miércoles, agosto 23, 2023

El orgullo es la revolución

 No hubo muchos comentaristas de la prensa española que señalaran las fiestas del orgullo LGBTIQ entre los motivos por los que Sánchez convocó elecciones para el 23 de julio. Lo tendrían previsto sus cientos de asesores. Ahora el mes de desfiles, borracheras y ligues les sirve para  encender la alarma antifascista y antifranquista explotando el victimismo de las organizaciones de homosexuales. Así van creando la atmósfera de miedo que esperan que podría salvar a Sánchez.

Llama la atención la forma en que las sociedades modernas han normalizado un movimiento formado por personas cuya principal misión en la vida es contar que les gusta practicar la sodomía. El pretexto de la justicia y el respeto les sirve para montar un gran negocio de pornografía, prostitución y corrupción política en un Estado cada vez más grande al que se sienten con derecho a pedirle pan y sexo.

El pretexto de reivindicar a una minoría tradicionalmente proscrita les sirve a los totalitarios para poner en práctica su ingeniería social y cebar a sus clientelas políticas. Los militantes marxistas que crean esas organizaciones de identidades sexuales diversas adquieren poder, acceso a recursos públicos, visibilidad, dinero, etc.

En últimas, ese activismo es una estrategia comunista para disolver a la sociedad, con el pretexto de la tolerancia se va imponiendo la intimidación y la censura a favor de un bando político partidario de cobrar más impuestos y dedicar más recursos de todos a su propaganda. La histeria sectaria con que acusan al partido Vox es sólo muestra del pánico que les produce esa probable pérdida de poder si cae el llamado gobierno de Sánchez.

Y el fervor de esas multitudes convenientemente acariciadas les sirve a los comunistas para crear un ambiente de censura e intimidación violenta que sencillamente es la continuación de la vieja lucha de clases por otros medios, con otro paraíso del que se tienen anticipos más tangibles. A la sociedad «heteronormativa» se la obliga a admitir que vivir así no es algo deshonroso sino lo propiamente honroso, lo que inscribe a la persona en el pueblo elegido. Y desde luego el individuo casto o religioso, o que simplemente se niega a tener buena opinión de esas prácticas sexuales se convierte en una especie de delincuente.

Con esos designios de dominación, los totalitarios han construido una formidable industria del odio que domina la educación en casi todo Occidente. Por ejemplo, si un lector va a buscar una obra de literatura infantil sobre una familia convencional que sale adelante, no la encuentra, porque todas tratan de chicos que salen del armario, de transexuales, de hijos de lesbianas, de niños adoptados por gais… Y cada vez más la educación les sirve para reclutar a las nuevas multitudes de gais y transexuales, para que a los niños se les enseña desde muy corta edad a masturbarse y a acariciar a sus compañeros.

Como ocurre con todas las movilizaciones identitarias, en cuanto se las conoce siempre se detecta la pulsión anticapitalista: para los jóvenes hay una oferta en la que está el pasado con la religión, el tabú de la homosexualidad, el capitalismo, etc., la «España en blanco y negro», y un mundo nuevo en el que hay libertad sexual gracias a la «izquierda» y pronto renta básica universal. Así las camarillas clientelares con rasgos de sectas los entusiasman y los reclutan a punta de caricias para que después nutran las manifestaciones y el orgullo, que es la principal manifestación.

También conviene destacar el sentido neopagano de esa celebración, aunque lo único que tiene en común con el viejo paganismo es la hostilidad al cristianismo, que por otra parte sólo procede del afán de hegemonía ideológica de los comunistas. No está de más recordar que cada vez que los comunistas tienen alguna influencia sobre algún grupo social lo animan a perseguir a la religión. En la decada de 1930, con la Segunda República española, fueron asesinados miles de curas y monjas sólo por serlo, y lo mismo ocurrió en Colombia durante las revueltas de las bananeras y del bogotazo.

De ese modo la libertad que proclaman sólo es un pretexto de la opresión y la oferta de placer es equivalente a la del Viejo de la Montaña, el líder la secta musulmana medieval de los asesinos. La oferta de placer les sirve para reclutar adeptos que los llevarán al poder, desde donde harán lo que les dé la gana, incluso torturar y encarcelar a los homosexuales, como se hizo en la Unión Soviética y como se hacía hasta hace pocos años en Cuba. (Es divertidísima la desfachatez con que el Partido Comunista Cubano es ahora el abanderado de la diversidad sexual, tal vez porque calculan que esa clase de turismo tiene futuro en la isla a la que tienen secuestrada.)

Y de eso es de lo que tratan las celebraciones del orgullo gay en todas partes, no de si alguien opta por vivir su sexualidad de una manera o de otra, sino si con ese pretexto se amplía la base social del totalitarismo, que ya domina casi toda Iberoamérica y avanzará implantando en todas partes regímenes como el cubano. También en España si no se hace frente a esa ingeniería social.

(Publicado en el portal IFM Noticias el 2 de julio de 2023.)

domingo, agosto 13, 2023

Petro no se va

 En Twitter a veces aparecen personas que se oponen a las manifestaciones y marchas porque las consideran inútiles, a veces porque quieren ostentar independencia y arguyen que los convocantes o los beneficiarios no son sus favoritos. Rechazo absolutamente ese punto de vista, cada persona que está en la calle diciendo No a Petro es un golpe al narcorrégimen. No quiero que se me incluya entre los escépticos.


Pero alguien debería saber qué hacer, porque a medio plazo pueden salir muchas marchas como en Venezuela en 2002 sin que se traduzcan en la salida del tirano. Para volver a ganar las elecciones, al franquiciado Petro le basta una efectiva campaña del ELN y una promesa de paz que pondría de nuevo a las mayorías a elegir entre la paz y la guerra. También las disidencias de las FARC, o los cocaleros, o la Guardia Indígena, o el Movimiento Estudiantil Revolucionario podrían ayudar a persuadir a la gente de la inconveniencia del guerrerismo.

Luego, el político que quiera sacar a Petro y restaurar la legalidad tiene que proponer acciones concretas ahora y convocar a todos los demás sectores descontentos. Una advertencia de los expresidentes a los países democráticos y a las instituciones internacionales sobre la presencia del crimen organizado en el gobierno podría tener más efectos reales que las manifestaciones, y darles un sentido.

Es un ejemplo, también podrían presentarse propuestas de destitución de Petro según los trámites convencionales y un esfuerzo combinado para ganar todas las alcaldías y gobernaciones que sea posible. Pero en esa oración falta el sujeto, ¿quién forma parte de esa alianza? ¿Cuáles son los candidatos? A veces da la impresión de que los políticos que critican a Petro sólo esperan pescar en río revuelto en las movilizaciones de descontentos. Es decir, que no tienen un propósito firme de derribar a Petro.

Parece que tumbar a Petro sólo interesa a algunos espontáneos de las redes sociales, pero hace falta mucha más concentración, ambición, inversión y determinación para mostrar a todo el mundo la corrupción del petrismo, de modo que los medios en Europa y Estados Unidos dejen de presentarlo como otro José Mújica y empiecen a tener reservas los más entusiastas y a denunciarlo los hostiles, también permitiría mostrar qué es la paz de Santos y qué son las guerrillas comunistas.

Para que Petro caiga haría falta ese liderazgo unificado, y un programa político y propuestas de referendos. Aprovechar la indignación actual tal como el hampa aprovechó la de la reforma tributaria de Carrasquilla para justificar la insurrección de la delincuencia (entre los indignados había muchísimos tuiteros uribistas, que no habían dicho nada cuando se acordaron los gastos en educación que dieron lugar a esa reforma).

Los rasgos y los fines de los políticos opositores que tienen algún respaldo son muy diversos, pero los que no quieran unirse para deslegitimar a Petro y exigir su dimisión simplemente quedan en el bando de Petro, y acaso eso no les convenga porque perderían apoyos.

En fin, ojalá alguien se lo planteara. Pero en la conciencia de quien lee esto debería estar claro que pensar sólo en tumbar a Petro es insuficiente. ¿Cómo quiere usted que sea Colombia en 2050? El hemisferio occidental oscila entre países de ciudadanos libres e iguales, como las democracias de Europa y Norteamérica, y Estados Sociales de Derecho, como las repúblicas iberoaméricanas, y el motivo por el que Petro no se va es porque en Colombia hay más partidarios del Estado Social de Derecho que de la república liberal.

Una república liberal está formada por ciudadanos libres e iguales, los ciudadanos del Estado Social de Derecho no son libres ni iguales porque los recursos y el poder están en manos de los funcionarios y de los políticos. Esa expresión, «Estado Social de Derecho» fue el eufemismo que encontraron para referirse al socialismo y su pretexto es la «redistribución» de la riqueza, que simplemente consiste en despojar a la gente del fruto de su trabajo para pagarles privilegios a los que sostienen el régimen.

La república liberal es el mundo de la competencia, el socialismo es el mundo de la jerarquía. El socialismo es hegemónico en Colombia por la tradición de servilismo y exclusión del país. Una monstruosidad como la supresión de los derechos de los indios, que tras la Constitución de 1991 pasaron a tener una legislación aparte, no molestó a nadie en las ciudades.

El Estado Social de Derecho tiene apoyo mayoritario porque sólo es un nombre del viejo orden, sólo que los descendientes de las castas parasitarias de antes (peninsulares, criollos, clero, políticos…), siguen otras modas y se ponen otros adornos. Se organizaron y lucharon en las universidades y ahora poseen el país. Son joviales y pacifistas y se regalan con la buena conciencia de haber deseado la justicia social.

La idea de que el socialismo va a proteger a los «desposeídos» y a corregir la desigualdad sólo la pueden sostener hoy en día personas muy deshonestas. Todo el mundo sabe que los afiliados a la CUT ganan decenas de veces lo que la gente que trabaja duro y se pensionan jovencísimos. No tiene sentido discutir sobre esa supuesta «justicia social» porque es claramente una mentira. Pero incluso en la persona pobre que sueña con esa justicia hay mala fe, porque lo único que puede darle el Estado es lo que les quita a otros. El «idealista» de «izquierdas» sólo es alguien que quiere ser funcionario o beneficiario de subvenciones.

Pero debo insistir en que la ideología socialista es hegemónica en Colombia. Es frecuente encontrar personas muy razonables y muy capaces de comprender lo que son las guerrillas comunistas y la paz con ellas que al cabo resultan partidarias de la acción de tutela o del gasto público actual.

El Estado Social de Derecho es el rumbo de Venezuela, baste ver cómo está Argentina, miserable y en manos de la misma banda. Pero ese modelo, que no es una fuerza revolucionaria sino reaccionaria, representa los valores e intereses de la sociedad antigua, y no hay una rebelión contra esos valores.

¿Cómo quiere el lector que sea Colombia en 2050? Petro no se va porque nadie tiene un propósito claro al respecto, la gente está ocupada con su destino individual y sólo piensa en sus emociones o en sus valores, para tumbar a Petro hay que saber a dónde se quiere llegar y nadie piensa en eso.

Cuando el procurador destituyó a Petro de su cargo de alcalde de Bogotá, los empleados del Distrito se dedicaron a tuitear #PetroNoSeVa. Pronto el Tribunal Superior de Bogotá decidió que siguiera. El poder de la casta jerárquica prima sobre el de los representantes populares.

El poder de ese tribunal deriva de la Constitución de 1991, cuya asamblea fue aprobada por menos del 20 % de los ciudadanos en medio de una orgía de terror. Esa constitución prohibió la extradición para proteger a los jefes de los grandes carteles de la droga —que la habían encargado en alianza con los que previamente habían asesinado a los verdaderos juristas para abrirles camino a sus compañeros militantes de «izquierda»— y fue «coronada» tras su firma con el asesinato de Enrique Low Murtra.

¿Por qué no hay un consenso entre los colombianos sobre la necesidad de convocar una constituyente verdaderamente representativa, libre y basada en el reconocimiento de las instituciones legítimas? Pues porque a los que opinan en las redes sociales o leen los periódicos les conviene ese orden viejo, es de donde vienen y a donde quieren llegar. Por eso los comunistas suelen ser simplemente los de rango social más alto.

La clase de ser humano opuesta existe en Colombia, pero es minoritaria y débil, puede que incluso en Antioquia. Y tiene que hacerse consciente de su misión y tomar partido claramente por los valores liberales, debe oponerse a que los indios sean ciudadanos sin derechos en los bantustanes del narcocomunismo y a que los criminales oligarcas y terroristas llamen paz al atraco que cometen.

Y una «masa crítica» de personas con esos valores es necesaria para que avance un liderazgo capaz de atraer a todos los sectores con un propósito claro. En Argentina gana protagonismo Javier Milei con un programa para la prosperidad y el imperio de la ley, y en Colombia falta una corriente similar porque de otro modo, pese a las evidencias de corrupción e indignidad, Petro no se va.

(Publicado en el portal IFM el 25 de junio de 2023.)

domingo, agosto 06, 2023

Clases de parásitos

Cuando el Buda tenía treinta y dos años quiso salir de su palacio y así presenció por primera vez el sufrimiento: la enfermedad, la vejez, la muerte y la renuncia del asceta que se aparta del mundo. La idea central del budismo es la determinación de vencer el sufrimiento desistiendo de los deseos, que son lo que lo causa. Pero ¿cómo podríamos definir la vida del joven príncipe, en la que no hay dolor?

El ejemplo del Buda se me ocurre porque cada día se comprueba más claramente la vuelta del comunismo, ya hegemónico en el mundo universitario en Europa occidental y sin duda influyente en Estados Unidos. Cada vez es más descarado el propósito de apropiarse de los bienes de todos en nombre de la justicia, aunque ahora no se pretenda colectivizar la agricultura ni expropiar las fábricas, basta con subir sin cesar los impuestos y cebar a un «pueblo» al que, según se descubrió en los regímenes comunistas, se puede mantener resignado permitiéndole descansar y gastando los recursos de los ricos, aunque la realidad es que en las sociedades occidentales la carga de mantener a las multitudes que no trabajan sino que viven del gobierno cae sobre los que sí lo hacen. Como es habitual en el comunismo, el despojo de unos parásitos es el pretexto con el que los peores parásitos explotan a los que producen.

En el discurso de esos profesores, el despojo de los ricos es legítimo porque son gente que no produce nada pero se enriquece cada vez más gracias a las fortunas heredadas o acumuladas en negocios audaces muchos años antes. Si pienso en esos ricos me acuerdo del Buda cuando era un joven príncipe: encaja en la descripción. ¿De dónde provenía el esplendor en que se crio? ¿Qué era lo que propiamente producía y de qué forma contribuía a la solución de los problemas de los pobres?

Lo que se diga del joven Buda se podría decir de las personas ricas de cualquier lugar y época: no tienen que cargar cosas pesadas ni que madrugar a atender toda clase de tareas penosas, no corren el riesgo de pasar hambre ni de dormir a la intemperie. En la propaganda de los comunistas son parásitos y su propiedad proviene de un despojo a los demás.

Es necesario detenerse en esa idea porque mucha gente cree eso. Si los dueños y accionistas de las grandes empresas tecnológicas tienen miles de millones de dólares es porque nos los han quitado a los demás. ¿Nos han empobrecido por inventarse los sistemas operativos, los protocolos de internet y la telefonía móvil? Al contrario, han creado una riqueza generalizada que antes no existía. En realidad se puede decir lo mismo de cualquier comerciante, si pudiera ganar mucho dinero no trabajaría sino que viviría a cuerpo de rey, y su riqueza procede del margen que aplica a lo que vende. El paso siguiente en el engaño de los comunistas es creer que el comercio es la causa de la pobreza.

El comercio es la causa de la riqueza, y la mentira de los viejos y nuevos comunistas es en realidad una invitación al saqueo, que es lo que ocurre siempre que hay desorden y las leyes que protegen la propiedad no funcionan (aunque en Japón, donde los terremotos pueden causar situaciones de caos, la propia mafia impide los saqueos). El acoso tributario de los partidos de «izquierda» a las rentas altas es un saqueo organizado cuyo efecto es la miseria, como cuando reina el saqueo espontáneo.

Cuando un país castiga desproporcionadamente las rentas altas y el patrimonio, lo que consigue es que los ricos se lleven sus fortunas a otros países y que un dinero invertido en actividades productivas se vaya a cebar clientelas. El empobrecimiento que se deriva de esas políticas es inevitable, y el ejemplo de los países que han pasado de pobres a ricos, y viceversa, lo demuestra.

¿Se puede considerar legítimo que haya personas ricas que no trabajan y sólo consumen? Sí, siempre y cuando su riqueza haya sido adquirida por medios lícitos. Nadie cuestiona que los ricos deben contribuir a los gastos comunes ni que la tributación debe ser progresiva, y esa riqueza siempre está invertida en crear más riqueza, más empleo productivo y más ricos. Sencillamente, la riqueza es aquello a lo que todos aspiramos, la plenitud vital, y se alcanza antes cuanto más se respete y proteja la propiedad. Los países en los que la inmensa mayoría tiene acceso a todos los bienes básicos son aquellos en que se ha permitido a la gente prosperar.

Al lado de esos parásitos hay que pensar en los profesores comunistas: casi siempre herederos de un rango elevado en la sociedad, su labor consiste en persuadir a los jóvenes de las ideas que corresponden a sus ambiciones económicas y de poder, pues a diferencia de los parásitos cuyos ancestros organizaron industrias o redes comerciales que crearon riqueza y que arriesgan su dinero en proyectos que la crean, ellos derivan sus considerables ingresos de los impuestos. Ya no es que la sociedad mantenga a unos individuos improductivos que sólo tienen por misión divertirse y cumplir ciertas condiciones de su rango, como la familia de la serie Downton Abbey, sino a unos individuos dedicados a destruirla.

Si se piensa en estructuras injustas de la sociedad no hay más que ver a Sudamérica, donde las mafias políticas comunistas han estado empobreciendo a países riquísimos, como Venezuela, ciertamente con la asesoría de los profesores comunistas españoles, a tal punto que la situación de millones de personas en pleno siglo XXI es casi de hambruna. Lo grotesco es que la supuesta denuncia de la injusticia sea un argumento de la peor injusticia, y que al parecer no haya recursos en la población para resistirse. Al contrario, ese parasitismo de los profesores comunistas sólo reproduce el del clero de los siglos anteriores, por eso no sorprende que los altos jerarcas de la Iglesia católica sean extremadamente benévolos con los asesinos comunistas. Ni que a la mayoría de la gente no la escandalice ese parasitismo ni el descarado fomento de la envidia.

Ni que uno de esos asesinos ahora en la presidencia se jacte de pertenecer a los pobres que toman cerveza en la acera, como si eso pudiera ser honroso de por sí y el hecho de rodearse de personas elegantes y finas fuera motivo de vergüenza. Y claro que Petro y su familia, y los profesores comunistas, se enriquecen y dejan herederos, como Chávez, pero no será por haber prestado ningún servicio a los demás sino por haberlos despojado, pues su dominio del Estado es la continuación de la industria del secuestro por otros medios.