Tras la destrucción de Europa en las dos grandes guerras del siglo XX, que según muchos autores es una sola guerra que terminó en 1989, los viejos imperios decayeron y la nación hegemónica fue Estados Unidos, la nación cuya intervención fue decisiva para derrotar a los imperios alemanes y al Tercer Reich que los heredó. Durante la llamada Guerra Fría, ese papel fue aún más importante porque sin su participación habría sido imposible contener la expansión soviética en Europa y Asia.
Pero ese papel siempre fue cuestionado internamente por diversos actores, en los años treinta por los pacifistas, a los que dirigían y manipulaban los partidarios de Hitler o del comunismo, en los años sesenta por la casta universitaria, que movilizó intensamente a los jóvenes que no querían morir o sufrir lesiones en Vietnam y a punta de hábiles recursos de propaganda consiguieron que finalmente hubiera una retirada gracias a la cual triunfaron los comunistas, también en Laos y Camboya, donde inmediatamente ejecutaron uno de los mayores genocidios de la historia (no se conocen casos de naciones soberanas en las que un gobierno haya exterminado a más de una cuarta parte de la población sin que hubiera ningún enfrentamiento civil). La relación entre el pacifismo de esos años y la moda hippie y contracultural que lo acompañó y el horror que produjo en el territorio lejano es algo que se escapa a la atención de todo el mundo en Occidente.
Como expresión de esas corrientes pacifistas que permitieron la victoria comunista en Vietnam llegó a la presidencia en 1976 Jimmy Carter, gracias al cual los soviéticos se sintieron seguros para expandir su imperio a varias regiones africanas, a Nicaragua y a Afganistán. Hacia 1980 el mundo era mucho más inseguro que nunca desde 1945.
Tras doce años de gobiernos republicanos hubo ocho en los que volvió la disposición pacifista a reinar, lo que tuvo como fruto los genocidios de la antigua Yugoslavia y de Ruanda: la odiada "Guerra de las Galaxias" de Reagan tuvo como efecto la liberación de Europa central y oriental y el fin del imperio soviético; el pacifismo de Clinton (cuyo último fruto en América fue el infame proceso del Caguán, promovido por dicho gobierno, que llegó a reunirse con las FARC en Costa Rica) produjo atrocidades gravísimas. Siempre se sigue ese patrón.
Tras los dos gobiernos de George Bush hijo, la izquierda había conseguido de nuevo suficiente fuerza y recursos para llevar a uno de los suyos a la presidencia. Los elevados costos de la guerra de Irak, multiplicados por los errores del gobierno (el peor de los cuales fue suponer que un gobierno chiíta obraría con sensatez después de las atrocidades que esa comunidad había sufrido a manos de Sadam Husein) y la intensa propaganda antiamericana en Europa favorecieron el ascenso de un señor mulato que gracias a su color de piel contaría con el apoyo de los negros estadounidenses pese a que su origen nada tenía que ver con esa comunidad. El núcleo de su propaganda era la culpabilización de Estados Unidos y del gobierno de Bush por la hostilidad de amplios sectores en Europa y el resto de América. El resto es simplemente la ideología de la corrección política. Sobre el sentido en últimas totalitario de esa ideología y de Obama es MUY recomendable este artículo de Jon Juaristi.
La lista de "logros" de Obama es abrumadora: la reciente orgía de decapitaciones en Arabia Saudí, que incluyen a un clérigo chiíta es sólo el más reciente desmán que se permiten los bárbaros dado que el presidente "no quiere enemigos", como explica Juaristi. Es como la prueba de que pueden hacer eso porque después de levantar las sanciones al régimen de los ayatolás y tácitamente permitirle desarrollar armas nucleares, Obama está en la práctica condenado a no hacer nada ante la masacre. Como toleró que el régimen de Asad usara armas químicas o que Putin se apropiara de una parte significativa de Ucrania, o que Libia se hunda en el caos. Como premia a los Castro levantando el embargo sin exigirles la menor concesión, siquiera que liberaran a algún preso político. Como acompaña el triunfo de los genocidas en Colombia y los desmanes sin límites de Santos...
La humanidad recordará los gobiernos de Obama como el renacer de la inseguridad. Es verdad que con Clinton ya avanzaba la yihad y que se prepararon atrocidades como el ataque a las torres gemelas, pero fue la llegada de Obama lo que alentó las audacias de los criminales, cuya más clara materialización es el llamado Estado Islámico, un califato bárbaro que pretende superar en extremismo y crueldad a Al Qaeda y que ha prosperado gracias a la salida de Estados Unidos de Irak. La amenaza creciente del islamismo sobre Europa y sobre Israel será otro de los frutos del gobierno de la corrección política.
Los agresores, totalitarios y demás criminales no son mayoría ni se detendrán, pero la verdadera mayoría de seres humanos que aspiran a vivir en paz necesitan que la primera nación del mundo esté dirigida por alguien que se compromete con las leyes y los derechos humanos. Si no existe ese liderazgo, los próximos años podrían ver más horror que el que se experimentó en el siglo XX, y el fruto del buenismo de Obama podría ser tan trágico que quedaría como el peor presidente de la historia de Estados Unidos.
(Publicado en el blog País Bizarro el 4 de enero de 2016.)
Pero ese papel siempre fue cuestionado internamente por diversos actores, en los años treinta por los pacifistas, a los que dirigían y manipulaban los partidarios de Hitler o del comunismo, en los años sesenta por la casta universitaria, que movilizó intensamente a los jóvenes que no querían morir o sufrir lesiones en Vietnam y a punta de hábiles recursos de propaganda consiguieron que finalmente hubiera una retirada gracias a la cual triunfaron los comunistas, también en Laos y Camboya, donde inmediatamente ejecutaron uno de los mayores genocidios de la historia (no se conocen casos de naciones soberanas en las que un gobierno haya exterminado a más de una cuarta parte de la población sin que hubiera ningún enfrentamiento civil). La relación entre el pacifismo de esos años y la moda hippie y contracultural que lo acompañó y el horror que produjo en el territorio lejano es algo que se escapa a la atención de todo el mundo en Occidente.
Como expresión de esas corrientes pacifistas que permitieron la victoria comunista en Vietnam llegó a la presidencia en 1976 Jimmy Carter, gracias al cual los soviéticos se sintieron seguros para expandir su imperio a varias regiones africanas, a Nicaragua y a Afganistán. Hacia 1980 el mundo era mucho más inseguro que nunca desde 1945.
Tras doce años de gobiernos republicanos hubo ocho en los que volvió la disposición pacifista a reinar, lo que tuvo como fruto los genocidios de la antigua Yugoslavia y de Ruanda: la odiada "Guerra de las Galaxias" de Reagan tuvo como efecto la liberación de Europa central y oriental y el fin del imperio soviético; el pacifismo de Clinton (cuyo último fruto en América fue el infame proceso del Caguán, promovido por dicho gobierno, que llegó a reunirse con las FARC en Costa Rica) produjo atrocidades gravísimas. Siempre se sigue ese patrón.
Tras los dos gobiernos de George Bush hijo, la izquierda había conseguido de nuevo suficiente fuerza y recursos para llevar a uno de los suyos a la presidencia. Los elevados costos de la guerra de Irak, multiplicados por los errores del gobierno (el peor de los cuales fue suponer que un gobierno chiíta obraría con sensatez después de las atrocidades que esa comunidad había sufrido a manos de Sadam Husein) y la intensa propaganda antiamericana en Europa favorecieron el ascenso de un señor mulato que gracias a su color de piel contaría con el apoyo de los negros estadounidenses pese a que su origen nada tenía que ver con esa comunidad. El núcleo de su propaganda era la culpabilización de Estados Unidos y del gobierno de Bush por la hostilidad de amplios sectores en Europa y el resto de América. El resto es simplemente la ideología de la corrección política. Sobre el sentido en últimas totalitario de esa ideología y de Obama es MUY recomendable este artículo de Jon Juaristi.
La lista de "logros" de Obama es abrumadora: la reciente orgía de decapitaciones en Arabia Saudí, que incluyen a un clérigo chiíta es sólo el más reciente desmán que se permiten los bárbaros dado que el presidente "no quiere enemigos", como explica Juaristi. Es como la prueba de que pueden hacer eso porque después de levantar las sanciones al régimen de los ayatolás y tácitamente permitirle desarrollar armas nucleares, Obama está en la práctica condenado a no hacer nada ante la masacre. Como toleró que el régimen de Asad usara armas químicas o que Putin se apropiara de una parte significativa de Ucrania, o que Libia se hunda en el caos. Como premia a los Castro levantando el embargo sin exigirles la menor concesión, siquiera que liberaran a algún preso político. Como acompaña el triunfo de los genocidas en Colombia y los desmanes sin límites de Santos...
La humanidad recordará los gobiernos de Obama como el renacer de la inseguridad. Es verdad que con Clinton ya avanzaba la yihad y que se prepararon atrocidades como el ataque a las torres gemelas, pero fue la llegada de Obama lo que alentó las audacias de los criminales, cuya más clara materialización es el llamado Estado Islámico, un califato bárbaro que pretende superar en extremismo y crueldad a Al Qaeda y que ha prosperado gracias a la salida de Estados Unidos de Irak. La amenaza creciente del islamismo sobre Europa y sobre Israel será otro de los frutos del gobierno de la corrección política.
Los agresores, totalitarios y demás criminales no son mayoría ni se detendrán, pero la verdadera mayoría de seres humanos que aspiran a vivir en paz necesitan que la primera nación del mundo esté dirigida por alguien que se compromete con las leyes y los derechos humanos. Si no existe ese liderazgo, los próximos años podrían ver más horror que el que se experimentó en el siglo XX, y el fruto del buenismo de Obama podría ser tan trágico que quedaría como el peor presidente de la historia de Estados Unidos.
(Publicado en el blog País Bizarro el 4 de enero de 2016.)