Un breve vistazo a la cuenta de Twitter del embajador de Alemania en Colombia deja ver que el hombre se toma muy en serio el activismo a favor de las organizaciones comunistas y sus redes de propaganda y control social. Más allá de lo grave que es eso, a fin de cuentas ya una tradición con ese país, hay algo espantoso en el conformismo de los colombianos. No importa que el gobierno sea siempre complaciente con activistas así, ni siquiera que lo sea el partido que se supone opuesto a los terroristas. Es que tampoco hay nadie que se interese por el asunto, abundan los odiadores de Duque y Uribe y muchos más los adoradores del pequeño Gran Colombiano, pero respecto a esa injerencia criminal el silencio es total.
Imagínense que un diplomático colombiano mostrara su apoyo a los terroristas de la Fracción del Ejército Rojo, también conocida como "Banda Baader Meinhof", activa en los años setenta y en realidad benigna si se compara con las bandas terroristas colombianas: no violaron a nadie, no destruyeron pueblos, no castraron personas delante de sus vecinos, no usaron personas bomba... ¿Qué diría el gobierno alemán si eso hubiera ocurrido? ¿Qué dirían los ciudadanos alemanes? El trato que dio el gobierno de la República Federal Alemana a los miembros de esa banda habría dado para un proceso por violación de los derechos humanos, pero nadie estaba para cuestionar a un país tan poderoso.
¿A cuenta de qué se dedica el embajador alemán a divulgar la propaganda de las organizaciones de fachada de los terroristas y a opinar abiertamente sobre la política colombiana tomando partido por esas organizaciones? Habría que recordar que durante décadas la empresa Mannesmann financió abiertamente al ELN y que el gobierno alemán envió a un par de espías (pronto nadie se acordará de esas ratas, los Mauss) para ayudar a cuadrar las cuentas de la banda. Incluso el arzobispo de Maguncia organizó una conferencia para reunir a los apoyos de esos asesinos y así alentar su actividad y aprovechar la debilidad del gobierno de Pastrana para sacar partido de los secuestros y masacres, pero la banda fue debilitada y se creyó que su desmovilización tendría lugar en poco tiempo.
En la cuenta de Twitter del citado embajador uno encuentra toda clase de muestras de apoyo a la cantante vallenata de ojos saltones que promovía los desmanes del paro del ELN, las denuncias por la muerte de los "líderes" (que sólo son los terroristas semiactivos en algunas regiones y que con toda certeza caen por rencillas con sus compañeros por el botín de la cocaína o del secuestro), de apoyo a cuanta iniciativa emprendan las redes urbanas de las bandas terroristas... En fin: la cuenta de un profesor universitario del Partido Comunista. Sólo que es el representante de otro país.
Muy llamativo es el hecho de que intente "orientar" al ELN para que descanse un tiempo y mate después.
La tradición de servilismo de los gobiernos colombianos ante la intromisión de los europeos a favor de los terroristas daría para una investigación periodística de largo aliento. Baste recordar a los países que acompañaban la negociación con las FARC cuando el Caguán, o la liberación del asesino alias Rodrigo Granda por Uribe, en clara violación de la ley, para complacer a Sarkozy, que esperaba obtener réditos de imagen en su país complaciendo la increíble propaganda de los secuestradores, que culpaban a quien no premiaba el secuestro y recibían el apoyo masivo de los franceses.
Esa intromisión es en fin un misterio, algo inexplicable en términos lógicos, pero no porque no se entienda que los gobiernos europeos promuevan terroristas en Sudamérica, porque también fabricaban armas nucleares para Sadam Husein en los setenta, ni porque los gobiernos colombianos se muestren complacientes, pues a fin de cuentas una de las fuentes de financiación de los políticos son las ayudas de esos países y con tal de poderse robar una parte aceptan cualquier ultraje para el país. De hecho, cientos de miembros de bandas terroristas han sido funcionarios diplomáticos y han organizado las redes del crimen organizado en Europa, como el propio Petro, o como la siniestra María Jimena Duzán, que fue cónsul en Barcelona.
Lo misterioso es la disposición de los ciudadanos colombianos El secuestrador es menos monstruoso que el colombiano de a pie que no ve ningún problema en que los representantes de potencias extranjeras animen a quienes lo matan y secuestran. Casi no hay ningún caso en que no se vea lo atroz que es el complejo de inferioridad que genera el racismo. Uno mismo lo señala como por diversión, sabiendo que nadie se va a incomodar, tal como nadie se inquieta por los recientes asesinatos de soldados en la Macarena.
¿A cuenta de qué se dedica el embajador alemán a divulgar la propaganda de las organizaciones de fachada de los terroristas y a opinar abiertamente sobre la política colombiana tomando partido por esas organizaciones? Habría que recordar que durante décadas la empresa Mannesmann financió abiertamente al ELN y que el gobierno alemán envió a un par de espías (pronto nadie se acordará de esas ratas, los Mauss) para ayudar a cuadrar las cuentas de la banda. Incluso el arzobispo de Maguncia organizó una conferencia para reunir a los apoyos de esos asesinos y así alentar su actividad y aprovechar la debilidad del gobierno de Pastrana para sacar partido de los secuestros y masacres, pero la banda fue debilitada y se creyó que su desmovilización tendría lugar en poco tiempo.
En la cuenta de Twitter del citado embajador uno encuentra toda clase de muestras de apoyo a la cantante vallenata de ojos saltones que promovía los desmanes del paro del ELN, las denuncias por la muerte de los "líderes" (que sólo son los terroristas semiactivos en algunas regiones y que con toda certeza caen por rencillas con sus compañeros por el botín de la cocaína o del secuestro), de apoyo a cuanta iniciativa emprendan las redes urbanas de las bandas terroristas... En fin: la cuenta de un profesor universitario del Partido Comunista. Sólo que es el representante de otro país.
Muy llamativo es el hecho de que intente "orientar" al ELN para que descanse un tiempo y mate después.
¿Quién podría dudar de que el mundo puede esperar buenos ejemplos de esos asesinos?Una oportunidad más desperdiciada. Retomando sus acciones, el ELN en tiempos del covid-19? Eso no me parece un buen ejemplo ni para suavizar la situación de crisis pandémica ni la situación del conflicto. Qué vaina! https://t.co/CMVFdL6yoj— Peter Ptassek - Embajador de Alemania en Colombia (@alemEmbajador) April 28, 2020
La tradición de servilismo de los gobiernos colombianos ante la intromisión de los europeos a favor de los terroristas daría para una investigación periodística de largo aliento. Baste recordar a los países que acompañaban la negociación con las FARC cuando el Caguán, o la liberación del asesino alias Rodrigo Granda por Uribe, en clara violación de la ley, para complacer a Sarkozy, que esperaba obtener réditos de imagen en su país complaciendo la increíble propaganda de los secuestradores, que culpaban a quien no premiaba el secuestro y recibían el apoyo masivo de los franceses.
Esa intromisión es en fin un misterio, algo inexplicable en términos lógicos, pero no porque no se entienda que los gobiernos europeos promuevan terroristas en Sudamérica, porque también fabricaban armas nucleares para Sadam Husein en los setenta, ni porque los gobiernos colombianos se muestren complacientes, pues a fin de cuentas una de las fuentes de financiación de los políticos son las ayudas de esos países y con tal de poderse robar una parte aceptan cualquier ultraje para el país. De hecho, cientos de miembros de bandas terroristas han sido funcionarios diplomáticos y han organizado las redes del crimen organizado en Europa, como el propio Petro, o como la siniestra María Jimena Duzán, que fue cónsul en Barcelona.
Lo misterioso es la disposición de los ciudadanos colombianos El secuestrador es menos monstruoso que el colombiano de a pie que no ve ningún problema en que los representantes de potencias extranjeras animen a quienes lo matan y secuestran. Casi no hay ningún caso en que no se vea lo atroz que es el complejo de inferioridad que genera el racismo. Uno mismo lo señala como por diversión, sabiendo que nadie se va a incomodar, tal como nadie se inquieta por los recientes asesinatos de soldados en la Macarena.
La desfachatez de ese personaje y su abierta incitación al crimen, que de ninguna manera toleraría en su país, hace pensar que el nazismo dejo una lesión moral profunda entre los alemanes. No es difícil imaginarse lo que sentirían los oficiales de las SS o personajes como Heydrich cuando ordenaban cometer atrocidades.
(Publicado en el blog País Bizarro el 18 de junio de 2020.)
(Publicado en el blog País Bizarro el 18 de junio de 2020.)