domingo, julio 20, 2014

Los falsos positivos y la legitimación del terrorismo

Por @Ruiz_senior

El bando terrorista

En un artículo reciente Eduardo Mackenzie alude a un ataque de un exaltado contra Vargas Llosa en Bogotá. Resulta muy molesto ese lenguaje del capitán Haddock, pues ¿qué tienen que ver los sufridos pigmeos del Camerún con la chusma fecodizada colombiana? Pero el motivo por el que lo cito es otro. Me dejó muy impresionado esta frase:
El amplio auditorio principal de Corferias estaba lleno y el orador, un gran premio Nobel de Literatura, invitado de honor de ese evento internacional, dialogaba plácidamente con el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez.
El lector se encuentra de un lado al "pigmeo", al patán cegado de odio por la propaganda, y en el otro al novelista peruano y su émulo colombiano. Me llama la atención porque es típico: los colombianos conciben a los terroristas como bandidos con rasgos de fanatismo, en general como gente sin modales ni "cultura", por lo que un asesino que se sepa vestir no encuentra ningún reproche.

Los invito a leer esta perla publicada en El País sobre Uribe por el contertulio de Vargas Llosa para que entiendan que el exaltado que insultaba al escritor es sólo una víctima de esa clase de personas. El impacto que un acto desesperado de un fanático puede tener es una millonésima parte del que tienen campañas orquestadas de las que forma parte esa basura. Basta ver los textos que enlaza, una entrevista del mismo periódico al defensor de Derechos Humanos Iván Cepeda y un larguísimo reportaje sobre los "falsos positivos", para entender que se trata de la gran campaña para legitimar la negociación con los terroristas y en fin el reconocimiento y premio de los crímenes.

Los tres textos enlazados en el párrafo anterior son un montón de calumnias, de mentiras que el público español no puede detectar, con un único fin: criminalizar al gobierno de Uribe y a través de éste todo intento de aplicar la ley y no someterse a los terroristas. Con respecto a esas campañas hay muy poco interés en el uribismo por denunciarlas, da la impresión de que ninguno de los preparadísimos doctores que aspiran a puestos de mando si gana Zuluaga lee la prensa internacional o se interesa por nada que vaya más allá de las intrigas locales.

Esa tarea de criminalización de la ley es lo mismo que los asesinatos pero en otro nivel: es lo que los hace posibles y rentables. La clase de gente que efectúa grandes compras de armamentos se sienta en restaurantes suntuosos e intercambia cortesías con sus proveedores, puede que la gente no se dé cuenta de que de ahí salen los explosivos de los niños bomba. Estoy seguro de que un economista aplicado podría calcular la cantidad de mutilaciones a que equivale el libelo canallesco de Vásquez, pero no será colombiano, porque los colombianos sólo están atentos a los buenos modales y el rango social.

No está de más recordar que esa campaña de El País, periódico del grupo Prisa, el mismo propietario de Caracol Radio, con toda certeza es recompensada por el gobierno Santos. Es decir, pagada con dinero de los colombianos. Lo cual es menos interesante que lo otro, aquello que nadie quiere ver y menos denunciar: que el objetivo de la paz hace que el gobierno sea lo mismo que los terroristas.

Como ya he explicado muchas veces, la gran baza de las FARC es su papel como destructoras de cualquier orden democrático que amenace los privilegios de las castas de funcionarios. Unos matan para tomarse el poder y los otros les ayudan para poder seguir pensionándose jóvenes y ganando el sueldo de decenas de personas por explicar sus opiniones.

Cuando Santos pone el Estado al servicio del terrorismo sabe que juega con ventaja porque tendrá de su parte a esa formidable clientela. Hoy se puede decir que la misión del Estado es la paz, que es la misma misión de las FARC, y eso porque el Estado, citando a Nietzsche, profiere la peor mentira cuando dice "Yo el Estado soy el pueblo". El Estado hace la paz con los terroristas y el pueblo muere en masa. El bando de los que viven del Estado es el bando del terrorismo y el asesinato en masa es ya un statu quo que se afirma (también en la multiplicación de los crímenes) cada vez que se firma la paz.

El gobierno asesino y opresor
Malgasta uno la vida explicando al que no quiera entenderlo que el gobierno de Santos y las FARC son lo mismo. Pero ahí está: esos informes de El País forman parte de una campaña orquestada y sistemática para crear el mito de que el gobierno de Uribe fue uno de grandes abusos y violencias que afortunadamente cesaron cuando Santos convirtió a Chávez en su nuevo mejor amigo y nombró fiscal a la concubina de Lucio (gran señor del tráfico de cocaína ligado a los Castro y también con nexos con los "paramilitares", a los que probablemente quería integrar en la conjura cubana, como han hecho siempre los comunistas con toda clase de asesinos).

¿Qué mejor "argumento" que los "falsos positivos"? Es muy interesante toda esa campaña. El reportaje que publica El País dice claramente que eran una campaña del ejército. El lector español, siempre predispuesto, como todos los europeos, a suponer que hay una guerra de ricos y pobres y a justificar a los terroristas, no está para pensar qué obtendría el mando militar o el gobierno con esos asesinatos. El lector colombiano siempre está dispuesto a mentir cuando le conviene, y resulta que el "conflicto" consiste sólo en los crímenes que encargan las elites para conservar el poder y esos crímenes aseguran rentas y privilegios a los que han estudiado, es decir, a los que leen la prensa.

Hace cuatro años los "falsos positivos" eran un argumento contra Santos, con las mismas falacias que ahora pero menos eficaces porque el oligopolio de medios no podía entregarse con la misma fiebre a la calumnia (amenazaba la elección de su hombre). (Enlazo un post que escribí sobre el tema entonces, una columna muy pertinente de Saúl Hernández y los videos [1-2] manipuladores que publicó Felipe Zuleta antes de que Santos le entregara la mitad del gobierno a Samper.) Y también menos eficaces porque mucha gente de la que propaga las mentiras de la propaganda terrorista entonces tenía 14 años y todavía no se preocupaba por mejorar el mundo. Son gente nacida con el Caguán, no tienen mucha conciencia de lo que era eso.

Ese mito absurdo del país oprimido es la propaganda de la paz: a los que han secuestrado a cuarenta mil colombianos y asesinado a cientos de miles, además de las violaciones y mutilaciones de niños y miles de monstruosidades más hay que premiarlos para conseguir la paz. Al gobierno que convirtió a Colombia en un país viable (después de ser un Estado fallido con los gobiernos de Samper y Pastrana) se lo criminaliza porque al intentar aplicar la ley estorbaba la paz.

Lástima que no haya lucidez y rectitud para denunciar sin cesar esa infame propaganda. Después de que diez sicarios pagados propagan que los "falsos positivos" eran una política del gobierno de Uribe, que se dedicó a masacrar y encarcelar civiles honrados, empiezan a aparecer los que lo creen a pies juntillas: los idiotas que esperan asimilarse a la farándula o a los intelectuales (son lo mismo) y que encuentran, como todos los locos que gritan por la calle, en Uribe y su gobierno el enemigo al que pueden odiar.

Como el "pigmeo" que incomodó a Vargas Llosa en su elegante coloquio con Juan Gabriel Vásquez. ¿Alguien querrá darse cuenta de que el nobel es un "progre" vulgar que hace gala de su amistad con Abad Faciolince y apoya la paz en Colombia? Sin duda habrá leído a Juan Gabriel Vásquez y no le verá problema a la sarta de mentiras criminales de su escrito. Tampoco corre riesgo de que alguien se lo reproche: los colombianos nacen para batir la cola, no para complicarse la vida imaginándose que la propaganda legitimadora de la paz es un negocio de los peores canallas. ¿Qué es "canalla"? Es un término incomprensible para un colombiano. Los malos son los de botas pantaneras.

(Publicado en el blog País Bizarro el 7 de mayo de 2014.)