viernes, octubre 26, 2012

La dificultad del elogio


1. Solipsismo
El solipsismo es el idealismo filosófico extremo, la idea de que el mundo es ilusorio. Es muy interesante prestar atención a este concepto porque cada vez que uno habla con un colombiano o lee lo que un colombiano ha escrito se encuentra con el curioso fenómeno de que el colombiano cree que todo lo que ocurre está fuera de él, le llega como un azote o una bendición de fuera, mientras que su interior es perfecto. La obstinación mía en hablar del solipsismo corresponde a la denuncia de ese error: todo lo que ocurre en Colombia está en la cabeza de los colombianos. Si cambiara el enfoque de un grupo significativo de personas sería fácil orientar al país hacia la asimilación a la cultura de las democracias avanzadas. Baste un ejemplo lingüístico para explicarlo: a los miembros de comunidades amerindias se los llama "indígenas", pero esta palabra no tiene relación con "indios" que es como se los llamaba. "Indígena" es una temprana muestra de la condescendencia del "lenguaje políticamente correcto", el término corresponde a la idea de "engendrado allí" y aparece definido en el diccionario como "originario del país de que se trata". Para llamar a los indios con una palabra que se parece pero cuyo sentido no guarda relación, valdría igual "indigente" o "indigno". Pero es imposible que un solo colombiano se detenga a poner en duda que "indio" sea un insulto o que admita que "indígenas" somos todos. ¡Es tan apremiante la necesidad de mostrar "respeto" por los pobres indiecitos llamándolos "indígenas"! Lo mismo pasa con la idea de que las FARC no son guerrilla, no son revolucionarios, perdieron sus ideales, etc.: en la realidad sólo existen porque las apoyan muchos cientos de miles de colombianos; y porque comparten su proyecto político, si bien no sus actuaciones, muchos millones, y en esas protestas se detecta esa afinidad.

2. Izquierda
Yendo al tipo de nociones que llenan la cabeza de los colombianos, ya tenemos que las desgracias llegan de fuera en forma de "bandidos" rústicos que usan un discurso de "izquierda", pero que según la convicción general no tienen relación con la izquierda. ¿Qué es la izquierda? Bueno, los socialistas, los revolucionarios, etc. La izquierda en Colombia (y, a diferencia de la mayoría de los colombianos, conozco otros países) es absolutamente hegemónica en las universidades y no existe fuera de las universidades, como no sea en las bandas terroristas. Ningún problema: la universidad es la tarea de Colombia debido a que la fuerza de los revolucionarios, es decir, de la izquierda o movimiento estudiantil termina, imponiéndose por su superior organización y jerarquía al conjunto de la sociedad, sin hablar de que el contenido de la revolución es la obtención del derecho a la educación universal y que ese anhelo expresa las tradiciones del país. Si uno compara a Colombia con Corea del Sur, un país que tiene sólo unos millones de habitantes más, la expectativa de educación es de 14 años contra 17, mientras que la proporción del PIB dedicada a ese rubro es mucho más alta (4,8 contra 4,2) y el PIB per cápita es apenas una tercera parte. Conocí a un alemán que se quejaba de sus tradiciones: "Los franceses trabajan para vivir pero nosotros vivimos para trabajar". Los colombianos estudian para vivir y viven para estudiar. La cantidad de titulados universitarios tiene que ser bastante similar a la de Corea (pues allí muchísimos estudian carreras técnicas de nivel inferior y pesan en la definición del promedio de 17 años), pero la cantidad de patentes es centenares de veces inferior: la productividad de la educación se mide en la cantidad de diplomas, prácticamente todos los colombianos creen que faltan más diplomas, las personas que consiguen su diploma son casi invariablemente de izquierda, o sea partidarias de la revolución, o sea, que quieren más educación para todos... Si llegan unos asesinos a destruir los oleoductos o a matar soldados, sólo es como cuando un cuerpo expuesto a la luz arroja sombra, las certezas compartidas por casi todos los colombianos son ese cuerpo que produce esa sombra.

3. Tradiciones
La izquierda expresa las tradiciones del país pero su hegemonía ideológica (patente en la prensa, por ejemplo) proviene de que ella misma es una tradición. El que estudia se vuelve de izquierda y eso es exactamente el mismo hecho de la calidad de sus conocimientos y la productividad de las instituciones de enseñanza. Tal como el país no produce manufacturas de calidad, ni muchísimo menos bienes culturales exportables, pero sí muchos diplomas, las universidades no producen patentes ni figuras intelectuales (el mismo alcalde de Bogotá, supuestamente doctorado en Salamanca, cosa de la que dudo, es incapaz de escribir una línea sin errores atroces de ortografía), pero a cambio sí genera un universo de personas de buen corazón que se ponen de lado de los "indígenas" y obviamente quieren más educación, más garantías para el derecho fundamental a la educación, además de que obviamente desprecian la ortografía. Algún consuelo habría de quedar. En ese orden de tradiciones, de prestigios, de vidas académicas llenas de reconocimiento y bien pagada ostentación intelectual, un escrito del inefable William Ospina llama al activismo de esos, grupos, cuya expansión ha ido creciendo a medida que se ensancha el gasto público y que se fortalecen las bandas terroristas y sus negocios. En ese conjunto de tradiciones tiene un lugar decisivo el respeto por Estanislao Zuleta. Su texto más conocido, "El elogio de la dificultad", discurso que pronunció en 1980 cuando recibió el doctorado Honoris causa por la Universidad del Valle, me llamó la atención por la gracia de sus conclusiones. Me pareció que permitía describir con precisión las limitaciones del personaje. Ni hablar de que sus supuestos herederos con su lealtad al Partido Comunista y a los regímenes totalitarios de la región ciertamente no lo entienden, o cínicamente lo manipulan en favor de sus rentas y su poder. El mundo que amaba Zuleta, el de Goethe y Beethoven, es exactamente lo contrario del de Chávez y las FARC, al que se debe la universidad colombiana actual.

4. Estanislao Zuleta
Es muy curioso que el prócer principal de la universidad colombiana no tuviera estudios universitarios, aunque parece ser una norma de la región: tampoco los tenían Gómez Dávila ni Borges. El caso es que Zuleta era un gran conocedor de los clásicos europeos y de diversos temas filosóficos. El grado de su erudición no es algo que yo pueda evaluar, aunque su capacidad de seducción y su talento pedagógico son innegables. Su entusiasmo por el marxismo y el psicoanálisis es completamente anacrónico, muestra del atraso y aislamiento del medio colombiano: los intelectuales europeos de su generación estaban más bien denunciando esas dos modas, hoy completamente menospreciadas salvo en la región andina y en la menguante república austral. En el texto que comentaré se detecta una voluntad de hacer confluir la línea central de la filosofía europea con el marxismo, en un esfuerzo que ciertamente no ha encontrado ningún eco ni aprecio fuera de la región (a diferencia del ultramontano Gómez Dávila).

5. El elogio de la dificultad
El discurso consta sólo de 2000 palabras y no debería dar pereza leerlo a nadie. Empieza con una oposición que yo encuentro falsa entre dos ensueños de felicidad 

Una vida sin riesgos, sin lucha, sin búsqueda de superación y sin muerte. Y, por tanto, también sin carencias y sin deseo...
La valoración de la dificultad es un grave problema, por no hablar de la atribución de la "búsqueda de superación" a las carencias. ¿De modo que si uno tiene que optar entre vivir en la amable Italia o en la dura Groenlandia deberá escoger el segundo país? ¿Y el afán de superación surge de los riesgos y la lucha? Cosa más bien extraña, la Alemania del siglo XVIII era una región bastante tranquila y próspera, donde la vida más bien sonreía. Más adelante explicaré lo que tiene que ver con los anhelos de superación. Unos párrafos después la simplicidad de la oposición entre ensueños blandos y anhelos de superación aparece de nuevo:
En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de amor, y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo
No, nadie desea una relación humana inquietante, compleja y perdible. Si esas relaciones estimulan nuestra capacidad de luchar y nos obligan a cambiar, ello no es el resultado de que lo deseemos. Desear relaciones inquietantes, complejas y perdibles es como desear algún diagnóstico de neurosis, un anhelo de ser interesantes, una forma burda de vanidad: el esnobismo.

La mayor parte del discurso se dedica a denunciar las falacias y perversiones de la izquierda, a tal punto que la popularidad del autor entre los universitarios y comunistas, valga la redundancia, es un misterio, que yo atribuyo a la nula comprensión de lectura que ostentan:
Un síntoma inequívoco de la dominación de las ideologías proféticas y de los grupos que las generan o que someten a su lógica doctrinas que les fueron extrañas en su origen, es el descrédito en que cae el concepto de respeto. 
No se quiere saber nada del respeto, ni de la reciprocidad, ni de la vigencia de normas universales. [...] cuando se habla desde la verdad misma, cuando creemos que la verdad habla por nuestra boca; porque entonces el pensamiento del otro sólo puede ser error o mala fe; y el hecho mismo de su diferencia con nuestra verdad es prueba contundente de su falsedad, sin que se requiera ninguna otra. Nuestro saber es el mapa de la realidad y toda línea que se separe de él sólo puede ser imaginaria o algo peor: voluntariamente torcida por inconfesables intereses. 
Es exactamente lo que ocurre con las personas de "izquierda" o universitarias en Colombia. En los últimos doce años he propuesto en blogs y diversos medios discusiones a los pensadores de las universidades, que NUNCA han tenido un solo argumento sobre lo que escribo: cuando no son las amenazas son los insultos o las descalificaciones calumniosas, o bien las protestas por el anonimato o la extensión de los textos. Parece que Zuleta quisiera educar con su discurso señalando los rasgos de la universidad, pero a pesar de su esfuerzo el sicariato no aprendió nada, por mucho que se proclame heredero del profesor. 

Resumiendo esa parte del discurso se va viendo que el paraíso de Cucaña resulta ser todo el proyecto socialista, pero extrañamente Zuleta no saca esa conclusión, sin duda por la clase de lealtades que adquirió en su juventud y que recuerdan esa época para quien no es joven: la revolución se erigía como la salida espiritual frente a la degradación que se suponía que traía el consumismo. Es difícil leer eso sin sonreír con condescendencia y tristeza.
Pero lo que ocurre cuando sobreviene la gran desidealización no es generalmente que se aprenda a valorar positivamente lo que tan alegremente se había desechado, estimado sólo negativamente; lo que se produce entonces, casi siempre, es una verdadera ola de pesimismo, escepticismo y realismo cínico. Se olvida entonces que la crítica a una sociedad injusta, basada en la explotación y en la dominación de clase, era fundamentalmente correcta y que el combate por una organización social racional e igualitaria sigue siendo necesario y urgente. A la desidealización sucede el arribismo individualista que además piensa que ha superado toda moral por el sólo hecho de que ha abandonado toda esperanza de una vida cualitativamente superior. 
La frase que pongo en negrita permite ver hasta qué punto las rutinas de la militancia universitaria cegaban a Zuleta, como a tantas personas ingenuas que "interpretan" todo lo que leen de modo que lo que es contrario a sus convicciones resulta figurado, metafórico, etc. ¿Qué querría decir Goethe con lo de que "prefería la injusticia al desorden"? ¿No era un miembro de la clase dominante de una sociedad mucho más injusta que la de 1980? ¿Alguien que no sea un imbécil sicario de los que reinan en las universidades colombianas se lo puede imaginar abogando por una organización social racional e igualitaria? ¿Qué será el "arribismo individualista"? En el mundo estrecho en que vivía Zuleta se aludiría al afán mezquino de formar parte de la gente rica o prestante del país al precio de la indignidad, pero ¿puede haber mejor ejemplo de "arribismo individualista" que el propio Goethe, consejero aúlico del príncipe de Weimar y personaje poderoso que se indignó ante la Revolución francesa? ¿No era todo el romanticismo el afloramiento de un tipo de individualismo complejo y extremadamente remoto a los sueños de la cómica militancia comunista del trópico? ¿Desde cuándo esos sueños de "organizaciónn social racional e igualitaria" corresponden a una "vida cualitativamente superior". El encontrar "igualitario" como sinónimo de "superior" es como la materialización del disparate de concebir un Goethe demócrata y socialista.
En el carnaval de miseria y derroche propios del capitalismo tardío se oye a la vez lejana y urgente la voz de Goethe y Marx que nos convocaron a un trabajo creador, difícil, capaz de situar al individuo concreto a la altura de las conquistas de la humanidad.
Ya he señalado el horror que le produjo a Goethe la Revolución francesa. Si hubiera conocido a Marx y sus tremendos proyectos nos habría convocado a llamar a la policía. Ni hablar de la indignación por la miseria y el derroche propios del capitalismo tardío, retórica con la que un señor que sí conocía a los clásicos terminó sirviendo al destino sanguinario y degradante de la universidad colombiana.

Y por fin llegó al último párrafo, en el que la confusión adquiere ribetes a la vez monstruosos y cómicos:

Pero en medio del pesimismo de nuestra época se sigue desarrollando el pensamiento histórico, el psicoanálisis, la antropología, el marxismo, el arte y la literatura. En medio del pesimismo de nuestra época surge la lucha de los proletarios que ya saben que un trabajo insensato no se paga con nada, ni con automóviles ni con televisores; surge la rebelión magnífica de las mujeres que no aceptan una situación de inferioridad a cambio de halagos y protecciones; surge la insurrección desesperada de los jóvenes que no pueden aceptar el destino que se les ha fabricado.
"El pesimismo de nuestra época" sólo se puede aludir a la pérdida de fe en el marxismo, que ya había hecho de las suyas en Rusia y aun en China y anunciaba su fin. Es verdad que Zuleta desde mucho antes denunciaba el "socialismo realmente existente", pero ¡qué raro que el marxismo haya desaparecido como referente intelectual en todo el mundo desarrollado! La fama de los "nuevos filósofos" de los años ochenta fue que demostraron que Marx era estalinista, pero Zuleta estaba lejísimos de concebirlo. La rebelión de los proletarios contra el trabajo insensato es una necedad que echa a perder la lucidez de otras frases del texto. La insurrección desesperada de los jóvenes contra el destino fabricado (por las multinacionales) es un tema mucho más productivo, pero requiere el verdadero final del discurso:
Este enfoque nuevo nos permite decir como Fausto: 
"También esta noche, tierra, permaneciste firme. Y ahora renaces de nuevo a mi alrededor. Y alientas otra vez en mí la aspiración de luchar sin descanso
por una altísima existencia".
La rebelión de los jóvenes llevaba al menos quince años en 1980 y en el mundo desarrollado era sobre todo una asimilación del estilo de vida estadounidense: una moda ligada a un fenómeno de ese país. En Estados Unidos era la resistencia, explicable en cualquier caso, a ir a la guerra de Vietnam. Bueno, que no ir a la guerra sea "la aspiración a luchar sin descanso por una altísima existencia" es sencillamente monstruoso. Lo que la Antigüedad habría considerado elevado sería precisamente el valor de morir haciendo la guerra. La deserción como camino de superación habría hecho llorar de lástima a Goethe, ni hablar del resto de la lucha consistente en dejarse el pelo largo, vestir ropa informal y fumar marihuana. La doctrina colombiana diría que los jóvenes estadounidenses no tendrían por qué ir a morir en Vietnam por los intereses "imperialistas", ¡suerte que no se les ocurrió en 1942! La rebelión juvenil fue la causa de la derrota estadounidense en Vietnam, de las atroces consecuencias que eso trajo para los vietnamitas y del genocidio de Camboya. Relacionar tal hecho con una "altísima existencia" corresponde a las altísimas exigencias de los profesores universitarios colombianos que ayer estuvieron homenajeando a Chávez, pero verdaderamente es una ridiculez.

En Colombia la rebelión juvenil tuvo una materialización mucho más fértil en la Juco, con la que sin duda tuvo que lidiar Zuleta: en lugar de ser administradores de empresas, contadores o ingenieros, los jóvenes imbuidos por el  nuevo enfoque se dedicaron a tirarles piedras a los policías, a amedrentar a los transeúntes y con el tiempo a secuestrar gente o a lucrarse de los secuestros que cometían otros.

Las "ideas" de ese párrafo invalidan toda la lucidez que pudo desplegar Zuleta antes. La "altísima existencia" por la que se propone luchar Fausto es una felicidad ciertamente opuesta al ensueño blando de los perezosos y tontos, pero más aún a la moda de perder la guerra para bailar y divertirse. Es ese agón en que vivían los cientos de Estados alemanes de la época, que tantos logros alcanzó en el terreno de la música. Su esencia no es otra cosa que el trabajo y la formalidad extremos, patentes en la clase de educación que tuvieron en la más temprana infancia Mozart y Beethoven (el Renacimiento italiano fue parecido, lleno de esfuerzos sobrehumanos por el reconocimiento y el poder). Esa felicidad la define Nietzsche como un aumento de la fuerza y la explica Ortega y Gasset como la aspiración al "mando". Ese aumento de la fuerza, de la salud, del vigor, del poder y aun del dominio es radicalmente opuesto al anhelo de una organización social justa, babosada de la que viven con rentas altísimas miles de charlatanes que aparte de recitar esas monsergas no tienen ni remota idea de nada.

Las rebeliones obrera, juvenil y feminista son opuestas a esa clase de aspiración: llevan en sí tanto el igualitarismo (obviamente hostil a todo esfuerzo de autosuperación) como el estatismo, amenaza que tal vez entrevió Goethe en la Revolución francesa pero que sólo adquiriría dimensiones monstruosas mucho después de su muerte. La posibilidad de que la gente de un país ahora aprenda a tocar instrumentos musicales, conozca a fondo a los clásicos y se interese por las artes más que la de 1980 es inversamente proporcional al impacto que tuvieron esas rebeliones. Más equivocado no podía estar Zuleta, más vulgar no podía ser su intento de cuadratura del círculo. Lo que endurece y genera superación no es la moda igualitaria sino la admiración por lo que es no igualitario, por lo que es superior: algo que explica Rilke en el poema tal vez más famoso del siglo XX en Europa y Norteamérica, referido al "Torso arcaico de Apolo".
... pues ahí no hay una parte que no te mire,
tienes que cambiar tu vida.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 25 de julio de 2012.)

lunes, octubre 22, 2012

Colombia en sus leyes

Actualidad
La propuesta de convocar una Asamblea Constituyente ha tenido las más variopintas respuestas, obviamente de hostilidad por parte de la prensa, pero también de los uribistas (la semana pasada comenté una respuesta de Eduardo Mackenzie). Para Camilo González, se trata de una propuesta de la ultraderecha, "argumento" con el que pretende atraer adhesiones de la clase de gente que todavía cree en la oposición izquierda-derecha (como organización de los ricos para asegurarse privilegios a costa de los demás, la extrema derecha es lo que en Colombia se llama "izquierda"); para Alfonso Gómez Méndez hay demasiadas constituciones y ahora que ya está ésa, ¿para qué cambiarla? Yo la cambiaría para que sea posible llevarlo a él a la prisión en que debería pasarse el resto de su vida. El mero hecho de que un personaje semejante defienda el engendro del 91 dice mucho de su contenido. Mauricio Vargas también encuentra innecesario cambiar la Constitución: claro, era ministro del gobierno de Gaviria, no faltaría más sino que descalificara sus "logros". Mucho más interesante es un tuitero uribista que dice que el único motivo por el que valdría la pena convocar una Constituyente sería para reelegir a Uribe. De hecho, es un clamor casi unánime de los uribistas, y ya sólo me produce tristeza tener que explicarles que su sueño de dictadura vitalicia (Stroessner y Somoza también convocaban elecciones) sería simplemente el preludio del triunfo de las FARC... Mucho más interesante, insisto, es el hecho de que ese tuitero uribista aprueba la Constitución del 91. No es una excepción, es más bien lo que define al uribismo. Pero me ocuparé de eso después.

"Política ficción"
La situación de Colombia hoy en día es sencillamente infernal: el tráfico de cocaína cuenta con grandes ventajas gracias al apoyo del gobierno venezolano, con el que se alió Santos para proteger ese negocio y para que la resurrección de las FARC le permita hacer inevitable un proceso de paz, que a todas luces es su baza para la reelección (lo explicaba con precisión Salud Hernández Mora: "Para el 2014 Santos sacará su as bajo la manga, el que lo puede salvar: negociación con esa banda criminal, algo que al votante, aunque no lo confiese abiertamente, le gusta comprar). Pues ni siquiera eso es tan peligroso como lo sería una tercera presidencia consecutiva de Uribe, porque la oposición cada vez más rabiosa de la prensa y los sectores afines haría que su alianza con las FARC resultara legitimada por los rasgos poco democráticos (en el sentido del régimen que impera en Occidente) del gobierno. Ni hablar de que el Congreso sería exactamente el mismo que hay ahora y que curiosamente se vendió a la primera ocasión al traidor: sería cuestión de poco tiempo que el descontento avanzara con cualquier pretexto, por ejemplo porque la gente creyera que el bienestar del crecimiento económico es natural y que tendría "derecho" a esperarlo todo del Estado, y se formaría una mayoría que "liberaría" al país de la dictadura, encabezada por las FARC. Si no hay un gobierno sensato y respetuoso de los votantes es precisamente por el error de la segunda reelección: lo que se estilaría en una democracia normal sería un partido representativo de la mayoría, pero precisamente el uribismo es una alianza de grupos de los viejos partidos, y casi todos los políticos que ayudan a Santos eran partidarios de la reelección de Uribe.

Un poco de historia
Para entender un poco el sentido de la Constitución de 1991 hay que empezar por salirse de Colombia y verla desde la distancia: el territorio ecuatorial remoto (para la conciencia europea, que es la raíz de la conciencia de los colombianos, desde las creencias hasta las palabras) es conquistado por grupos más bien pequeños de hombres armados al servicio de la Corona española. Ese grupo que saquea y esclaviza es el germen del Estado de los siglos posteriores. La sociedad colonial, bajo la cual transcurrió la mayor parte de la historia del territorio, era la institucionalización de ese saqueo y esa esclavitud, y alrededor del Estado y su aparato de justicia, y de la Iglesia, prosperaba una clase parasitaria que disponía de todo sin producir nada. La historia de Colombia sólo es el forcejeo entre ese viejo orden y los intentos de asimilación a la modernidad occidental. El comunismo, popular sobre todo después del triunfo de Fidel Castro en Cuba, fue la tabla de salvación del viejo orden e impuso en 1991 la mayoría de sus pretensiones. Si se examinara el discurso de la "izquierda" antes de esa fecha y se lo despojara de la retórica marxista, sólo quedarían dos obsesiones claras: la abolición de la "democracia electoral" y la de la propiedad privada de los medios de producción. Así interpretaba el sentir de la clase hegemónica del orden colonial, que no producía ni produce nada y vive apegada al Estado y que teme que el interés de la mayoría prevalezca a causa de las elecciones. Eso fue lo que se impuso en 1991.

El engendro de Pablo
Es imperativo entender el sentido de esa Constitución: se implanta el socialismo, es decir, el predominio del Estado en la economía, gracias a la proclamación de una serie de "derechos de segunda generación" que comportan la multiplicación del gasto público en favor de la clientela de los políticos y los guerrilleros, casualmente la misma. Fue lo que ocurrió durante los noventa, con una multiplicación del endeudamiento y una paralización al final de la década y sin ninguna reducción de la pobreza. Ya he explicado en otra parte que el índice Gini empeoró en Colombia a partir de esa Constitución. El poder de la casta fundadora del Estado, ahora robustecida por la multitud de funciones que éste se atribuye, se multiplica y encuentra su materialización más brutal en la "acción de tutela", graciosa endemia jurídica y moral que significa sencillamente la abolición del derecho (de las normas y los contratos) en favor de la discrecionalidad del funcionario judicial. El gran problema de la política colombiana es la falta de resistencia al orden impuesto en 1991, no que Roy Barreras ahora ayude a la guerrilla y no a la autocracia plebiscitaria con que soñaban los uribistas, que del primero al último mostraron nulo interés por abolir esa Constitución.

Gremios concordes
El tuitero que sólo le ve sentido a una Constituyente para reelegir a Uribe es abogado. Para este gremio la "acción de tutela" es una bendición, si el afectado es un particular, el litigante tiene la ventaja de que sólo tiene que ganarse la voluntad del juez, normalmente favorable a sus compañeros de estudios y de medio social, sin detenerse en normas y contratos. Cuando el afectado por la decisión es el Estado, las ventajas son aún más claras: en este caso las cosas son exactamente al revés de como se las denomina, el Estado es el abogado (la máquina de exacción al servicio de la casta dominante) y el afectado es el contribuyente, incluso si no paga impuestos, porque el resultado del vasto parasitismo de los "trabajadores al servicio del Estado" y de los beneficiarios e intermediarios de las tutelas es la pobreza y el atraso generalizados: pésimas infraestructuras, ínfimo desarrollo empresarial, etc. Sencillamente, en ningún país civilizado se puede concebir que alguien se haga pagar cirugías plásticas, entre otras muchas lindezas, gracias a que el juez admite que la Constitución reconoce un "derecho a la salud": demandante, abogado y juez son sencillamente los herederos de los conquistadores disponiendo de las riquezas del territorio en su favor particular. Ni siquiera la retórica es muy original, cuando además del saqueo había esclavitud y exterminio manifiestos de la población aborigen se invocaba la expansión de la religión del amor. La tiranía del hampa chavista en Bogotá no vacila en recurrir a ese mismo lenguaje orwelliano.

La arcadia añorada
Un argumento del citado tuitero uribista es que los logros del gobierno de Uribe se dieron bajo la Constitución de 1991. ¿Alguien recuerda que el montaje de persecución de Plazas Vega, que terminó con una sentencia que es en sí un crimen, tuvo lugar bajo ese gobierno? ¿Y las sentencias judiciales con las que sencillamente se legisla y se impone al Ejecutivo un tipo de gasto en salud? Un rasgo típico de la Constitución de 1991 es la abolición del poder de las autoridades elegidas, sometidas al poder judicial de un modo inconcebible en cualquier democracia de Occidente. Cuando hacia 2005 se pretendía reformar la justicia, en una entrevista el entonces presidente de la Corte Constitucional, el actual fiscal Eduardo Montealegre, declaraba alegremente que no se los podría forzar a emitir sentencias realizables: ¡ellos no iban a hacerse cómplices de la ineficiencia del Estado! Si se comparan los gobiernos de Uribe con los demás que ha habido bajo esa Constitución saldrían muy superiores, pero encontrar un argumento a favor de la norma en ello es como concluir que el terreno del cross permite desplazarse más rápido que el plano porque alguien gana en ese deporte.

Límites constitucionales
Nadie debe engañarse: la asimilación de Colombia al orden que impera en Europa occidental y Norteamérica, y cada vez más en Asia, no se consigue simplemente cambiando la Constitución. Pero se mire por donde se mire, la mayoría que quisiera esa asimilación y que lo ha refrendado en las últimas cuatro elecciones se encuentra siempre con el freno de las leyes existentes, que sustentan el poder de los socios de las bandas terroristas. La misma circunstancia de la Conquista del Cauca se basa en la entrega de territorios a comunidades indígenas, aporte de dicha constitución que, como ocurre con toda su retórica engañosa, lo que entrega en realidad es individuos a autoridades que resultan fácilmente manejables por los detentadores del poder real, los funcionarios de la máquina del Estado que aseguraron sus puestos y rentas gracias a esa Constitución, de nuevo resucitando instituciones coloniales.

Identidades constitucionales
El análisis minucioso de la Constitución de 1991 rebasa las pretensiones de esta entrada del blog y daría para señalar infinidad de rasgos totalitarios-atávicos. De momento sólo se puede señalar que a la hora de pretender cambiarla no se puede contar con la mayoría de los uribistas, personas cuyos valores e ideario no siempre coinciden con ese anhelo de asimilar a Colombia a las democracias modernas, y que lo mismo se extravían en los típicos caudillismos hispanoamericanos que aplauden un texto constitucional que sencillamente asegura las pretensiones de los comunistas y que en disposiciones como las relativas al delito político, a la negociación de la paz o a la noción de propiedad aseguran la toma completa del poder. No es raro que el Polo Democrático, que es a las FARC lo que el NSDAP a las SS se proclamara el partido de esa Constitución, ni que en 2006 el lema de la campaña de Carlos Gaviria fuera algo consignado allí: "La propiedad es una función social que implica obligaciones". Eso es exactamente la propiedad allí donde las FARC tienen el poder local, una función, el propietario figura en los títulos, pero las rentas y el uso de su propiedad corresponden al Partido Comunista, como cada vez más todo en Colombia.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 18 de julio de 2012.)

jueves, octubre 18, 2012

Las reservas frente a una Asamblea Constituyente

Lo primero que debo señalar es que el interés por convocar una Constituyente no es nuevo ni sobre todo popular. Hace varios años lo venimos señalando en este blog, por ejemplo en esta entrada de 2008. Pero siempre han predominado las resistencias de todo tipo, cosa que me produce una tremenda fascinación: ¿qué creen los supuestos "derechistas" o enemigos de las bandas terroristas que significa la Constitución de 1991? ¿Dónde creen que se sustentan en últimas las continuas atrocidades del poder judicial surgido de esa Constitución sino en su texto y en las instituciones que creó? La resistencia a la Constituyente es una expresión de un conformismo para mí incomprensible, una visión según la cual todo lo que se puede aspirar es por ejemplo a que las altas cortes reflexionen un poco y tengan el buen gesto de soltar a Plazas Vega sin soñar siquiera con que los terroristas que mataron a los magistrados paguen por su crimen o al menos encuentren rechazo de la nación en su norma fundamental.

La reciente crisis generada por la Reforma a la Justicia animó a los sectores próximos al expresidente Uribe a pensar en esa posibilidad, pese al escaso eco que habían tenido las propuestas anteriores, como este post de abril de 2011 ("Diez razones para una constituyente") o éste de enero de este año ("Maduros para la democracia"). No obstante, la idea, piedra de escándalo para los propagandistas del terrorismo que predominan en los grandes medios, encontró la resistencia habitual, cuyos argumentos pienso comentar en esta entrada.

Por ejemplo, Eduardo Mackenzie publicó un artículo titulado "La peor de las dos reformas" sobre la malhadada reforma a la justicia, del que copio unos párrafos: 
Como toda crisis, ésta podría aportar algo positivo: abre perspectivas de recambio, de regreso a una cierta racionalidad y prudencia en la conducción del Estado, a condición, claro está, de que la oposición uribista adopte un tono y una postura tan firmes como serenas. 
Por el momento, de ese lado, se nota un cierto apresuramiento. Unos lanzan, de nuevo, la consigna de la asamblea constituyente. Otros piden un juicio político al presidente (la atracción de lo ocurrido en Paraguay parece irresistible). Los demás claman contra la reelección de Santos. Todo eso es interesante pero el recambio político no saldrá de esas iniciativas inmediatistas. Hay que ser cautos pues algunos ya están queriendo transformar esa legítima efervescencia política en un momento revolucionario, es decir, en una coyuntura abierta a todas las aventuras. 
El país necesita un nuevo liderazgo político. O, mejor, necesita recuperar la dinámica que perdió cuando el presidente Santos, elegido por el pueblo uribista, dejó de lado esas banderas. El país debe frenar el curso caótico que emprendió la llamada Unidad Nacional. 
Pero, atención: no hay atajos hacia esa reconquista del poder. La no construcción hasta ahora de un nuevo partido político, de oposición, de proposición y de reconstrucción del país, con millones de adherentes, militantes y votantes, con un programa absolutamente claro, no puede obviarse con llamados a convocar una Asamblea Constituyente.
Lo primero que se me ocurre pensar es ¿de qué modo es "inmediatista" una Asamblea Constituyente? Parece que lo que yo me imagino es distinto a lo que Mackenzie sabe o supone: ¿cuándo se convocaría en el supuesto de que ocurriera? No es verdad que Santos o el Congreso la buscaran, para eso lo habrían hecho antes. Luego, primero habría que convocar un referendo, cosa que requiere la aprobación del Congreso, la cual de por sí es bastante improbable. ¿En qué me equivoco? En un ensueño de lo más complaciente, la Constituyente se podría convocar a la vez que las elecciones de 2014, pero eso sólo a condición de que hubiera verdadero interés, cosa que según veo no comparte el propio Mackenzie.

Tanto el primero como el tercer párrafos citados plantean como solución una "reorientación" del rumbo del gobierno, no hablemos del sobreentendido de que basta esa dirección para que el país vaya bien, cosa que comentaré más adelante. Pero el último trae una confusión grave: de nuevo aparece la Constituyente como un atajo, pero resulta además opuesta a la construcción de un partido de "oposición, proposición y reconstrucción del país". ¿Cuál sería el programa de ese partido sino cambiar lo que los terroristas impusieron en 1991? Otra cosa es que de parte de los líderes de algún modo opuestos a Santos no hay la menor intención de crear ese partido, a tal punto que Fernando Londoño sigue siendo del mismo partido que Pastrana y, según he leído, propone como candidata a la exministra Martha Lucía Ramírez.

Es decir, si entiendo bien a Mackenzie, no hay que promover ahora una Constituyente porque no hay ningún partido que represente a la mayoría, pero tampoco hay la menor intención de crearlo ni de apremiar a los políticos profesionales para que lo hagan: la verdad es que la urgencia de ese partido, que dadas las condiciones de la política colombiana real tendrá que ser amplio y acoger tanto a los católicos y tradicionalistas como a los libertarios, no ha interesado a nadie, al menos públicamente, tampoco a Mackenzie, al que no recuerdo advirtiendo contra la fatal patochada de la segunda reelección de Uribe.

Los siguientes párrafos del texto de Mackenzie me inducen a pensar que lo que llaman constituyente no tiene nada que ver con lo que yo concibo:
¿Ésta sólo se ocupará de hacer otra reforma de la justicia? ¿Y cómo sería esa Constituyente? ¿Incluyendo a toda la clase política? ¿Excluyendo a unos y tolerando a otros? ¿Sería eso democrático? 
¿Sería correcto dejar que quienes votaron el adefesio del 14 de junio voten también el perfil de esa Constituyente?
¿No es lícito suponer que una Constituyente tendría que ser como la de 1991, abierta a todos los partidos y mediante elección libre de delegados por sufragio universal? Lo FASCINANTE es que al parecer para Mackenzie la vaguedad del proyecto le parece expresión de algo "apresurado" y ligero, y digo "fascinante" porque el sobreentendido es que la Constitución de 1991 es tolerable y sólo con un país reconstruido se debería plantear suplantarla.

Todo eso es sumamente confuso: el Congreso existente debería aprobar un referendo para convocar una Constituyente; es previsible que habría muchas resistencias, pero también que con suficiente presión ciudadana se conseguiría. ¿De dónde sale la posibilidad de excluir a alguien? ¿Cuál es el "perfil" de esa Constituyente que podrían (o no) votar los que aprobaron la reforma a la justicia? ¡Los mismos que se quejan de eso lamentan que una Constituyente sea una caja de Pandora o una caja de los truenos o una "vacaloca"! 
¿Cuál sería el partido dominante, el faro iluminador de los debates en esa asamblea? ¿Cuáles sus postulados constitucionales? No seamos ingenuos: una constituyente improvisada puede, por el contrario, agravar la crisis y abrirle las puertas a fuerzas minoritarias y sectarias más avezadas y organizadas para esas maniobras que los otros grupos. Lo repito: sin un partido o, al menos, sin un movimiento uribista estructurado y claro, independiente de esa caricatura que es el partido de la U, una asamblea constituyente será un nuevo problema, no la solución. La teoría de la soberanía popular absoluta ha conducido a veces a nuevas tiranías.
El partido dominante sería el mayoritario, aquel que obtuviera más delegados. Tal vez la única forma en que se lograría crear un partido que defendiera la democracia sería precisamente en el acuerdo de una propuesta constituyente. ¿De dónde saldrá la idea de "una constituyente improvisada". De momento no hay, que yo sepa, una propuesta remota de convocarla, cosa que no aprobaría el Congreso y que requeriría buscar firmas para un referendo. ¿De qué modo fuerzas minoritarias podrían cambiar esa decisión mayoritaria si se conseguiría una participación mucho mayor que la de 1991, inferior al 20%? Lo único que sale claro es la suposición extraña de que de aquí a un par de meses se estaría barajando de nuevo todo el orden legal, y la atroz certeza de que la Constitución de 1991 es tolerable.

Pido perdón por citar todo el resto del artículo de Mackenzie. De verdad es algo que produce angustia. A lo mejor, y no es ningún sarcasmo, hay algo importantísimo que yo no entiendo y que algún amable lector me explicará:

La oposición uribista, por otra parte, se está dejando encerrar en un falso debate: el de la llamada “reforma judicial” del 20 de junio. Ese engendro, es verdad, debe ser echado a tierra. Pero no olvidemos dónde está lo esencial: hay un acto de reforma constitucional aún peor, aún más grave y peligroso para el Estado de Derecho y para la paz en Colombia: el llamado “marco para la paz”. Derrumbar la reforma del 20 de junio de 2012 sin tocar la monstruosidad del 14 de junio de 2012 es dejar que el mal se escape por la ventana. 
Con mucha perspicacia, la izquierda y, sobre todo, sus jefes extremistas, quienes fueron los primeros en destruir la justicia introduciendo métodos abyectos para cometer arbitrariedades a granel, sobre todo contra el uribismo, las Fuerzas militares y los servicios de seguridad del Estado, están alimentando esa visión unilateral: claman contra la “reforma a la justicia” y pretenden que nadie toque el tema del “marco para la paz”. 
Esas dos reformas constitucionales son piezas claves del viraje de Santos. Las dos son nefastas. Pero el “mpp” es la peor. 
Si una favorece a la burocracia de los tres poderes, para facilitar la gobernabilidad del santismo, la otra favorece al principal y más implacable enemigo del país: las Farc. Si el país se distrae ante eso tendrá dentro de poco, si el señor Timochenko es un poco más lúcido, senadores y toda suerte de caudillos, agitadores, bandas y pistoleros de esa corriente en plena libertad y con todos los derechos. Y tendremos, además, una Constitución dictada por las eminencias grises de La Habana. 
Nadie puede olvidar que el acto legislativo votado el 14 de junio de 2012 por el Congreso permite dejar a Colombia huérfana de una Fuerza Pública creíble, en aras de la financiación de un ilusorio “post conflicto”, fase en la cual más se agrava la violencia, como se ha visto en los países de África y Centroamérica donde la llamada “justicia transicional” fue adoptada.

El “mpp” garantiza la impunidad de los jefes y bases de las Farc y del Eln, pues legitima la suspensión de la ejecución de las penas de éstos, prevé sanciones “extra-judiciales”, “penas alternativas” y hasta la “renuncia de la persecución judicial penal” de todos esos criminales, incluso los de lesa humanidad, que hayan sido beneficiados por una decisión subjetiva de la Fiscalía General de la Nación. 
 
 Sí, hay una crisis institucional grave, pero no olvidemos que la solución vendrá de la prudencia inteligente y de la discusión humana, no del arrebato.
¿De verdad que no es una broma? ¿Habrá quien me explique en qué consiste la "prudencia inteligente"? Lo que Mackenzie llama "arrebato" es algo que estamos pidiendo en este blog desde hace al menos cinco años y que no será realidad ciertamente ni en 2014 ni en esta década, pero es el único camino viable para enderezar a Colombia. 

El que publica textos que pueden leer personas desconocidas siempre tiene ese desasosiego de no saber si aquello que escribe se entenderá. ¿Qué es lo que podrían hacer los que no están de acuerdo con el Marco Legal para la Paz para revertirlo? ¿No parece un chiste lo de la "prudencia inteligente"? La única forma en que se podría revertir el conjunto de medidas con que Santos pretende negociar la "paz" con los terroristas (y que no traería violencia de posconflicto sino un agravamiento de las aspiraciones terroristas), es una resuelta movilización ciudadana por una Constituyente. Está visto que son muchos los que no han entendido que la Constitución de 1991 es sencillamente la toma del poder por los terroristas y la garantía de la continuidad del Conflicto hasta que se consiga todo el poder: la vieja noción de Montesquieu de que "No se puede comprar la paz porque quien te la ha vendido se encuentra en mejores condiciones para volver a vendértela".  

Sobre el mismo tema Camilo Andrés Mosquera publicó una entrada en este blog: "Los objetivos del uribismo". Copio un par de párrafos muy dicientes.
El proceso de iniciar una Asamblea Nacional Constituyente es largo y no parece haber un líder que dé palo para iniciarla. La Asamblea Nacional Constituyente por ser nacional es incluyente y las posturas del uribismo son en su mayoría excluyentes de otros sectores como la izquierda.  

 Además de que debe iniciar a través de una ley y este limita su contenido y objetivo lo cual puede convertir a la constituyente en un texto muerto e inocuo, pero la mayor preocupación que deben tener sus impulsores más allá del tema económico es la apatía de los colombianos por ir a las urnas. Sin Uribe en el poder y con una burocracia y maquinaria menguada es posible que la Constituyente se hunda y no consiga los 8 millones que necesitaría para aprobarse, y siendo un fracaso esto, será un lastre muy costoso de cara a las elecciones de 2014.
Lo que para Mackenzie es inviable por corresponder a un arrebato inmediatista, para Camilo es inviable por ser un proceso largo. Las posturas pueden ser opuestas, pero tiene que expresarse una mayoría del país. La ley limita el contenido de la Constituyente, pero ese límite dependerá de la presión ciudadana. La apatía de los colombianos por acudir a las urnas no será tanta como la de 1991, cuando votó menos del 20%.

Queda el sobreentendido de que la Constitución de 1991 es tolerable. Es lo que de verdad merece atención porque, trágicamente, lo que significa esa Constitución permanece oculto para la mayoría. Será el tema de un próximo post.

Una Constituyente sería la ocasión para que la sociedad colombiana discutiera ampliamente sobre lo que quiere y sobre el orden que subyace a las apariencias legales. El error del uribismo fue acomodarse al orden impuesto en 1991 y gobernar hasta donde permitían los verdaderos legisladores de las Cortes, tolerando el prevaricato como forma habitual de obrar del poder judicial.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 10 de julio de 2012.)

sábado, octubre 13, 2012

Poder, prestigio, persuasión


Me desconcertó un poco leer en alguna parte que el poder del Estado es ante todo poder espiritual. Pero pensándolo mejor resulta algo claro: por mucho que la fuerza sea el "argumento" que en últimas cuenta, no bastaría para mantener la estabilidad de un orden social determinado. Es necesario que los súbditos de una autoridad la reconozcan y con ese fin hay toda clase de elementos legitimadores, desde la ostentación de joyas y prendas suntuosas hasta las leyendas sobre su origen, pasando, claro está, por la poesía épica, que no en balde es señalada por muchos autores como el verdadero origen de las naciones.

Ese rasgo del poder evidente en las sociedades arcaicas no podía ser diferente en las modernas, en medio de cuya complejidad destacan grupos dominantes que deciden el rumbo del Estado. Esos grupos ejercen su mando sobre la sociedad a través de los medios de comunicación social, que, ante la "disponibilidad" del poder político, terminan siendo el verdadero poder. Entender su papel en la vida colombiana actual es esencial para saber qué está ocurriendo y qué ocurrirá. A las castas sacerdotales y las liturgias de la época en que la religión era la primera función del Estado las reemplazan hoy los grupos económicos, que en Colombia tienen por principal industria el control del Estado. No es nada especial, el hombre más rico del mundo, Carlos Slim, no ha inventado nada ni produce nada en un contexto de competencia, simplemente maneja relaciones con gobiernos que le dan licencias para sus empresas.

Esos medios de comunicación surgen del mismo poder y son ante todo una formidable máquina de propaganda. Cuando se consigue ver qué pretenden, adónde quieren llevar a su público, se entiende cuáles son los planes de los dueños del poder, los grupos dominantes: clanes, castas, logias o agrupaciones de diverso signo. En la historia de Colombia se podría hablar más bien de castas, aunque en su interior haya diversos clanes a veces enfrentados y a veces capaces de cooptar elementos externos.

¿Quién posee los medios de comunicación en Colombia? La mayor concentración está en manos del clan López-Samper, asociación familiar que opera desde el siglo XIX, cuando los ancestros de los actuales mandamases compartían negocios en Honda. Son los dueños de Semana y tienen una notable influencia en El Espectador y Caracol TV. El propietario formal de estos medios es el Grupo Santodomingo, pero su asociación con los López y Samper es muy antigua. La familia Santos, antigua propietaria de El Tiempo, también está asociada a ese clan y el actual director de Semana es el hijo del antiguo director de El Tiempo, el hermano mayor del presidente. Este periódico lo posee actualmente Luis Carlos Sarmiento, pero su influencia en la línea editorial depende en últimas de su lealtad al gobierno, que es el principal anunciante, por no hablar de otros negocios desconocidos. Lo mismo se puede decir del otro gran canal de televisión, RCN, algo más que dócil en su afinidad con el gobierno actual. En cuanto a Caracol Radio, la asociación del Grupo Prisa, su propietario, con el Grupo Santodomingo y los Samper es de larga data, y la compra de la cadena radial corresponde a una especie de riesgo compartido

Es decir, en lo esencial los medios colombianos presentan un sesgo a favor de sus dueños, lo que no sería nada sorprendente de no ser por su absoluta concentración, y sobre todo por la concentración de los recursos económicos en el Estado. Los clanes mencionados dominan a la vez el gobierno y el control ciudadano al gobierno, desde el gobierno pagan con recursos públicos su propaganda y no encuentran respuesta porque la gente parece no entender que aquello que publican está lleno de intención. De hecho, no recuerdo casi a nadie que vea un mismo plan en esos medios, por mucho que se demuestre que los mismos que los controlan tienen un pasado característico. Da lo mismo: la relación entre la propiedad de los medios y su orientación es invisible para los colombianos. Recuerdo el escándalo que se armó cuando cerraron la revista Cambio, órgano redundante dirigido por samperistas cuya circulación no justificaba que se publicara, ni siquiera a pesar de la pauta que pagaba el Estado. No faltaron los farianos que clamaron contra la "censura". Pero cuando se denuncia la abierta propaganda terrorista en que incurren, entonces todos salen con la pluralidad informativa.

Entender lo que dicen los medios colombianos sobre las guerrillas es entender el sentido que tienen estas bandas, pero ¿quién va a explicarles a los colombianos que a Antonio Caballero lo publican porque sus diatribas convienen a los dueños de la revista? Este rebelde profesional es el modelo de la mayoría de los "creadores de opinión". Si se ve que el premio de los crímenes terroristas es una misión obsesiva de los tres grandes medios escritos bogotanos, de la televisión de Santodomingo y ahora de la de Ardila Lülle, viene a resultar que las bandas sólo cumplen una labor al servicio de esos dueños de los medios, cuyos intereses saldrían reforzados en la negociación. Por eso durante los años del Caguán se leían órdenes directas de cometer asesinatos en las columnas de Alfredo Molano, Sergio Otálora o Antonio Morales en El Espectador. Hoy en día se trata de "aportar" justificaciones para premiar a las FARC, que pueden ser comparar a "Timochenko" con Mandela, como hace Natalia Springer, o proponer nuevos despejes, como hace otro sicario. De hecho, el actual director de El Tiempo empezó su carrera en la revista del M-19 y formaba parte de los comités temáticos del Caguán.

Perdón por ser redundante, pero es algo respecto de lo cual uno encuentra siempre una ceguera especial de los colombianos. Durante los años del Caguán aquello que para un habitante de un país civilizado es obvio (y aun escandaloso suponer otra cosa), que prometer premiar los asesinatos sólo conduciría a multiplicarlos y significaría el fin de la democracia, era anatema en la prensa colombiana. Ese mismo sentido tiene hoy lo que se publica en ella: alentar el terrorismo para obtener ventajas en una negociación. Ya los asesinatos del M-19 y su socio Pablo Escobar trajeron, con la Constitución de 1991, la multiplicación del gasto público, es decir, de las rentas y el poder de los dueños de la prensa y su vasta clientela a costa del desarrollo del país, la orgía de asesinatos que buscan ahora con el pretexto de que es urgente negociar les aseguraría mucho más poder y control.

Y siendo que los medios publicitan lo que interesa a sus dueños, habrá que ver cómo lo hacen, porque hay una parte de seducción y otra de persuasión, y combinadas producen un mainstream de opinión que responde a sus estímulos. A veces siguen al público para no perderlo, pero pronto lo recuperan: el horror de las fotos de Íngrid Betancur en 2008 motivó un gran rechazo a las FARC que determinó que esos medios apoyaran la marcha del 4 de febrero, obviamente tratando de convertirla en un movimiento por la negociación (tal como las marchas del No Más del 97 sirvieron de preludio al Caguán por mucho que buena parte de la clase media que participó en ellas esperaba un cese real de los crímenes). Así, El Espectador la convirtió en marcha por el Acuerdo Humanitario:



Pero esos casos en que complacen tendencias del público para desviarlas son más raros, lo habitual es que simplemente orienten la opinión con métodos de seducción directa. Por ejemplo SoHo es una especie de burdel virtual, cuyo "encanto" no excluye la pederastia, como se puede ver leyendo el texto que acompañan a esta foto:






El director de la revista es un miembro de la familia Samper cuyo "humor" es, como "La Luciérnaga" o los dibujos de Vladdo o Bacteria Opina, pura violencia virtual al servicio del interés de la familia, de los Colombianos por la Paz (grupo al que pertenecen tanto Vladdo como Darío Arizmendi) y en general de... eso, del intercambio humanitario y la solución política negociada del conflicto social y armado. La risa es (al igual que la exhibición del cuerpo femenino), un recurso fácil por el cual se llega a las mayorías y se genera la ideología que interesa al poder. Por ejemplo, la imagen de abajo forma parte del blog de un progresista de ésos. El populacho siempre va a donde hay imágenes sugerentes y risa fácil.




Acerca de la ideología de SoHo y del objeto último de sus seducciones, que no es, como muchos creen, sólo vender revistas o anuncios, sino atraer público para Semana y adherentes ideológicos que terminan votando por el progresismo ya publiqué una entrada en este blog hace unos años. Pero si se interesan por su creatividad o su calidad, es una distracción gravísima no conocer este blog: Fotocopias colombianas.

Esos datos ya orientan ampliamente sobre el sentido de los medios colombianos, pero la promoción de ideología, de un discurso indistinguible del chavismo y que en un país civilizado sería con frecuencia algo muy despreciado y ligado a medios marginales, cuando no objeto de atención de la policía y los jueces, es obsesiva y no desdeña recursos. Se podría hacer algún estudio sobre las telenovelas, en las que se encontraría lo mismo. Al menos el actor que encarna a Pablo Escobar es activísimo en Twitter: otro adalid cívico que dedica su tiempo libre a maldecir a Uribe con falacias del más burdo sicariato, y que con eso consigue además de reconocimiento, excelentes relaciones con los que influyen en los castings de la televisión. Eso por lo demás es común a la farándula local, no en balde es el país de los "lambones".

Aparte de la pornografía, el escándalo y las burlas ofensivas que halagan a la peor chusma, los medios colombianos tienen otro medio de seducción particularmente eficaz: la indignación. En realidad es lo mismo que la pornografía y el "humor", algo montado sobre un engaño: el halago, las víctimas del "ingenio" de Samper Ospina son a menudo personas que despiertan envidia en el público, personas de mejor condición social y económica, que resultan despreciables gracias a que el patán que lee al gran poeta se incluye sin darse cuenta en el Dream Team de los que reciben favores de las modelos, cosa que en la realidad está lejísimos de ocurrir. Eso mismo pasa con la indignación, la gentecita menos digna de consideración oye o lee a los abanderados de la justicia y de repente resulta moralmente perfecta pero afectada por los desafueros de quién sabe qué enemigos. Lógicamente, los malos son los que no convienen a los dueños de los medios y del poder político. Vale la pena ver este "mensaje" del típico "intérprete de la angustia popular"

La cosa no es para bromas, el video ya tiene más de 243.000 reproducciones en YouTube. Creo que es difícil encontrar un ejemplo más claro del modo en que la indignación es una forma de halagar al público y hacerlo compartir una superioridad moral tan grata como participar del ingenio de los humoristas o de las danzas sinuosas de las modelos. De paso el prócer señala a Andrés Felipe Arias, con alias y todo, como un delincuente, cosa que su público se traga sin mucha reflexión: el delito de Arias es incomodar a los que le pagan a este payaso, lo más parecido que hay en la Colombia de hoy a Hugo Chávez.

Bueno, hay algo innegable en la relación de la prensa colombiana con los portavoces urbanos del terrorismo, y, como ya he señalado, eso nos debería hacer pensar sobre la verdadera naturaleza de las guerrillas. ¿Por qué tanto El Espectador como El Tiempo publicaron editoriales apoyando la iniciativa de Piedad Córdoba de comunicarse con las FARC para pedirles un intercambio humanitario que era lo que pedían las FARC? Era obvio que se trataba de legitimar a las bandas terroristas, pero ¿no es lo que hace la prensa día a día? Se dirá que hay algunos columnistas hostiles a las FARC y el ELN, pero por ejemplo en Semana no lo es ninguno, y en El Tiempo cuando escribe José Obdulio Gaviria hay otros cinco comunistas radicales en la página de opinión. Si no abrieran de vez en cuando la puerta a gente que expresa el sentido común de la mayoría, sería más evidente su sesgo.

Pero no hay que complicarse mucho la vida. Héctor Pineda, un asesino del M-19 que participó en el engendro de 1991, cuenta sin incomodarse demasiado:

Al final de la guerra, cuando regresé a mi tierra con la buena nueva de la paz, Pedro Bonett, el abogado del Grupo Santo Domingo, imagino que con el beneplácito del "jefe invisible", nos acompañó en el periplo de la política como senador de la bancada del M-19.
Eso son, tras la retórica de la lucha de clases y la indignación antipolítica y anticapitalista sirven a la conjura de los grandes poderes cuyos negocios consisten simplemente en el control del Estado. Las relaciones del samperismo con las FARC, cada vez más evidentes, sobre todo gracias a la abierta representación que hace al funesto expresidente de Chávez en Colombia, remite de nuevo a esa relación. La ideología totalitaria es un buen pretexto para expandir el gasto público, a través del cual se aseguran los negocios de los dueños de los medios, y para mantener cebada a una clientela que se forma casi automáticamente gracias a que cristaliza sobre el molde atávico de la sociedad de castas colonial (razón por la que tiende a ser dominante en Bogotá y más difícilmente en otras regiones).

El terrorismo es pues clientelismo armado y un recurso de la casta dueña del país, que por eso concentra su odio en el expresidente Uribe, porque fue el único que hizo frente a los proyectos de refundación basados en el premio del crimen. Los medios son para sus dueños, además de, como ya he explicado, una formidable máquina de propaganda, un medio de intimidación. ¿Qué mejor ejemplo que la última columna de María Jimena Duzán, siniestro personaje que fue nombrada cónsul en Barcelona para complacer a las FARC: con el pretexo de la fallida reforma, acosa al fiscal para presionarlo para que libere a Sigifredo López (es el sentido de ese artículo).
Si para el fiscal Montealegre estos orangutanes modernizan nuestro estado de derecho, entonces ya no sorprende su obstinación por inculpar al exdiputado Sigifredo López, a pesar de que todas las pruebas que tenía contra él se le han deshecho.

¿De qué modo se han deshecho? Gracias a la magia de los medios: la voz del personaje que habla en el video que publicó la Fiscalía es la de Sigifredo López, así como la dicción, la prosodia, etc., y cualquier cotejo profesional lo confirmará. La afirmación de la figurona terrorista se basa en la multitud de mentiras que han publicado los medios, la principal de las cuales es que el FBI emitió un dictamen favorable, cuando simplemente señaló que el material que recibió no servía para hacer un cotejo.

En esa misma campaña, Semana publica un artículo de Daniel Coronell que valdría la pena desmontar de no ser porque esta entrada ya es interminable. "La Fábrica Nacional de Testigos" sólo se ocupa de uno, un antiguo miembro de las FARC al que no les habrá costado nada amedrentar o comprar, o ambas cosas, para que se desdiga. Por ahí descalifica a decenas de testigos de todas clases, incluido un vendedor de fruta que vio a Sigifredo López dando órdenes. Obviamente no dice nada del cotejo de voces que rehúyen: el arte de Coronell es brindarle a la masa de mediocres tinterillos parásitos que sirven de base social al régimen y a las bandas de asesinos que lo sustentan supuestas pruebas de calumnias. Ese artículo es un ejemplo típico, ¿qué denuncia? ¿Cuál es el delito de Muñoz? ¿Qué pretende demostrar con las "pruebas" que aporta? Sólo consigue que un público previamente aleccionado, de arribistas y lambones, crea que se han desvirtuado las decenas de testimonios que inculpan a Sigifredo López, por no hablar del problema del cotejo.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 4 de julio de 2012.)

martes, octubre 09, 2012

Obviamente, Sigifredo López quedará impune, pero...


Por @ruiz_senior

Pero ¿qué importa? No somos verdugos ni creemos que el problema sea el castigo. Comparada con la cruel realidad en que un asesino con muchas más víctimas que Pablo Escobar, como es el caso de León Valencia, no sólo es riquísimo y poderosísimo sino que además se permite dar clases de moral y fiscalizar al gobierno, ¿qué va a importar que algún criminal quede impune? Son muchísimos, es la cultura del país, y si fuera por todos los responsables de los crímenes, se podría decir que el líder del comunismo en Colombia, el hermano mayor del actual presidente, Enrique Santos Calderón, es responsable de decenas de veces más víctimas que Pablo Escobar y no recuerdo al primero que crea que debería estar en prisión. Si al menos se impidieran los asesinatos venideros con una mínima determinación ciudadana de prohibir con una nueva Constitución que se premiaran, ya valdría la pena que Sigifredo López y muchos como él quedaran impunes. Si les interesa mi opinión, eso no se conseguirá. El orden de siempre en Colombia es que los que se toman la licencia para matar mandan y los demás obedecen, los parásitos millonarios que se lucran del secuestro y el asesinato en masa cabalgan y los demás los transportan, eso no va a cambiar porque uno se impaciente, y todo aquel que quiera cambiar eso debe empezar por tener claro que se trata de cemento endurecido en los cerebros y harán falta siglos para empezar a removerlo.

Pues sí, que Sigifredo López quedará impune es obvio porque el poder judicial colombiano sirve a los terroristas, que a la vez cuentan con recursos multimillonarios de los Estados de la región, incluido el colombiano. Claro que uno dice que el Estado colombiano está aliado con las FARC y lo miran como si estuviera loco, basta mirar lo que publica sobre este caso de Sigifredo López la revista que dirige el sobrino del presidente. Pero ¿"basta"? ¿Es que no leen a los columnistas de esa revista? No, es que los colombianos leen la orden de matar pero no la relacionan con el asesinato porque sólo miran el estrato de cada persona, la calidad de su calzado. En fin: lo asombroso es que haya habido un fiscal valeroso que encarcelara a Sigifredo López saliéndose del guion de una institución controlada por los socios del terrorismo. El que considere excesivo que se diga que la Fiscalía está controlada por los socios del terrorismo puede recordar por ejemplo la manifestación con que despidieron a la inverosímil "fiscal" Viviane Morales, extrañamente, cómicamente, colombianamente perteneciente a la misma logia "liberal" que Sigifredo López.

En fin: es obvio que Sigifredo López quedará impune porque realmente a muy poca gente le importa que se castigue un crimen semejante. La idiotez que reina en Colombia hace que se olvide que la tradición del país es que las universidades enseñen el culto a asesinos como el Che Guevara o Camilo Torres, que el alcalde de Bogotá es un antiguo líder de una organización que aliada con Pablo Escobar asaltó el Palacio de Justicia para imponer una Constitución que les asegurara una situación de ventaja para abrirle camino a las bandas de asesinos que persistieran y para controlar el poder judicial. Sencillamente, los asesinos tienen vocación de mandar en Colombia, y a punta de asesinatos se aseguró un futuro político el finado López Michelsen, padre, casualmente, del dueño de la revista que dirige el sobrino de Santos, que calumnia obsesivamente a Uribe y defiende a Sigifredo López. Y si mandan sólo es porque realmente quienes quisieran un país que no estuviera en manos de semejantes personajes son a lo sumo unas decenas por cada millón de colombianos. Los demás volverían a elegir a Sigifredo López, tal como eligieron gobernador de Antioquia al socio político del actual embajador en el Perú, Luis Eladio Pérez, tan evidentemente próximo a las FARC como el mismo Sigifredo López. 

Pero a pesar de la obviedad de que Sigifredo López quedará impune, vale la pena detenerse a examinar toda la historia, porque es difícil encontrar una radiografía tan perfecta del cerebro de los colombianos, del daño moral que heredaron y de su disposición a someterse a los asesinos a cambio de alguna prebenda proveniente de algún desmán. El que crea que es injusto culpar a la generalidad de los colombianos de la impunidad segura de Sigifredo López puede irnos mostrando cuántas personas han dicho algo de la infamia evidente que han promovido los medios de comunicación desde que el antiguo diputado fue puesto preso. ¿Cuántos escriben en los blogs y las redes sociales tratando de dejar impune al asesino y cuántos tratan de entender lo que ocurre? Los mismos diputados asesinados, sus propias familias, están más cerca a aliarse con personajes como Sigifredo López que con cualquiera que quisiera aplicar las leyes.

Como todo lo expuesto basta y sobra para que todos sepamos que Sigifredo López quedará impune, vamos a restregarles en la cara a los indolentes, a casi todos los colombianos, los hechos probados, para que cuando les mutilen a los hijos no digan que fue la mala suerte de que los estadounidenses prohibieran el comercio de cocaína, porque el día que lo permitan tal vez siga prohibido el de órganos humanos y los colombianos seguirán quejándose de los que les permiten prosperar con sus prohibiciones. Hete aquí que a Sigifredo López lo encarcelaron con base en un video en el que aparece alguien indicando a los jefes de las FARC la forma de entrar a la Asamblea del Valle. ¡Qué casualidad, la única imagen en que se ve su perfil, es idéntico al de Sigifredo López! Me dirán que eso no basta para condenar a nadie, pero, qué curioso, ¿quién más conocía a tal punto el edificio? Nada, casualmente el único diputado que sobrevivió, casualmente liberado, casualmente hijo de guerrillero y denunciado por muchos guerrilleros como aliado de las bandas terroristas y casualmente visto por un vendedor de frutas que lo vio dando órdenes a los secuestradores. (Sobre la trayectoria de López resulta muy recomendable este escrito de Ricardo Puentes Melo)

Es decir, a ver, mírense en un espejo, ¿qué puede importar que Sigifredo López quede impune comparado con el hecho de que después de todo eso la prensa sigue presionando para quitarle peso a las pruebas y la gente sigue dispuesta a aceptar lo que sus modelos de Semana le digan? Bastaría el hecho de que al fiscal la voz le resulta parecida, ¿no es el colmo de las casualidades? La gente todavía duda, incluidos algunos importantes uribistas, de que tantos testigos anden confabulados por quién sabe qué motivos para condenar a Sigifredo López. ¿Alguien explicará quién puede estar interesado en hacer semejante montaje? Es absurdo, pero ¿hay alguna absurdidad que no encuentre público en Colombia? El asesinato de los diputados lo anunció unos meses antes Lázaro Vivero Paniza, un dirigente conservador muy próximo a Andrés Pastrana que después del Caguán se embriagó de pacifismo y afán de reconciliación. 
Como todos los actos en la vida traen sus consecuencias, el de le fuga de Fernando Araújo Perdomo de sus captores, lógicamente también traerá consecuencias, hasta impredecibles, a corto y largo plazo. Y que llegarán, llegarán.
Sobre todo, nadie puede olvidar las circunstancias del asesinato de los diputados: no hubo ninguna operación de rescate, ni tiene sentido la hipótesis del enfrentamiento con enemigos dudosos. Matar a once personas requiere algo más que unos segundos, y los controles del territorio de los terroristas son lo suficientemente eficaces para fallar ante la noticia de la remota presencia de algún grupo armado. Sencillamente, si Sigifredo López los ayudó a secuestrar tiene sentido que los mataran así, porque si llegara a resultar libre alguno hundiría al diputado samperista, mientras que si no fuera así sería completamente absurdo, tal como es absurdo que tantos testigos lo involucren.

Sigifredo López quedará impune, y es obvio atendiendo a todo lo que pasa, pero nadie debe pasar por alto las circunstancias del proceso después de la captura. ¿Nadie lee la prensa y nadie se da cuenta de que es una manía obsesiva encontrar pretextos para conseguir la impunidad del exdiputado? Bueno, es que la prensa colombiana está ligada al grupo político de Sigifredo López, el mismo del exministro Esguerra, el mismo de la exsecretaria de Unasur, el mismo de la canciller que tan bien se entiende con el socio de las FARC Rangel Silva, el mismo de la exfiscal terrorista, el mismo de Piedad Córdoba y el mismo de la finadita Martha Catalina Daniels. Si los colombianos fueran gente recta bastaría detectar ese interés de la prensa en exculpar a Sigifredo López para inferir su culpabilidad. Pero es que el episodio del cotejo de voces por el FBI lo dice todo. ¿Qué pasó con ese cotejo? El fundamento de la manipulación de la prensa es que no se informa y la gente no tiene mucha curiosidad por saber. De modo que como para no quedar mal en caso de que alguien indague El Tiempo cuenta lo siguiente. (Copio el pantallazo porque perfectamente podrían hacer desaparecer la noticia.)
En gran medida, el poder de las mafias afines al terrorismo en Colombia se basa en la destrucción de la inteligencia y la crítica. ¿Alguien entiende lo que dice ahí? El material enviado no fue suficiente, no se puede saber si esa voz es la de Sigifredo López, ¿de qué modo eso favorece al acusado? Podría entenderse a la manera leguleya típica, en la que el peor criminal resulta decente porque ningún juez lo condenó. Pero, insisto, la segura impunidad de Sigifredo López no interesa nada si se compara el hecho con la disposición moral de los colombianos. Bueno, ¿por qué el material es "insuficiente"? En realidad era de mala calidad. Yo tengo la respuesta: porque se lo enviaron aposta así para que diera ese resultado, que podrían "vender" a los colombianos como recurso a favor de Sigifredo López. El que tenga la más remota duda de que eso es así, de que el poder del gobierno aliado de los terroristas pagó ese "error" judicial me podría contestar, ¿por qué no encargan un nuevo peritaje al mismo FBI o a Scotland Yard? No hay que pensar mucho, no hace falta el peritaje, es obvio que el que planeó el crimen fue Sigifredo López. Pero hasta el último colombiano encontrará algún recurso para salvar la posibilidad de que sea inocente: el mejor es resistirse a que se evalúen de verdad las pruebas.

Obviamente, Sigifredo López quedará impune, pero quienes no deberían quedarlo son esos colombianos corrientes que toleran las mentiras descaradas de la prensa. Por ejemplo, ese dictamen del FBI consistente en declarar que el material no es válido da para que Semana publique un artículo titulado "Nadie entiende nada en el caso de Sigifredo López"
Se suponía que el dictamen del FBI sobre el cotejo de voces iba a definir el asunto. No fue así. El concepto de la agencia norteamericana fue favorable para Sigifredo López, pero no contundente: "El cotejo de la voz desconocida y la muestra de Sigifredo López resultaron en una probable decisión que no coincide", dice la traducción oficial. Aun así, y para sorpresa de muchos, la Fiscalía tomó la decisión de dictar medida de aseguramiento con detención domiciliaria contra el exdiputado.
Yo detesto la superstición y me siento mal cada vez que alguien dice cosas como que hay una ley de compensación o que "el tiempo de Dios es perfecto", pero al pensar en esa mayoría de colombianos que toleran la segura impunidad de Sigifredo López y la consideran como algo ajeno a ellos me quedo pensando que no quedarán impunes, que los terroristas se darán un festín en los próximos meses para que Semana se desespere por encontrar la paz y la reconciliación. ¿Alguien me podría explicar qué sentido tiene "El cotejo de la voz desconocida y la muestra de Sigifredo López resultaron en una probable decisión que no coincide"? Lógicamente ni la Fiscalía ni Semana ni nadie mostrarán el original inglés del que se desprende esa conclusión. Sencillamente no es nada, es una traducción caprichosa en un texto sin sentido del que el lector, fecodizado, obviamente, entenderá que las voces no coinciden. Dios mío, ¿qué cuesta encargar un dictamen en el que unos peritos autorizados digan QUE ÉSA NO ES LA VOZ DE SIGIFREDO LÓPEZ? Sencillamente cuesta la verdad: ésa es la voz de Sigifredo López; y el dinero del Estado colombiano se gasta en conseguir que quede impune, ¿o quién paga la pauta publicitaria de Semana?

El cotejo no realizado del FBI es favorable a Sigifredo López en la medida en que permite a los hampones de la Fiscalía, y después a los jueces correspondientes, decir que no quedó establecido que la voz fuera la del exdiputado, es decir, en la medida en que la corruptela judicial encuentra un camino para enmendar la metida de pata de algún fiscal honrado que se jugó la vida y la carrera haciendo frente a lo obvio. Las absurdas conclusiones de Semana se interpretan de forma conveniente para que la fábrica de rumores del Partido Comunista, que es la única tarea visible de las universidades públicas, divulgue que al líder "liberal" lo persigue quién sabe qué mano negra. En el mundo capilar de los blogs y las redes sociales se detectan esos rumores. Por ejemplo un tal Óscar Montes va un pasito más lejos que Semana.
De manera que las pruebas objetivas deberían ser valoradas de una forma distinta a las pruebas testimoniales. Y en el caso de Sigifredo sí que es importante tener presente dicha valoración, pues mientras la confrontación de su voz con la del supuesto contacto con las Farc, realizada por el mismísimo FBI, arrojó resultados contundentes a su favor, los testimonios que han surgido de un tiempo para acá parecen condenarlo.
Más adelante, el mismo personaje sale con que los montones de testimonios que bastarían para denunciar a Sigifredo López corresponden a gente que podría obtener beneficios penales por darlos. ¿Quién domina la justicia en Colombia? Da igual, los terroristas son poderosos y riquísimos y siempre encuentran canallas como este personaje, que a cambio de quién sabe qué incentivos propala mentiras repugnantes para dejar impune a un asesino. De paso, si hubiera justicia y si hubiera ciudadanía, valdría la pena preguntarse quién financia ese "Correo confidencial" que publica semejante infamia. Queridos lectores, obviamente Sigifredo López quedará impune, pero ustedes no deberían decir que eso se hizo a sus espaldas o que no sabían, porque cualquiera se preguntaría por qué no mandan de nuevo las pruebas a otros peritos, o siquiera se preguntaría cómo pudo confundirse tanto el fiscal para suponer que eso ameritaba encarcelamiento. Como paso hacia la impunidad, para la que se manda material inválido al FBI, a Sigifredo López ya le dieron casa por cárcel, beneficio que no se le ha dado a Bernardo Moreno, cuyo delito se desconoce, o a Alfonso Plazas Vega, cuyo delito fue impedir que una banda criminal diera un golpe de Estado y retrasar la toma del poder que conseguirían seis años después. Son ustedes quienes dejarán impune a Sigifredo López, no pueden culpar a nadie más. ¿Qué les cuesta comparar las voces del video con otras grabaciones del exdiputado? Es que ser aliado de los terroristas es más prestigioso y recomendable en un lugar como Colombia. Mejor no vean este video, podrían resultar demasiado complacientes con la "justicia" que dejará impune a ese monstruo.



En últimas, hace falta mucha mala fe para no reconocer el ambiente de los terroristas. Por ejemplo, William Ospina, que presenta un libro de López, es el autor de muchos textos de aliento a las FARC (como éste), no por casualidad le dio Chávez el premio Rómulo Gallegos. Por ejemplo, en el video del PC de Jojoy se alude al lugar por el que entra uno si es diputado, ¿quién va a pensar en eso salvo un diputado? Dicen que podría ser la voz de J.J., un terrorista muerto, pero eso lo podrían decir de cualquiera. Para eso habría que demostrar que J.J. conocía la Asamblea del Valle y desestimar todas las pruebas testimoniales que obran contra Sigifredo López. Es verdad que muchas personas distraídas podrán mantener sus dudas respecto a la voz, pero muchas otras no dudan. Sería sencillísimo conseguir un peritaje verdadero y no mentir sobre el inexistente del FBI, pero es obvio que un peritaje real no sería favorable a Sigifredo López, porque de otro modo lo buscaría la defensa. En últimas, la defensa de Sigifredo López se basa en la clase de gente a la que todavía puede engatusar Darío Arizmendi: los que no entienden la relación de Piedad Córdoba con las FARC a pesar de las inagotables pruebas. Da lo mismo, el tema de esta entrada es que Sigifredo López quedará impune porque no hay nadie capaz de exigir un peritaje verdadero. Porque en últimas los que no son completamente indolentes son los que buscan prosperar gracias a los crímenes terroristas.

(Publicado en el blog Atrabilioso el 27 de junio de 2012.)

jueves, octubre 04, 2012

Eichmann en Buenos Aires


El mes pasado se cumplieron cincuenta años del ahorcamiento de Adolf Eichmann, el criminal nazi que no sólo es recordado por organizar el traslado de millones de judíos a los campos de exterminio, sino por haber inspirado a Hannah Arendt la idea de la "banalidad del mal", y el título del libro que he parodiado para este post: Eichmann en Jerusalén. Más interesante que la ejecución es la forma en que fue capturado: un secuestro por un comando del Mosad. La descripción que hace de Eichmann el jefe de dicho comando me hace pensar en tantos miles de colombianos acomodados y "educados" que son la verdadera base social de la trama terrorista. 
Eichmann era un hombrecito suave y pequeño, algo patético y normal, no tenía la apariencia de haber matado a millones de los nuestros... pero él organizó la matanza.
Lo que pasa es que ¿cómo explicar que un empleado administrativo alemán sin muchas luces es infinitamente menos banal e insignificante que esas decenas de miles de politólogos, antropólogos, sociólogos, filólogos, historiadores, juristas, economistas y filósofos que cada año gradúan las "universidades" colombianas y cuya ignorancia y labilidad moral hacen que cualquier matón nazi resulte una especie de gran pensador en comparación?

Bueno, tratándose de un criminal semejante, ¿cómo es que tenían que secuestrarlo? Pues porque Argentina no lo extraditaría. Unos años antes, la República Federal Alemana pidió en extradición a Josef Mengele, petición que fue denegada por la Corte Suprema de Justicia argentina. Los motivos de esa disposición a proteger a los nazis están en la base de su fuga a Argentina. Es decir, los protegían por los mismos motivos por los que los acogieron.

Durante la guerra, la actitud argentina fue ambivalente respecto al Eje. En 1946 fue elegido presidente un coronel ligado a los pronazis que había sido agregado militar de la embajada argentina en Italia. Muy llamativo es que Perón definiera así el régimen fascista:
un ensayo de socialismo nacional, ni marxista ni dogmático. 
La afinidad del peronismo con el fascismo italiano era tan clara que el embajador estadounidense, Spruille Braden (que antes había sido embajador en Colombia) publicó un Libro azul en el que denunciaba los nexos de Perón con el Eje. Al ocurrir antes de las elecciones de febrero de 1946, Perón aprovechó el "papayazo" nacionalista y animó a sus bases con la consigna "O Braden o Perón". Sobre el régimen resultante escribiría Borges:
Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez... Combatir estas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor ¿Habré de recordar a los lectores del Martín Fierro y de Don Segundo Sombra que el individualismo es una vieja virtud argentina?
De tal modo, Eichmann, Mengele y muchos otros criminales nazis se refugiaron en la Argentina, en la que gobernó Perón hasta 1955, gracias a que las redes de apoyo al nazismo eran poderosas y tenían aliados en el gobierno. Ese gobierno fascistoide contó con el rechazo de los intelectuales, no sólo de Borges sino también de Cortázar, que publicó una novela, El examen, que mostraba la desmoralización del país bajo ese régimen. También apoyó al huérfano que dejó en Europa el hundimiento del Eje: el régimen de Franco, por entonces aplicado a legitimarse con prácticas socialistas próximas a las del mismo Perón con base en la ideología de la Falange, también parecida al justicialismo (hasta 1959 no variaría el plan, con el ascenso de los ministros próximos al Opus Dei). Además de todo eso, el régimen peronista fue en la práctica una dictadura obstinada en perseguir izquierdistas, en torturar opositores y en reprimir toda expresión de descontento. Incluso cuando Perón volvió a Argentina, en 1973, el nuevo régimen resultó controlado por el secretario privado de Perón, José López Rega, responsable de la Alianza Anticomunista Argentina, una banda de asesinos.

Esos hechos sirven para demostrar de nuevo algo que llevo mucho tiempo diciendo: la división izquierda-derecha es el pretexto de un gran engaño. El fascismo italiano, el primer fascismo, era una facción socialista; el partido de Hitler se llamaba Partido Obrero Nacional Socialista Alemán, y ese aspecto "obrero" deja ver su afinidad con los demás socialistas: la lucha de clases no se podía presentar como uso del resentimiento contra la jerarquía porque el partido necesitaba reclutar a los antiguos militares y pequeños aristócratas empobrecidos por la derrota en la Gran Guerra, por lo que el partido obrero se oponía a los judíos, minoría (0,5% de la población) entre la que predominaban las clases medias urbanas: los empresarios y comerciantes, los "burgueses".

Pero si el imitador de Mussolini que determinó el fracaso argentino por medio siglo tiene herederos casi francamente comunistas, los demás representantes de la "izquierda" actual no están muy lejos de esa misma actitud. Hugo Chávez es un golpista parecido a los que en décadas anteriores tiranizaron a Venezuela y a la mayoría de los países de Hispanoamérica, pero se las ha arreglado para hacerse el líder de los enemigos tradicionales de los ejércitos de la región. También para entenderse con los líderes del "otro" socialismo, como los baazistas iraquíes y sirios. El Partido del Resurgimiento (Baaz) Árabe Socialista era un intento de copiar el modelo hitleriano. Sólo que al no poder acabar con Israel tuvieron que contentarse con sus propios ciudadanos, sin pretextos racistas. Las personas asesinadas por el régimen de Sadam Husein podrían ser más de un millón, más del 5% de la población, sin contar la guerra contra Irán. Bueno, el mismo Chávez es antisemita y aliado del otro criminal de moda: Mahmud Ahmadineyad, el presidente iraní, que niega el Holocausto.



Para el caso todos olvidan lo que en otros momentos les parece importantísimo: la fractura izquierda-derecha. Pese a los asesinatos de comunistas, tanto por parte de Perón como de los baazistas, es más lo que tienen en común los enemigos de la libertad. A tal punto que con la consigna "O Braden o Perón" se buscaba contrarrestar las denuncias de complicidad con el Eje pero resultó una anticipación tan típicamente "mamerta" que ya no deja equívocos. Más aún, al comienzo de la guerra Borges escribió un texto, "Definición del germanófilo" que resume exactamente lo que se puede decir del chavista colombiano, del que apoya a Petro y se suma a la intimidación del hampa contra el anterior gobierno (un linchamiento en son de "humor" con seres como Samper Ospina, Vladdo o Bacteria Opina, o bien con el llorado Jaime Garzón y su compañero Antonio Morales Rivera, que hace evocar el espíritu con que el grupo numeroso de niños envilecidos golpea al más débil de la clase).
Descubro, siempre, que mi interlocutor idolatra a Hitler, no a pesar de las bombas cenitales y de las invasiones fulmíneas, de las ametralladoras, de las delaciones y de los perjurios, sino a causa de esas costumbres y de esos instrumentos. Le alegra lo malvado, lo atroz. La victoria germánica no le importa; quieren la humillación de Inglaterra, el satisfactorio incendio de Londres. Admira a Hitler como ayer admiraba a sus precursores en el submundo criminal de Chicago. La discusión resulta imposible porque las fechorías que imputo a Hitler son encantos y méritos para él. Los apologistas de Artigas, de Ramírez, de Quiroga, de Rosas o de Urquiza disculpan o mitigan sus crímenes; el defensor de Hitler deriva de ellos un deleite especial. El hitlerista, siempre, es un rencoroso, un adorador secreto, y a veces público, de la «viveza» forajida y de la crueldad. Es, por penuria imaginativa, un hombre que postula que el porvenir no puede diferir del presente, y que Alemania, victoriosa hasta ahora, no puede empezar a perder. Es el hombre ladino que anhela estar de parte de los que vencen.
¿Es concebible un retrato más preciso de un mamerto de hoy en día? Conozco algún caso de gente que apoyó a Uribe hacia 2003 y ahora apoya los cambios de Santos. Es que la patria o la justicia social son buenos pretextos para los parásitos-ambiciosos que caracterizan a Hispanoamérica desde la época colonial y que determina su vocación socialista. Varias generaciones de argentinos han prosperado dentro del "justicialismo" desde la época de las intrigas pro-nazis hasta las criminales expropiaciones de CFK. La "izquierda" es un ropaje más cómodo. Pero moral e intelectualmente los herederos de Perón no son mejores que los nazis a los que el primer peronismo protegió.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 20 de junio de 2012.)