En los días de la campaña electoral me pareció demagogia barata la idea de Uribe de reducir los impuestos y aumentar los salarios, sobre todo porque por ninguna parte aparecía la reducción del gasto público. ¿De dónde iban a salir los recursos?
Sí era demagógica la idea pero no porque Uribe quisiera prometer medidas irrealizables sino porque no explicaba que se reducirían algunos impuestos pero se subirían otros. Para los sectores productivos bajarían los impuestos, para el consumo subirían. Ésa es más o menos la idea que subyace a la reforma tributaria del ministro Carrasquilla.
La idea de subir el IVA a los productos de la canasta familiar escandalizó a los izquierdistas, pero también a los libertarios. Es algo que Carrasquilla intentó durante el gobierno de Uribe y que se encontró con la hostilidad de la Corte Constitucional, como se puede comprobar leyendo este artículo de la época, que también explica bastante bien, en mi opinión, el fondo de la cuestión. Es inevitable que los comunistas se opongan a esa medida, no sólo por lo que les conviene a su propaganda, sino porque de hecho resulta lesiva para la economía de sus clientelas.
Pero en cambio es llamativo el rechazo de los derechistas y "libertarios". El argumento típico es que no hay que cambiar el origen de los ingresos del Estado sino reducir el gasto. Ésta es la primera falacia que comentaré. Se responde a una cuestión concreta con una generalidad. El gobierno de Duque puede no tener el propósito de reducir el gasto, en todo caso no era su programa de gobierno ni lo que prometía en la campaña electoral. Y aunque el objetivo último de Carrasquilla fuera realmente reducir el gasto público, ¿deja de pagar la deuda, reduce los sueldos de los funcionarios, despide a unos cuantos miles...? Respecto de la realidad concreta, la generalidad teórica es vacía, no es una propuesta de nada, pero hay otra cosa que la hace peor. Como no se reduce el gasto, ¡da igual que se sigan cobrando impuestos confiscatorios a las empresas que generan empleo y riqueza, entre los más altos del mundo, y se deje exentos de contribuir a los asalariados, entre los cuales la mayoría de los más prósperos son funcionarios! (Como cada cual entiende como quiere el sentido de "prósperos", aclaro que me refiero al 10% de la población que tiene un mayor ingreso, sector en el que predominan los funcionarios y pensionados del sector público.)
De ese tipo es la reacción de los libertarios tropicales. Particularmente se sienten afectados por el alza del IVA, y ya no quieren saber nada de creación de empleo ni de dinamización de la economía ni de apoyo al raquítico sector empresarial. No falta el que pone el ejemplo de Trump, como si la economía o la sociedad estadounidenses se pareciera a las colombianas. Como si el IVA que resultara de las exenciones de Trump fuera más bajo que el que genera la reforma de Carrasquilla.
Pero la propaganda de Uribe en la campaña electoral incluía el aumento de salarios, cosa que intentó después proponiendo un alza drástica del salario mínimo. Las mismas voces saltaron en defensa de la ortodoxia económica, de nuevo con generalidades que podrían no tener sentido. Sobre todo, el libertarismo se aferra a sus dogmas sin tener en cuenta ningún sentido de equidad. Si sube el IVA para todo, incluidos los productos de la canasta familiar, la gente que gana el mínimo tendrá más recursos con que pagarlo, todo lo cual podría generar tensiones inflacionistas, pero es de suponer que entre la Junta del Banco de la República y un gobierno bien orientado económicamente encontrarían la forma de hacerles frente.
Las falacias sobre este punto se centran en las mismas generalidades. Ven medidas socialistas en algo que está ahí y no se puede cambiar porque una ortodoxia universal lo desaconseje. Desde un punto de vista político la propuesta de Uribe es muy afortunada, pues generaría adhesión a él y a su partido entre la gente que menos gana, y se anticipa a propuestas de ese tipo por parte de los comunistas. Pero eso tampoco interesa a los libertarios. Les parece que, según la ortodoxia, eso reduciría las posibilidades de acceder al bienestar a los más débiles, para los cuales ya existen numerosos programas de ayuda. O que amenazaría el empleo, cosa que sería cierta de no haber actuaciones que favorecen la expansión empresarial, es decir, rebajas de impuestos a los productores. O que amenazaría la rentabilidad de las empresas, cosa más dudosa aún, primero porque ya hay aumento de la rentabilidad por la benevolencia fiscal, y segundo porque no todas las empresas viven del trabajo de gente que cobra el salario mínimo.
Es decir, miles de pequeñas empresas dinámicas que dan trabajo a personas calificadas pagarían menos impuestos y podrían ampliar plantilla o subir los salarios, lo cual es lo mismo (es decir, al crearse empleos para un sector profesional determinado, la mayor demanda fuerza el aumento del ingreso), mientras que el conjunto de los particulares, incluidos muchos dueños de negocios informales que no pagan impuestos, pagarían más por el IVA.
Esos enfoques doctrinarios hacen recordar las típicas simplificaciones de los catecúmenos de cualquier ideología. ¿Alguien recuerda que Colombia es uno de los países con más desigualdad del mundo? No es una desigualdad derivada de la mayor productividad o laboriosidad o talento de los beneficiarios sino el fruto del despojo que ejercen los poderosos sobre las mayorías. La revolución socialista es sólo el nombre que se da a ese despojo, según expliqué en una entrada reciente de este blog.
Sí era demagógica la idea pero no porque Uribe quisiera prometer medidas irrealizables sino porque no explicaba que se reducirían algunos impuestos pero se subirían otros. Para los sectores productivos bajarían los impuestos, para el consumo subirían. Ésa es más o menos la idea que subyace a la reforma tributaria del ministro Carrasquilla.
La idea de subir el IVA a los productos de la canasta familiar escandalizó a los izquierdistas, pero también a los libertarios. Es algo que Carrasquilla intentó durante el gobierno de Uribe y que se encontró con la hostilidad de la Corte Constitucional, como se puede comprobar leyendo este artículo de la época, que también explica bastante bien, en mi opinión, el fondo de la cuestión. Es inevitable que los comunistas se opongan a esa medida, no sólo por lo que les conviene a su propaganda, sino porque de hecho resulta lesiva para la economía de sus clientelas.
Pero en cambio es llamativo el rechazo de los derechistas y "libertarios". El argumento típico es que no hay que cambiar el origen de los ingresos del Estado sino reducir el gasto. Ésta es la primera falacia que comentaré. Se responde a una cuestión concreta con una generalidad. El gobierno de Duque puede no tener el propósito de reducir el gasto, en todo caso no era su programa de gobierno ni lo que prometía en la campaña electoral. Y aunque el objetivo último de Carrasquilla fuera realmente reducir el gasto público, ¿deja de pagar la deuda, reduce los sueldos de los funcionarios, despide a unos cuantos miles...? Respecto de la realidad concreta, la generalidad teórica es vacía, no es una propuesta de nada, pero hay otra cosa que la hace peor. Como no se reduce el gasto, ¡da igual que se sigan cobrando impuestos confiscatorios a las empresas que generan empleo y riqueza, entre los más altos del mundo, y se deje exentos de contribuir a los asalariados, entre los cuales la mayoría de los más prósperos son funcionarios! (Como cada cual entiende como quiere el sentido de "prósperos", aclaro que me refiero al 10% de la población que tiene un mayor ingreso, sector en el que predominan los funcionarios y pensionados del sector público.)
De ese tipo es la reacción de los libertarios tropicales. Particularmente se sienten afectados por el alza del IVA, y ya no quieren saber nada de creación de empleo ni de dinamización de la economía ni de apoyo al raquítico sector empresarial. No falta el que pone el ejemplo de Trump, como si la economía o la sociedad estadounidenses se pareciera a las colombianas. Como si el IVA que resultara de las exenciones de Trump fuera más bajo que el que genera la reforma de Carrasquilla.
Pero la propaganda de Uribe en la campaña electoral incluía el aumento de salarios, cosa que intentó después proponiendo un alza drástica del salario mínimo. Las mismas voces saltaron en defensa de la ortodoxia económica, de nuevo con generalidades que podrían no tener sentido. Sobre todo, el libertarismo se aferra a sus dogmas sin tener en cuenta ningún sentido de equidad. Si sube el IVA para todo, incluidos los productos de la canasta familiar, la gente que gana el mínimo tendrá más recursos con que pagarlo, todo lo cual podría generar tensiones inflacionistas, pero es de suponer que entre la Junta del Banco de la República y un gobierno bien orientado económicamente encontrarían la forma de hacerles frente.
Las falacias sobre este punto se centran en las mismas generalidades. Ven medidas socialistas en algo que está ahí y no se puede cambiar porque una ortodoxia universal lo desaconseje. Desde un punto de vista político la propuesta de Uribe es muy afortunada, pues generaría adhesión a él y a su partido entre la gente que menos gana, y se anticipa a propuestas de ese tipo por parte de los comunistas. Pero eso tampoco interesa a los libertarios. Les parece que, según la ortodoxia, eso reduciría las posibilidades de acceder al bienestar a los más débiles, para los cuales ya existen numerosos programas de ayuda. O que amenazaría el empleo, cosa que sería cierta de no haber actuaciones que favorecen la expansión empresarial, es decir, rebajas de impuestos a los productores. O que amenazaría la rentabilidad de las empresas, cosa más dudosa aún, primero porque ya hay aumento de la rentabilidad por la benevolencia fiscal, y segundo porque no todas las empresas viven del trabajo de gente que cobra el salario mínimo.
Es decir, miles de pequeñas empresas dinámicas que dan trabajo a personas calificadas pagarían menos impuestos y podrían ampliar plantilla o subir los salarios, lo cual es lo mismo (es decir, al crearse empleos para un sector profesional determinado, la mayor demanda fuerza el aumento del ingreso), mientras que el conjunto de los particulares, incluidos muchos dueños de negocios informales que no pagan impuestos, pagarían más por el IVA.
Esos enfoques doctrinarios hacen recordar las típicas simplificaciones de los catecúmenos de cualquier ideología. ¿Alguien recuerda que Colombia es uno de los países con más desigualdad del mundo? No es una desigualdad derivada de la mayor productividad o laboriosidad o talento de los beneficiarios sino el fruto del despojo que ejercen los poderosos sobre las mayorías. La revolución socialista es sólo el nombre que se da a ese despojo, según expliqué en una entrada reciente de este blog.
Lo más curioso es que otras ideas o propósitos del gobierno de Duque que sí son atroces porque multiplican el gasto público y lesionan la economía no encuentran el menor rechazo de los libertarios, seguramente porque en el manual no sale que el derecho a la educación y la producción de diplomas son la principal causa del atraso del país.
Esto publicó la vicepresidenta en su cuenta de Twitter:
Ese asunto de la producción desorbitada de diplomas es verdaderamente una atrocidad, más cuando se sabe en manos de quién están las universidades, pero muestra hasta qué punto en el gobierno y en el CD reina la más penosa indigencia intelectual. Ya en una ocasión el uribista Sergio Araújo proclamó su ideario: si hubiera ganado Zuluaga ..."... Colombia hubiera dado seguramente el salto educacional que nos insertara en el primer mundo, transformándonos". La barbaridad de creer en eso deja ver la vulgaridad y el vacío moral e intelectual del uribismo.
Pero es un asunto que he comentado en otra ocasión. Lo que interesa ahora es mostrar hasta qué punto el libertarismo doctrinario es ausencia de sentido de equidad y de sentido común. Un disparate como el de gastarse el dinero de todos en darles diplomas a todos los jóvenes (a costa de la protección a los ancianos y miles de cosas parecidas) ni siquiera les llama la atención. ¡Con lo bien que queda el sabiondo de turno descalificando las alzas al salario mínimo, que es el ingreso normal de otros!
(Publicado en el blog País Bizarro el 8 de septiembre de 2018.)
¿Qué será la "cobertura universal de educación superior"? ¿Van a ir todos a la universidad? Ya sé que no necesariamente es la universidad, pero sí es una formación posterior a la secundaria que al menos debe cubrir carreras técnicas de más de dos años. ¿Qué países del mundo ofrecen esa educación? Creo que el único es Cuba, pero aparte podría equivocarme y haberla también en Corea del Norte. La media en Europa, según este artículo de El Mundo, es del 26% de jóvenes que tienen estudios superiores. Pero se trata de países con una gran oferta de empleos calificados para los egresados. En Colombia les inventan los empleos en entidades públicas, los vuelven profesores de centros cada vez más masificados y de peor calidad o sencillamente fuerzan a las empresas a contratarlos, como ocurre con los politólogos en las industrias extractivas.Tenemos excelente ministra de Educación comprometida con cobertura Universal de educación superior y suficientemente responsable para corregir inviabilidad financiera de Icetex. https://t.co/HnlR8uY37m— Marta Lucía Ramírez (@mluciaramirez) 6 de septiembre de 2018
Ese asunto de la producción desorbitada de diplomas es verdaderamente una atrocidad, más cuando se sabe en manos de quién están las universidades, pero muestra hasta qué punto en el gobierno y en el CD reina la más penosa indigencia intelectual. Ya en una ocasión el uribista Sergio Araújo proclamó su ideario: si hubiera ganado Zuluaga ..."... Colombia hubiera dado seguramente el salto educacional que nos insertara en el primer mundo, transformándonos". La barbaridad de creer en eso deja ver la vulgaridad y el vacío moral e intelectual del uribismo.
Pero es un asunto que he comentado en otra ocasión. Lo que interesa ahora es mostrar hasta qué punto el libertarismo doctrinario es ausencia de sentido de equidad y de sentido común. Un disparate como el de gastarse el dinero de todos en darles diplomas a todos los jóvenes (a costa de la protección a los ancianos y miles de cosas parecidas) ni siquiera les llama la atención. ¡Con lo bien que queda el sabiondo de turno descalificando las alzas al salario mínimo, que es el ingreso normal de otros!
(Publicado en el blog País Bizarro el 8 de septiembre de 2018.)