miércoles, septiembre 23, 2020

La amenaza "iliberal"

Últimamente se ha puesto de moda en los medios esa palabra, iliberal, sospechosa como todos los neologismos y fea como pocas. Se supone que es algo parecido a "antiliberal" y en realidad se usa para describir a cualquiera que ofrezca resistencia a la conjura totalitaria global, cuya existencia niegan quienes usan el término. En últimas, el objetivo de tal definición es Trump y su partido, junto con Bolsonaro, Orban y otros líderes que cuestionan el consenso gracias al cual los socios de Cuba e Irán gobiernan tranquilamente en España, Argentina, México y otros países sin que esos "liberales" lo rechacen.

La plaga del arcoíris
Así tituló Mario Vargas Llosa un reciente artículo en el diario El País en el que se refiere a las elecciones en Polonia. Es un texto que merece muchos comentarios y da que pensar. Primero por su pésima factura, que en realidad corresponde a la vulgaridad de sus ideas. Una frase como "Es norteamericana, casada con un polaco democrático y liberal y vive en Polonia" habría lesionado gravemente la nota de una redacción en la secundaria.

Su cita de una periodista izquierdista a la que admira lleva a pensar que es su única información sobre las elecciones polacas. La autoridad del premio Nobel hace que una opinión poco fundamentada cuente más que la de gente que conoce el asunto. La calidad del juicio de Vargas Llosa sobre esa periodista se puede imaginar recordando su apoyo a la negociación de Santos con las FARC, influido por su amigo Héctor Abad Faciolince. 

Pero en fin el cuento con que empieza es con que Duda obtuvo un segundo mandato gracias a una campaña contra los homosexuales. Es algo que se debe evaluar con cuidado.

Admítase que en Polonia la mayoría de la gente mayor o rural o de mentalidad tradicional desaprueba las relaciones entre personas del mismo sexo por motivos religiosos, lo que Vargas Llosa está diciendo es que las personas que practican esas relaciones son objeto de una campaña de odio que llevó al triunfo de Duda, y eso es falso. Lo que mueve al votante no es la defensa de las costumbres, y antes de la caída del comunismo la vida sexual de la gente no era objeto de discusión en las campañas electorales.

Lo que define esa polémica no es la persecución a esas personas, que obviamente no está en el programa del presidente polaco, sino las políticas de identidad, que son sólo una forma de ingeniería social distópica a la que con razón se resisten los polacos, y en general todas las naciones que sufrieron el comunismo como imposición resultante de la Segunda Guerra Mundial en Europa.

El tabú de la sodomía y de otras formas de relación sexual entre personas del mismo sexo ha acompañado a la humanidad desde que hay registros, y el hecho de que sea algo especialmente condenado por la tradición central de Occidente, el cristianismo, debería ser objeto de atención. Es realmente discutible que haya un gen gay, pese al intenso condicionamiento genético de toda la conducta. El caso es que cualquier persona puede verse tentada a obtener placer de ese modo, es decir, a violar el tabú que impera en las culturas de Extremo Oriente, de la India, del islam, de toda África y hasta ahora también de Occidente (cierta clase de relaciones entre varones de distintas edades eran admitidas en la Grecia antigua, pero nadie debe pensar que la vida entonces era una fiesta de "locas"). La tolerancia con esas actitudes es ya algo unánimemente aceptado en Occidente, pero nadie está proponiendo ninguna clase de persecución: cada uno vive como quiere.

Esa ruptura de tabúes que se experimenta como una liberación se va ampliando. La promoción sistemática del aborto y la eutanasia expresa el anhelo de dejar atrás el tabú que prohíbe matar, y pronto se verán corrientes que hagan retroceder tabúes como el incesto y la pedofilia. También la antropofagia terminará siendo lícita. Depende de lo que digan los jóvenes, pues ocurre en todos los países con los partidos de la conjura totalitaria, que la mayoría de los votantes son los jóvenes, increíblemente dotados por la propaganda de una autoridad que no tienen los demás. Este cambio también es novedoso, antes se valoraba la sensatez y se elegía un senado, palabras que derivan del latín sen, anciano. A los jóvenes es más fácil manipularlos, como puede comprobar cualquiera que ha cumplido cuarenta años.  

Las políticas de identidad se presentan como una forma de lucha contra la intolerancia y de defensa de la libertad pero son una gran campaña de corrupción y división de la sociedad que emprende la conjura totalitaria. Un muchacho que cede a las ofertas de felación de otro hombre en otra época sería visto como un criminal, un degenerado, una persona débil de carácter, etc. Con  las políticas de identidad se convierte en un agraviado, víctima de los que sólo disfrutarían de eso con mujeres o no lo harían. Tras la caída del comunismo los grupos radicales de las universidades encontraron en el feminismo, el ambientalismo, el antirracismo y otras causas parecidas al pueblo elegido que enderezaría la historia, el trasunto del viejo proletariado. El colectivo LGBTI es una de esas opciones, particularmente útil para que esos grupos alcancen poder político porque la propaganda se hace con caricias, fiestas y maquillaje y la intimidación es más eficaz.

La conjura totalitaria tiene una base social amplia constituida por una especie de casta sacerdotal que se va generando en las sociedades posindustriales: maestros, jueces, periodistas, empleados de las diversas industrias de entretenimiento, funcionarios de diverso rango y personas improductivas cuya vida consiste en consumir drogas y buscar diversiones sexuales. Vista la rentabilidad de la causa LGBTI, se han dedicado grandes esfuerzos, de la poderosa red de medios de Soros, de las grandes empresas de internet, de los gobiernos "de izquierda" en todos los países (no sólo los gobiernos centrales sino muchos regionales y municipales, que son los directamente implicados en el adoctrinamiento escolar), de Netflix y las demás fábricas de fantasías y de las farándulas de cada lugar para hacer "normal" las relaciones entre personas del mismo sexo. Un niño de cuatro años en España ya está persuadido de que algún día tendrá novia o novio, da lo mismo. En realidad tener novia es ser antiguo y opresor, cuanto más opte el niño por la homosexualidad más aprobación tendrá de sus maestros.

No hace falta decir que el presupuesto público es el principal móvil de todas esas causas. Hacerse homosexual profesional y afiliarse a alguna secta taimadamente comunista es lo que se dice labrarse un futuro, con sueldos de ensueño y muchas opciones para prosperar. El editor que publica libros sobre familias de dos madres tiene seguras las ventas porque los maestros exigirán esos libros a los niños, con ese mercado seguro, los escritores de libros para esos segmentos de edad inventan historias de ese tipo, sin hablar de que las ofertas de trabajo en la televisión y las demás industrias culturales abundan. En países como España los diversos frentes estatales de mejora de la conducta pública, es decir, de persecución del machismo o de la homofobia, son una formidable fuente de empleos que pagan los machistas y homófobos que necesitan que sus hijos experimenten la necesaria corrección.

Particularmente espantoso es el caso de las personas "trans". Hace ya muchas décadas se sabe de hombres jóvenes que se operan o toman hormonas para tener pechos parecidos a los de las mujeres y en general un aspecto parecido al de una prostituta. Casi siempre eso tenía que ver con las expectativas profesionales que tenían. Puede que tener relaciones sexuales sea más rentable y cómodo que otros trabajos que se les ofrecen a las personas de esos estratos sociales. Creer que se pertenecía a otro sexo era hasta hace poco un trastorno psiquiátrico, además muy raro. Yo nunca oí hablar de personas que se creyeran de otro sexo. Esas personas son inventadas por la conjura totalitaria y existen en las leyes antes que en la realidad. Sirven para crear una dictadura de la opinión con el "delito de odio", de lo cual es buen ejemplo de un autobús español que llevaba estampada en su cubierta la leyenda "Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva", cuyos autores fueron encausados por un juez por delito de odio contra las personas "trans". Como ocurre con todas las campañas totalitarias, los niños son víctimas predilectas.

La conjura totalitaria es el viejo comunismo con nuevas consignas: no será el paraíso de los de abajo sino el recreo perpetuo. La variada oferta de libertinaje sexual se refuerza con el consumo de psicotrópicos. Las personas débiles, desgraciadas o desorientadas encuentran en las drogas una euforia incentivada que las hace sentirse en una fiesta perpetua y descuidan sus actividades laborales, se van convirtiendo sin  darse cuenta en una especie de mendigos, sólo que su condición no les resulta visible porque los han convencido de que la vivienda o la salud son "derechos" que sólo tienen que reclamar y que tienen que pagarles los que trabajan.

Pero a su vez el comunismo sólo fue una epifanía, una avatara (en la India, encarnación del dios Visnú), de algo más antiguo y aún no derrotado: el Estado moderno, una maquinaria tan poderosa que la casta que lo controle se hace dueña de la sociedad, como de hecho ya ocurrió en la antigua Roma. La corrupción de las costumbres promovida por esa casta es un aspecto que merece la mayor atención, pero en general ese tema es extenso y ya lo he comentado en entradas anteriores (1-2)

De eso trata el "odio al gay" que encuentra Vargas Llosa en las elecciones polacas, de la resistencia de una sociedad a esa imposición brutal. Según él, además del "odio" al gay hubo en las elecciones polacas otras dos "taras sanguinarias", el nacionalismo y el antisemitismo. Respecto al nacionalismo, no parece una manía de odio al extranjero ni de afán belicista, pero es obvio que la resistencia ante una imposición como la de la distopía moderna tenga que recurrir a la comunidad y a la identidad originarias. No habría tradición sin nación. Fiel a su rigor, resulta que para Vargas Llosa cualquier patriotismo es igual al nazismo.

La acusación de antisemitismo también da que pensar. El final del artículo de Vargas Llosa termina ocupándose de los periódicos de capital extranjero. Puede que el antisemitismo sea sólo la resistencia a la red de Soros. Es el dominio de ese consorcio lo que Vargas Llosa entiende por "democracia civilizada" y "genuina democracia". Las otras son "fanáticas e iliberales", como Hungría a la que, dice, "es muy difícil seguir llamando democrática". ¿Se podría comparar con España, donde el gobierno fue elegido con los votos de los herederos de una banda de asesinos, partidos de golpistas condenados y sicarios iraníes y venezolanos?  Claro, depende de lo que le parezca a Soros. Aparte de los insultos contra el presidente húngaro y su partido, no hay nada que permita cuestionar la legitimidad de su sistema político.

La democracia "iliberal"
De las elecciones polacas y el "iliberalismo" se ocupa también Guy Sorman, un periodista francés del que habría que esperar más circunspección y rigor que de Vargas Llosa. Lo que se encuentra es una sarta de mentiras más grotesca, empezando por la acusación de antisemitismo contra el reelegido presidente polaco y contra el húngaro Victor Orban. En ambos casos son falsedades, mucho más descaradas en el caso de Orban, cuya amistad con los judíos y con Israel es bien conocida. De nuevo el antisemitismo que ven estos personajes es la hostilidad hacia Soros y su red.

Sí que pronunció Orban en 2014 un discurso contra el liberalismo, entendido éste como el orden en el que las naciones se disuelven y el poder real termina en manos de las grandes corporaciones. El efecto de sus políticas, además de la hostilidad de los amigos de Soros y del "consenso socialdemócrata" no va más allá de las calumnias tipo "extrema derecha", "antisemita", etc. Los críticos húngaros o polacos del gobierno cuentan con garantías casi impensables en España, donde el gobierno es una obscena caterva de delincuentes dirigidos por un impostor grotesco.

Ni Vargas Llosa ni Sorman ven el problema de la dominación implícito en la campaña de la nueva izquierda y su casta sacerdotal. Como dijo Borges en alguna ocasión de algún contradictor, hay que dudar de su honestidad para creer en su inteligencia. La batalla que conciben contra oscurantistas e intolerantes parece del siglo XIX y la realidad de la invasión vertical de los bárbaros, o si se quiere de los "libres de tabús" les resulta invisible.

Lo que se votaba en Polonia, y en noviembre en Estados Unidos, es la persistencia de la sociedad libre. La hegemonía de los comunistas y sus herederos sólo asegura para muchos países un futuro como el venezolano, a veces tras cruentas guerras civiles. A punta de placeres, los totalitarios están conquistando a la gente más blanda para implantar esos regímenes.

(Publicado en el blog País Bizarro el 3 de agosto de 2020.)

lunes, septiembre 07, 2020

Evocación del macartismo

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial el comunismo se erigió como una amenaza global poderosísima: primero Stalin se apropió de media Europa y extendió el telón de acero, poco después cayó China y el año siguiente intentaron apropiarse de toda la península de Corea, mientras avanzaba su expansión por Indochina y muchas otras regiones. El propio "bogotazo" y la violencia de esos años forma parte de esa expansión. Como reacción, se produjo en Estados Unidos una movilización popular para expulsar a los comunistas (que ya le habían dado la clave de la bomba nuclear a la URSS) de los cargos públicos y de los medios de comunicación, y defender los valores de la nación, reacción más que razonable y necesaria. ¿No es lo que falta ahora, una respuesta masiva y coherente en defensa de los valores de la libertad, la democracia, la justicia, el bien común, los derechos humanos, la verdad, la racionalidad económica y el acuerdo entre las naciones?


"Sacas", "checas" y otros términos desconocidos
¿Qué ocurrió en España en los años treinta? Un lector colombiano difícilmente podrá responder con mucha información objetiva. Todo lo que le llega es la propaganda comunista. Se supone que cayó la monarquía (sobre la cual los colombianos no tienen ni remota idea y creen, por ejemplo, que algún país sudamericano ha sido alguna vez menos absolutista que la Inglaterra victoriana) y se instauró la república y que cuando ganó la izquierda el fascismo emprendió una guerra civil que finalmente ganó. Al lado del pueblo estaban todos los intelectuales y fueron a combatir al fascismo muchos artistas de otros países, héroes que crearon las Brigadas Internacionales, que hicieron frente al fascismo. 

¿Alguien ha oído otra historia? 

TODO LO ANTERIOR ES FALSO. La instauración de la república fue un golpe de Estado ilegítimo pues sólo triunfaron los republicanos en unas elecciones municipales y nunca se consultó a los ciudadanos si querían acabar con la monarquía, el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 fue el resultado de un fraude, ese gobierno de socialistas marxistas y sicarios de Stalin empezó a implantar una tiranía de tipo soviético, tal como hicieron después Allende y Chávez, y el detonante de la guerra fue el asesinato por sicarios del Partido Socialista del líder de la oposición, José Calvo Sotelo. 

Los generales que se alzaron con Franco eran simplemente personas conservadoras, monárquicas, católicas, etc., que ya veían la persecución totalitaria y que no tenían ninguna relación con el fascismo. La Falange era un grupúsculo de intelectuales sin influencia, y ciertamente el conjunto de los artistas no estuvo con los comunistas, ni muchísimo menos. Las Brigadas Internacionales eran grupos comunistas que intentaban colaborar con la revolución, como se ha visto en toda Hispanoamérica, y sobre todo, en las áreas que cayeron en manos de los comunistas y socialistas, tuvo lugar una orgía de crímenes monstruosos que jamás cometió el franquismo, ni durante la guerra ni después: asesinatos de miles de personas que no tenían ninguna relación con el alzamiento, a las que se sacaba (de ahí las "sacas") de sus casas al amanecer, "cárceles del pueblo" ("checas") en las que se cometían torturas y muchos otros crímenes... 

No era la democracia luchando contra el fascismo sino la nación haciendo frente a la tiranía comunista, algo parecido a la historia de Colombia en las últimas décadas.

Hijos de la propaganda
Esa idea de la lucha del pueblo contra el fascismo o de la república contra la tiranía es común en Hispanoamérica, donde la historia se desconoce por completo, pero también era la doctrina de Hollywood: recuerdo haber visto una versión del libro ¿Por quién doblan las campanas?, de Ernest Hemingway, que fue una de las películas más vistas ese año (1943) y tuvo 9 nominaciones al Óscar. Resulta muy gracioso encontrar a la rubia Ingrid Bergman como campesina española, pero era lo que convenía para crear adhesión de los jóvenes a los "idealistas" de la Brigada Lincoln, a la que pertenecía el personaje encarnado por Gary Cooper, y que en realidad era un frente del Partido Comunista estadounidense. 

Es verdad que eran los años de la Segunda Guerra Mundial y de la alianza con los soviéticos, la época en que era frecuente escuchar en la radio estadounidense la "Sinfonía de Leningrado" (la Séptima sinfonía de Shostakóvich), pero no se puede negar que la influencia de los comunistas ya entonces era una amenaza. 

El caso de la república española es más fácil de detectar para mí, pero sin duda habría muchos otros que demostrarían el uso del cine, la radio y la prensa como medios de propaganda por los comunistas. 

No hay que investigar demasiado, lo vemos hoy todos los días en las series de televisión y películas estadounidenses, casi todas obsesionadas con la más obstinada y a menudo delirante propaganda feminista, ambientalista, vegana, abortista y transexualista en una tarea de desmoralización que, mucho me temo, podría tener patrocinadores chinos (no es explicable que asuman tantas pérdidas en producciones propagandísticas como Los cazafantasmas femenino y muchas otras). ¿Qué interés puede tener para Netflix imponer una ideología problemática y contrariar a una parte del público? En el caso de Soros es evidente la conexión con los gobiernos comunistas de Sudamérica, es decir, con el narcotráfico y el régimen cubano, es decir, con Irán. 

Seguro que entre los que mandan en las grandes empresas de entretenimiento y de redes sociales hay acuerdos incentivados por grandes poderes, y sólo los chinos cuentan con recursos para eso.

La "caza de brujas"
En Colombia, donde el teatro es tradicionalmente un medio eficacísimo de propaganda y reclutamiento de los comunistas (un amigo iraquí me contó que en Irak era exactamente lo mismo: la universidad, el teatro y el dinero soviético pagando la carrera de artistas militantes), hubo montajes muy trabajados de la pieza de Arthur Miller Las brujas de Salem, que trataba de hacer un paralelo entre la Inquisición del siglo XVII y la persecución que dirigía el senador Joseph McCarthy contra los comunistas. 

¿No es maravilloso? Los mismos que aplaudían "el paredón" (a lo mejor ya nadie recuerda el entusiasmo que despertaban los fusilamientos arbitrarios del castrismo en los primeros sesenta) resultaban los defensores de la libertad de expresión, con una naturalidad que se encuentra por todas partes, los mismos asesinos de las FARC, cuyos jefes delatados tuvieron que huir para no terminar respondiendo ante el juez de Nueva York, acusan de narcotraficante a cualquiera que se les oponga. El hecho de que los colombianos se hayan acostumbrado a ese cinismo deja ver una lesión moral gravísima.
Toda la estigmatización que se hizo de McCarthy y sus ideas es obra de los comunistas y sus socios, que ya han convertido en un crimen contra la libertad el hecho de hacerles frente. En la conciencia de un colombiano, el país en el que no se puede pensar libremente es Estados Unidos y el de la libertad es Cuba. El dinero soviético y después el de la cocaína han pagado la propaganda que crea ese tipo humano.

McCarthy y sus actosDe origen modesto y provinciano, Joseph McCarthy llegó a liderar como senador el combate contra el comunismo en el seno de la sociedad estadounidense. ¿Hubo excesos en sus denuncias, interrogatorios y señalamientos? Seguramente, pero según la Wikipedia:
Gracias a documentos desclasificados de archivos soviéticos y descifrados del proyecto Venona de mensajes soviéticos codificados, se descubrió que la Unión Soviética había participado en actividades de espionaje sustanciales en los Estados Unidos durante la década de 1940. La Unión Soviética financiaba copiosamente al Partido Comunista de los Estados Unidos cuyas directrices políticas controlaba, y había acusaciones de que a menudo se reclutaba como espías a los miembros de dicho partido.
Lo cierto es que aparte de los despidos, interrogatorios y arrestos en casos en que hubiera pruebas de implicación en actividades antiestadounidenses, las consecuencias para los acusados no fueron mayores, como para compararlas con las que sufrían las víctimas del comunismo en todo el mundo en esos mismos años, con torturas, ejecuciones extrajudiciales y confinamiento en campos de concentración para millones de personas. Todo lo que han hecho las bandas narcoterroristas en Colombia esmera rutina en el prontuario comunista.

¿Alguien tiene algún recuerdo de esos hechos? Ahora mismo, en el último año, los comunistas han matado a miles de personas en Venezuela sin que esas víctimas aparezcan en los medios, casi ni siquiera en las redes sociales. La demonización de McCarthy es lo mismo que la benevolencia con el comunismo, como si hacer frente a sus propagandistas fuera amenazar la libertad de opinión que precisamente ellos tratan de abolir.

El cinismo del hampa
La noción que cada persona tiene del mundo depende de su medio, cualquiera que acude a una universidad colombiana es comunista, cosa que cada vez es más frecuente en otros países. Pero incluso quienes se consideran ajenos al comunismo no son conscientes de lo monstruoso de su percepción del mundo, como si alguien de una comunidad de antropófagos afirmara detestar la carne humana.

El comunismo es el mayor crimen de la historia, lo es estadísticamente, porque en términos morales podría llegarse a una discusión infinita y ociosa. Ni siquiera el nazismo alcanza las cifras de asesinatos, torturas y demás atrocidades de los comunistas.

Si se juzga objetivamente, sin la falsificación que introducen las nociones de izquierda y derecha, el nazismo no es algo opuesto al comunismo, sino una de sus variantes. Originalmente el NSDAP era también una banda de resentidos para los que era fácil identificar a los judíos con la burguesía (dada la condición urbana y a menudo de empresarios y banqueros de muchos miembros de la minoría judía de Alemania). El desorden de la posguerra fue arrastrando a esa clase de grupos a la demagogia supremacista, igual que en Italia, y a hacerlos atractivos para quienes soñaban con la revancha y para clases medias empobrecidas que veían en la expansión al este una esperanza de prosperidad.

Pero en fin la cuestión que nos plantea el macartismo es la de la necesidad de combatir la ideología comunista como "un crimen colectivo", para usar la definición de Octavio Paz. McCarthy no es el demonio del fanatismo y la intolerancia sino un precursor en una batalla ideológica que por desgracia sigue vigente.

Me llamó la atención descubrir en el blog del exministro Alejandro Gaviria una referencia a un libro sobre el macartismo en el que esa obscena presentación de los genocidas como víctimas de la persecución de unos locos aparece con todo el desparpajo del país del crimen. Me parece que leer esa perla ilustra mucho sobre el personaje y muy poco sobre McCarthy. Es el mismo rector que considera un logro la multiplicación de los cultivos de coca durante el gobierno del que formaba parte, pues a fin de cuentas el enfoque prohibicionista le parece un error y algo que por suerte se superó, alguien para quien la tarea legislativa de los violadores de niños es una conquista de la civilización y que se jacta de su buen trato con alias Pablo Catatumbo, cuya admirable labor legislativo no le impide llegar borracho al Congreso.
Los comentarios de los lectores a esa entrada de Gaviria son de una elocuencia maravillosa: cualquiera que los lea quedará convencido de que Colombia puede darles lecciones de democracia y libertad a los Estados Unidos, y que incomodar a los comunistas es un crimen, un obstáculo a su noble labor. El servilismo típico del país alcanza en el ámbito universitario ribetes cómicos, y la solicitud de los jóvenes ante este rector es como un halo que lo rodea y le permite una actitud majestuosa y como de respetabilidad sobreentendida.

Es posible que el hombre sea candidato para 2022 porque podría resultar aceptable tanto para los afines a Petro como para los que siguen a Fajardo. Nadie debe pasar por alto que en definitiva obra como representante de la mafia cubana. El barniz académico puede hacerlo simpático a las facciones estadounidenses y europeas de la conjura totalitaria, que no sólo obtienen beneficios económicos del narcotráfico gracias a los amigos de Maduro y los cubanos, sino que también colaboran efectuando una especie de "proselitismo químico", pues cuantas más drogas consuma alguien más probable es que se haga votante suyo.

Quienes evalúan los regímenes totalitarios del siglo XX tienden a considerar a la cúpula nazi como una vulgar organización criminal y la ideología como una máscara legitimadora. Eso mismo se puede decir del comunismo y de sus aliados. Juan Manuel Santos no es una persona engañada por nociones ideológicas sino un oligarca desaprensivo cuya alianza con los traficantes de cocaína le deparó poder y reconocimientos. Este ministro suyo es un personaje del mismo jaez.

McCarthy seguirá siendo macartizado, pero al fin la denuncia del comunismo y de sus herederos disolventes e identitarios es la tarea de nuestra época.

(Publicado en el blog País Bizarro el 17 de julio de 2020.)