domingo, julio 04, 2021

Revolución en marcha


La insurrección que tiene lugar en Colombia en las últimas semanas es un golpe de Estado dirigido por los que firmaron la paz en 2016, que buscan generar sufrimiento y desestabilización para que cuando lleguen las elecciones presidenciales el desprestigio del gobierno sea tan grande que nadie pueda resistirse a la implantación de un régimen controlado desde La Habana, como los de Venezuela, Nicaragua y ahora de nuevo Bolivia. No hay el menor secreto en ello, entre los que abiertamente animan la violencia callejera están los jefes de Los Comunes, que son las FARC con otro nombre, y aun los supuestos disidentes que dirigen el narcotráfico y el terrorismo desde Venezuela. ¿Cuáles son sus fuerzas? ¿Qué ocurrirá? Quizá convenga detenerse a pensar en el trasfondo antropológico de ese bioma singular que es Hispanoamérica.

Eslóganes y sueños

Ya es un lugar común entre los comentaristas políticos que quien domina el lenguaje lo domina todo porque establece el campo mental en el que se discutirá, que es como quien en la guerra escoge el terreno para una batalla. Eso es particularmente cierto en Hispanoamérica cuando se piensa en términos como revolución, y no hay que ir muy lejos para encontrar el problema. Hace poco Vicky Dávila señaló en una entrevista a Petro que los del M-19 eran hampones, a lo que el senador replicó que no eran hampones sino rebeldes políticos, revolucionarios. Y tiene razón, por ejemplo, cuando un ladrón despoja a alguien, viola la ley que protege el derecho de propiedad. El revolucionario simplemente suprime esa ley. La víctima puede no ver la diferencia, pero es grande. Con la revolución desaparece la esperanza de recuperar sus bienes o de castigar a quien se los ha quitado. Un revolucionario, decía Gómez Dávila, es a la postre un hombre que no se atreve a robar solo, pero hay que añadir sobre todo alguien cuyo robo es más completo y brutal.

Pero la revolución es popular en Hispanoamérica. La mayoría de la gente percibe un agravio atávico: se echa de menos una reparación, y la religión impuesta por los españoles hace cinco siglos sigue reforzando ese resentimiento. El desorden parece prometer que los que están abajo terminarán arriba; en todo caso, tienen poco que perder, sin contar que muchos esperan la ocasión de saquear alguna tienda y otros reciben dinero o drogas por participar en la revuelta. 

Esa necesidad de "cambio" sin duda influyó en el lema de la presidencia de Alfonso López Pumarejo entre 1934 y 1938, "La Revolución en Marcha". Es el periodo más antiliberal de la historia, con el comunismo imperando en todo el antiguo Imperio ruso, el socialismo nacionalista en Alemania e Italia y la socialdemocracia en su versión blanda en Estados Unidos, con el New Deal. (Es curioso que las variantes socialistas estuvieran ligadas en Colombia al Partido Liberal, no sólo López y Santos que aplicaban políticas socialistas y se aliaban con los comunistas, sino también Gaitán, típico caudillo populista que se doctoró en Roma en 1927 bajo la dirección del importante ideólogo fascista Enrico Ferri.)

Resumiendo, el descontento con el orden social y la percepción de injusticia tienen mucho arraigo en Hispanoamérica y llenan los sueños de millones de jóvenes cuya vida transcurre en la mayor desesperanza (conmueve ver al pobre Lucas Villa jactándose de bloquear una ciudad a la cabeza de la chusma, ésos son los logros de la educación colombiana, si se tiene relación con las mafias políticas se parasita a los demás, si no, se intenta ascender socialmente cometiendo crímenes). La revolución es un "gancho" muy eficaz de la propaganda comunista y a pesar de la retórica igualitaria —es algo que nadie quiere entender en Colombia—, sólo significa la defensa del orden que genera la miseria y el descontento, pero el joven "desposeído" no lo entiende. Mientras el adolescente de Kennedy o de Jamundí sale a enfrentarse con la policía, Petro y Bolívar pasan mucho tiempo en el exterior y los legisladores-violadores de niños viven "de rumba", protegidos por enjambres de guardaespaldas. El resultado de las "protestas" y del probable triunfo narcocomunista será la miseria de la mayoría y el aumento de los privilegios de los parásitos, tal como ya ocurrió en los noventa tras la atroz multiplicación del gasto público que siguió a la constitución de Pablo Escobar y el M-19. La fiesta de destrucción y terror, que para quienes participan tiene un elemento liberador, multiplica la inseguridad y agrava la pobreza. 

La delincuencia "común" es una microrrevolución, y expresa el mismo estado de barbarie en que transcurre la vida en la región. No hay empleos porque los recursos públicos se gastan en formar revolucionarios y el individuo incívico se las arregla para obtener su sustento mediante la violencia. La revolución es la delincuencia institucionalizada, pero ése es el fondo espiritual del país desde que los imitadores de Napoleón financiados y reforzados por los británicos fundaron la república.

Móviles y pretextos

La "protesta" nacional no se les ocurre a todos por arte de magia, es un plan para crear tanta inestabilidad y tanto descontento que la gente termine intimidada y finalmente el presidente que salga elegido en 2022 sea uno del bando del narcotráfico. El mismo sentido tiene el terrorismo callejero en Chile y hasta el "caracazo", que influiría en el triunfo de Chávez pocos años después. También la Asamblea que elaboró la Constitución Política de Colombia fue elegida por menos del 20% del censo electoral porque el resto vivía intimidado por los carros bomba y otras proezas de los "renovadores", que pocos días después de aprobar su engendro mataron a Enrique Low Murtra. Es el ambiente con que esperan ganar las elecciones de 2022.

No debe pasarse por alto el enorme impacto propagandístico de la violencia: como la gente siempre vive soñando con el cambio que pondrá arriba a los de abajo, aquellos que lo procuran generan simpatía, por mucho que para la mayoría la experiencia sea de miedo y empobrecimiento. Muchos adolescentes despiertan a la política y siempre caen en las redes de los comunistas que sólo tienen que prometer el paraíso y cuentan con los maestros, verdaderos agentes de dominación narcoterrorista.

Vale la pena prestar atención al supuesto motivo de las protestas, que al principio era la reforma tributaria propuesta por el ministro Carrasquilla. Se supone que ciertos sectores sociales relativamente acomodados pagarían más impuestos y que los recursos servirían para proteger a la gente más desamparada, especialmente lesionada por la pandemia. Ese descontento de las clientelas del comunismo era explicable (son la mayoría de los colombianos acomodados), y encontró pronto eco entre los uribistas, que no ven ningún problema en que el gobierno favorezca la fuga de alias Santrich o presione para hacer extraditar a Andrés Felipe Arias, pero sí en que la estructura de la tributación (inconcebible en ningún país civilizado) pueda cambiar y les toque pagar unos pesos más. 

Pero en fin, el objeto de la universidad colombiana es formar revolucionarios, eso es explícito, un profesor de la Universidad Nacional que discutía hace unos años con Alejandro Gaviria (apareció el diálogo en algún medio) declaraba que no estaban educando gente para el capitalismo. De modo que cuando es la ocasión los estudiantes salen en masa a destruir y los copiosos recursos del narcotráfico se invierten en contratar saqueadores e incendiarios. No van a parar porque el gobierno ceda, al contrario, a toda costa buscarán más mártires

"Malestar" global

Las revoluciones en Sudamérica son el paso siguiente al triunfo demócrata en Estados Unidos. Los medios de todo Occidente, que unánimemente persiguieron a Trump, se aplican ahora a vigilar los excesos policiales, como si fueran ONG de Soros. El mensaje que transmiten, a veces veladamente pero no siempre, es que los bloqueos de carreteras son legítimos porque son los oprimidos que se levantan contra la injusticia mientras que los policías son los defensores de la desigualdad. El moderado y contemporizador Duque resulta descrito en todas partes como un dictador feroz (baste recordar a Pinochet y el odio que despertaba en la prensa europea, que veía por lo general con admiración a los que habían "liberado" a la "Kampuchea Democrática", y que todavía no cae en que en los mismos años sus protegidos asesinaron a mil veces más personas en un país menos poblado que el máximo atribuido a la dictadura chilena). Cada muerto en Colombia recibe decenas de veces más atención que un asesinado en Venezuela, que no ha caído en enfrentamientos con la policía sino que muere después de ser torturado por oponerse al régimen.

Es decir, el intento de abolir la ley y la democracia (no otra cosa persiguen los congresistas nombrados gracias a sus miles de asesinatos y secuestros alentando el terrorismo callejero) cuenta con grandes redes de apoyo a nivel global, además de los medios colombianos y de todo el poder que los comunistas y sus socios han acumulado en casi un siglo de crímenes. La lucha por el control de Sudamérica sigue dándose en Chile y Perú, y pronto en Brasil, esta vez con gran inversión de recursos en campañas políticas. La sección colombiana requiere ahora vociferación y muertos, que es lo que buscan y como hay que entender el video de Alejandro Riaño. Pero la única solución posible la podrían dar los colombianos.

Resultados y perspectivas

Así tituló Trotski su libro sobre la revolución de 1905. ¿En qué va a terminar el paro? De momento ya se ha convertido en paro nacional indefinido y seguirá hasta forzar al gobierno a premiarlos de algún modo, siempre calculando que se pueda impedir la aspersión con glifosato y sobre todo que el Estado quede deslegitimado y se pueda inundar de propaganda los medios y las redes presentando a los jóvenes sicarios como víctimas.

El paro es la segunda parte de la paz de Santos, baste ver quiénes integran el Comité Nacional del Paro, que son la central comunista CUT, Fecode y grupos universitarios. Tras obtener impunidad, presupuesto, curules y control político, los comunistas se lanzan a buscar lo que siempre han buscado mediante esa vieja forma de lucha que han empleado en todas partes. Ni siquiera se ocultan, son evidentes las muestras de apoyo a la violencia callejera en la cuenta de Twitter de los congresistas asesinos. Y al igual que con la paz de Santos triunfarán porque no hay nadie en contra. ¿O ya nadie recuerda el lema "Paz sin impunidad" del uribismo durante las negociaciones de La Habana? Que se premie a los criminales pero que no se los deje de castigar. Apoyo a que se negocien las leyes, pero exigencia de que se cumplan. Realmente el CD es una mafia de vividores que prosperan felices acomodándose a la tiranía del crimen organizado. Ojalá hubiera habido sólo impunidad, ahora los secuestradores son los maestros de moral y el mismo Uribe le reconoce valores a la viuda de Tirofijo.

El hecho de que el paro persista o fracase depende de la actuación gubernamental, pero a ese respecto el papel de Duque es lamentable. Creo que la causa es la desorientación de su gobierno, que trata de salir del paso en medio de grandes contrariedades y en absoluto entiende a qué se enfrenta.

El campo despejado

La gran ventaja de los comunistas es la ausencia de respuesta, lo que se debe sobre todo a la indigencia intelectual y moral generalizadas. ¿Qué hace el gobierno? Ceder sólo tiene los efectos que tuvo para Piñera hacerlo, pero para enfrentarse a la conjura de los medios y las organizaciones internacionales, además de la mayoría de los gobiernos extranjeros, haría falta un presidente con convicciones y capaz de argumentar, lo que no es el caso. Sólo puede ceder y a cada renuncio los golpistas responden con más violencia, pues ¿cómo no van a encarnar la voluntad popular si el propio enemigo se lo reconoce? Ellos sólo convocan marchas pacíficas, ¿qué culpa tienen de que aparezcan unos vándalos casualmente más interesados en cercar y quemar los CAI que en robar televisores y tabletas? Al gobierno le gustan las marchas pacíficas, no hay derecho que quiera proteger más (es lo que dice Duque en su entrevista con Patricia Janiot), y claro que se va a reunir con la CUT para ver cómo premia las marchas y bloqueos. ¿Es consciente Duque de lo que buscan los del paro? Yo diría que no.

Hay dos frentes en los que se debería concentrar la acción gubernamental. El primero es la defensa de la ley y la democracia, la vigencia del derecho, la captura y enjuiciamiento de todos los que han cometido delitos en el marco de las "protestas". Nada alentará más los crímenes que la garantía de impunidad, que a fin de cuentas es lo que SIEMPRE los ha alentado, desde que se empezó a resolver el problema guerrillero con negociaciones. También hay que mantener el plan de aspersión de los cultivos de coca, porque mientras los del paro tengan esos recursos seguirán pagando la violencia. Si se consigue enjuiciar a una cantidad considerable de malhechores, la violencia cesará.

El gobierno de Duque no hará nada de eso: sólo intenta recuperar la calma y seguir con sus planes. El uribismo no le exigirá que haga nada de eso, el Gran Colombiano sólo busca evitar que lo persigan judicialmente y sus aduladores hacer carrera acomodándose a lo que haga falta. La bravuconada de pedir que los militares puedan usar sus armas sólo sirvió para reforzar la propaganda enemiga, y uno se pregunta si no sería otro servicio que el expresidente les presta.

Lo otro es la denuncia concreta de los móviles del paro, tanto en lo referente al narcotráfico cuanto a los propósitos de los comunistas. Tampoco hará Duque nada de eso, su misión es, explícitamente, superar los odios, es decir, ayudar a olvidar los crímenes terroristas y legitimar la "protesta". La dimisión de Carrasquilla fue un gran servicio en ese sentido: contribuyó a legitimar los bloqueos e incendios al reforzar el mito de que la causa de la insurrección era la reforma tributaria.

La elección que viene

¿Cuál es el proyecto del país que tienen quienes no están con los comunistas? Cada político tiene su aspiración y con ese fin se acomoda al orden reinante, de modo que nadie se plantea cómo se superará la pobreza, el atraso, la desigualdad, el narcotráfico y la constante insurrección comunista. Trato de entender la idea de Duque de proveer matrícula gratuita a los jóvenes y me quedo muy desconcertado. ¿Realmente cree que la pobreza en Colombia depende de la falta de instrucción? Lo que significa educación es un tema bastante complejo y casi nadie lo entiende. El pueblo cree que se trata de obtener una acreditación que dan unas instituciones y el resultado sólo es que muchas personas obtienen esa acreditación sin tener la menor capacidad de hacer nada. Si esa "educación" sirviera para algo, Cuba sería una potencia mundial, y es un país miserable en el que la gente tiene suerte si llega a ganarse veinte dólares al mes.

La generosidad gubernamental con las matrículas gratis sólo consiste en destrucción de puestos de trabajo, pues se cobran impuestos a quienes podrían crearlos para mantener ese engaño de que tras unos años de asimilación de la propaganda comunista se puede acceder a un buen sueldo. En la realidad acceden los que proceden de familias acomodadas y bien relacionadas con el hampa comunista, y esos puestos son mero parasitismo, a menudo como profesores, caso en el que sólo tienen que recitar consignas.

Los comunistas realmente representan al país: nadie está pensando en favorecer la creación de empresas y empleos mediante la agilización de trámites y la reducción de impuestos, menos en lo que se podría hacer tras acabar con el narcotráfico, a lo que se oponen la mayoría de los políticos. Ni siquiera hay conciencia de la necesidad de enmendar los acuerdos de La Habana (candidatos como Char o Gutiérrez fueron activos partidarios de ellos).

A estas alturas, los narcocomunistas tienen el triunfo asegurado en 2022. Los del CD están esperando a ver qué dice Uribe, y Uribe no parece saber qué quiere. Si su hijo mayor, que podría ilusionar a mucha gente que vio al país recuperarse entre 2002 y 2010, no va a ser candidato, ¿para qué contestaba entrevistas en grandes medios? Queda la impresión de que lo que se busca es impedir que surja un candidato que valore la ley.

Bueno, no lo habrá. El hecho de que Petro, delincuente, mentiroso, corrupto, ignorante, ridículo y feo cuente con una cuarta parte de la intención de voto en las encuestas ya deja ver hasta dónde llega la influencia de Fecode, organización con la que Uribe nunca quiso enfrentarse. A estas alturas el destino de Colombia está claro, será para Biden lo que Camboya para Carter, Ruanda para Clinton y Siria para Obama. Los comunistas no tienen obstáculos para hacer de las suyas. No hay nadie en frente, no hay nadie que tenga otras convicciones, todos se oponen a cambiar la Constitución impuesta por la mafia en 1991.

(Publicado en el blog País Bizarro el 16 de mayo de 2021.)