Voy a empezar con una confesión: cuando era estudiante, antes que presidente quise ser investigador, escritor o programador. Al mismo tiempo me ha gustado siempre resolver problemas concretos, entender una parte de la realidad y sacar adelante soluciones puntuales, proyectos. Estudié primero ingeniería y después economía.
Es normal que alguien que se postula para un importante cargo de elección alardee de sus méritos y talentos, pero ¿cuál es la confesión? Nadie va a estudiar para ser presidente, todos tienen bastante con graduarse y si pueden después buscar títulos de más rango y cargos con los que comenzar una carrera. La "confesión" no tiene ningún interés (sólo despierta la atención de la audiencia, tal vez ansiosa de enterarse de transgresiones a las rigideces que el patriarcado impone a la libido o de algún consumo ocasional de marihuana u otras drogas), pero ese desorden de las ideas es llamativo en un importante referente intelectual del país, quizá el columnista más respetado y el rector de la universidad más prestigiosa. ¿Cómo serán los demás? Podría haber dicho "Voy a empezar con una confusión". ¿Confiesa que no quería ser presidente sino investigador, escritor o programador? ¿O también que le gusta resolver problemas concretos? ¿Y cómo se encadena esa "confesión" (¿o confesiones?) con la mención de sus estudios? Hay que tener en cuenta que esto ha sido revisado y ensayado. Sencillamente no sabe redactar una carta de presentación y cuando lo intenta el resultado es tan lamentable como sus poesías.
Una contradicción esencial
Mi vida de académico ha estado centrada en los problemas colombianos de siempre, la pobreza, la desigualdad y la violencia; en fin, en las familias excluidas, las ilusiones perdidas y las vidas truncadas. Aspirar a la presidencia encierra, en mi opinión, una contradicción esencial. Implica un compromiso con el bienestar colectivo pero revela al mismo tiempo una ambición por fuera de lo común. Exorbitante, incluso. Ser consciente de esa contradicción es importante. Hacerla explícita contribuye a la legitimidad y a la generación de confianza.
Más adelante, cuando trate del origen de la violencia, se verá el rigor de este académico, que pasa por una lumbrera en Colombia porque todos los países tienen universidades, ejércitos, cortes supremas, selecciones de fútbol y orquestas sinfónicas. ¿Alguien recuerda algún académico colombiano con algún prestigio real en el mundo académico global, con documentos publicados en las revistas de referencia? Los académicos colombianos sólo escriben sobre Colombia y para que alguien se interese por leer a alguno en otro país ambos deben ser militantes comunistas. Pero ojo a la "contradicción esencial" (otro salto de tema, la incapacidad de seguir un hilo discursivo.). ¿Cuál es la contradicción? ¿Cuánto más grande sea la ambición menor es el compromiso con el bienestar colectivo y las vidas truncadas? ¿Si un misionero quiere convertir a todo un continente su misión es menos consecuente que si sólo quiere convertir a una familia? ¿La ambición de ser presidente es sólo vanidad, codicia y soberbia y es contradictoria con la tarea de gobernar? ¿No es lo que dice? ¿QUÉ ES LO QUE DICE? Dice esto: "Estoy tan encantado de conocerme que declaro que quiero ser presidente por pura concupiscencia, lo cual admito que es opuesto al compromiso con el bienestar colectivo, pero declaro semejante calidad moral y, colombiano como soy, lo expongo de tal modo que todos resultan saliéndome a deber por mi sinceridad".
Conversaciones con la conciencia
Obviamente, las reflexiones y conversaciones tendrían que versar sobre la contradicción esencial entre la ambición de llegar a presidente y el compromiso con el bienestar colectivo: "Pascual, ¿tú qué dices? ¿Cedo a la ambición y que se joda el bienestar colectivo?". El encadenamiento entre la reconciliación, la esperanza y la inspiración ya anuncia el fondo canallesco del candidato: él como académico tiene una visión de los problemas sociales que conduce a la reconciliación, porque en Colombia no ha habido secuestros, masacres, extorsiones, violaciones de niños, torturas y mutilaciones animados por el afán de implantar un régimen comunista, sino una discordia que requiere un discurso unificador que junte a los que piensan distinto. ¡No ha habido crímenes sino malentendidos por las diferencias de opinión! Eso explica el episodio de su encuentro en una librería con alias Pablo Catatumbo, a quien juntará con los que crean que masacrar a los diputados del Valle estuvo mal. ¿Entenderá el señor Savater, al que pusieron a contestarle una entrevista a Gaviria para asociarlo a la futura campaña, el sentido de tan dulce reconciliación?
Gaviria es un perfecto uribista, dice lo mismo que Zuluaga, sólo que éste intenta evitar las peleas y revanchas mientras que el exministro de Santos intenta juntar a los discordantes. Parece que cambian un poco el orden de la reconciliación, la esperanza y la inspiración, pero en esencia dicen lo mismo. Lo de la "reconciliación" es un burdo elemento de la propaganda pacifista del gobierno de Santos, basado en la vieja legitimación de los asesinos: ¡los persiguen por pensar diferente! Zuluaga dice: "Estoy convencido que la sociedad colombiana no quiere más peleas y no quiere discusiones inútiles. Lo que espera son candidatos presidenciales que aporten propuestas a la solución de los problemas". Es el Juan Bautista de Gaviria, que viene a cumplir su anuncio.
Trayectoria vital y dificultades para nuestro país
Liderar pasa necesariamente por cambiar los modos de pensamiento, por crear un sentido de propósito colectivo. Compartido. Asumo este papel, difícil, bien difícil por cierto, como parte de una trayectoria vital. Recuerdo el llamado de mi papá a nunca tolerar la injusticia, la admonición de mis profesores de colegio a complicarse la vida, mi determinación cuando salí de Medellín después de un intento de homicidio, mis dudas sobre aceptar el ministerio de Salud, mis temores existenciales después del diagnóstico de cáncer, los azares y las casualidades de la vida, en fin, que me han traído hasta aquí, hasta este momento. Un momento complejo, difícil, de dificultades para nuestro país.
Casi cada palabra fuerza a pensar ¿de qué habla? ¿Liderar pasa por cambiar los modos de pensamiento? Es una idea extraña. ¿No lideraba Tirofijo a las FARC? ¿Cambió los modos de pensamiento? Bueno, Gaviria se sacrifica y lidera, ¡cosa que asume como parte de una trayectoria vital! ¡La vida lo fue haciendo líder a partir de la misión justiciera que le encargó su padre y que desemboca en este momento, que de repente comienza a ser el momento de la historia y no de su trayectoria vital! La idea de que un justiciero tan comprometido resulte ayudando a convertir a los violadores de niños en legisladores es una de esas perlas del realismo mágico que define a Macondo. Magia de ilusionistas que descrestan calentanos con las maravillas que sacan de sus ropajes académicos.
Como ocurre siempre, cualquier deposición de un colombiano le muestra a quien la conoce la ínfima experiencia lectora de los pobladores del país. ¿En qué consiste la "admonición a complicarse la vida"? ¿Lo animan a hacerlo o intentan disuadirlo? Yo no lo entiendo, no se dice "admonición a" antes de un verbo, el que lo dude puede buscar la partícula "admonición a" y mostrar los ejemplos.
La invitación a un propósito colectivo, compartido, de país, etc. es un lugar común tan trillado que hace pensar que este hombre vio antes el video de Zuluaga y creyó necesario emularlo. El propósito colectivo que hace falta asumir es la expulsión del poder de la casta mafiosa de Santos. La derrota de Gaviria y su combo.
Un tercer pico de violencia
Colombia, trágicamente, tenemos que aceptarlo así, podría entrar en un tercer pico de violencia. Nuestros padres vivieron el primero, el primer pico, la violencia política de la primera mitad del siglo veinte. Mi generación tuvo que vivir un segundo pico, que vino con la superposición de guerrillas, grupos paramilitares y narcotraficantes. Una violencia alimentada en parte por quienes creían tener siempre la razón y justificaron, y deshumanizaron a quienes pensaban distinto.
¿De dónde podría venir ese tercer pico de violencia? No se les ocurra pasar por alto que Gaviria es candidato porque lo anima a ello Santos y cuenta con el apoyo de los grupos que éste controla. ¿No recuerdan que el fin del acuerdo de La Habana era "una paz estable y duradera"? Resulta que no fue suficiente premiar los crímenes y poner a funcionar tribunales nombrados por los asesinos, sino que por lo visto hace falta más benevolencia con el crimen. No piensen que el tercer pico de violencia va a venir del narcotráfico porque Gaviria les respondería que la producción se multiplicó por seis y los homicidios más bien se redujeron. Es porque la mente opera apegada a supuestos que no se cuestionan. ¿De qué modo es el narcotráfico el causante de la violencia? En los años cincuenta no había narcotráfico y sí se cometieron miles de asesinatos. El narcotráfico es más bien el resultado de la violencia, cuando el desarraigo y el hábito de matar de ciertos grupos los lleva a buscar la prosperidad mediante procedimientos prodigiosos.
¿Qué fue la violencia de los años cincuenta? Por una parte, la tradición de todo el siglo XIX, las guerras de rapiña por el control del presupuesto público, pero esta vez alentadas por el dinero soviético y el juego de la Guerra Fría. Desde el bogotazo en adelante, la "época de la violencia" fue sólo el intento de los comunistas por hacer una guerra de guerrillas como las que tan buen resultado les habían dado en China y Vietnam. Las pretendidas reivindicaciones agrarias son pura retórica si se piensa en la filiación política de la mayoría de los jefes de las bandas "liberales", como Juan de la Cruz Varela, alias Desquite, alias Sangrenegra o Guadalupe Salcedo. Sin duda hubo crímenes de policías y militares y también de bandas de asesinos hostiles a los comunistas, pero el designio de tomar el poder por la fuerza, a punta de asesinatos, llegó de Moscú y lo aplicó el Partido Comunista de Colombia, con la complicidad de la oligarquía liberal que había perdido el poder en 1946.
También en el caso del boom de la cocaína de los años ochenta, la violencia enloquecida de los grandes carteles tuvo siempre relación con la insurrección comunista. La hostilidad entre los traficantes de cocaína y los guerrilleros la hizo superar el embajador cubano, y de esa colaboración viene la constitución de 1991, convocada para prohibir la extradición y dar poder a las organizaciones comunistas de la universidad. El pico de violencia venidero del que advierte Gaviria es el resultado de la determinación de la mafia global de sumar a Colombia a la constelación de regímenes neocomunistas de la región, de nuevo animada tras el paréntesis de Macri, Añez y Bolsonaro, y ahora también con Perú y México. Para eso llevan dos años de violencia callejera continua, aprovechando siempre los pretextos más peregrinos, como el borracho que murió peleando con la policía o la reforma tributaria que soliviantó a los uribistas y otros acomodados. Gaviria no se equivoca porque él mismo forma parte de esa violencia, sus mentores se reunieron en el apartamento de Juan Fernando Cristo para organizar la revuelta que siguió. Y él mismo salió a pedir concordia, a escucharse, etc., en lugar de desautorizar a los agresores, porque es el papel de ese sector social: cobrar los crímenes. También es lo que hace con su advertencia: no promete aplicar la ley e impedir los crímenes, sino dar poder previamente a los criminales para que les resulte más fácil la tarea.
Un relato esperanzador
Ahora nuestros hijos pueden sufrir lo mismo. En esta coyuntura crítica, en medio de la pandemia y de una devastación social, tenemos que generar oportunidades para millones de jóvenes, enfrentar la crisis climática y evitar la violencia. He trabajado en estos temas por muchos años. Sé que el gobierno no va a resolverlos todos. Pero sí puede desatar una fuerza transformadora. Debemos dejar atrás la idea absurda de que este país, de que Colombia, es un fracaso sin atenuantes. Necesitamos quizás un relato esperanzador.
El pico de violencia no requería más explicaciones, la necesidad de generar oportunidades adorna mejor una cháchara de ese tipo, y el procedimiento es ¡desatar una fuerza transformadora! Al menos Duque venía a cebar a las camarillas con su economía naranja, pero éste se queda en el "relato esperanzador". Todo sustentado en su carrera académica, sin que se sepa qué es lo que propone. Lo malo del relato esperanzador es que nadie es menos indicado que Gaviria porque la dependencia del narcotráfico nunca ha sido tan terrible en Colombia y eso es gracias al gobierno del que formó parte y en el que lo pusieron a prohibir la aspersión con glifosato. Es decir, el relato esperanzador es un cuento para engañar bobos porque no puede tener asidero en la realidad. Para que el lector se vaya formando una idea de las esperanzas que tiene Colombia con este prócer baste prestar atención a la solución que propone para el narcotráfico: ¡remediar la pobreza de las regiones en que se cultiva coca! Lo cual parte de la increíble mentira de que se cultiva coca porque en esas regiones no hay otras salidas, cuando resulta que desde los mismos años setenta se poblaron los antiguos territorios nacionales, destruyendo millones de hectáreas de bosque virgen, precisamente para sembrar coca. No hay que trasladar la pobreza de las regiones a las personas, la mayor parte de la población del mundo es más pobre que los colombianos, también la mayor parte de la población de Iberoamérica. ¿Quiere Gaviria que los mafiosos encuentren en cultivos lícitos más rentabilidad que en la coca? Sencillamente miente. Su relato esperanzador es un eslogan sin sentido, burda propaganda. Su objetivo real es representar en el gobierno a los usufructuarios del narcotráfico, que no son sólo los empresarios sino muy diversos sectores, empezando por las clientelas del comunismo, cuyos privilegios dependen del poder de sus protectores, el cual depende de la producción de cocaína.
Seamos mejores
En el diccionario definen lo "cursi" como el afán de lucir una elegancia o refinamiento que no se tienen, pero todos entendemos "cursi" también referido a ostentar sentimientos o pensamientos profundos. Eso es la palabrería de este valedor de la mafia y "ficha" de Santos sobre un mundo mejor. Un mundo mejor es uno en el que reinan la ley, la libertad y la verdad, un mundo en el que Santos y todos sus ministros estuvieran en la cárcel como parte de la vasta organización criminal que se apropió del Estado en esos años y condenó a Colombia a la dependencia de la cocaína. La noble pretensión del exrector es una de esas cosas del realismo mágico: la desfachatez, como cuando los senadores de las FARC salen a dar clases de moral y a denunciar la corrupción.
El empoderamiento de la gente
La valentía de luchar contra los poderes que impiden el cambio social. Mi visión de la política incluye tres partes, el respeto como principio, siempre el respeto, el empoderamiento de la gente y la lucha contra la acumulación de poder. La lucha contra todos los poderes paralizantes. Si la conquista del poder implica agredir a quienes piensan distinto, el poder ya conquistado será estéril. Terminará agotándose en sus propias contradicciones.
Es muy llamativo, durante el gobierno de Santos el voto de la gente pasó a no significar nada, porque él fue elegido con la promesa de continuar la seguridad democrática e hizo lo contrario, impuso unos legisladores a los que la gente no eligió y después ni siquiera respetó el resultado del plebiscito, ya fraudulento en su enunciado que convocó. Como el más ruin "politiquero", Gaviria aparece con el adanismo soltando frasecitas cursis como si el pasado ya estuviera olvidado y se pudiera pasar por alto la condición real del país, un protectorado cubano dedicado a producir cocaína para las mafias controladas por ese régimen y con entidades dedicadas a destruir la democracia, tribunales nombrados por los criminales y una "Comisión de la Verdad" formada por los mismos que abiertamente ordenaban las masacres. Nada, no hablen de eso, llegó la esperanza. Grotesco. De un cinismo propio de la banda criminal a la que pertenece Gaviria es "la valentía de luchar contra los poderes que impiden el cambio social", que consisten en las familias oligárquicas, las castas de parásitos que ordeñan al Estado desde las universidades, los sindicatos comunistas y el poder judicial prevaricador.
Pedagogía democrática
Yo pude haber seguido en la universidad. En el mundo académico donde los problemas se abordan pacientemente. Sin embargo decidí tomar esta decisión porque quiero hacer pedagogía democrática. La única victoria que vale la pena es la que se hace sin palabras violentas. La política, reitero, no tiene que ser cruel. No tiene que ser oscura.
Gaviria pudo haber seguido de rector pero prefirió buscar la presidencia, ¡cosa que le salimos a deber! Pero es por hacer pedagogía democrática, de lo cual no hay un ejemplo tan elocuente como la paz de Santos. ¿Ustedes creen que Humberto de la Calle se agarraba a gritos e insultos con los negociadores de las FARC con los que estuvo cinco largos años en La Habana, mientras la producción de cocaína se multiplicaba? ¡Ellos tuvieron una victoria sin palabras violentas! Los niños violados, los niños bomba, los niños mutilados por las minas quiebrapata, los cientos de miles de niños huérfanos por el genocidio sistemático que cometieron los socios de Gaviria no fueron las víctimas de palabras violentas sino de crímenes monstruosos de los que este asqueroso se hace autor al encarnar el premio que se les dio por todo eso. La pedagogía democrática que hace falta es un proceso riguroso contra Santos y todos sus ministros como cómplices de ese genocidio. Lástima que los colombianos sean tan serviles y pérfidos, tan vulgares y deshonestos, porque lo único que impide ese proceso es el ridículo amartelamiento con el patán que los protege y que a toda costa impidió que hubiera oposición durante el gobierno de Santos y busca abrirle el camino a este pedagogo, seguramente para librarse del acoso judicial.
El hombre de la cultura
Quiero trabajar de la mano con las distintas comunidades de este país. Un país definido por su biodiversidad y su diversidad cultural. Una diversidad cultural que enamoró al mundo. Creo en la cultura como mecanismo transformador. Creo en los libros que nos deslumbran, en la música que nos emociona, en el teatro que nos permite mirarnos en el espejo de nuestras propias faltas, y en el cine y sus historias que nos hacen llorar y nos humanizan.
Yo vivo en Europa hace mucho tiempo y la idea de que la diversidad cultural colombiana enamoró al mundo me suena ¡TAN ABSURDA! Todos los países tienen diversidad cultural, pero lo que en el resto del mundo se percibe de Colombia sólo es miseria y crimen, por mucho que los colombianos quieran creer otra cosa. Eso sí, el hombre no podría ser enemigo de la cultura, aunque los atributos de las diversas artes que señala corresponden al lenguaje de un gerente de sucursal bancaria y no al de un rector de universidad. Insisto, el director de la Orquesta Sinfónica de Zimbabue puede parecer a los zimbabuenses comparable al de la Filarmónica de Berlín, pero seguramente es un músico comedido. ¿De qué modo nos humanizan las historias del cine? ¿Cuántas nos hacen llorar? ¿La música está para emocionarnos? Que alguien con esa "carreta" sea candidato presidencial ya es fuerte, pero no tanto como que fuera rector de la universidad más prestigiosa de un país de cincuenta millones de personas. ¡Que encima enamora al mundo! Como dicen en España, hay que joderse.
Sector privado listo para cambiar
Creo además que las empresas de nuestro país, el sector privado, está listo para cambiar. No quieren seguir en lo mismo. Están listos para ser mejores, para construir otras historias. Mejores historias. Los invito a todos, y a todas, a sumarse a esta idea. En fin, mi objetivo es liderar la construcción de un país más justo, más decente, más digno y más sostenible.
Como ya he señalado antes, a pesar de la duración de su video (que determina la extensión de esta entrada), el hombre no hila muy bien su discurso. ¿Hacia dónde debe cambiar el sector privado? En frases como ésta se anuncia el petrismo, que a fin de cuentas es el espíritu de la universidad colombiana, de donde sale Gaviria, como antes Mockus, como supuesta expresión moderada y renovadora. ¿Qué cambios requieren las empresas? Las empresas son organizaciones cuyo propósito es ganar dinero, normalmente a cambio de bienes y servicios que la gente compra o que pagan otras empresas. Los que las quieren cambiar por fines más elevados son los que quieren convertir a sus propietarios y gestores en meros testaferros, como hicieron las FARC en las zonas rurales por mucho tiempo. ¿No quieren seguir en "lo mismo"? ¿En qué no quieren seguir? Si ganan dinero quieren seguir ganando dinero y en lo posible ganar más dinero. Sin la menor duda los empresarios no quieren seguir en lo mismo, dependiendo del narcotráfico que domina la economía del país, lo cual será mucho peor cuando Gaviria sea presidente porque abiertamente se opone a perseguir ese delito. El país más decente que espera liderar Gaviria es un país más concorde con Aída Avella y Gustavo Bolívar, cabezas de la Lista de la Decencia, porque la mentira, la vulgaridad, la palabrería cursi y el terror de los asesinos "empoderados" gracias a Santos y Gaviria son lo contrario de toda justicia, decencia, dignidad y sostenibilidad.
Este Pablo
Hace mes y medio viajaba yo a Santa Marta, iba a ver a mi mamá después de un año y medio de pandemia, estaba emocionado, feliz por el reencuentro. Al salir del avión un auxiliar de vuelo se me acercó y me entregó un mensaje escrito en una servilleta. Decía “Con todo respeto me atrevo a escribir estas palabras a veinticinco mil pies de altura porque hago parte de un grupo grande de colombianos que no vemos que el camino sea responsabilidad de un líder político. El cambio es responsabilidad de todos. Me llamo Pablo y entiendo lo difícil que debe ser tan sólo plantearse la idea de gobernar a Colombia, pero debemos buscar juntos la forma de hacer de nuestro país un mundo mejor para todos”. Gracias, Pablo, Colombia, estoy seguro, tiene futuro. Colombia tiene que tener futuro. Un abrazo a todos.
Colombia tiene futuro porque todo tiene futuro, si se trata de que llegue a ser un país con menos violencia, menos miseria, menos crueldad y terror, menos desigualdad e injusticia, el muy probable éxito de este candidato es una muestra de que no lo tiene. Su verdadero programa es el narcotráfico, a tal punto que en los sesenta puntos de su programa ni siquiera se menciona, cosa que no ha ocurrido con ningún presidente desde que se tiene noticia de ese negocio criminal.
(Publicado en el blog País Bizarro el 2 de septiembre de 2021.)