que es el que más contamina— miente cuando presenta la cuestión como si fuera algo optativo. La impresión de billetes para el gasto público es la forma en que se destruye la moneda, cosa que hacen siempre los comunistas y que este gobierno y el que lo siga harán. El resultado es  que el sueldo de un venezolano rara vez pasa de un dólar al día.

Pero esa propuesta no sólo es atroz por el daño que le haría a la economía sino sobre todo por las mentiras perversas que lleva. Bueno, ¿hay algún colombiano descontento con el proceso de paz de Santos? Es una cosa del pasado y realmente hasta los más descontentos con Petro aceptan que no hay modo de volver atrás, tal como no se discute la Constitución de 1991. ¿Cuáles son las «víctimas de la violencia»? Bueno, se dirá que son las «víctimas del conflicto», que es como si en lugar de víctimas de homicidio hubiera víctimas de las armas o de la vulnerabilidad humana. El presupuesto de la paz de Santos era la superación del conflicto y nadie discutió eso.

El asesino es el conflicto, por eso no hay asesinos, a los niños que yacían con Tornillo o con Joaquín Gómez los violó el conflicto, al policía que castraron delante de sus vecinos y al hombre que quemaron vivo por negarse a entregar a sus hijos les hizo eso el conflicto, a las decenas de miles de niñas violadas y forzadas a abortar, a las personas bomba, a los mutilados con minas quiebrapatas, etc. los perjudicó el conflicto, o bueno, la violencia.

Es necesario crear la categoría «excolombiano» para definirnos a los que no toleramos esa infamia. ¿Podría el lector mencionar un solo intelectual, artista, académico, jurista reconocido, etc. que se manifieste en desacuerdo con lo que se dice en el párrafo anterior? Yo no recuerdo a ninguno, no creo que los haya en Colombia.

¿Qué ha pasado? Que los descendientes de españoles incentivados por el Imperio británico se separaron de España y crearon una república que conservaba el viejo orden de castas y las viejas costumbres de parasitismo de los dominadores. El control del Estado dio lugar a incesantes guerras entre los clanes más poderosos, a veces larvadas cuando algún grupo estaba demasiado débil, como durante la llamada «república conservadora» o en el periodo siguiente. Los descendientes de los amos de la «república liberal» de los años treinta y cuarenta buscaron la alianza con los comunistas para recuperar el poder que perdieron en 1946 a causa de la división que generaba el caudillo fascistoide Jorge Eliécer Gaitán. De ahí vienen las primeras guerrillas, las de alias Desquite, alias Sangrenegra, etc. Cuando se creó el Frente Nacional el delfín por antonomasia, Alfonso López Michelsen, creó un partido aparte del Liberal, el MRL, del que surgió el ELN. También del MRL eran los que animaron a Tirofijo a volver al monte para crear las FARC, el brazo armado del Partido Comunista que presentaba listas conjuntas con el MRL. En la década siguiente la parentela del otro presidente liberal de los años treinta creó el M-19, siempre con la colaboración del régimen cubano.

Es decir, para asegurar el poder, esa casta organiza bandas de asesinos en alianza con regímenes criminales. En eso consiste «el conflicto», al que se atribuyen las obras de esas bandas. Como finalmente no hubo triunfo guerrillero, el éxito de los López, los Santos y los Samper se alcanzó vendiendo cara la derrota. Ellos encargan los crímenes y después los premian. Las incalculables fortunas del secuestro, la extorsión y el narcotráfico no son suficientes, a los subalternos del clan Santos hay que pagarles billones del contribuyente para que les ayuden a presentarse como pacificadores. Al tartamudo fatídico Juan Manuel Santos aun le dieron el Nobel de la Paz con el aplauso de toda la institucionalidad.

Ya en esa época se anunciaban proyectos multimillonarios para gastar dinero en el «posconflicto», componente de la negociación de la mayor importancia porque desactivaba cualquier clase de resistencia entre los políticos y periodistas. Tras el periodo de digestión de la paz que fue el gobierno de Duque, llegó Petro, con ministros del Partido Comunista y en general ligados a las organizaciones de fachada del comunismo. Llegó la hora de resarcir a las víctimas, es decir, de hacer realidad esos negocios que se anunciaban en la época de la negociación. En ese contexto es donde hay que entender los bonos de paz que propone Petro.

¿Quiénes son esas víctimas? Las reconocen como tales los funcionarios nombrados gracias a los acuerdos, es decir, los antiguos miembros de ONG dedicadas a cobrar los crímenes y «académicos» ligados al Partido Comunista o «fichas» de Santos, es decir, o son los propios terroristas o sus familias, o en general personas ligadas a las redes de poder de los terroristas en esas zonas, sin hablar de los millones de fraudes y corruptelas que habrá. En el supuesto de personas mutiladas, despojadas o deudos de asesinados, podrá haber alguna que tras sufrir la agresión de los peones de los Santos tendrán que convertirse en sus clientes para recibir alguna limosna. De ese nivel es la desfachatez de estos criminales.

Aun esas personas en la mayoría de los casos resultarían menos pobres si no se emprendiera ese gasto, porque el precio de destruir la moneda mediante la inflación y el «coste de oportunidad», la actividad económica que no se emprende por la inseguridad jurídica y la alta tributación, los dejarán mucho más pobres, como ya les ocurre a los venezolanos que antes de Chávez no tuvieron el azote del comunismo.

Pero eso fue lo que escogieron los colombianos al no oponerse a la negociación de paz por creer que bastaba ser devotos hinchas de un caudillo para impedir el triunfo del hampa.

(Publicado en el portal IFM Noticias el 16 de abril de 2023.)