Cuando Ricardo Puentes Melo anunció que se retiraba del Centro Democrático hubo unas palabras de comprensión en el programa radiofónico de Fernando Londoño, a las cuales respondió Eduardo Mackenzie con un escrito difundido en el periódico Debate. Reseñado en el mismo programa, dicho artículo recibió también el apoyo de Londoño. Voy a comentarlo porque ya es hora de plantearse seriamente si la unidad del uribismo es otra cosa que la resignación a los acuerdos de La Habana y al control de Colombia por el narcorrégimen cubano.
Escuché con atención Al Oído del 11 de agosto de 2017 (1). Si me permite, quisiera explicarle aquí, a usted y a los amigos de La Hora de La Verdad, mi posición ante el asunto de la renuncia de Ricardo Puentes al Centro Democrático.
Yo no comparto las tesis actuales de Ricardo Puentes. Digo tesis actuales pues me parece que Ricardo está evolucionando hacia posiciones deplorables muy rápidamente. Lo que dice hoy no lo decía ayer.
Durante años, él y yo hemos estado de acuerdo en muchas cosas. Él ha acogido y difundido, con generosidad y sinceridad, mis artículos en la página web Periodismo sin Fronteras. El secundó mis llamados de atención al CD y mis críticas al senador Iván Duque. Yo fui el redactor de la carta del 24 de diciembre de 2016, firmada por una docena de personas, casi todos del CD, donde criticamos la visión meramente electoralista de ese partido y su no disposición a movilizar masivamente, en calles y plazas, al pueblo uribista contra los pasos terribles que está dando JM Santos contra los equilibrios del país y sobre todo contra su sistema democrático. Allí decíamos: “La derrota de los planes totalitarios de las Farc no la lograremos con la sola fuerza de la discusión parlamentaria. Hay que pasar a la acción directa pacífica.”
Ya empiezan a asomar las falacias: se da por sentado que la discusión parlamentaria del CD es contra los planes totalitarios de las FARC. ¿Eso es serio? Todos hemos visto a Uribe jactándose de haber ido a salvar el acuerdo de La Habana por respeto a la palabra empeñada, y prometiendo no revocarlo. ¿Qué clase de lucha es ésa? El apoyo del CD al proceso de La Habana es algo que he documentado en decenas de entradas de este blog. La reproducción de la propaganda del narcorrégimen, que llama "la paz" a las componendas con los terroristas, es una constante, por no hablar de la búsqueda de una Constituyente acordada con las FARC que evidenció Juan Lozano y enlazó Uribe en su cuenta de Twitter: es FALSO que el CD haya luchado contra los planes totalitarios de las FARC. La derrota de dichos planes no la puede emprender el CD porque sus críticas constructivas a la infamia de La Habana eran siempre un penoso lloriqueo impotente por no haber sido invitados.
Yo sigo creyendo que ese electoralismo es un error del CD y del ex presidente Uribe y sostengo que el senador Iván Duque, admirador de George Soros, pertenece a una escuela de pensamiento opuesta a la del CD y está jugando un papel deplorable en la orientación de este partido. Sin embargo, no comparto lo que Ricardo Puentes ha dicho en sus últimos escritos, en su carta de renuncia al CD y, sobre todo, lo que ha declarado a El Espectador sobre el presidente Álvaro Uribe el 10 de agosto pasado.El pobre Duque aparece como un titán que resulta reinando sobre un partido que pertenece a otra "escuela de pensamiento". ¿Cómo es que es candidato y evidentemente el preferido de Uribe? ¿Y cuál es la "escuela de pensamiento" del CD? Se trata de un caudillo turbio y bastante limitado intelectualmente al que adulan toda clase de arribistas en nada distintos a los que acompañan a Santos. ¿La "escuela de pensamiento" del CD será la de Paloma Valencia o Sergio Araujo, que describen a Angelino Garzón como un demócrata parecido a los socialdemócratas europeos? Podría hacer una lista inagotable de sandeces de los "pensadores" que ocupan curules gracias a la popularidad de Uribe.
Allí Ricardo dice que el ex presidente Uribe “va a terminar cediendo” ante las Farc y que “ya lo está haciendo” y que ya se está “acercando” a las Farc. No comparto ese diagnóstico. Nunca he sostenido esa tesis, ni en mis escritos, ni en los llamados de atención al CD. Ricardo se suma así al matoneo mediático contra el expresidente Uribe.
Pero ¿no promete Uribe no revocar el acuerdo de La Habana? ¿No han estado siete años apoyando las componendas del gobierno con los terroristas? ¿No es Rafael Guarín, uno de los amanuenses de Uribe, el que propone aislar a los trastornados extremistas que cuestionan el acuerdo y llama a reconocer la nueva legalidad alcanzada por las FARC? Puestos a adular al Gran Timonel, no importa sumarse a la campaña de Guarín, o sea, del CD, para proteger el acuerdo. Pero lo mejor es la frase final que he puesto en negrita: no hay unas gentes que promueven el premio del genocidio y otras que se oponen, en realidad son lo mismo. Los que quieren a las FARC en el poder y los que creen que no se deben legitimar sus atrocidades son por igual detractores del presidente Uribe. ¿No es lo que dice?
El enfoque nuevo de Ricardo Puentes es, en mi opinión, inaceptable pues no resulta de la constatación objetiva de unos hechos precisos. Es un conjunto de alegaciones infundadas, caprichosas y sin respaldo. Una cosa es seguir una línea rigurosamente electoral y parlamentaria, quizás excesivamente prudente, frente al régimen sin escrúpulos santista, línea que uno puede compartir o no, y otra es capitular ante las Farc.¿No es constatación objetiva el hecho de salvar el plebiscito que el pueblo rechazó? ¿Y prometer no revocar unos acuerdos que parten de la legitimación de la rebelión totalitaria y terminan en la entrega de las claves del poder a una banda criminal? Eso se llama mala fe: el estilo uribista, se encuentra lo mismo en Guarín o en Yamhure, la descalificación por adjetivos, "infundadas", "caprichosas", etc.
Cuando presentó su renuncia, Ricardo afirmó que lo hacía pues estimaba que “la izquierda” del CD se había tomado el partido. En ese momento, el blanco de sus ataques era esa supuesta fracción. En realidad, como vemos ahora, ese no era su blanco. El blanco tampoco era Iván Duque, sino el ex presidente Uribe, como quedó claro en sus respuestas a El Espectador. Al decir eso Puentes cruzó una línea que él no había cruzado jamás.Nuevamente la proclama de lealtad al Gran Timonel: el crimen de Puentes es rechazar a Uribe, no importan los acuerdos de La Habana ni el resultado del plebiscito, lo que no puede pasar es que vengan a faltarle al respeto al padrecito de los pueblos. Muy lejos de lo anterior, en el escrito de Puentes aparece la infaltable proclama de adhesión y admiración por Uribe. Pero puestos a acusar a alguien es más consistente el argumento de la deslealtad al amado amito que el del trastorno extremista de querer hacer valer lo que el pueblo votó.
Ricardo Puentes ve ahora izquierdistas en todas partes y, lo que es peor, ve en ellos no solo personas que no piensan como él sino leninistas y terroristas en acción o en potencia. Puentes lo dice sin reatos. Le dijo a El Espectador que no está de acuerdo con el hecho de que haya “gente de izquierda” en el CD. Eso es nuevo. Es un error de apreciación que él no cometía antes.Fuera de lo que concierne al CD, el sectarismo ideológico es una manía espantosa que no sólo afecta a Puentes Melo sino a muchísimos activistas y usuarios de las redes sociales. Parte de los peores vicios del razonamiento: primero, la corrupción del lenguaje, una tradición colombiana que describe el primitivismo del país. Las palabras no necesitan corresponder al enunciado del diccionario sino que son idiosincrásicas. ¿Qué es izquierdismo? ¿Qué es izquierda? Según el diccionario académico, se trata de los reformistas o renovadores, en oposición a la derecha, formada por los tradicionalistas o conservadores. Según la Wikipedia se trata de la facción que busca la igualdad social. Si uno piensa en la sociedad colombiana lo primero que detecta es el rastro de la esclavitud. Es lo que la hace diferente a cualquier sociedad europea. La humillación, la miseria, el miedo en que viven las personas de condición social baja, entre las que predominan los mestizos y los descendientes de los indios y negros de la Colonia, es algo que rompe el alma. Lo que Colombia necesita ante todo es la superación de esa sociedad jerárquica de castas y exclusión. Lo que representa la conjura totalitaria, lo he explicado muchas veces, es la resistencia de ese orden. También he mostrado muchas veces que el triunfo de los totalitarios en 1991 acarreó un aumento de la desigualdad de diez puntos del coeficiente de Gini en la década siguiente. Resulta que gracias a la influencia comunista y de la Revolución cubana esa fuerza atávica, retrógrada y resistencialista, derechista en el sentido del diccionario, es lo que en Colombia se llama "la izquierda".
Colombia necesita una pasada por la izquierda que simplemente consiste en el imperio de la ley, en el respeto estricto a los derechos humanos y en la asimilación a las democracias avanzadas. Las jerarquías antiguas se defienden mediante crímenes y falacias, como la "acción de tutela", principal tarea de los juzgados, gracias a la cual la ley cede al arbitrio del funcionario. Pero ese tema se haría agotador aquí.
Cuando Puentes Melo y los demás "derechistas" (los verdaderos derechistas son los figurines de la universidad, herederos de un parasitismo de cinco siglos que conservan jerarquías y tradiciones inicuas) habla de la "izquierda" uno siente que ya no se trata de política sino de hexakosioihexacontahexafobia: se llama "izquierda", un lado de las cosas, pero en realidad es la marca de la bestia, el nombre vigente de Belcebú. Esa manía me hace recordar unos versos de Borges de los que él mismo se jactaba (alude a El corazón de las tinieblas, de Conrad):
Es eso, lo inmediato (las atrocidades terroristas, el reino de la gran mafia de la cocaína, la entrega del país a una banda criminal extranjera, la conversión del poder judicial en una agencia de verdugos, etc.) "pierde prehistoria y nombre" porque "el mundo es unas cuantas tiernas imprecisiones": el mundo sólo es la batalla cósmica entre la izquierda y la derecha, entre el bien y el mal, entre el divino creador y el maligno. Las nociones de "izquierda" y "derecha" no requieren ser demasiado precisas, y eso funciona a la manera del patriotismo: demanda una adhesión total. Es exactamente lo que pasa con los comunistas, que también ven a sus adversarios como "los malos" y tampoco están para detenerse en conceptos. (Un amigo mío pintó cuando tenía unos dieciséis años unos mamarrachos que recordaban el test de Rorschach y los llamó La burguesía.)El humo desdibuja gris las constelaciones
remotas. Lo inmediato pierde prehistoria y nombre.
El mundo es unas cuantas tiernas imprecisiones.
El río, el primer río. El hombre, el primer hombre.
Volviendo al CD y al escrito de Mackenzie, la visión de Puentes Melo de una "izquierda" del CD, de una facción ligada de algún modo a la conjura comunista, no es nada errada: ya hemos visto que hay personajes que se jactan de su pasado en el MOIR y que casualmente están asociados con el senador que dirigía el M-19, con personajes como Alfredo Rangel, un antiguo "violentólogo", es decir, propagandista de las falacias que legitiman el terrorismo, y aun otros. Son los que promueven a Duque, que asegura que hará "modificaciones" al acuerdo de La Habana. La actitud de Uribe es de plena correspondencia con ese grupo de aduladores. Y la cuestión a estas alturas es ¿qué mueve a Mackenzie a querer estar en el mismo partido de esa gente? Son el bando de "la paz" y prosperan por la adhesión sentimental de mucha gente al Gran Timonel. Decir que esa disposición de ese grupo dominante no es "capitular ante las FARC" es sencillamente mala fe.
En su renuncia al CD Puentes afirma, sin prueba alguna, que el CD incluía, desde el comienzo, “viejos terroristas marxistas y socios de Pablo Escobar”. ¿Por qué Puentes dice estas cosas hasta ahora? ¿Desde cuándo él sabe eso? ¿Por qué no lo dijo antes? ¿El CD acoge en su seno a “socios de Pablo Escobar”? ¿Quiénes son? ¿Por qué Fuentes no da los nombres? Esa forma de lanzar la piedra y esconder la mano es detestable.¿No es Everth Bustamante un viejo terrorista marxista? Lo de los "socios de Pablo Escobar" es evidentemente una alusión a José Obdulio Gaviria, a quien también Andrés Pastrana señaló como personaje próximo al narcotráfico (no sé nada del asunto y no puedo decir si eso tiene sustento). Pero ¿por qué dice Puentes esas cosas hasta ahora? Porque confiaba en Uribe. Yo también hice propaganda por Santos en 2010. Alguna vez se entenderá que la tragedia colombiana es la confianza en Uribe, que tras 17 años liderando a la mayoría sólo ofrece una formidable derrota.
La visión sectaria de Ricardo me sorprende. Se ha venido forjando, no sé cómo, en los últimos meses. Afloró ante un dramático evento reciente que nada tiene que ver con el CD. Ese hecho, en junio pasado, me llamó la atención y me obligó a poner un punto final a nuestra colaboración política y periodística. Hablo de la trágica muerte de la joven francesa Julie Huynh, una de las once víctimas (tres muertos y 8 heridos) del atentado contra el centro comercial Andino, el 17 de junio pasado. Ella había ido a Bogotá a ayudar a niños de un barrio pobre, en el marco de sus estudios universitarios en París. Sin verificar nada, Ricardo acusó a Julie de haber sido una “izquierdista”, por haber viajado unos días a Cuba y a Vietnam (sin saber que una parte de la familia de la joven es vietnamita). Acusó a Julie, sin la menor prueba, de haber sido la persona que llevó la bomba al baño del segundo piso de ese centro comercial.
Fue una acusación absurda (la madre de Julie fue herida por la explosión), infame y muy cobarde que la investigación de la Fiscalía no confirmó. Yo cuestioné vigorosamente desde el primer momento esa calumnia y la sigo cuestionando. Ricardo Puentes rechazó mis argumentos. Se empeñó en que Julie era la autora del atentado pues ella trabajaba con una Ong bogotana pretendidamente “de izquierda”. Hasta la madre de Julie, Nathalie Levrand, fue objeto en las redes sociales de una campaña infame para mostrarla como otra “guerrillera”. Todo eso les fracasó. Semejante cubrimiento de lo del Andino en Periodismo sin Fronteras –no han dicho siquiera que la Fiscalía y la Sijin descubrieron, el 23 de junio, la célula terrorista (el llamado MRP) que está acusada de haber cometió la atrocidad del Andino, ni han mencionado que a los ocho detenidos les encontraron armas, explosivos, propaganda y planes del centro Andino, y pruebas que los ligan a otros atentados cometidos en otras ciudades en los últimos meses—arruinó la credibilidad de esa página web.En ninguna parte del escrito de Mackenzie es tan evidente la mala fe como en estos párrafos: no sé si Puentes Melo acusó a la chica francesa pero sí lo hicieron muchos usuarios de Twitter. Esa atribución es en efecto irresponsable, pero no absurda como pretende Mackenzie con argumentos que delatan la intención de mentir. Ir a Bogotá a ayudar a los niños de los barrios pobres es lo que hacen miles de internacionalistas europeos, casi siempre afines al comunismo, y tan noble ayuda es a la vez "marketing interno" (es decir, que con las vacaciones filantrópicas las ONG y las redes totalitarias que las controlan "fidelizan" y comprometen al joven catecúmeno) y propaganda dirigida a esos barrios (los acompañan los militantes locales, ansiosos de reclutar activistas y líderes populares que sirvan a sus fines). Que Mackenzie presente la bella intención de la chica como lo más lícito e incuestionable de este mundo es sencillamente desfachatez: no puede ignorar lo que es esa clase de turismo.
Yo no sé si Julie Huyn estuvo en Cuba: ¿pretende Mackenzie que quizá no estuvo? Tampoco si tenía relación con una ONG "izquierdista". De nuevo: ¿no tenía relación? ¿No era una ONG "izquierdista"? Es el típico libreto de la internacionalista que colabora con las bandas terroristas colombianas. Yo he conocido a decenas de personas así. Eso no demuestra que ella pusiera la bomba, pero ¿se sabe quién puso la bomba? Una cosa es la presunción de inocencia, que no se es culpable de algo mientras no se demuestre, y otra la prohibición de la sospecha. Un investigador riguroso tendría que tenerla como primera sospechosa y prestaría atención a las pruebas. Es lo que interesa de la actitud de Mackenzie, lo que demuestra una mala fe espantosa: toma como pruebas elementos que no demuestran de ninguna manera que los acusados pusieran la bomba.
Aparte de la pasión y los adjetivos, no hay nada por lo que la joven y su madre no pudieran ser las autoras del atentado. El cuento de que la captura de unos sospechosos no apareciera en Periodismo sin Fronteras es traído de los cabellos: no es un medio noticioso, no compite con RCN y El Tiempo. Pero los argumentos con los que Mackenzie acusa a los capturados son más endebles que los de quienes acusan a Julie Huyn, empezando por la FASCINANTE confianza en la Fiscalía colombiana: sencillamente, se prescinde de averiguar quién puso la bomba, toda vez que ya se encontró un culpable fácil, curiosamente el mismo que encontraron los de El Tiempo desde el principio. Alguien que quisiera averiguar quién puso la bomba se preguntaría por los videos del Centro Andino, cosa que ni a los medios colombianos ni a la Fiscalía ni a Mackenzie les interesan: ¿no habrá que pensar que hay alguna motivación espuria en la ocultación de esos videos? CUIDADO, sale Mackenzie echando espumarajos y los maldice por calumniar a la dulce filántropa.
El discurso actual de Ricardo sobre el Centro Democrático y sobre el ex presidente Uribe es el segundo resultado notable de ese cambio de visión. Puentes describe el CD como “un partido leninista en su estructura de poder y concentración de las decisiones, y gramsciano en sus acciones”. Esa afirmación increíble refleja una cierta ignorancia de lo que es el leninismo y el marxismo gramsciano. Gramsci fue un fundador y un ideólogo del PC italiano. Decir que el CD es un partido gramsciano es decir que el CD es un partido marxista. Ese es el planteamiento de Puentes. Por eso se retira del CD: porque cree que el CD es un nuevo tipo de partido comunista. ¿Quién puede creer eso?
Puentes no se atreve a develar en fondo de su pensamiento (que el CD es un partido comunista), pero sí dice que es un partido leninista sólo “en su estructura de poder y concentración de las decisiones”. Dudo mucho que Puentes sepa cómo funciona en verdad un partido leninista. Sospecho que de eso tiene un conocimiento libresco. Creer que puede haber un partido leninista sin valores leninistas proclamados pero con una forma organizativa leninista es salir del mundo real.¿De qué modo es "salir del mundo real" que haya partidos basados en las normas organizativas leninistas sin un programa leninista? ¿Se entiende por experiencia? Esa expresión "centralismo democrático" se usa en todas partes para aludir a las dictaduras de camarillas en el interior de los partidos.
“Al partido lo llamaron ‘Centro Democrático’, seguramente para hacerle honor al ‘Centralismo Democrático’ de Lenin”, dice Puentes. Ello muestra que Puentes piensa el leninismo como una forma de organización, no como un sistema ideológico totalitario. El leninismo es una forma consecuente, quizás la más consecuente y aterradora, de marxismo. Es una ideología global, una visión del mundo, del poder sobre la humanidad, de la historia, y no solo una forma de organizarse para adueñarse del poder. La excepcionalidad del leninismo es que trata de imponer “la democracia para el pueblo” mediante “la dictadura del proletariado”. El aporte mayor de Lenin fue decir que “la dictadura del proletariado”, es decir de la vanguardia (minoritaria) del proletariado, “es la esencia misma de la doctrina de Marx”, que esa dictadura contra las mayorías debe ser un poder sin restricciones, violento, sin parlamentarismo y que esa dictadura es “un millón de veces más democrática que cualquier democracia burguesa”. El leninismo instauró en Rusia el sistema de partido único, algo que era completamente ajeno al pensamiento occidental. Las críticas más prontas y acertadas contra las tesis de Lenin vinieron de Karl Kaustky, el ideólogo de la socialdemocracia alemana, el mayor partido socialista europeo, quien publicó un librito intitulado “La Dictadura del Proletariado” que hizo saltar de rabia al autor de “El Estado y la Revolución”.El Centro Democrático se llama así para indicar que no es de derecha ni de izquierda. No se trata de equidistancia ni de moderación, sino de superación de las ideologías, que se funden en la unanimidad de amor al Líder (el fascismo originario, el nazismo y sus variantes sudamericanas como el peronismo pretendían exactamente lo mismo).
Puentes cree que, para corregir el rumbo, el CD debería estar integrado exclusivamente por gente “de derecha”. Esa sería la garantía de que el CD no es un partido marxista. Es un punto de vista ingenuo e impracticable. Todos los partidos tienen en su seno tendencias o facciones “de derecha” y “de izquierda”. Y eso es legítimo. La vida democrática de un partido depende de esas tendencias, de si éstas pueden expresarse, discutir entre ellas y tomar decisiones unitarias. Sólo las sectas comunistas no toleran las tendencias: las liquidan de diferentes maneras. ¿Es el caso del CD? No he visto nunca nada semejante a eso. El CD se llamó así no para rendirle un culto disfrazado a Lenin sino para hacer, desde el comienzo, un polo de atracción, un centro de confluencia de voluntades, un centro de centro-derecha, popular y anti totalitario, no un partido “centrista”, ni un partido-valija donde todo cabe y dominado por una clique autoritaria. Sin ese perfil claro el CD no habría tenido el éxito político que tiene.
Esto es un disparate inverosímil, pero Mackenzie lo usa con base en que "izquierda" y "derecha" son palabras que cada uno entiende como quiere. Claro, en todos los partidos habrá tendencias que estarán más a la derecha o a la izquierda, como decir que visto desde Shanghái Pekín es "el oeste". Pero en el sentido general de "izquierda" o derecha ningún partido puede tener tendencias realmente opuestas porque precisamente un partido es una opción en un abanico de posibilidades. Nadie podría estar en el GOP proponiendo la nacionalización de la banca ni en la socialdemocracia europea proponiendo la eliminación del impuesto sobre la renta. En el CD hay personas que ya con Santos en el poder aludían a Uribe como socio del paramilitarismo o que como el propio Rangel se oponían a la política de seguridad democrática.
Tienen la razón quienes dicen que no hay problema si personas de izquierda, o con un pasado de izquierda, apoyan las tesis del CD y que lo pernicioso sería que hubiese gente de izquierda que busca, de manera embozada, llevar el CD hacia posiciones de izquierda diciendo que son de derecha. El punto central es este: ¿puede un ex comunista, o un ex trotskista o un ex maoísta, o un ex anarquista, militar lealmente en un partido de derecha? Mi respuesta es sí, si respeta el programa de ese partido. Nadie debe olvidar el aporte decisivo de ex comunistas y de ex socialistas, tras su ruptura con esas ideologías, a la lucha contra los dos grandes sistemas totalitarios, incluido el comunista. Solo unos nombres: Arthur Koestler, Boris Souvarine, Walter Krivitzky, Richard Krebs (Jean Valtin), Margarete Buber-Neumann, Ante Ciliga, André Gide, Victor Serge, George Orwell, Manès Sperber, Milovan Djilas, Leszek Kolakowski, Annie Kriegel, Jean-François Revel, Jorge Semprun, Alexander Yakovlev, etc.De nuevo la mala fe de presentar a los arrepentidos del comunismo como si fuera el caso de los moiristas y terroristas del CD. ¿En alguna parte Bustamante o Rangel o los del MOIR han abjurado de su antigua militancia y han ayudado a combatirla? En absoluto, es manifiesta la afinidad que tienen con el senador Robledo y el orgullo de su pasado revolucionario.
En cambio, un narco-guerrillero de las Farc o del Eln, o de otra organización armada, no puede presentarse de la noche a la mañana y reclamar la confianza de la sociedad, de los partidos y sindicatos. Antes debe rendir cuentas a la justicia y declarar su ruptura con su pasado de violencia. Demostrar que ha hecho un trabajo personal profundo de reflexión moral y política es también muy importante.No vayan a creer que un narcoguerrillero de las FARC o el ELN es lo mismo que un narcoguerrillero del M-19. Éstos pueden tener amigos dentro del CD y hacerse amigos de Uribe y llegar a senadores. ¿No es el colmo de la desfachatez que Mackenzie diga esto? ¿Ha rendido Bustamante cuentas a la justicia? Por favor.
Ricardo habla de partido gramsciano. Gramsci inventó la estrategia de la “subversión lenta” que mina desde dentro al Estado “burgués” para alcanzar el comunismo mediante la imposición de una nueva “hegemonía cultural” (3). ¿Hemos visto en eso al CD? No, todo lo contrario. No hay otro partido que haya producido una literatura anticomunista y anti Farc más completa que el CD, gracias a sus dirigentes, militantes y activistas. No hay otro partido que haya denunciado el trabajo de zapa y la penetración de las instituciones por los bonzos marxistas. No hay otro partido que haya liberado más la palabra y dado el combate de ideas contra el PCF y las Farc. ¿No vemos en que quedó en Colombia la ideología del comunismo? Están sin argumentos y muy discretos ante el debate ideológico, ofreciendo faribolas en lugar de la retórica alevosa de antaño. Si están ganando la guerra, como dicen algunos, es porque siguen conservando las armas y el dinero y metiendo miedo con eso en las universidades, en el parlamento, en los cuarteles, en las redacciones, en los sindicatos, en las parroquias, en los municipios. Pero su ideología está por los suelos. ¿El CD un partido gramsciano?Ciertamente el CD no ha hecho ninguna campaña anticomunista sino que por el contrario se ha mostrado de lo más comprensivo con los comunistas. ¿Nadie ha leído las declaraciones de Paloma Valencia sobre el MOIR? ¿Y la reivindicación generalizada de Angelino Garzón? Este personaje es un asesino de primer orden porque en calidad de miembro del Comité Ejecutivo Central del Partido Comunista dirigía la acción de las FARC. ¿Se ha arrepentido y ha ayudado a combatir a los terroristas? Sencillamente, el hombre representaba al G2 en el primer gobierno de Santos tal como lo hacía Humberto de la Calle en el de Samper. Y su adhesión a ese régimen es manifiesta. Lo que lo une al Gran Timonel es algún tipo de intereses turbios que describen algo de verdad ominoso, pero que no se puede mencionar sin soliviantar a la caterva de aduladores que esperan prosperar al lado del Gran Timonel.
Lo del partido gramsciano de Puentes lleva a hablar de otro vicio que define el sectarismo ideológico: el fetichismo de la ideología. Dado que la izquierda es el 666, toda es lo mismo: una vocinglera y la otra taimada, siempre obedece a un mismo plan. De modo que cualquiera que discrepe de un discurso conservador, confesional y tradicionalista resulta un agente de esa vasta conjura. ¿Eso es serio? Primero ya he explicado que "izquierda" es una noción confusa, si uno se ciñe al socialismo, que es sólo una posibilidad de la "izquierda", no se puede decir seriamente que un socialdemócrata europeo es lo mismo que un comunista, aun si busca efectivamente el predominio del Estado en la economía. Ya desde el mismo siglo XIX hubo en los partidos socialistas sectores "revisionistas" que planteaban la renuncia a la revolución que proponía Marx. El respeto a las instituciones democráticas marca la diferencia, no es lo mismo el SPD de Helmut Schmidt que el Jemer Rojo. No se podría decir que un hombre que se interesa por una mujer y le regala flores y joyas, le escribe poemas y se casa con ella es lo mismo que el que la viola porque ambos pretenden efectuar lo que el cómico español Chiquito de la Calzada llama "la guarrerida del diodeno".
Esa paranoia ideológica está por todas partes y es una peste. El propio Puentes Melo aludía al general Naranjo como una persona de izquierda. Insisto, se trata del 666: en la realidad la inmensa mayoría de la gente no obra movida por la ideología sino por sus intereses específicos. La posición política de Naranjo sólo corresponde a su conveniencia de prosperar como cortesano del gobierno. Pero por lo mismo es frecuente leer que Soros es marxista o izquierdista. Precisamente su credo ideológico manifiesto se basa en un texto anticomunista, el famoso libro de Karl Popper. Que en sus maquinaciones se haga socio de los más siniestros totalitarios, como los de las FARC o Podemos, es algo que no tiene que ver con su ideología sino con sus negocios. Eso de prosperar en alianza con los gobernantes y en relación con intrigas políticas es algo que él hace con extrema habilidad en el mundo globalizado, pero en absoluto novedoso (alguna vez se verá que los negocios de Carlos Slim corresponden también a alianzas parecidas). Y los ejemplos serían inagotables: el fetichismo de la ideología tiene dos caras, parece que las adhesiones ideológicas lo resolvieran todo (todo el que tenga algún contacto con las clases acomodadas de cualquier país de Occidente recordará a aquel compañero de estudios, casi siempre el más tonto, que ahora es budista y desprecia a todos los que acertaron con su profesión o hicieron algo memorable) y que los problemas del mundo derivaran de las teorías políticas: todo estaba bien hasta que la bestia encarnó en Marx, cuyo método de análisis es la causa del peculado y el narcotráfico.
Puentes le reprocha al CD y al senador Álvaro Uribe decir que los acuerdos Farc-Santos no se deben romper sino ser reformados. “Eso no tiene sentido”, dice Puentes. No estoy de acuerdo. Se trata de un punto de acción, de una cuestión de táctica política, no de un principio programático. Sobre eso puede haber diferencias en el CD y nadie puede ser estigmatizado por tenerlas. Personalmente soy de los que dicen que esos acuerdos deben ser abolidos.
Sobre este tema, Ricardo no es coherente. El ve en ese punto táctico una prueba de que Uribe está “cediendo” ante las Farc o “ya lo está haciendo”. El no ve a los pre candidatos Carlos Holmes Trujillo, Rafael Nieto y Rosario Guerra como gentes de izquierda que van a “traicionar” a Uribe y al CD. Los tres piensan que el pacto Farc-Santos debe ser reformado en parte. ¿Los tres candidatos han “cedido” ante las Farc? Puentes niega eso. ¿Por qué entonces solo emplea ese punto para fundar su gravísimo reproche contra el ex presidente Uribe?
De modo que la traición al voto popular es una cuestión de táctica política. Es lo que dicen siempre los uribistas, un vicio colombiano: algo es eficiente en la medida en que es tramposo. Pero ¿cómo no entender que está cediendo ante las FARC? Porque está prohibido cuestionar al Gran Timonel. Por supuesto que aceptar que hay una guerra legítima (cosa que ha hecho siempre el CD, ¿no se acuerdan de la "paz sin impunidad"?) es ceder ante los terroristas, tácitamente legitimarlos. Lo que piense Mackenzie sobre los acuerdos, mejor dicho, lo que dice que piensa, es sólo para no resultar contradiciendo lo que decía antes. No cuenta para nada porque la única opinión que cuenta en el CD es lo que le parezca a Uribe, y lo que le parece a Uribe es lo que le dicen los aduladores de la camarilla organizada y muy solvente. Adherir a Uribe y el CD es adherir a los pactos de La Habana, que serán "modificados" como quien mejora las violaciones o los atracos.
Creo que Ricardo tiene una visión simplista de la coyuntura política. Eso le permite librarse intelectualmente al matoneo contra el CD. El no ve el inmenso riesgo que tiene el país, ni la importancia de los partidos y de los militantes en este momento. Lo que se agudizará desde el comienzo en 2018 es un riesgo descomunal, no el de que una coalición de izquierda gane las elecciones, sino que Colombia, por esa vía y gracias a la confusión, caiga dócilmente en manos del comunismo, el mismo que ensangrienta a Venezuela, bajo el disfraz de “la implementación de los acuerdos de paz”. Todas las fuerzas, corrientes, candidatos e individuos que rechazan ese futuro de caos y destrucción deben transcenderse, entablar un diálogo y llegar a acuerdos sobre una candidatura presidencial imparable, con una persona que puede ser o no del CD, que pueda ganar desde la primera vuelta, y sobre un frente parlamentario mayoritario y sólido, para derrotar los planes Farc-Santos. ¿Jugar a la demolición del CD y del expresidente Uribe en este contexto servirá a quién?Buenísimo: en oposición a una visión simplista hay una visión esclarecida, que no distingue entre detractores del CD que se oponen al acuerdo de La Habana y detractores del CD que lo apoyan. La disyuntiva binaria ya no es entre izquierda y derecha sino entre los que están con el padrecito Uribe y los que están en contra, entregados al "matoneo" (admirable forma de afrontar la discusión).
Resulta que el CD no es realmente una fuerza que rechaza ese futuro: ya he explicado que es gracias a Uribe por lo que la mayoría resulta siempre perdiendo. Por lo que la monstruosa traición de Santos y la implantación de la tiranía no han tenido oposición. La unidad de los opositores del terrorismo ha sido inquebrantable durante 17 años y el resultado ha sido el triunfo de los terroristas.
No habrá una candidatura unitaria de oposición porque hay sectores que no quieren reconocer el acuerdo de La Habana. El candidato que vaya por el CD no pasará a segunda vuelta por la sencilla razón de que el CD no es oposición al acuerdo de La Habana y su candidato resultará indistinguible de Vargas Lleras o Pinzón, aunque menos carismático y con menos clientelas y recursos. La única opción es una candidatura que polarice en torno al rechazo al triunfo de los narcoterroristas, y ahí no cabe el CD porque es uno de los partidos de la paz (ya he comentado en muchos sitios como en cinco elecciones se evitó convocar a los votantes a rechazar esa infamia).
Lo que urge es la unión de los ciudadanos que nos oponemos al nuevo régimen. Los uribistas pueden seguir unidos y aun unirse a los demás valedores de los acuerdos. El caudillo sólo quedará con una fuerza residual que ya no tiene nada que decir y en esa medida es un cadáver político.
El texto de Mackenzie se llama "Carta a Fernando Londoño": el ex ministro es al respecto una persona decisiva, todavía pertenece al CD y tiene, seguramente sin quererlo, la deprimente tarea de encauzar la indignación de la gente con las infamias del narcorrégimen para que sirva a los designios conciliadores de Uribe y los maoístas (todo hace pensar que han recuperado contactos con el partido que domina la potencia que ha comprado media África y expande sus redes por toda Asia y Europa). Ya verá él si contribuye a la unidad de los seguidores del caudillo o a la unidad de los que rechazamos los acuerdos. ¿O estará para creerse que la aceptación de todos los supuestos de "la paz" es "táctica política", pura astucia de un genio incuestionable?
Tampoco se trata de la izquierda o la derecha, claro que una movilización contra la tiranía puede ser amplia. Basta con tener como banderas la ley, la justicia, la democracia, la libertad y los derechos humanos y tomarse en serio destruir el nuevo orden implantado por el heredero de Uribe. Si no se hace ahora se hará después, con una enorme desventaja. Lo que no puede hacerse es seguir confiando en las astucias inventadas del que quiso entender el NO del plebiscito como un SÍ matizado. Esa ligereza pone a quien sea en el lado del narcorrégimen.
(Publicado en el blog País Bizarro el 28 de agosto de 2017.)