domingo, octubre 05, 2014

La paz avanza sin resistencia

En la revista Credencial publican dos análisis de Mauricio Vargas y Sergio Araújo sobre las causas del triunfo de Santos y la derrota de Zuluaga. 

Según Vargas, que abusa de nociones como "ganar" o "perder" (Zuluaga "ganó" la primera vuelta porque fue el candidato más votado, no porque tuviera una mayoría), la causa de la derrota de Zuluaga fue la incapacidad de comprometerse con la paz, como le proponían algunos de sus asesores (amigos de Vargas): proponer una comisión de paz con Robledo, Angelino Garzón y Álvaro Leyva, y tal vez con el mismo Uribe, podría haberle dado la victoria, ya que la gente apoya la paz.

Es una noticia muy interesante que alrededor del uribismo circulen propuestas así porque uno todos los días detecta esa misma disposición: la misma campaña electoral rehuyó cualquier crítica a la negociación, para la que encontró una fórmula ingeniosa, que sigue repitiendo Uribe: negociación sí pero con cese de actividades criminales. Mientras que Santos insinuaba que eso era irrealizable porque los terroristas no cederían, los que se oponen a la negociación aplaudían porque, avispados como buenos colombianos, a la vez aprobaban la negociación y la hacían imposible.

Mauricio Vargas fue ministro del "kínder" de Gaviria y como columnista representa a ese grupo, complementando a Rudolf Hommes: amigo de Rafael Pardo y del propio ex presidente, hasta nexos con los Nule resultó tener. Su entusiasmo por la paz y la certeza de que era la clave para ganar corresponde a sus inclinaciones pero no a los hechos. El bando de la paz perdió por un amplio margen en 2002, 2006 y 2010. También habría perdido en 2014 (es mi opinión) si hubiera habido un bando que se opusiera a la paz. Pero no lo había.

Siempre que un partido adopta el programa de otro pierde apoyos en favor del primero, porque la gente prefiere el original a la copia. Con una vaga crítica a la negociación de La Habana, Zuluaga obtuvo más votos "de opinión" (los únicos que pueden considerarse lícitos en una democracia) que Santos. Si se hubiera entusiasmado con la paz habría perdido mucho más.

Los resultados de la primera vuelta se repitieron en la segunda: los votos de la "izquierda" fueron más que los de la "derecha". Lo mismo había ocurrido en las legislativas. Sencillamente no hubo una mayoría contundente que se impusiera a Santos, lo cual puede tener muchas explicaciones pero en mi opinión fue el resultado de la falta de claridad sobre la paz por parte del uribismo.

Las propuestas de Mauricio Vargas para el uribismo se ven confirmadas por el escrito de Sergio Araújo: en la parte que dedica a las causas del éxito de Santos, además de denunciar los consabidos escándalos y maquinaciones para obtener votos a cambio de favores, señala que según encuestas la paz no era un tema importante para los ciudadanos.

La paz no era un tema importante para los que contestaron alguna encuesta porque todos daban por descontado que la negociación seguiría, ya que el uribismo no la rechazó (al respecto he publicado decenas de posts en este blog). Y la parte de votos incentivados con mil corruptelas se daba por descontada, de hecho, nadie ha mencionado la intensa presión de los medios para desanimar a los votantes distrayéndolos con el fútbol. Sencillamente, habría que tener un apoyo suficiente para neutralizar todo eso, como ocurrió en 2002 con Uribe.

Cuando Araújo explica por qué no obtuvo Zuluaga un apoyo suficiente, queda clara cuál es la forma en que el uribismo entiende la situación: errores de comunicación, el impacto del montaje del hacker, la actuación del hijo de Zuluaga... Hay un párrafo que tengo que citar:
Un gobierno de Zuluaga habría sido reconciliador. La suya hubiera sido una paz responsable. Su álter ego, Luis Alfonso Hoyos –y no Uribe– habría sido el hombre más importante del Gobierno. Y Colombia hubiera dado seguramente el salto educacional que nos insertara en el primer mundo, transformándonos.
La actitud respecto de la negociación de La Habana resulta simplemente un matiz formal, ni remotamente la ocurrencia de descalificarla o denunciarla como componenda criminal: ¡lo que se perdió no fue la democracia a manos del hampa terrorista y sus socios oligarcas (de hecho, Araújo es un defensor irreductible del modélico Ernesto Samper) sino la oportunidad de dar el salto educacional que conduce al primer mundo! Por si acaso, hay que aclarar que consistía en buena medida en ofrecerle universidad a todos los jóvenes.

Antes de pasar a ocuparme de la actitud del uribismo, repetiré que no ha habido nunca resistencia a la paz (los canallas aman esa palabra porque les permite ponerle un sentido distinto cada vez y aplaudir la componenda de La Habana presionando para buscar un sitio ahí con el matiz doloroso de la "impunidad", "paz sin impunidad", como si alguien fuera a juzgar a los oligarcas que encargan los crímenes). He citado MILES de veces la entrevista de Francisco Santos en que afirma que Uribe habría firmado el acuerdo (y que colombianamente ningún uribista ha leído), he comentado la carta de Luis Carlos Restrepo en que pide apoyo a la negociación, he analizado la disposición de Uribe a no ser obstáculo para la paz... Da igual: los colombianos, sobre todo los uribistas, creen más en lo que les dice la prensa que en lo que ven.

Me he atrevido a señalar que el uribismo en esencia le ve defectos a la negociación porque no ha sido incluido en ella y busca su sitio ahí, cosa que se traduce para mí en hostilidad, bloqueos y unfollows en Twitter porque muchos uribistas creen que es capricho, divisionismo, encargo de Santos, mamertismo encubierto, etc. Ahora hay pruebas claras, patentes, explícitas de eso. El que lo dude puede decir algo sobre el artículo de Rafael Guarín. Pero los uribistas NUNCA responden, estoy esperando al primero que me explique por qué tenía que ir al Senado un genocida que se jacta de los crímenes de su banda o por qué se debe aceptar que no se tengan en cuenta los dictámenes técnicos que muestran que la voz de Sigifredo López es la misma del video: lo mismo condenan lo que ocurre en La Habana que lamentan que las FARC todavía no den muestras de paz, depende de lo que decidan sus jefes.

Guarín lo hace explícito. Cito algunos trozos:

Sobre la disposición del uribismo al consenso:
Zuluaga y Santos tienen razón en plantear un punto de encuentro.
Sobre el sentido recto de la "paz sin impunidad":
... camarada Márquez, los votos y el poder no lavan la sangre de las víctimas, ni pagan la impunidad ante crímenes atroces. El único seguro es un “Acuerdo Político” del que haga parte el Centro Democrático.
Sobre la verdadera disposición del uribismo, presente en sus actuaciones como Centro Democrático:
Pero habiendo aceptado el Centro Democrático el concepto de “paz negociada” lo que procede es dar un paso adelante y proponer al Presidente Santos un Pacto para la Paz. Si hay decisión se puede influir y al fin y al cabo “nada está acordado hasta que todo esté acordado”.
No hay ninguna reacción de ningún sector del uribismo, como mucho, comentarios en Twitter de activistas radicales. Sería exagerado decir que las propuestas de Guarín son oficiales, pero al final son lo que realmente se cuece por mucho que el ruido sea otro.

He señalado que el uribismo es cosa del pasado y que su destino es el de la Anapo de los setenta o el alvarismo de los noventa: no es una alternativa ideológica al santismo sino una serie de matices vagos, que van del conservadurismo más obtuso (a menudo creo que pesa más la aversión al matrimonio entre personas del mismo sexo o al consumo de marihuana que la defensa de la democracia, sencillamente abolida al premiar a los terroristas) al más grosero clientelismo. Lo único que cuenta es la adhesión al líder, que podría optar por aceptar la propuesta de los amigos de Mauricio Vargas o por oponerse a la negociación y de todos modos tendría el aplauso de los leales.



Pero la paz es un crimen colectivo en el que los supervivientes se reparten el botín de las víctimas, que ya no pueden hablar, y negociar con quienes llevan décadas intentando destruir la democracia es sencillamente renunciar a ella. Eso no se va a cambiar porque Everth Bustamante y su grupo decidan ponerse de acuerdo con Santos, por mucho que las cohortes de lambones que siguen al Gran Timonel se entusiasmen.

El sentido preciso de la componenda de La Habana no es tan misterioso como lo quieren presentar. Cada vez que Zuluaga publicaba algún tuit de rechazo a la componenda, tenía cientos de retuits, como ocurre con todos los tuits de Uribe que van en el mismo sentido, sencillamente no se denuncia porque la disposición de los uribistas (Valencia Cossio, Juan Lozano, etc.) no es distinta de la de los ex uribistas (Juan Manuel Santos, Roy Barreras, etc.) y porque para algunos Zuluaga es un jefe político tan natural como Ernesto Samper. Una actitud de rechazo frontal a la claudicación de la democracia habría tenido fuerza suficiente para atraer a una mayoría de votantes, pero no la hubo y no la habrá por parte de los uribistas. Ya es hora de que la gente empiece a darse cuenta de eso.

A tal punto es claro el sentido de la negociación de La Habana que ya se denuncia la aplicación de un plan descrito en un libro publicado en la década pasada en Venezuela. Lo hace un militar retirado, los políticos uribistas están pendientes de la componenda que puedan alcanzar en aras de sus propios intereses.

(Publicado en el blog País Bizarro el 14 de julio de 2014.)