miércoles, marzo 02, 2016

¿Quién orienta a Colombia?


Alexander von Humboldt viajó por la América española a finales del siglo XVIII y quedó impresionado por el esplendor de las ciudades, cuyo nivel de vida poco tenía que envidiar al de las capitales europeas (que, sobre todo en Alemania, no eran muy grandes). Si se pensara en el resto del planeta, empezando por Norteamérica y siguiendo por Asia oriental, la América española resultaría una región especialmente afortunada.

Unas décadas después, Alexis de Tocqueville señaló en La democracia en América que la prosperidad que empezaba a notarse en Estados Unidos no obedecía sólo a la abundancia de recursos para una población relativamente escasa, porque de otro modo las repúblicas hispanoamericanas no serían miserables, ya que tenían un acceso más rápido a riquezas mucho mayores. Las guerras napoleónicas habían permitido un gran avance de la nación que no participó en ellas (la nueva república angloamericana) y un empobrecimiento de las que sí participaron (la independencia de las colonias españolas en América fue parte de esas guerras).

Al cabo de casi dos siglos de vida independiente, las antiguas colonias españolas siguen siendo regiones atrasadas y desordenadas mientras que las más diversas regiones prosperan, en las últimas décadas sobre todo las de Extremo Oriente. ¿Por qué ocurre eso?

El que haya leído este blog antes ya estará acostumbrado a la mención de la herencia del esclavismo y la mentalidad parasitaria de las castas superiores de la sociedad colonial. Para reforzar esa idea voy a citar unos tuits del escritor español Ignacio Ruiz Quintano:
También en España el clero pasó del catecismo al leninismo sin que su vocación parasitaria cambiara un ápice; en los países del norte de Europa la Reforma y en Francia la Ilustración permitieron superar la hegemonía de ese gremio. Las noticias recientes sobre los restos de Camilo Torres Restrepo traen a la actualidad esa vieja afinidad sociológica.

El núcleo de la cuestión es la resistencia de los grupos dominantes a la asimilación al mundo moderno, de ahí la adhesión leninista (cosa por lo demás común a toda Hispanoamérica). Por eso esos grupos aprueban todo lo que amenace la hegemonía mundial de los países anglosajones y sus valores de libertad y prosperidad. En los años sesenta los universitarios (que eran la quintaesencia de las clases altas pues la mitad de la población era analfabeta) eran mayoritariamente guevaristas, y si el nivel cultural les alcanzaba se unían a las huestes de admiradores de Sartre, Marcuse y los demás antiliberales europeos.

Una de las cosas más divertidas de Colombia es la disposición generalizada a atribuir inocencia al mundo "académico", que siempre vive descontento con el orden existente y su corrupción, como si los políticos corruptos no fueran simplemente los egresados exitosos. ¿Hay alguna relación entre la ideología universitaria y la cleptocracia? Sin la menor duda: el corrupto desprecia las instituciones y leyes a las que debería servir porque la "educación" le inculca ese desprecio. Condenado a servir a un amo al que desprecia, lo menos que puede hacer es velar por la caridad, que empieza por uno mismo.

Volviendo a la cuestión de la ideología, y del título de este post, es muy llamativo que el gobierno de Santos llevara como asesor al español Baltasar Garzón, un juez condenado como prevaricador por sus superiores. En lugar de buscar la asimilación con los países más avanzados, se busca la identificación con quienes los combaten. Del mismo orden son las invitaciones a economistas de izquierda al Hay Festival, habrá que saber con cuánta inversión.

¿Qué van a decir Piketty y Stiglitz? Que el capitalismo es una gran fuente de desigualdad, muy en la línea de la propaganda del gobierno y de ese viejo recurso de halagar a los perdedores hasta convertir el esfuerzo y el acierto en culpas. La desigualdad ha aumentado en las últimas décadas si se comparan los ingresos de los más pobres con los de los más ricos en los países avanzados. Si se comparan los ingresos de los chinos, indios y africanos con los del promedio de los europeos y estadounidenses, se ha reducido tremendamente. ¿Se han empobrecido los pobres de los países ricos? En absoluto, basta con que cualquiera mire cuál era el PIB per cápita hace treinta años y lo compare con el actual. ¿Ha causado el enriquecimiento de Bill Gates o Zuckerberg el empobrecimiento de alguien? En absoluto, al contrario, miles de millones de personas en todo el mundo han prosperado notablemente gracias a las nuevas tecnologías y al libre movimiento de capitales...

El fondo de la condena de la desigualdad es el viejo impulso del saqueo, que anida en el fondo de la mentalidad hispánica, sobre todo en Hispanoamérica, no es raro que el 9 de abril de 1948 la chusma corriera en Bogotá a saquear las tiendas de judíos y libaneses, ni que Nicolás Maduro ganara unas elecciones prometiendo el saqueo legal de los comerciantes libaneses. Parte de la suposición de que la riqueza es la misma siempre y si alguien obtiene algo es porque se lo quitó al que no tiene nada, cosa que curiosamente es lo que hacen los ricos colombianos que invitan a Piketty y Stiglitz, que ciertamente no inventan ni producen nada, aparte de monsergas para alentar el crimen y lucrarse de él.

Pero no es sólo ese despojo, es la misma idea de la desigualdad: un profesor universitario colombiano se gana el sueldo de unas 15 personas normales (dado que la mayoría de la población gana el salario mínimo y a menudo menos) por recitar a Marta Harnecker y citar a Piketty y Stiglitz. La causa de la desigualdad es la lucha contra la desigualdad, en la que se proveen recursos millonarios a parásitos que se enriquecen copiosamente sin aportar nada. Como ya he señalado muchas veces, la multiplicación del gasto público (por 19, que se dice pronto) y el aumento del gasto en universidades durante los años noventa condujeron a un aumento en diez puntos en el coeficiente de Gini.

En Colombia se debería pensar en favorecer la creación de empresas y el empleo y no en corregir la desigualdad despojando al que produce para enriquecer al redistribuidor. Eso corresponde a una mentalidad extraña a la tradición del país, pero es la que define el desarrollo de los países, de lo que se han visto ejemplos formidables en las últimas décadas en Asia oriental. Pero por eso mismo necesita oponerse a los ideólogos anticapitalistas y socialistas, que sólo sirven de coartada a los parásitos dominantes, de fuente de buena conciencia y de increíble pretexto para enriquecerse a los mismos descendientes de la casta que oprime y despoja a los ciudadanos desde antes de que se fundara la república.

ACLARACIÓN (06-02-2016): Alguien en Twitter me señaló que Piketty incluye a Gates y Zuckerberg en un elenco de millonarios productivos, lo cual se opone a lo dicho en el post. En ninguna parte he querido dar a entender que he leído los libros de Piketty, no lo he hecho y por eso hago una suposición que resulta errada. Al parecer, el economista francés que propone impuestos altos a la riqueza condena a los especuladores. La cuestión de si la inversión es una manera de despojo a alguien queda para otra ocasión: puede que el codicioso que invierte en empresas de nuevas tecnologías contribuya a la generación de riqueza más que los ingenieros e inventores, tal como siempre ha ocurrido con el comerciante, que no inventa nada pero propaga los inventos y sus beneficios de un modo que debería generar más gratitud que el mismo hecho de desarrollarlos.

(Publicado en el blog País Bizarro el 5 de febrero de 2016.)