miércoles, junio 16, 2010

Exenciones fiscales y "enfermedad holandesa"

Es de verdad difícil hacerse a una idea de lo que ocurre con la economía colombiana leyendo la prensa, pues el nivel de manipulación es tan fuerte que sólo quedan satisfechos los previamente convencidos: esa clase de personas, la absoluta mayoría de las clases altas, al menos de las que leen la prensa, que siempre están descontentas con todos los gobiernos y con todo lo que haga cualquier gobierno, salvo que sea una dictadura llena de inspiración, de oratoria, de adalides todopoderosos que "remedian" con suspiros y vocales alargadas lo que en otro medio se remedia trabajando. El modelo de esos adalides es Fidel Castro, del que surgieron varios cientos de clones en las universidades colombianas, clones que tienen mucho que ver con la violencia de las últimas décadas.

Esa disposición tan especial, ese descontento íntimo, esa ansia de borrachera (no otra cosa son las revoluciones que tanto clamor despiertan en el medio "intelectual" del país, tanto la cubana como la "Revolución cultural" china que acompañó a una de las peores hambrunas de que se tenga noticia, como la camboyana) va unida a cierta incapacidad de entender los números y seguir la lógica. ¡Los académicos, doctores, pensantes, sabios, literatos, artistas y demás próceres de la patria consiguen en su descontento resolver la cuadratura del círculo! Al mismo tiempo se quejan de que los salarios son muy bajos, de que hay una altísima tasa de desempleo y de informalidad, de que hay empresas y de que, obviamente, los servicios nunca son como los que ellos se merecen.

Con frecuencia los descontentos que aparecen en la prensa son viejos defensores de los gobiernos maravillosos que tanto hicieron por el país entre 1982 y 2002. En el espeluznante unísono de mentiras y estridencias que es la "prensa" colombiana uno encuentra una constante: ¡las cosas estaban mucho mejor antes de 2002! Y la convicción con que hablan esas personas deja ver algo muy claro: ¡que para ellos las cosas estaban mucho mejor!

Cuando se trata de la salud, hacen una algarabía increíble: quieren que la atención sanitaria sea universal, gratuita y completa y al mismo tiempo defienden la increíble "acción de tutela", que es la atención completa y gratuita para los que tienen "palanca" con algún juez desaprensivo, valga la redundancia, obviamente a costa de los demás. ¿Cuántas veces ha mencionado un solo comentarista los datos concretos de cobertura del servicio? Después de muchas críticas de todo tipo, en las que extrañamente se critica al gobierno por asistencialista y al mismo tiempo por no cumplir las órdenes de la Corte Constitucional, uno no llega a saber cuál es la cobertura del servicio. Excepcionalmente un comentarista honrado, Saúl Hernández, nos explica por ejemplo que la cobertura se ha extendido del 60 % al 90 % de la población desde 2002.

El peligro de que a partir de este año el país esté gobernado por alguien relacionado con esos personajes de la prensa es mayúsculo. Es tan evidente que están resueltos a mentir para complacer a un público fanatizado e ignorante, que los gobiernos de Samper y Pastrana serán recordados como una época feliz de buen gobierno si se permite a los candidatos de la prensa "gobernar".

Un buen ejemplo de esa carencia de argumentos es todo lo relacionado con las exenciones fiscales a las empresas, los pactos de estabilidad, las zonas francas, el programa Agro Ingreso Seguro y todo lo que en la propaganda del gobierno se llama "confianza inversionista". ¡La mayoría de los que lo comentan, incluso catedráticos de economía, hacen cuentas de los impuestos que se han dejado de cobrar, como si la inversión se hubiera dado sin la rebaja fiscal! No les interesa: no saben qué es la vergüenza ni sienten el menor respeto por sus lectores (con razón, por lo demás, pues esos lectores suelen tener título universitario y por lo general son sólo psicópatas fanatizados).

Pues bien, un ex ministro de Minas y Energía, Carlos Caballero Argáez, publicó el sábado pasado una columna en la que advierte de las perspectivas de la economía colombiana en la década que comienza. Considera que la expansión de la explotación de minas y yacimientos de combustibles podría dar lugar a la llamada "enfermedad holandesa" (que los demás sectores de la economía se deprimen como resultado de la revaluación de la moneda y del flujo de dinero procedente de esos rubros). A lo mejor tiene razón, a lo mejor ese peligro acecha.

Lo que pasa es que ante tal peligro, ¿qué ocurriría si las empresas colombianas no tuvieran incentivos para invertir, los agricultores para dotarse de sistemas de regadío y los hoteleros para construir alojamientos? Colombia podría tener un colapso productivo como el que ha sufrido Venezuela, pero entonces los críticos culparán al gobierno de no haber previsto el problema, siendo que precisamente lo ha afrontado con las medidas que más convienen: las que aseguran la presencia del inversor, de la planta física de una fábrica, de la infraestructura productiva...

Lo que pasa es que la parte atávica de la sociedad nunca ha pensado en trabajar ni en producir ni en garantizar el bienestar de la gente: ¡bastan los decretos y las palabras estremecedoras, las sonoras anáforas (figura retórica consistente en empezar cada frase de la misma manera que la anterior) , los cinco minutos de odio contra Goldstein y la gran epopeya del bochinche!

Y es que la Colombia atávica sólo es la barbarie.


(Publicado en el blog Atrabilioso el 16 de febrero de 2010.)