viernes, noviembre 15, 2013

La otra unidad nacional


La "interacción" con colombianos siempre comporta que uno va a tener que hacer frente a la mala fe, a la bajeza y al primitivismo más inverosímiles. De modo que cualquier discusión sobre algo como la composición de la lista del Centro Democrático al Senado se resuelve con declaraciones como ésta:
Es una cuestión cultural, y todo lo que uno se encuentra continuamente en Colombia (y lo único sobre lo que vale la pena hablar y de lo que trata esta entrada), es la peculiaridad de la cultura local. Como yo he vivido muchísimos años fuera, siento verdadera sorpresa ante una declaración como ésa, pero los colombianos no. Ya he señalado esa relación especial que tienen con el diccionario. Aquí se ve otra cosa: la voluntad del jefe no se discute, no hace falta explicar por qué esta Everth Bustamante en esa lista ni por qué a pesar de su actuación como exjefe terrorista nada arrepentido se lo debe elegir. Como cantaba Daniel Santos, "si le gusta bien, y si no se va".

La cultura de Hispanoamérica, la idiosincrasia típica, es el fruto de la Contrarreforma y de la pasión española de esos siglos por arrasar con toda disidencia a punta de terror. España y sus colonias se distinguen del resto del mundo occidental porque no tuvieron Ilustración y por eso la crítica es algo que no se puede concebir, que irrita y desespera. (Todo esto lo explica obviamente mejor Octavio Paz.) En ningún país civilizado se respondería así ante las objeciones a los candidatos, pero decir que en ningún país civilizado se resuelve todo a partir de la lealtad al jefe es como decir que el agua moja. Esa disposición a entender es la misma civilización.

Cualquier intento de argumentar, y eso ocurre con casi todos los colombianos, conduce a conclusiones como ésta: 
Naturalmente, el señor Tello infiere que trabajo para Vargas Lleras y propongo no votar por la lista de Uribe. No es él, es Colombia: TODOS los uribistas con que he discutido me preguntan lo mismo: ¿cuál es su candidato? Les replico que uno que se oponga a la negociación de La Habana, eso les suena como sin sentido, como de otro planeta. "Entonces ¿te casarás con mi hermana?" "Me gusta mucho Brahms." Qué va a importar la negociación de La Habana, ¿uno va a ser leal o desleal a algo así? ¿Cuál es su hombre? ¿Qué candidato propone? Usted nos está engañando, está desinformando para favorecer a otro candidato.

Pero siempre se llega a lo incomunicable: es obvio que esa forma de razonar es de gentuza, pero cuando alguien no se da cuenta tampoco va a servir de nada explicárselo. Esos valores llegan a tal punto que durante la presidencia de Samper la popularidad de Serpa resistía a todas las pruebas de crímenes y mal gobierno: ¡todos valoraban su lealtad al presidente!

Pero existen las redes sociales y todo el mundo se puede expresar. Lo que pasa es que entre colombianos aflora enseguida la cultura universitaria: un grupo organizado arma un bochinche y los demás acuden a participar. A ver a quién hay que darle la "ensalada" correspondiente. Alguien se atreve a dudar de la idoneidad de un futuro senador que el jefe quiso incluir en la lista y entonces aflora la intimidación (eficacísima con gente que no piensa y al opinar sólo trata de agradar a los de arriba, cosa que define a casi todos los colombianos). Aparece alguien que desautoriza al discrepante y lo hace callar. Lo siguen otros, a menudo hombres caballerosos que se ponen del lado de las damas. Lo conmovedor de todo eso es, de nuevo, perdón por repetirlo, incomunicable.

Copio el primer tuit que publicó María Claudia Montoya sobre el tema:
Perdón por insistir en esa idea de lo incomunicable, pero es porque de lo que se trata es de la mentalidad de los colombianos. Como si alguien dice "Mi padre unas noches duerme con mi madre y otras noches duerme con mi hermana". Ustedes saltan angustiados: ¿QUÉ? Eso, ustedes vuelven a leer ese tuit y no se sorprenden ni se indignan. Es que son colombianos, una persona acostumbrada a la democracia sentiría la misma rabia de mi ejemplo.

De modo que la democracia no es el gobierno del pueblo sino uno en el que el ciudadano refrenda una de las opciones o presenta una lista. ¿Va uno a la Registraduría a ver cómo se hace? ¿O dado que desaprueba a un candidato vota por los peores? Eso sería escandaloso en un país democrático. En Colombia no: el sentido es "se calla", reforzado por la burla y el menosprecio.

Valga decir que la pariente de la santa es una persona bien relacionada que reacciona así ante las dudas o cuestionamientos de gente que con toda certeza está fuera de la jugada. Ése no es el mundo de la democracia sino el de la Inquisición. Ése es el espíritu que encarna con sus fervores católicos y patrióticos (de nuevo pienso en lo incomunicable: me cuento entre las personas que creen que Colombia debería asimilarse a las democracias de Europa y Norteamérica, para toda esta gente es el paraíso).

Antes de seguir con la lista uribista me detengo en las perlas de esa tuitera. Como ocurre SIEMPRE con esta clase de personas, la discusión pronto trata de la persona del otro:

"Destruir" es no aplaudir la designación de Everth Bustamante. Y eso, como ya expliqué arriba, por la desesperación con que las cabecitas contrarreformistas reaccionan ante la crítica. Discrepar es algo que no pueden concebir. Se obedece o se hace silencio. El que no está apoyando a Bustamante es porque colabora con Petro, eso no es de María Claudia Montoya sino de casi todos los uribistas. ¿Quién podría explicarles que el problema son ellos y no los demás? Como si un gobernante africano fuera a la ONU a proclamar su odio contra el virus del sida sin que a nadie se le ocurriera plantearse alguna respuesta médica. Me gustaría imaginarme que hay alguno que no piensa como ella. No lo creo.

De modo que ya soy destructor por llamar lambón a Tello (¿cómo definirían esa actitud arrogante de descalificar toda crítica?). Pero la ristra de descalificaciones es impresionante: soy intrigante y asesino...
soy resentido y parezco vieja chismosa y cizañera,
destilo rabia y veneno
soy obtuso y hasta chistoso
Y muchas más. Pero al buscar me encuentro con algo que también aflora siempre en las discusiones con los uribistas, y me aburro de mostrar las descalificaciones.
¿Alguien concibe posible alguna discrepancia o alguna discusión? Al final siempre se dice: "Déjeme pensar como yo quiera". Toda razón que se comunique es ociosa porque no son personas que conciban la verdad o la justicia, todo puede ser igualmente cierto o correcto porque cada uno tiene su opinión. Eso escandalizaría a cualquier persona recta tanto como el incesto de que hablé arriba.

Es desagradable que las discusiones no sean sobre las ideas o los hechos sino sobre las personas, pero no pretendo quejarme de los insultos y las descalificaciones, que fácilmente afloran en cualquier discusión acalorada, sino señalar otra encantadora endemia colombiana. ¡Después de todo lo que he citado, la tuitera resulta indignada porque la trato de idiota y le digo que es ridícula! ¡Así no se trata a una dama!

Otra vez, incomunicable, incomunicable. Conozco a miles de personas de Europa y Norteamérica, a nadie le parece que a las "damas" se las deba tratar de una forma distinta que a los "caballeros" (ese lenguaje parece de baños públicos). Claro que es feo insultar a la gente, pero responder con insultos a los insultos es lo normal.

Exageré diciendo que a nadie se le ocurre que se trate a las damas de una forma distinta a los caballeros: a los presidiarios y a la gente de los barrios bajos sí se les ocurre. Las agresiones verbales a los varones se remedian a golpes o a puñaladas, se supone que el "sexo débil" está en desventaja para "hacerse respetar" por esos medios y entonces es una vileza insultar a las "damas". Puede que una "dama" de un barrio de ésos que insulte a alguien invoque su sexo para protegerse de cualquier respuesta verbal a sus agresiones. Ése fue el motivo de otro escándalo, para que no quepa duda copio el tuit (aunque es fastidioso dedicarle tiempo a esas anécdotas):

De ahí la conclusión de que la estaba llamando "mujerzuela" (ya he explicado como sólo en los ambientes más degradados es posible sacar a colación el sexo para tener patente de corso para insultar).

Pero aparte de toda esa cuestión lo que ocurre es que Colombia está cayendo de forma fatal en manos del crimen organizado, de partidos que representan casi abiertamente a los secuestradores, asesinos y traficantes de cocaína, hoy dueños del país. ¿Existe una ciudadanía que se oponga a ese avance? ¿Qué debería representar esa ciudadanía? ¿Les parece que debería haber candidaturas de personas que no legitiman ni apoyan los crímenes?

Para cualquier persona de un país civilizado es casi una obviedad que debería haber un bando de la gente que no respalda a los criminales. Y la verdad es que la disposición con que los uribistas rehúyen la discusión recuerda a la que define a los partidarios de los partidos del crimen: un estilo cínico que prohíbe discrepar y un estrabismo moral que parece mentira.

Pero ese bando no puede ser el uribismo ni la lista del Centro Democrático porque sin que nadie quiera saber por qué resulta un candidato cuya carrera empezó secuestrando y asesinando, que no se ha apartado un ápice de la ideología del M-19 y por supuesto no va a contar nada sobre las proezas de su banda. Toda la pelea en Twitter venía de esa idea de que si a uno no le gusta puede votar por otros, cosa que ningún uribista cuestiona porque su constitución moral es colombiana.

De modo que el uribismo es ese bando de la decencia porque los uribistas quieren creerlo, no porque alguien conciba que tal cosa pueda existir. Para que no los tilden de extremistas o sectarios, o por otros motivos que a fin de cuentas nadie DEBE conocer, se incluye a un terrorista ascendido a político, impune, rico y con tremenda autoridad moral.

(Tengo que pedir excusas y ayuda: no he podido encontrar un video sobre un debate en televisión relacionado con las supuestas amenazas de "los Rastrojos" al PDA [curiosamente son socios de las FARC, que sin duda les encargan las amenazas consuetudinarias]. En ese video se ve a Everth Bustamante haciendo un despliegue de cinismo que avergonzaría a Petro y afirmando sin pudor que el PDA es una oposición democrática legítima. Es un video de este año y cualquier dato que aporte un lector que lo haya visto podría servir para encontrarlo.)

Lo que pasa es que algunos colombianos desaprobamos al M-19 y al gobierno que lo premió porque condenamos el terrorismo y los fines que persigue. Los uribistas no forman parte de esa clase de colombianos; es de lo que se trata, de bendecir al M-19 y el premio que obtuvo por sus atrocidades, no en balde Uribe fue el ponente de una ley que reforzaba la impunidad de la banda. Sólo son una bandería que sigue a un caudillo y pisotea a cualquiera que pueda encontrarle defectos, por eso TODOS los uribistas tienen una actitud ambigua ante la negociación de La Habana, ninguno se plantea que es un crimen. La desaprobación depende de la conveniencia de las cuentas del caudillo.

Pues al pensar en eso, en la ausencia de una lista formada sólo por personas que no matan ni secuestran, publiqué este tuit:
Y es verdad que hay un exceso retórico que molesta porque nadie quiere darse cuenta de que incluir a un líder del M-19 es bendecir a esa banda, a la negociación que la premió y a la Constitución que impusieron entonces; y que con tal personaje la figura de la lista de rechazo al crimen se disuelve, tal como una fiesta elegante se echa a perder si el anfitrión se emborracha y orina desde el balcón a los que se van.

Naturalmente eso se convirtió (por algo empecé explicando que con los colombianos siempre se encuentra la mala fe) en que estaba señalando a Paloma Valencia y los demás de la lista como secuestradores. Todo el problema de esa fastidiosa pelea es esa cultura de lambonería y "fulanismo", pero además está la cuestión que nadie quiere afrontar de si se aprueba la carrera de las bandas criminales o si se condena.

El M-19 es lo mismo que las FARC, o es algo diferente en la medida en que la Gestapo era algo diferente a las SS. Fue la banda que "coronó" la primera parte del plan. Lo que hacen los Santos ahora sólo es completar lo que se obtuvo con la Constitución de 1991.

Hace mucho tiempo que sé que los uribistas están en otro lado, en una especie de vago conservadurismo que los lleva a tomar el rumbo que convenga a su líder en el corto plazo sin preguntarse jamás si alguna vez supo adónde iba. Y es que en esa cultura de lambonería el éxito increíble de Santos como socio del terrorismo salva de toda responsabilidad al que lo hizo elegir.

Uribe cabalgó una corriente de hastío con el terrorismo y al cabo de ocho años hizo elegir al Congreso, al Senado y al gobierno actuales. Voté por él y le hice campaña en 2002 y 2006, lo defendí, en la medida de mis modestísimas posibilidades, contra las calumnias de los terroristas y sus socios y aun en 2010 ayudé a denunciar toda la maquinación perversa de la campaña de Mockus (algunos de esos escritos se cuentan entre los que más lectores tuvieron en Atrabilioso). No creo que le deba ninguna lealtad, sobre todo porque al aplaudir la candidatura que impone de un jefe terrorista estaría faltando a la lealtad a mis valores e ideas, cosa que no todo el mundo tiene.

La respuesta de estos uribistas refuerza mi convicción de que incluso si triunfaran seguirían siendo una solución falsa: al cabo de otra presidencia terminaría habiendo un Congreso y un gobierno formado por personajes como los que Uribe ayudó a elegir y que hoy son socios más o menos abiertos de Kidnapping Corporation. Allí donde no hay valores ni principios terminan imperando la codicia y el cálculo más mezquinos.

(Publicado en el blog País Bizarro el 23 de septiembre de 2013.)