lunes, abril 05, 2010

La ciencia chabacana

El lector de la prensa colombiana está condenado a encontrarse a todas horas con la propaganda: hay mucha más propaganda que discusión. No es ninguna sorpresa que los temas tecnocráticos sirvan para la demagogia, que los literatos más reconocidos sean poco más que oradores veintejulieros, que el tráfico de drogas se convierta no en la culpa de ciertos colombianos sino de quienes intentan perseguir el negocio. Bueno, esto último es casi obsesivo: no pasa una semana sin que vuelvan sobre el viejo tema, el halago fácil a la ignorancia de una gentecita cuyas fórmulas para resolver los problemas son tristemente pueriles, pero que se ven gratificadas al ver repetida la misma monserga en letra impresa. Lo dicho: propaganda.

Últimamente prolifera otro Leitmotiv: el derecho a abortar. Pero en realidad es un pretexto de otro tema propagandístico habitual, muy útil sobre todo cuando se han reducido tanto las masacres y la gente respira aliviada, de modo que no es fácil asustarla con las que cometen los peones de los propagandistas ni soliviantarla con las que cometen los émulos de los peones de los propagandistas. El odio y el desprecio por la Iglesia y por las personas creyentes siempre tienen éxito, refuerzan el sentido de superioridad de los leales y alientan sus instintos de agresión. Si además hay niñas violadas que sufren la condena de concebir al fruto de ese crimen, mejor que mejor: no hay muchos recursos tan buenos para dibujar con rasgos denigrantes al enemigo y justificar la continua violencia que se ejerce sobre él.

El problema no es ni siquiera la violencia. Al menos no tanto como ese aspecto degradado con que se vive todo en Colombia. El periodismo es propaganda, la literatura es oratoria, la tecnocracia es demagogia (a niveles patéticos con el cuento del Agro Ingreso Seguro); lo increíble es que con motivo de la campaña antirreligiosa la ideología más brutal y simplona se convierte en ¡ciencia! No me interesa tanto discutir la despenalización del aborto, ni menos reivindicar la fe religiosa, cuanto mostrar los ribetes grotescos de lo que se presenta como ciencia. De hecho, ¿qué es ciencia? En Colombia el anticlericalismo más rancio y el odio antirreligioso se consideran una actitud "científica", y son el motivo de las más entusiastas diatribas.

Vale la pena evaluar la "cientificidad" de tales escritos. Por ejemplo el columnista de El Espectador Klaus Ziegler escribe Sobre el aborto. Invito al lector a evaluar su escrito a ver si encuentra otra cosa que disparates (como que los brahmanes aconsejan quemar a las viudas, costumbre superada hace varios siglos, o que los católicos son sistemáticamente partidarios de la pena de muerte), descalificaciones groseras (los cristianos son "fanáticos" de "mente medieval" y su sistema ético está basado en "supersticiones") y tránsitos conceptuales pintorescos (los casos extremos de "concepción forzosa" se vuelven el paradigma de la situación de quien aborta). Lo interesante de tanta razón y ciencia es esto: suponiendo que el lector se ponga en el lado evolucionista en la discusión sobre el origen de la humanidad, ¿qué papel le atribuiría a la religión? ¿Cuál sería el origen de nociones como la de "dignidad humana" o de la prohibición del homicidio?

Ziegler parece dar por sentado que tales nociones son naturales o las resuelven los hombres haciendo uso de su razón, lo cual es opuesto a toda noción de evolución, es decir, da por sentada la creación del mundo. ¿Qué origen tiene la razón que crea una "dignidad del hombre" o prohíbe el homicidio? El Espíritu Santo, sin duda. Bah, de hecho, el homicidio no sólo no estaba prohibido sino que era una tarea básica de supervivencia durante la mayor parte de la (pre)historia humana. El hecho de que se prohíba es una convención del mismo rango que la prohibición del aborto. ¿Qué es la religión? Para Ziegler, se infiere tácitamente de su escrito, el fruto de la ignorancia, la superstición y el fanatismo. Yo diría que es la creación humana que instaura y hace comunes ciertas premisas de la vida en común, como la sacralidad de la vida humana. Los sobreentendidos de la "razón" son el resultado tardío de la convivencia bajo determinados contextos religiosos, los mismos conceptos ligados a todo pensar se formaron bajo el influjo de determinadas doctrinas religiosas.

La arrogancia es aún más bestial en el caso de Héctor Abad Faciolince: la característica de la sociedad colombiana, y puede que aun de todas las hispánicas, es que ni siquiera la pérdida de la fe religiosa permite superar los hábitos inquisitoriales. Apenas cambian los pretextos, lo característico del poder, sobre todo del poder de la casta clerical, es la persecución de toda disidencia, a la que previamente se demoniza y descalifica con toda clase de falsedades: dudar de la idoneidad de promover el aborto es equivalente a creer en homúnculos en el semen y en el pecado de la masturbación.

Es decir, cuando se discute sobre una prohibición arraigada en la ley, los defensores del "derecho" a abortar no intentan demostrar la conveniencia de las reformas, sino que descalifican a sus contrincantes con insultos. Si el aborto se despenaliza pero el homicidio no, eso no tiene nada que ver con la ciencia ni con la razón sino, como mucho, con los vaivenes de la opinión pública. El óvulo fecundado no recibe el soplo divino, pero ¿qué hace que deba ser sagrada la vida del mamífero después del parto? Las implicaciones del aborto son un tema bastante más complejo que la vulgar propaganda anticlerical que pasa por "ciencia" en Colombia. Al interesado lo invito a leer por ejemplo al pensador español Julián Marías.

Ignorancia, superstición y fanatismo existen en la sociedad tanto dentro como fuera de las confesiones religiosas. La diferencia es que cuando no se reconoce nada sagrado ni ninguna autoridad, esas tres gracias tienden a derivar en grandes orgías criminales como las del siglo pasado, todas ellas cometidas por regímenes ateos, o en serles útiles a psicópatas para los que, como Iván Kamarazov, "si Dios no existe, entonces todo está permitido". Nadie debe creer que los más de ocho mil frailes y monjas asesinados durante la guerra civil española (fuera del "conflicto") lo fueron en aras del avance de la ciencia. También en Colombia las consuetudinarias guerras civiles siempre han contado con esa mezcla de arrogancia y resentimiento que caracteriza a los "científicos" que creen que persiguiendo a los cristianos acercan la justicia "social".

No es nada extraño que el fervor abortista coincida con las campañas de los amigos de Chávez y compañía. El aborto era una de las pocas "libertades" que permitían la mayoría de los regímenes comunistas de Europa central y oriental. A fin de cuentas, el régimen de ensueño que buscan las FARC es el socialismo "científico", rasgo que a ojos de los adeptos de la secta (no sólo los verdugos montunos) se asocia automáticamente con el odio a la religión. La penuria y el terror que sufren por ejemplo los cubanos son el fruto característico de esa "ciencia".


Publicado en el blog Atrabilioso el 28 de octubre de 2009.