lunes, enero 16, 2012

El porvenir de la entente roja-rojita

Desde el mismo día de su posesión, el plan de Juan Manuel Santos resultó patente y todo lo que ha hecho después no hace más que confirmarlo: se trata de formar una mayoría alrededor del alicaído Partido Liberal, gracias a la cual su sucesor resulte elegido y siga asegurando una hegemonía de esa facción durante varias décadas. ¿Pensará en la reelección? No se sabe, mucha gente piensa que ser presidente de un país como Colombia es como ser rey, y la verdad es que es una responsabilidad agotadora. ¿Por qué no aspirar mejor a la Secretaría General de la OEA, a algún cargo parecido en la ONU o en una de sus agencias o algo así? El gran estadista disfrutaría más de un reconocimiento global, no les quepa duda.

Para entender a Santos hay que recordar su ascendiente sobre la prensa: el director de El Tiempo es su pariente político y "cliente" de su hermano mayor, mientras que el director de Semana es su sobrino, etc. Basta con leer entre líneas esos medios, o a sus columnistas, para entender a qué juega el presidente. Las alianzas de la Unidad Nacional lo son con las poderosas maquinarias políticas, es decir, con las redes de aspirantes a cargos públicos y conseguidores de votos incentivados que durante los noventa se agruparon alrededor de los tres presidentes de entonces. La influencia y el poder de esas redes caracteriza al país, de ahí la unanimidad de los jueces en la persecución del uribismo (pues las altas cortes dependen de sus lealtades con los grandes magnates de la política). La integración en Unasur y la política de entendimiento con Chávez y sus metástasis corresponden también a los cálculos de esa "gran alianza por la restauración", que a toda costa pretende destruir el uribismo y la mayoría vagamente conservadora y anticomunista que imperó durante la década pasada.

Pero lo interesante es si al final Santos se saldrá con la suya e impondrá la hegemonía de esa entente en la que finalmente se integrarán las organizaciones herederas del marxismo, incluidas las FARC. Mi opinión es que sus posibilidades son muchas. Que lo más probable es que tenga éxito. Señalaré algunas razones:

1. Hay Chávez para rato
Las esperanzas de algunos de que el cáncer librara a Venezuela de su azote parecen cada vez más infundadas, y en todo caso ¿quién removería el orden establecido durante estos años? Si Hugo se muriera quedaría Adán. Muy ilusos me parecen los que creen que la boliburguesía va a disputarse el poder con el hermano alineado con los Castro y heredero de la "legitimidad" del mundo académico marxista y la cúpula de los partidos chavistas. Cualquier retorno de la democracia amenazaría el patrimonio de dicha boliburguesía. También creo que se equivoca Carlos Alberto Montaner, quien cree que los venezolanos se cansarán de pagar las facturas del régimen cubano. No se cansarán los que tienen poder gracias al chavismo, y el descontento de los demás se verá amortiguado por la continua entrada de recursos del petróleo y sometido por la eficiencia de la máquina de terror. Tal vez una recesión global profunda que hiciera caer los precios del crudo, o la caída de Obama ante un republicano que se interesara por acabar con los regímenes totalitarios de la región, representarían alguna esperanza. Pero eso está por verse.

2. La economía petrolera asegura el poder al estatismo.
En un texto de 1936 Arturo Uslar Pietri trataba de conjurar el destino venezolano, que se consumó (no como respuesta sino como continuidad de los gobiernos anteriores) con el chavismo.
Que en lugar de ser el petróleo una maldición que haya de convertirnos en un pueblo parásito e inútil, sea la afortunada coyuntura que permita con su súbita riqueza acelerar y fortificar la evolución productora del pueblo venezolano en condiciones excepcionales.
Este régimen, que mantiene una altísima popularidad pese a su monstruosa ejecutoria, expresa al pueblo que queda tras varias décadas de prosperidad petrolera. Es lo que le espera a Colombia y sin duda Santos reclutará a los diversos buscadores de rentas, sindicalistas, defensores de derechos humanos, víctimas profesionales y cuanto benefactor de la humanidad haya dispuesto a tomar parte en el reparto de los ingresos del petróleo. Es la gran oportunidad del "liberalismo" y por eso el cada vez más descarado interés en integrarse con las FARC, sea mediante la actividad de Piedad Córdoba, reconocida por todos los columnistas de Semana y por la mayoría de los de El Tiempo así como por los líderes "liberales", sea avalando candidatos señalados como socios de las FARC, como el aspirante a la alcaldía de Cali Sigifredo López. También en Bogotá el candidato "liberal" tiene por principal misión distraer votos que en otro caso irían a Peñalosa, el único que le disputaría el cargo a Petro (que es el candidato de Santos, necesario para legitimar la negociación política y para lograr la integración de los votantes chavistas en la Unidad Nacional).

3. Los "rojos" ya poseen el Estado.
La increíble desfachatez de los jueces de todo rango respecto a la persecución contra el ejército, la impunidad de los terroristas y sus socios y el castigo contra cualquiera que represente el uribismo expresa la hegemonía absoluta de la "izquierda" en la función pública: claro que de por medio están los incentivos de la industria del secuestro y de las diversas redes de traficantes de cocaína, así como de Chávez, pero eso no entra en contradicción con la ideología. La unanimidad del Congreso respecto a las políticas de Santos muestra hasta qué punto el botín petrolero basta para adherirse exactamente a lo contrario de lo que la gente eligió. "El que se mueva no sale en la foto", decía un líder del PSOE español, es el mismo principio que opera en los partidos "uribistas" que hoy son entusiastas de la negociación política con las FARC. Si se piensa en el conjunto de la burocracia, en sus inclinaciones totalitarias, desde el marxismo de la universidad hasta el interés por expandir el poder funcionarial, es completamente claro que Santos no tendrá ahí ninguna resistencia para hacer realidad su proyecto.

4. La idiosincrasia local los favorece.
Recientemente fue noticia un proyecto para permitir el voto desde los dieciséis años. La "ola verde" de 2010 les mostró a los políticos liberales un filón que sin duda explotarán: siempre se puede soliviantar a los adolescentes contra cualquier injusticia que se pueda atribuir a los banqueros o a los militares o policías. Da igual que quienes promueven el descontento sean los mismos banqueros, ¿no ha sido la izquierda universitaria la expresión de rechazo a los políticos de los partidos tradicionales? Curioso que sean los catecúmenos la principal baza de esos partidos tras el ascenso del uribismo. Por mucho tiempo se creyó que ser de izquierda era oponerse a la oligarquía, hasta llegar a la situación actual, en la que es indistinguible una cosa de otra, en la que el rebelde arquetípico compra SoHo como expresión de su modernidad y disfruta con el humor de Daniel Samper Ospina. En el adolescente la idiosincrasia aflora cruda, pero ¿cuántos colombianos adultos se molestan porque en la Constitución se aluda a la propiedad como "una función social"? ¿Cuántos dudan de que la salud y la educación no son negocios y las debe proveer el Estado? ¿Cuántos no atribuyen a Estados Unidos las peores intenciones y a la dependencia de ese país el atraso de Hispanoamérica? Cuando Santos desecha el uribismo para complacer a los empleados de su familia que escriben columnas sabe que se aproxima a una forma de pensar arraigada. El tono chavista de su sucesor dependerá de los vaivenes de la opinión, que podría mostrar una gran añoranza por Uribe (caso en el que la negociación y la unión con las FARC se tienen que retrasar).

5. Santos no tiene oposición.
El rechazo del Caguán condujo al triunfo de Uribe, liberal disidente que prometía mano dura contra los terroristas. Esto produjo una rotunda mejora de la situación del país, pero el fracaso del referendo de 2003 por trampas leguleyas (como la de llamar a la abstención engañando a la gente para anular una decisión mayoritaria por la norma del umbral), ocasión en que ya se vieron unidos Vargas Lleras y los filántropos de Arco Iris, hizo que su impulso reformista perdiera fuelle. Después de 2006 el uribismo podría haber derivado hacia una reforma profunda del país mediante una Constituyente y hacia la hegemonía por un partido nuevo basado en un ideario verdaderamente liberal. Por el contrario, se buscó la adhesión de los políticos samperistas y pastranistas y una nueva reelección. Cuando ésta no fue posible, Uribe se quedó sin verdadera influencia en el Congreso y sin autoridad para hacer verdadera oposición (tendría que reconocer el error atroz de la segunda reelección y de haber permitido a Santos llegar a la presidencia). Todo eso ha determinado que hoy por hoy no haya oposición, y hasta el último quejoso de Santos ve como única solución que Uribe vuelva a la presidencia. Los que niegan que el ex presidente esté pensando en eso se ilusionan con Óscar Iván Zuluaga, pero este ex ministro es entusiasta del gobierno de Santos...

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Se podrían enunciar muchos más motivos por los que creo que la jugada de Santos tendrá éxito, pero los señalados me parece que bastan. Mucha gente se escandalizó cuando el presidente dijo que Chávez era un factor de estabilidad en Venezuela, pero tenía razón. Incluso se podría decir lo mismo de Correa, Morales y los Kirchner. Baste recordar la situación de todos esos países antes de su ascenso. Por desgracia, los hispanoamericanos son pueblos que optan por esa clase de gobernantes, y Colombia no está propiamente en el mar del Norte.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 7 de septiembre de 2011.)