miércoles, septiembre 18, 2019

La paz contada por ella misma


El domingo pasado, 10 de agosto, apareció en el diario español El País un artículo firmado por el expresidente colombiano Juan Manuel Santos. Este escrito busca explicar a los lectores de ese artículo su verdadero sentido y lo que significan los términos que usa Santos.

1. Sobreentendidos engañosos
Santos empieza su artículo usando términos que el lector debe dar por sobreentendidos. ¿Por qué no detenernos a ver lo que significan realmente y cuáles son sus efectos?
Siempre se ha dicho que para lograr la paz se requieren dos fases. La primera es hacer la paz, hacer las paces, dejar de matarse. La segunda es construir la paz, lograr una verdadera reconciliación, dejar de odiarse.
¿Los colombianos se han estado matando y odiando? Con esos sofismas Santos reproduce la vieja propaganda de los promotores del crimen, según la cual éste es igual de lícito a la ley, una banda de asesinos al servicio de una organización criminal internacional tiene el mismo derecho que un Estado legítimo y un poder alcanzado gracias a la violación de la ley y a negocios como el tráfico de cocaína es igual de legítimo a las instituciones que representan a la sociedad.

Esa mentira es la esencia del crimen, porque ¿quién va a resistirse a sacar ventaja de la crueldad y la ruina ajena si al final el poder obtenido gracias a ellas va a hacerlas legítimas? Los mismos ideólogos del régimen aludían a una "guerra contra los civiles", pues los campesinos asesinados y los niños reclutados no eran parte de un enemigo, salvo que se admita el sentido de conjura criminal extranjera de la "insurgencia". ¿Qué clase de combate era la extorsión?

Ningún ideal político legitima esos crímenes porque al admitirlos como fuente de derecho se está suprimiendo la ley y la democracia. La idea de que el pueblo que es víctima de esos sicarios al servicio del mal organizado va a dejar de odiarlos es una llamada a la degradación de ese pueblo: a su acobardamiento, sometimiento y renuncia a la verdad y al honor. Lo que hace falta es aplicar la ley tal como se haría en cualquier país europeo. Por mucho que se critiquen los acuerdos de Zapatero con ETA, no hay nada comparable a entregarles a unos monstruosos psicópatas la llave del poder judicial.
La segunda fase es más difícil y toma mucho más tiempo. Es como construir una catedral: hay que hacerlo con cuidado, ladrillo por ladrillo, hasta lograr el desarme de los espíritus. Sanar las heridas de una guerra de más de medio siglo requiere mucha paciencia, perseverancia y resiliencia.
Esa segunda fase es más difícil y toma mucho tiempo: la creación, a punta de propaganda e intimidación, de un mito según el cual no hubo secuestros ni masacres ni dinero y armas soviéticos, cubanos y chinos alentando a los asesinos, ni la trágica industria de la cocaína siempre promovida por el demiurgo de la paz, el régimen cubano, como sabe todo el que quiera averiguarlo.

¿Qué van a crear? ¿Un país de zombis fanatizados y estúpidos dispuestos a creer las estadísticas según los cuales Pastrana y Uribe son responsables de la violencia porque en sus gobiernos hubo más muertes y desplazamientos? El Estado colombiano es una maquinaria bolchevique dedicada a esa propaganda, a la legitimación de los crímenes y a la promoción del olvido.

Pero esa mentira no resiste una situación de paz, en todo momento obra la intimidación, como con las campañas pagadas de acoso contra Uribe en las redes sociales o en los medios de comunicación. No hablemos de la propaganda más eficaz que es la educación.

En Colombia se está creando una masa de profesionales de la propaganda legitimadora del asesinato y la está pagando el conjunto de la población. La realidad es la de un Estado totalitario en el que no hay resistencia a esa hegemonía gramsciana del régimen cubano y sus socios iraníes.

No les quepa duda de que eso sólo traerá más violencia: la espantosa masacre de la Escuela de Cadetes General Santander era una advertencia y contó con el tradicional apoyo de los universitarios, prestos a luchar por la paz verdadera con el ELN.

Lo que Santos y sus socios llaman construir la paz es imponer la tiranía de los vencedores, ya hegemónicos en la función pública, el poder judicial, los medios de comunicación, las universidades, la vida cultural, la farándula y cada vez más en el Ejecutivo y el Legislativo.

2. Legitimación mediante la intimidación
La paz con las FARC en Colombia, considerada la guerrilla más antigua y poderosa de las Américas, después de seis años de negociaciones, cumplió la primera fase con mucho éxito, según los estándares internacionales. El Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame, encargado por las dos partes para verificar el cumplimiento de los acuerdos por ser la entidad con más información y experiencia en estos asuntos, así lo confirma. Ha dicho también que este acuerdo de paz ha sido el más completo y ambicioso que hasta ahora se haya negociado, y que los puntos fundamentales de la primera fase se han cumplido con más celeridad que en otros procesos.
Cada frase de este párrafo contiene alguna perla que merece atención: como los asesinos y secuestradores no tienen legitimidad, se invoca su antigüedad y poder, con el mensaje implícito, un clásico de la propaganda de la red afín a los terroristas, de que no se los ha podido vencer y de que aplicar la ley es demasiado costoso y riesgoso: ésa es la idea central de la propaganda pacifista en Colombia, su sentido es intimidar: dado que quienes nos despojan de nuestros derechos políticos, de nuestros bienes, de nuestros hijos, de nuestro país y de nuestra vida pueden hacernos más daño, ¡pues nos relajamos y gozamos! La idea de la paz como valor supremo contiene esa idea y la promueven literalmente los mismos que organizaron a las bandas criminales, como Iván Cepeda o Aída Avella. Es la razón de atracador que ilumina a Santos.

La idea de los estándares internacionales es otra falacia: ¿quién elabora esos estándares? Los mismos grupos que legitiman a los terroristas y reciben financiación indirecta de quienes los dirigen. Estándar internacional podría ser la experiencia de otros países: ¿dónde ha pasado que los violadores de niños pasen a ser legisladores y los incitadores de asesinatos, como Alfredo Molano, sean los notarios de la verdad?

Eso es monstruoso: lo que se hace al legitimar a los criminales es animarlos en su carrera hacia el poder. Si un país renuncia a sus instituciones y a la representación popular por miedo al poder de una banda de asesinos invencibles, sencillamente ese país ha caído en la tiranía y va a tener que hacer un esfuerzo denodado y doloroso, no para someterse a los criminales sino para librarse de ellos y restaurar el principio democrático y la vigencia de la ley.

También la idea de la duración de la negociación es un sofisma intimidador: como la propaganda ha conseguido generar el miedo en la población, parece indiscutible que se deba negociar con los asesinos, no vaya a ser que las bombas lo afecten a uno o a su familia. Una sociedad no puede vivir así, los años de negociación fueron los años en que se consolidó el dominio de las FARC en el negocio de la cocaína, la multiplicación de los cultivos y de la producción del alcaloide y la prohibición del uso del glifosato para destruir las plantas.

Lo que significa democracia es precisamente lo contrario de eso, el predominio de la ley y de la voluntad popular. Los seis años de negociación deberían ser una acusación contra la banda criminal que la llevó a cabo, pero en la retórica de Santos resulta un argumento para legitimar su infamia.

La ley se abolió para complacer a los criminales, la rapidez con que se cumpla ese plan tiene que ver con la que necesitan los ladrones a la hora de sacar el dinero de un banco: la sociedad podría darse cuenta de que ha perdido sus derechos y de que los criminales se hacen dueños del Estado gracias a la cocaína y a la corrupción de la clase política, ansiosa de enriquecerse rápido sirviendo en lo posible a la mafia, antes con Pablo Escobar y ahora con alias Santrich.

Negocian por seis años, da el resultado de que los crímenes son legítimos y nadie debe recordarlos, mientras que los criminales son legisladores y electores de jueces y después se jactan de llevar a cabo esa proeza en poco tiempo. Por lo demás, ¿nadie nota en esa frase cierto reconocimiento del gobierno de Duque? Perdón, perdón. ¿Cómo es que se cumplen tan bien esos planes?

3. Ejecución eficiente de la paz
El llamado DDR (desarme, desmovilización, reinserción) se ejecutó en tiempo récord. El desarme de la guerrilla se logró en nueve meses. Se entregaron más armas por guerrillero que en otros acuerdos y las armas se fundieron para convertirse en monumentos a la paz. Las FARC ya son un partido político y el número de guerrilleros desmovilizados que se han devuelto al monte es mínimo.
El desarme de la guerrilla se podría haber logrado en unas horas, ¿quién tenía la lista de los guerrilleros y de las armas? ¿Quién tiene un registro real de las armas que hay en Colombia o que tenían las FARC? Pero ¿qué importa entregar todas las armas si es sencillísimo importarlas de nuevo desde Venezuela? La mayor parte de los miembros de las FARC no se entregaron ni figuran como guerrilleros sino como simples agricultores o activistas agrarios.

Y sobre todo las FARC son la organización armada de los herederos del Partido Comunista, las actividades armadas o directamente criminales son parte de la gran tarea de toma del poder. Los demás sectores siguen operando y en absoluto han desistido de sus propósitos, sólo que ahora explotan la abundancia de dinero tratando de reclutar afines gracias a los cargos públicos y a la toma del poder local.

Cuanto más sean las FARC un partido político más se habrá consumado su éxito, cuantos menos guerrilleros se vuelvan al monte, más se comprobará que han conseguido vivir del erario como parte del poder político.

En el primer párrafo Santos hablaba del odio, es una de las viejas mentiras de la propaganda. El móvil de los totalitarios no es el odio sino el afán de poder. Esa determinación no ha cesado, el comunismo en Colombia está más vivo que nunca y es más ambicioso que nunca. Es la sección colombiana de la misma banda que oprime a Venezuela. Cuando la gente no los odie, estará lista para la hambruna y la emigración forzosa.

4. La comunidad internacional aplaude la iniquidad
Este proceso ha generado mucho interés y un gran respaldo en la comunidad internacional porque es el primer acuerdo exitoso que se negoció bajo el paraguas del Estatuto de Roma, el primero en que las víctimas y sus derechos se colocaron en el centro de la solución del conflicto, el primero en que ambas partes acuerdan un sistema de justicia transicional al cual se someten, el primero que incluye un capítulo de género. Es, además, el acuerdo que ha producido más resoluciones unánimes de apoyo por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas desde su creación en 1945.
La cuestión del apoyo de la comunidad internacional es complicada. La burocracia de la ONU, la mayoría de los gobiernos de la Unión Europea, la vasta red de ONG y medios de comunicación que toman parte en las conjuras de Soros y las organizaciones comunistas o afines en todo Occidente han apoyado esa infamia. ¿Representan realmente a la población de esos países? Son más bien redes cooptadas por los mismos socios del terrorismo, en particular el gobierno cubano y sus socios del Foro de Sao Paulo.

¿Cuáles son los derechos de las víctimas que se han puesto en el centro? Toda la retórica y todo el despilfarro de recursos en comprar lealtades busca anular el derecho positivo en aras del dominio de los criminales. ¿Quiénes son las víctimas y quién es el victimario? El autor de todas las atrocidades que ha sufrido la población civil es "el conflicto", no unos asesinos y ladrones que aspiraban a tanto gracias a sus conexiones con el poder político y con los regímenes comunistas, sino un agente fantasmal que se puede definir como el hecho de que se intentara aplicar la ley. Llegan los criminales a un pueblo y matan a quien no les guste y despojan a toda la población, y si hay alguna resistencia se la acusará de las desgracias resultantes. Los que leemos prensa colombiana y conocemos la propaganda de los asesinos, sabemos bien cómo es ese cuento. Santos pretende que sea la verdad objetiva, y es sólo la retórica del crimen organizado.

Lo que en realidad se ha hecho con el pretexto de las víctimas del conflicto es tratar de clientelizar a las mismas víctimas de los terroristas: los politólogos y sociólogos y antropólogos y especialistas en solución de conflictos y en estudios de género acudirán bien pagados por el Estado a divulgar la propaganda de los asesinos, y a premiar a los que les sirvan como agentes y representantes.

Así se crea en las zonas rurales en las que de hecho siguen dominando los asesinos (y matando, sólo que en su propaganda los asesinados son "líderes sociales" y los matan los que se oponen a que se mate) un partido político hegemónico formado por los asesinos y aquellos que se prestan a tan tentador soborno. Eso mientras se intensifica el cultivo de coca y la presión sobre los esclavos para que trabajen forzados y por pagas irrisorias en esa industria criminal.

La justicia transicional de la que Santos se jacta es el crimen en sí: la ley cesa y aquello que lo reemplaza es lo que se acuerda con quienes la violan. Los asesinos y violadores de niñas y niños son quienes escogen a los jueces y de paso introducen en la ley la propaganda feminista que explotan sus socios políticos y que promueve sin pudor la misma asesina que ayudaba a violar a las niñas guerrilleras y las obligaba a abortar.

El Consejo de Seguridad de la ONU ha aplaudido ese proceso, no sabía que ya había superado las condenas a Israel. Esa organización debe desaparecer, gracias a ella monstruos como Pol Pot, Sadam Husein o Fidel Castro han representado a sus víctimas, anticipando lo que hacen los narcoterroristas colombianos gracias a la paz.

5. Una responsabilidad de todos
¿Problemas? Por supuesto, y muchos. Nadie dijo que sería fácil ni que Colombia sería un paraíso al día siguiente de firmar la paz. Todo lo contrario. Se advirtió que el camino sería largo y culebrero, y que requeriría el concurso de todos porque construir la paz es una responsabilidad de todos. No es la paz de Santos como dicen algunos, es la paz de todos. El papa Francisco no quiso venir a Colombia durante las negociaciones; siempre me dijo que vendría cuando más lo íbamos a necesitar. Y así fue. Nos visitó cuando ya habíamos firmado la paz para empujarnos a “dar el primer paso hacia la reconciliación”: sabía que era lo más difícil.
Si el papa Francisco anima la reconciliación, el papa Francisco es un criminal que miente para favorecer la tiranía de los asesinos: no hay reconciliación porque lo que ha ocurrido no es una rencilla entre sectores comparables ni una pasión de odio que afectara a la población, sino una industria del despojo y la opresión de un solo bando, de una vasta y compleja organización criminal, contra la población del país. Los secuestrados no agraviaron a los secuestradores, si el papa Francisco legitima ese sofisma monstruoso, con perdón de los católicos y su doctrina de la infalibilidad, sencillamente el papa Francisco es otro miembro de la conjura asesina.

6. Enemigos de la paz
 Todo proceso de paz encuentra enemigos. Siempre habrá descontento de lado y lado pues, en el fondo, se trata de trazar una raya entre justicia y paz. Así ha sido en Irlanda del Norte, en Sudáfrica, en El Salvador, en el conflicto entre Israel y Palestina, en fin, en todos. El proceso colombiano no es la excepción. Una guerra de más de cincuenta años, atravesada por la flecha venenosa del narcotráfico, genera todo tipo de intereses macabros que se benefician con la violencia y el desorden. Y, por supuesto, a los intereses políticos que se nutren del miedo y de la guerra tampoco les interesa la normalidad. Necesitan enemigos. Por eso hicieron todo lo posible para que fracasara la paz y muchos siguen tratando de sabotearla. Por fortuna no han podido… ni podrán.
No había descontento "de lado y lado" porque del lado de los terroristas, una minoría ínfima aunque se cuenten todos sus frentes de propaganda y control de la función pública, había una absoluta unanimidad en torno a la paz: era para la paz para lo que habían matado y secuestrado, durante todos los años del prolongado genocidio decían que buscaban la paz. Las masacres y los secuestros y los ataques al oleoducto son la forma de alcanzar la paz, porque cuando ellos no cometían sus atrocidades no había paz y si por ejemplo masacran a los soldados distraídos en un pueblo, cualquier intento de desaprobar esa acción es oposición a la paz. Ningún crimen terrorista, ninguna mentira o maquinación de Santos y la banda de malhechores que formaron su gobierno es tan condenable y asqueroso como la disposición de millones de colombianos a suscribir algo tan repugnante moral e intelectualmente.

No se puede comparar a Colombia con Sudáfrica, o quizá sí, en el sentido de que una casta minoritaria se adueña de todo y mantiene al resto en una especie de semiesclavitud. Se alcanzará la paz cuando esa minoría renuncie a oprimir y matar.

¿Quién hizo algo para que fracasara la paz de Santos? Da la impresión de que él ha dedicado mucho tiempo a leer este blog y a ver nuestros videos, porque su paz no ha tenido oposición. Su primo Francisco Santos, exvicepresidente, fue el primero en admitir que Uribe habría aprobado el plan de paz. El partido de Uribe siempre apoyó el proceso, salvo por la iniquidad de no tomar parte en él, y cuando Santos quiso refrendar su infamia con un plebiscito buena parte de ese partido se declaró partidaria de la abstención. Finalmente, a desgana, llamaron a votar NO, pero era sólo un recurso para presionar a Santos. En cuanto hubo invitaciones a negociar, el rechazo popular en el plebiscito pasó a ser papel mojado y el gobierno elegido por el partido de Uribe aplica a rajatabla el acuerdo, de modo que Santos lo reconoce.

No hubo oposición a ese acuerdo salvo brotes ínfimos perseguidos con saña y ahí sí, odio, por el partido de Uribe, como demuestra el líder uribista y alto funcionario del gobierno de Duque Rafael Guarín, llamando a un frente con las FARC contra los detractores del acuerdo.
Desde el principio se inició una campaña de descarada desinformación para desprestigiar el proceso y a las personas que lo promovían. ¡Qué no se dijo y se sigue diciendo! Que éramos unos comunistas infiltrados en el establecimiento, a sueldo de Chávez y de los Castro, para entregarle el país a las FARC. Que los negociadores eran unos traidores vendidos al “castrochavismo” que secretamente habían acordado desmantelar el Ejército y convertir la guerrilla en la nueva policía para que se apropiara de todas las tierras. Son apenas algunos ejemplos del alud de insólitas calumnias que repetían todos los días sin sonrojarse ni vergüenza alguna. Ni hablar de las mentiras durante el plebiscito, confesadas luego por el propio gerente de la campaña del No.Hasta las iglesias cayeron en el engaño. El Brexit se quedó en pañales.
La confesión del gerente de la campaña uribista es a todas luces algo acordado con el gobierno para descalificar el triunfo del NO. Los medios de comunicación explotaron el espectáculo preparado con ese fin. Los motivos del rechazo al acuerdo los he explicado en los párrafos anteriores, ya verá el lector si se parecen a las descripciones de Santos.
Semejantes estupideces no tendrían ninguna importancia si no se tradujera en muertos. Porque muchos de los líderes sociales que están matando, los están matando esos intereses macabros que se sienten amparados y muchas veces estimulados por los que siguen empeñados en desprestigiar el proceso a como de lugar. Un porcentaje importante de los líderes sociales asesinados eran reclamantes de tierras o promotores de la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos. Los terratenientes que se hicieron a sus tierras desplazando a los campesinos a punta de fusil no quieren que se les siga devolviendo sus parcelas a los dueños originales. Por eso, están proponiendo en el Congreso que se frene la restitución. Y los narcotraficantes no quieren que tenga éxito la sustitución voluntaria de los cultivos de coca porque saben que es la forma más efectiva —tal vez la única— de acabar con su materia prima. También están asesinando a los ambientalistas que se oponen a que los acaparadores de tierras, la minería ilegal y los narcotraficantes sigan deforestando nuestra Amazonía.
Lo que expliqué contra el proceso de paz de Santos en los primeros párrafos de este escrito se traduce en muertos: la idea de que se debe respetar la ley y que los que cometen el delito de rebelión y amenazan a la población no son igual de legítimos que quienes defienden la ley y protegen a la gente es la autora de los asesinatos ¡en cuanto expresión de intereses macabros que se legitiman así! ¿Alguien entiende que según ese párrafo los narcoterroristas no han desplazado a nadie ni se han apropiado de la tierra de nadie ni tienen que ver con los cultivos ilícitos ni con la deforestación de la Amazonía? Son opuestos claros, a un lado los terroristas, proveedores de paz, al otro los enemigos de premiarlos, proveedores de muerte. Si la dignidad de los colombianos ya cayó al máximo al admitir que prefieren renunciar a la democracia por miedo, la capacidad de suscribir embelecos tan toscos y desvergonzados deja en ridículo su inteligencia.

7. Afinidades electivas
Es algo idiosincrásico: una monstruosidad parece lógica y encuentra quien la divulgue y la crea. Puesto que los guerrilleros comunistas se pusieron a matar por la paz, aquellos que se oponen a premiar sus crímenes son autores de la guerra. Los asesinos son los que se oponen a los asesinatos, y la relación entre ambos hechos se establece por la afirmación de que los autores de crímenes tras el acuerdo son afines a quienes no lo aplauden.
En ciertas regiones se está viendo una campaña para impedir que se cumpla el primer punto del acuerdo, el de desarrollar una verdadera reforma rural integral que resuelva el problema del acceso y la productividad de la tierra, una aspiración de Colombia desde nuestra independencia; y el cuarto punto, el de darle a los campesinos cocaleros una alternativa digna para alimentar a sus familias y resolver el problema de la producción de coca. Porque es la única solución. La vía punitiva fracasó. Llevamos cuarenta años ensayándola. Me dirán que por qué no se resolvieron estos problemas en el Gobierno pasado. La respuesta es que se avanzó en el año y medio que tuvimos después de la firma —ahí está la evidencia: 99.000 familias registradas para la sustitución voluntaria y más de 30.000 hectáreas erradicadas con resiembra de solo el 0.6% según UNDOC, por ejemplo, o un millón cien mil hectáreas en manos de los jueces y 310.000 devueltas y tituladas a los campesinos—, pero se nos acabó el tiempo. Pensamos que el nuevo Gobierno construiría sobre lo construido, porque era lo pactado, lo correcto, y lo que a todos convenía y conviene.
Aquí ya la desfachatez de Santos alcanza un punto maravilloso: ¡en ciertas regiones hay gente que no quiere que su propiedad la repartan los mismos asesinos que la han estado extorsionando durante más de medio siglo! La idea de que la vía punitiva fracasó es un mantra nuclear de toda la propaganda de la paz: no se pudo aplicar la ley, tocó dejar que impere el crimen. Los colombianos suscriben eso, es algo profundo, una indigencia moral espantosa, muestra de primitivismo e indignidad. ¿Qué esperan que ocurra en Colombia después de que se renunció a la ley?

¿Nadie se da cuenta de que Santos se jacta de las familias registradas para la sustitución voluntaria y pasa por alto de la multiplicación de los cultivos ilícitos? Eso no pasó y los colombianos están siendo educados para que dejen de odiar y no puedan recordar que eso ocurrió y ocurre. Más doma sólo se podrá encontrar en la Camboya del Jemer Rojo o en las peores épocas de terror en la antigua Unión Soviética.

8. Cambiar los acuerdos
 A nivel político continúan los intentos para cambiar los acuerdos. Por fortuna, el Congreso, la Corte Constitucional y la comunidad internacional lo han impedido, como debe ser. Y la campaña de desprestigio contra el acuerdo y sus defensores no cesa. Dicen que 5.000 guerrilleros de las FARC se devolvieron al monte (el propio secretario general de la ONU salió a desmentirlo; de más de 13.000 registrados solo 724 no aparecen —incluidos los dos negociadores que tanto desconcierto generaron—, según datos del propio Gobierno); que las campañas a favor de la paz y el plebiscito fueron financiadas por el narcotráfico o con sobornos de Odebrecht, Cemex e Impregilo; que engañamos a toda la comunidad internacional con la complicidad de la prensa extranjera; que compramos los periodistas del New York Times y del Economist; que nos robamos 375 millones de libras esterlinas con la complicidad del Papa, y que hasta compramos el Premio Nobel de Paz. En fin… “mentid, mentid, mentid, que de la calumnia algo queda”. Asesinar la reputación y la credibilidad de sus enemigos ha sido una táctica muy utilizada por la extrema derecha. Por eso nuestra consigna ha sido clara: mientras los perros ladren, hay que seguir cabalgando.
La primera mentira es que el gobierno de Duque haya intentado cambiar los acuerdos, al contrario, junto con el Congreso, la Corte Constitucional y la comunidad internacional, ha impedido que alguien intente cambiar los acuerdos. Como ya he explicado antes, los guerrilleros de las FARC registrados no significan nada, podría haber muchos miles más que no se registraron. Respecto a si Santos compró el Nobel de la Paz o de si su campaña electoral en 2014 o la campaña del plebiscito que perdieron fueron financiadas por la corrupción, las afirmaciones de Santos no demuestran nada. Hay demasiadas pruebas de todo ello.

9. Para Duque la paz es un ejemplo luminoso para el resto del mundo
 Porque el tren de la paz no se detiene: ya pasó el punto de no retorno y los intentos de descarrilarlo seguirán fracasando. La esperanza de los pueblos acaba derrotando el miedo. La reconciliación, por más difícil que sea, se acaba imponiendo sobre el odio. En este caso con mayor razón porque, tal como lo reiteraron el presidente y el vicepresidente del Consejo de Seguridad de la ONU en su reciente visita a los espacios de capacitación y reincorporación de excombatientes de las FARC, el acuerdo que logramos en Colombia es un ejemplo luminoso para el resto del mundo.
Creo haber explicado ampliamente el sentido de palabras como reconciliación odio en el texto de Santos. Lo conmovedor de este párrafo es que el presidente Duque diga que esa paz es un ejemplo luminoso para el resto del mundo. No, lo fascinante es el hecho de que la gente sigue apoyando a ese gobierno y se niega a entender que es lo mismo que apoyar a las FARC.

10. Orientación para Duque
El presidente Duque tiene una oportunidad de oro para recobrar su gobernabilidad prematuramente perdida: poner a la paz por encima de los partidos y liderar su construcción, esa segunda fase tan necesaria. Si se compromete a una acción efectiva para detener los asesinatos de líderes sociales, si abandona la insistencia en cambiar los acuerdos, y si traduce en acciones concretas y medibles, respaldadas con los recursos necesarios, sus reiteradas manifestaciones de querer implementar lo pactado, la gran mayoría del país y del Congreso lo respaldaría.
¿Ha perdido Duque la gobernabilidad? Sólo puede gobernar como ejecutor del plan terrorista acordado en La Habana, y está dispuesto a ello. Su único problema es dar la impresión de que no es simplemente un siervo de los terroristas dueños de los medios de comunicación y del poder judicial para mantener entre los ciudadanos sometidos la ilusión de que los representa. ¿Cómo va a detener los asesinatos de "líderes sociales" si es algo que hacen los propios terroristas gracias a que se desistió de aplicar la ley? Que tengan el descaro de cometer asesinatos de su propia gente, muchas veces en rencillas por el botín, para cobrarlos como amenazas a la paz es una muestra de que su determinación de oprimir a Colombia no ha cesado ni cesará hasta que lo tengan todo
 Un paso firme y convincente en esa dirección podría generar la suficiente fuerza centrífuga —así funciona la política— para lograr otros acuerdos que permitan mantener la tendencia positiva de los indicadores sociales y económicos registrada en esta década, que los organismos internacionales no han dejado de elogiar. Algunos avances, como el de mantener la tasa de desempleo en un solo dígito, han comenzado a revertirse, pero todo tiene solución, todo puede lograrse, si se deja la paz en paz.
Esta vez es más explícita la amenaza a Duque: la tendencia positiva de la última década (mucho menor que la de la década anterior) se puede mantener si se cede más, de otro modo volverán multiplicados los ataques al oleoducto y a las torres eléctricas y a las carreteras y los secuestros y asesinatos, además de las movilizaciones de indios y las protestas estudiantiles, que podrían generar una situación de ruina que pagaría el gobierno. 

Santos intenta generar miedo con su retórica criminal. Desgraciadamente no hay ninguna esperanza de que se genere una resistencia real.

(Publicado en el blog País Bizarro el 12 de agosto de 2019.)