miércoles, mayo 13, 2015

El discurso de Fernando Vallejo el 6 de abril, golpe a golpe

Arte, cultura y paz
La parte decisiva de la paz y en últimas de todos los gobiernos totalitarios es la propaganda: los recursos se gastan copiosamente en imbuir a la población de lo que interesa al administrador y con ese fin se recluta a una populosa tropa de intelectuales, artistas, figurones, científicos sociales, periodistas, literatos y cuanto vividor pueda haber para que la comunidad vea a sus líderes comprometidos con los nobles fines impuestos. Se podría decir que esa tropa es la base social de los regímenes comunistas; y aun que el comunismo florece allí donde ciertos sectores sociales poderosos requieren esas fuentes de rentas.

Dentro de la incesante orgía de despilfarro de recursos gigantescos en propaganda de la paz, que igual es con marchas como la de Mockus o con anuncios como los del Soy Capaz, se convocó otro acto solemne de los que tanto gustan a los promotores del genocidio, en los que las multitudes manipuladas de jovencitos arribistas ansiosos de estar cerca de sus superiores sociales y adornarse de arte y cultura reconocen y aplauden la infamia monstruosa de entregar el poder a unos criminales y brindarles reconocimiento por las atrocidades que han cometido. ¡La Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz de Colombia!

El bando de Molano
Es inevitable llegar a las ideas de este blog que escandalizan a los colombianos, que pueden odiar a las FARC y aun a Piedad Córdoba pero respetan a personajes como los dos Daniel Samper, Antonio Caballero, Roberto Pombo o Alfredo Molano. Aborrecen las balas con su impacto sangriento y doloroso pero no a las pistolas que las disparan porque a fin de cuentas son objetos atractivos. Da igual que uno les explique miles de veces que TODOS los miembros del Secretariado y todos los dirigentes importantes de las FARC hoy en día salieron de universidades y que estas son en esencia adoctrinaderos de asesinos. No es tan fácil como odiar a la negra atrevida.

Por eso uno de los principales auditorios de la capital estaba dedicado al lucimiento de Alfredo Molano, un antiguo profesor de Sociología de la Universidad Nacional ligado ya al grupo de Camilo Torres en los años sesenta (todos los creadores de la facultad de Sociología procedían de familias presidenciales). Este prócer tiene una carrera formidable como columnista del periódico del Grupo Santodomingo durante varias décadas.

Los escritos de ese hombre son crímenes tan atroces como la bomba de El Nogal, pero en Colombia el crimen es ser pobre, indio o mulato. En los tiempos del Caguán hubo una oleada de indignación porque las FARC habían castrado a un policía delante de sus vecinos en un pueblo del Tolima y habían quemado vivo a un campesino que se negaba a entregar a sus hijos. Molano respondió que era lo mismo que se decía de Bolívar en su tiempo. Cuando los asesinos masacraron a 30 soldados en Vigía del Fuerte, replicó que era una base paramilitar. Sencillamente, cada columna suya es aliento descarado a los asesinos, legitimación y en últimas cobro y usufructúo de todos los crímenes terroristas.

Ya en esa época se le veían tremendas ganas de lucrarse copiosamente de su relación privilegiada con los genocidas a los que promueve. Se hizo público que intentó cobrarle una fortuna a la revista Semana por una entrevista a los líderes de las FARC. Recientemente no sólo ha sido beneficiario de los millones con que se pagaron los bodrios de la Comisión Histórica sino también contratista del ya olvidado "Carrusel de la Paz".

Alrededor de personajes como él, o el finadito Gaviria y muchísimos otros pulula una jauría de vividores que sólo en Colombia se conciben como algo distinto de los asesinos. Recuerdo que en una ocasión aludí a Molano como un criminal en el blog del ahora ministro Alejandro Gaviria, que se indignó de que se descalificaran así las opiniones de alguien. Es típico, es en realidad todo lo que pasa, pues los asesinatos son sólo la sombra de los designios de esa gente tal como la bala que rompe la carne sólo es el efecto de la voluntad del que aprieta el gatillo.

Para la ocasión invitaron de comparsa a Fernando Vallejo, escritor que por una parte aporta prestigio intelectual y por la otra despotrica de todo el mundo y los universicarios sencillamente no saben nunca de qué habla. Era un adorno para el lucimiento de Molano, otro grande.

Comento su discurso:
Este sinvergüenza que tenemos en la presidencia, a la que subió predicando la guerra y en la que se reinstaló predicando la paz, por lo menos unas cuantas diferencias tiene con sus interlocutores de La Habana, los hampones de las FARC, con los que negocia de igual a igual: que no vuela torres eléctricas, ni siembra minas quiebrapatas, ni secuestra, ni mata, aunque sí extorsiona, a través de la DIAN, y recluta, a través del Ejército, a cuanto muchacho pobre logra agarrar.
El párrafo no tiene verdaderamente ningún aporte ni ninguna idea interesante, sí mentiras como lo de "predicar la guerra", pues la política del gobierno Uribe era de ofrecer negociación a los terroristas y mientras los persuadía, aplicar la ley. ¿Qué era lo que había que hacer? A Vallejo no le importa, porque con una "curiosa variación" de Santos tiene para descalificarlo. Tampoco entiende qué ocurre en La Habana, donde no "negocian de igual a igual" sino que ganan tiempo para exportar cocaína y acomodan plazos y ocasiones para preparar la tiranía comunista. Santos no pone minas pero se hace responsable de ellas al premiarlas.
A lo que le sumo su concierto para delinquir en calidad de director concertador de tres de los grandes combos o mafias de esas que aquí llaman partidos políticos: el de la U, el Liberal y el del Cambio Radical. Cuál cambio, cuál radical, si esto siempre ha sido aquí lo mismo, el reparto del botín de los puestos públicos y sus contratos entre un grupo de bellacos amafiados que se dicen buenos ciudadanos y que montan y desmontan partidos para sus fines.
Si bien la descripción general de los "partidos" colombianos es veraz, no tiene sentido el "concierto para delinquir", porque el delito presupone la ley. Es otra floritura de su espectáculo de violencia verbal.
La ruina de Colombia es inconmensurable: económica, social, cultural, moral, total. Millones de exiliados, millones de desplazados, millones de desocupados, una deuda externa de 100.000 millones de dólares, un sistema financiero de estafadores, un Congreso de corruptos, un poder judicial corrupto, el campo en ruinas, el peso en picada, la prensa arrodillada, las ciudades en manos del hampa, la inseguridad en todas partes, y como última razón y causa de todos nuestros males, la desaparición del Estado, el cual incumpliendo su función esencial de garantizar la vida y los bienes de todos no se los garantiza a nadie y solo existe aquí para atropellar y atracar: para atropellar con sus trabas y atracar con sus impuestos.
Resulta casi un chiste encontrar al iconoclasta echando de menos el Estado. Por lo demás, la descripción de la situación colombiana tampoco es muy objetiva: el primer gobierno de Santos fue una época de bienestar para amplios sectores gracias a la expansión de la producción de combustibles y a los precios altos que éstos alcanzaron. Uno de los mayores crímenes de Santos es dilapidar esa tremenda bonanza en pagar parásitos que lo sostienen, pero la mayoría de la gente no se enteró porque a fin de cuentas las décadas anteriores fueron mucho peores.
Pues para tapar la realidad monstruosa con cortinas de humo que no dejen ver lo que pasa, al sinvergüenza le dio por armar en Cuba un dizque “proceso de paz” con la banda más dañina y criminal que haya conocido Colombia, los bandoleros de las Farc. Surgido de la crema y nata de la gusanera de la clase política colombiana y traidor nato, el sinvergüenza de que estoy hablando se llama Juan Manuel Santos.
No, el proceso de paz de Santos no es para tapar lo que pasa sino el plan de su clan desde hace muchas décadas. Lo que planeaban ya en los tiempos de Alternativa y lo que aseguraron con la Constitución de 1991, que alienta a matar para abolirla e incluye los delitos que restan penas a los otros, amén de la provisión maravillosa de rentas para las clientelas universitarias y de otros funcionarios.
Que haya sentado en Cuba a sus enviados a negociar con los de las FARC como iguales se me hace perfecto porque lo son: alimañas todos. Unos bribones negociando con unos hampones. ¡Pero que haya sentado también a nuestros generales! Generales de Colombia que van a La Habana: ¿acaso a ustedes o a sus hijos los secuestraron o los lisiaron o los mataron los criminales de las FARC? No: a sus soldaditos, reclutados entre los muchachos pobres del pueblo, o a la gente humilde del campo que aquí siempre paga el pato. Ustedes están mandando desde la seguridad de sus oficinas de Bogotá, bañándose en la piscina del Club Militar y mamando a lo grande del presupuesto. Miserables.
Tampoco entiende muy bien Vallejo qué es lo que pasa con los generales que negocian y que van a reconocer a los generales del otro bando (como los llama Antonio Caballero), que en realidad esperan lucrarse ayudando al enemigo a matar a sus subalternos, sin que nadie resista porque al fin de cuentas un militar es un mercenario y nada puede hacer lícitamente si la sociedad elige como gobernantes a los criminales.
Bendecida por los Castro (sostenedores desde siempre de las guerrillas colombianas porque son como ellos, carceleros, asesinos, narcotraficantes y dizque revolucionarios), la mesa de negociaciones de La Habana lleva ya dos años largos en ellas. ¿Y cómo negocian? En la oscuridad, aunque el sinvergüenza hace creer que es a la luz del día. ¿Y qué negocian? El botín, el de los altos puestos públicos y sus contratos. Los que durante doscientos años han gozado del botín enzarzados en guerras civiles y elecciones resolvieron ahora que a los de las FARC les tocaba probar el pastel al estilo de lo que ya hicieron con los del M-19, quienes lo que no lograron con las armas y el derramamiento de la sangre lo están logrando con el engaño de las urnas. Ya tienen la alcaldía de Bogotá y acabaron con la ciudad. Ahora van a seguir con Colombia.
Vuelvo al otro. Maneja sus marionetas de La Habana desde aquí mandando llevar y traer. Hoy van las víctimas, mañana los generales, pasado mañana irá Francisco, que es tan bueno. Que aproveche este san Francisco para lavarle los pies a Castro, el tirano que bendijo Wojtyla.
Vallejo ni siquiera se ha enterado de que "las víctimas" son seleccionadas por Carlos Medina, un asesino de la Universidad Nacional tan descarado como Molano, ni de que las representa Piedad Córdoba. Realmente su visión de la paz es superficial y pronto lleva a su habitual diatriba anticatólica.
Hace cinco años, una semana antes de las elecciones en que lo eligieron, el manipulador de marionetas repetía como disco rayado que Álvaro Uribe era el más grande presidente de la Historia de Colombia. No bien salió elegido y al más grande presidente de la Historia de Colombia y su protector le dio su buena patada en el culo, perdón, trasero. Hasta risa me dio. Últimamente le tocó su patada a su exjefe Gaviria. Este payasito traidor sí es muy gracioso. Traiciona aquí, traiciona allá, es el traditor traditorum que diría Cicerón, nuestro traidor de los traidores.
Todo cierto pero demasiado conocido.
A García Márquez hace un año, cuando murió, para sacar partido del muerto porque se le tambaleaba su reelección le organizó un homenaje de cenizas presentes en el Palacio de Bellas Artes de México y dijo en tan solemne ocasión que era el más grande de los colombianos: de hoy, de ayer y de mañana. A mí estas hipérboles garciamarquianas de nuestro Nostradamus criollo me encantan, máxime que a Gabito también lo usó y lo tiró. Él usa y tira vivos o muertos, según le sirvan o no le sirvan. ¡No estar vivo Gabito que era tan amigo de los Castro para que le ayudara ahora en sus negociaciones de paz!
Ídem.
Paso a hablar de las dos ocurrencias más geniales que ha tenido el guerrero pacifista: la “potencia emergente” y la “justicia transicional”. ¿Una potencia emergente con millones de pobres, millones de desplazados, millones de damnificados y millones de exiliados que lavan inodoros en el extranjero? Lo que somos es una potencia exportadora: de colombianos. En cuanto a la “justicia transicional”, en realidad es la impunidad permanente. ¡Dizque esto es una democracia! Esto es una monarquía, y la impunidad la reina de Colombia. Juan Manuel Santos no es más que su primer lacayo.
Colombia debería ser una potencia emergente, el segundo país de Sudamérica en población y en economía, pero todo eso se echó a perder gracias al gasto de Santos en propaganda de la paz y en cebar clientelas. La justicia transicional no es un invento de Santos, sino lo que necesita ofrecerle al servicio doméstico armado de su clan para que acepte ayudarle a ganarse el Nobel de la Paz.
Consumado el proceso de paz, ¿Timochenko irá de candidato a la alcaldía de Bogotá? A la alcaldía no: a la presidencia. Para la alcaldía va Iván Márquez compitiendo con los pacifistas Mockus y Petrus. Mockus, lituano huido in útero de Stalin se instaló en Colombia a matar perros con su sicaria Beatriz Londoño, la electrocutadora de Engativá. Pasa por bueno pero es malo. Se hace el loco pero es un imbécil. ¿Y Petrus, el reintegrado del M-19, los que se robaron la espada de Bolívar? Se la habrán robado, pero la devolvieron, y como la devolvieron no se la robaron y entonces ahí no hubo delito. Como no habrá delito, en virtud de la justicia transicional, para el que le voló los ojos con una mina quiebrapatas a un campesino o a un soldado. O los oídos. O las piernas. O para el que lo mató con un burro cargado de cilindros de gas. ¿Y la reparación satisfactoria a estas víctimas qué? ¿Cómo se logra? Ningún problema. Viene Cristo y les devuelve la vista, el oído, el caminado, la vida a los afectados. ¿Y si no viene? ¡Cómo no va a venir! ¿Entonces para qué somos un país católico?
Ahora mezcla temas y termina en la previsible blasfemia.
Ciento sesenta y dos órdenes de captura pesan sobre Timochenko, quien sumando las condenas que le han impuesto los varios jueces que lo han juzgado tiene que pagar 178 años de cárcel. ¿Cómo resuelve esto la justicia transicional? Muy fácil. Puesto que con capturar al fugitivo una vez ya queda capturado, las 161 órdenes restantes salen sobrando: con una sola captura basta. ¡O qué! ¿Es que usted captura a un prófugo 162 veces? Y puesto que el prófugo se entregó motu proprio acogiéndose a la justicia transicional, quedó sin haber captura pues fue entrega. ¿Y los 178 años de cárcel? Los paga en milisegundos. En la justicia transicional un año es un milisegundo. Por eso es tan transicional. ¿Entonces Timochenko solo va a pagar 178 milesegundos de cárcel? Pobre, no va a alcanzar ni a comerse una empanada de iglesia. 
Habiendo pagado su condena, Timochenko saldrá de la cárcel para las elecciones y de las elecciones para la presidencia. Excelentísimo señor doctor don Timochenko, presidente de la República de Colombia: Espérese un poquito aquí en el lobby antes de ingresar a la sala, que le vamos a tocar el himno. “Oh gloria inmarcesible, oh júbilo inmortal”. ¿Qué querrá decir inmarcesible? Piedad Córdoba ha de saber. Piedadcita conoce todas las coordenadas.
Efectivamente, un asesino como Petro despierta un gran respeto en Colombia.
Colombianos: maten, roben, extorsionen, violen, secuestren, que el anticuado concepto del delito aquí desapareció. Somos una potencia emergente, somos la revolución jurídica, somos la vanguardia del planeta.
También, la monstruosidad de abolir el derecho penal se presenta como modernidad, paz, arte, cultura, sensatez, no violencia... Y sólo es corrupción, cohecho, prevaricato, complicidad con los criminales. Lo interesante es que desde la simplicidad de sus juicios y la anticuada confianza en la palabra inspirada, Vallejo detecta lo importante porque sólo en un infierno de servilismo es concebible someterse a una monstruosidad semejante. Colombia sólo se entiende pensando en la humildad impotente y repulsiva de la gente pobre, acostumbrada al látigo de los Molanos y gente así. En ningún otro país se diría que simplemente se reconcilian los asesinos con sus partidarios y es como si no hubiera pasado nada.
Al Padre Eterno le salió su Único Hijo bobo. Se hizo colgar de una cruz para redimirnos, han pasado dos mil años y miren dónde estamos. Peor no puede estar Colombia ni puede estar el mundo. ¿Cuántos años más se van a necesitar para que surta efecto su redención? ¿Otros dos mil? El Hijo de Dios e insultaba con nombres de animales como cualquier Fidel Castro: “Id y decidle a ese zorro que yo predico y hago milagros”, le mandaba decir a Herodes. “Serpientes, raza de víboras”, les decía a los fariseos. Y dizque “No les deis las perlas a los cerdos”. Sí se las doy, y a mis perros caviar. Nunca le cupo en su cabecita loca que puesto que los animales sufren también son nuestro prójimo. Los zorros, los cerdos, los perros, las vacas sufren, por lo tanto son mi prójimo. Su mal ejemplo pervive. Por eso Beatriz Londoño, la sicaria de Mockus, puede electrocutar impune a cuatrocientos perros en Engativá mojándolos con agua en el amanecer de la sabana y tirándoles varillas de hierro electrizadas. ¡No ser yo presidente de esta republiquita para electrocutar a esa vieja en pelota y mojada con agua fría!
Aquí Vallejo se sale del tema y se ocupa de sus dudas sobre el cristianismo y su indignación con la crueldad con los animales. Lo interesante es que muchos en Colombia conciben a la guerrilla como la izquierda o la modernidad o el ateísmo, y con eso le dan su gran pretexto: la Gran Conjura Genocida de los Molano y los Santos no es contra los católicos ni es liberal ni moderna, sino la perpetuación de una vieja dominación. Toda respuesta que suponga el retorno a planteamientos confesionales los favorece.
Vuelvo al loquito de Galilea que no quería a los animales como Antanas Mockus. Le dio por abolir la Ley del Talión, la del ojo por ojo y el diente por diente, y miren cómo está el mundo. El hombre nace malo y la sociedad lo empeora. Su tendencia natural es a obrar mal y no tiene redención. Al niño hay que castigarlo para que aprenda. Sin castigo para el que hace el daño no puede existir la sociedad. Solución rápida: que se restaure la Ley del Talión pero perfeccionada: los dos ojos por uno, todos los dientes por uno, y como el hombre no tiene sino una vida, que el que mate pague con la suya y con la vida de su madre. Repudio la justicia transicional. Repudio que siga habiendo aquí prescripción del delito. Que no se quede en Colombia sin castigo ni el robo de un tornillo. Máxime si se lo sacaron a uno de la cabeza.
Ni la Teología ni las nociones jurídicas de Vallejo merecen mucha atención.
Dos años llevan en La Habana con el cuento de la paz, escamoteando desde el principio, deliberadamente, el punto esencial, el de si van a pagar cárcel por sus crímenes los delincuentes de las FARC. Si sí, cuánto y en qué. ¿En años, o en milisegundos? ¿Por qué lo están dejando para el final? Para embrollar y diluir la infamia contando con la olvidadiza memoria humana. Nada van a pagar. Se reintegrarán a la sociedad como los reinsertados de Uribe, que siguen delinquiendo, y formarán un nuevo partido, el de Justicia y Libertad, para sumárselo al Liberal, al Conservador, al de la A, al de la B, al de la C, al de la U, a la Alianza Verde, al Polo Democrático, al Centro Democrático, a la Opción Ciudadana, al Cambio Radical, y se pegarán de la ubre pública como los de todos estos.
No entiende nada: el problema no es cuánta cárcel vayan a pagar las FARC, sino el poder que tendrán gracias a que los colombianos se les someten. Todo el dinero y las armas y el control total del Estado. Si se disolvieran, devolvieran el dinero, entregaran las armas, pidieran perdón y desistieran de su proyecto político se podría pensar en la Amnistía. Los argumentos de quienes se oponen a ese perdón son atendibles, pero no si olvidan que nada de lo que mencioné arriba se va a cumplir. Sencillamente ascenderán como Petro, como Navarro, como León Valencia, como Angelino Garzón, para mencionar asesinos comprometidos con las organizaciones criminales, los que los dirigen, como el hermano mayor de Santos, no tienen el menor reproche de nadie. No es que queden impunes sino que quedan mandando y nadie parece preocuparse porque en las cuentas de Uribe y su séquito conviene más engañar a la gente haciéndola creer que con la paz ya no habrá FARC pero hay que exigirles que vayan a la cárcel.

La idea de los desmovilizados de Uribe que siguen delinquiendo es vulgar y desinformada. Claro que los miembros de ejércitos criminales pueden volver a delinquir, pero las AUC desaparecieron. ¿Que se formaron otras bandas? ¿Quién demuestra que las forman los mismos de las AUC?
Andaba de asesor en narcotráfico en México y de negociante en La Habana, de donde acaba de regresar a ocuparse del desminado (no con sus propias manos, claro, con las ajenas), un general Naranjo, de cuatro soles, Ministro para el postconflicto, quien sin haber cruzado una bala con delincuente alguno ha llegado a ser el mejor policía del mundo. O sea que aquí tenemos: el mejor policía del mundo, el mejor presidente del mundo y el mejor colombiano del mundo. ¡Cómo no vamos a ser el país más feliz del mundo! En las pasadas elecciones, para servir a la patria, este general-policía se le ofreció a Santos de vicepresidente para el período de la reelección. No se le hizo porque no contaba sino con dos votos, el suyo y el de su mujer, y Santos le dijo que tenía que poner dos millones, que multiplicara su caudal político por un millón. Pero que llega, llega, y no a la vicepresidencia: a la presidencia. Entonces Santos sentirá en trasero propio lo que sintió Uribe. El que a hierro mata a hierro muere. ¡Ministro del postconflicto! ¡Cuál postconflicto! Mientras no se castiguen los crímenes de las FARC aquí no se ha acabado ningún conflicto.
De nuevo, un párrafo desordenado y superficial.
Santos: Hace un año en declaraciones a El País de España dijiste (y me podés ver en YouTube leyéndolas en un ejemplar de ese periódico en la última Feria del Libro de Bogotá), que ibas a convocar a un referendo o plebiscito para que Colombia aprobara o rechazara lo que se acordara en La Habana. Como sos un negociante que compra y vende y un fumista que lanza pantallas de humo, te pregunto si nos vas a escamotear ahora el plebiscito.
Resulta más bien gracioso ver al furibundo antinatalista clamando por procedimientos democráticos. ¿En qué parte finge por provocar escándalo?
Compradores de conciencias con puestos públicos, traidores de lealtades efímeras: Repudio su reconciliación. Repudio su paz. Solo quiero que se les haga justicia a las víctimas de las FARC y se castigue a sus victimarios, y de paso a los que los solapan con conversaciones de impunidad que llaman de paz.
César Gaviria le entregó a Pablo Escobar a Medellín y a Bogotá para que los bombardera y devastara; le permitió construir su cárcel privada de La Catedral en Envigado para que desde allí siguiera delinquiendo y asesinando y le metiera preso a su viceministro de Justicia; sin haber pavimentado ni una calle abrió la importación de carros y embotelló el país; abrió la importación de textiles y demás productos que aquí se producían y acabó con la industria colombiana.
También la visión económica es frívola y en última instancia, vulgar.
Andrés Pastrana, para hacerse elegir, fue a los Llanos a abrazar a Tirofijo y ya electo le entregó el Caguán para lo convirtiera en su bastión desde donde nos atacara. Álvaro Uribe instauró para sí mismo la reelección inmediata; extraditó a los Estados Unidos a espaldas del país, de la noche a la mañana para que no hablaran, a los grandes capos paramilitares, que allá tenían cuentas pendientes por narcotráfico pero que aquí las tenían por los más monstruosos crímenes de sangre; hoy muchos de sus funcionarios más cercanos andan fugitivos acusados de montones de delitos de los que él se lava las manos; y aunque sus hijos se han hecho ricos echando azadón y pala, él como papá está pobre. Pues Juan Manuel Santos fue ministro de los tres y por lo tanto su cómplice. Juan Manuel Santos es el más grande bellaco de la Historia de Colombia, y estas jornadas por la paz una farsa.
De nuevo, información falaz y burda. No tiene sentido decir que Uribe extraditó a los jefes de las AUC para que no hablaran, menos con tanta seguridad. Es algo que dicen los terroristas porque ellos siempre mienten, pero no tiene ningún sentido dar por sentado que desde Estados Unidos los jefes de las AUC no van a poder hablar. De hecho lo hacen, calumniando a Uribe para vengarse de que los extraditara. Y también es muy estúpido aludir a la gravedad de los delitos que cometieron en Colombia, porque el caso es que estando en Colombia podrían quedar impunes gracias a componendas con unos jueces que no se pueden distinguir de los terroristas sino en el calzado. Por esto mismo es sumamente vulgar hablar de los funcionarios fugitivos o presos, porque sólo son víctimas de persecución, y sólo desde la mala fe de un seguidor de Molano es concebible que Andrés Felipe Arias sea condenado a 18 años de cárcel por hacer lo mismo que hacían todos sus predecesores en el ministerio, sin siquiera la menor acusación de dolo en el proceso, mientras que los genocidas van a quedar impunes. También es burdo hablar de los negocios de los hijos de Uribe, pues si hubiera el menor indicio de un delito hace tiempo que estarían condenados como Arias.

Queda la impresión de que Vallejo lee de vez en cuando la prensa y saca conclusiones creyéndole, por mucho que despotrique de todo. Pero al final las verdades básicas que dijo sobre la impunidad y su rechazo a la infamia del espectáculo de homenaje a Molano representan un punto de dignidad raro en Colombia, donde TODOS los demás escritores habrían ido encantados al acto y habrían mostrado esperanzas en la paz sabiendo que simplemente se lucran y obtienen figuración ayudando a los criminales. Las pocas verdades que dijo lo describen como alguien que no se va a sumar a ese coro de malhechores serviles que se reconcilian con los que agraviaron a otros y esperan que alguien los vea como otra cosa que como hienas.

(Un colombiano en Colombia se relaciona con gente que rehúye las polémicas y puede suponer que la disposición a rechazar a las FARC es generalizada. Si viajara a Europa vería que prácticamente todos los inmigrantes colombianos son amigos de las FARC, dado que es lo que les genera ventajas entre los europeos.)

(Publicado en el blog País Bizarro el 8 de abril de 2015.)