martes, septiembre 01, 2009

Herederos naturales

Hay temas constantes de las columnas de opinión en Colombia. Uno de ellos es la rutinaria condena de la guerra contra las drogas, que tiene por fin y por efecto convencer a algunos incautos de que sólo hace falta elegir a algún gobernante bien dispuesto que decida legalizar la producción de cocaína y heroína, con lo que se acabarían los problemas. Otro tema habitual es la condena de la religiosidad estadounidense, y de toda la religiosidad. Hay columnistas que parecen obsesionados con ese asunto, y la verdad es que pocas religiones llegan al nivel de ideologización y simplificación a que llegan los intelectuales colombianos y su tropa de seguidores. La diferencia con los religiosos, sobre todo con los religiosos estadounidenses, está en el fruto de sus certezas.

Ateos y antirreligiosos
Una persona atea concibe a Dios como una creación humana. Eso no quiere decir que considere el fenómeno religioso como algo condenable o nocivo ni menos que pretenda imponer a otras personas sus convicciones. La actitud antirreligiosa de los totalitarios (unas 8.000 personas asesinadas durante la guerra civil española por el mero hecho de pertenecer a la Iglesia católica) no es un producto natural de su ateísmo sino de su afán de dominación: no hay ámbito de la vida o de la cultura que no hayan pretendido controlar. La religión era particularmente un problema porque las convicciones de la gente sobre el origen o el sentido del universo y de la vida amenazaban la hegemonía ideológica a que aspiraban los nuevos amos. Aparte de algunas minorías políticas, los únicos que se opusieron a los nazis al precio de su vida fueron los miembros de comunidades cristianas heterodoxas. La conexión entre la persecución de la religión y otras persecuciones es algo que intentaré comentar más adelante.

Importancia de la religión
Los mitos religiosos son como el fundamento de cualquier construcción social. Ningún país moderno tiene otro origen. Pero la historia moderna, la de la expansión de Europa y su herencia es particularmente una historia religiosa. Fue Lutero con su defensa del libre examen quien abrió las puertas a la alfabetización masiva, que tantas ventajas significó en el desarrollo de los países del norte de Europa, hasta entonces mucho más atrasados que los del sur. También Calvino con su idea de la “predestinación” (pura adaptación del sentido común de los primitivos germanos, que no podían entender que vivir bien y con salud y holgura pudiera ser condenable para Dios) favoreció decisivamente la acumulación de riqueza de que surgió el desarrollo capitalista y todos los avances tecnológicos y científicos que nos alejan de la gente de la Edad Media.

Católicos y protestantes
Como ya he explicado, el protestantismo fue una rebelión de los pueblos del norte de Europa que no habían formado parte del Imperio romano ante la falsedad evidente de la conducta de los señores de la Iglesia de su época. Para evitar que los rebeldes atrajeran a todos los fieles, el catolicismo intentó renovar la fe y hacer hincapié en todos los aspectos represivos de su tradición. El fruto de la Reforma en el ámbito mediterráneo fue la Contrarreforma, y esta yihad está en la base de la cultura hispanoamericana. De ahí esa percepción generalizada de los sacerdotes más como inquisidores que como maestros de piedad y amor. De ahí también esa característica alergia a la crítica que define nuestra tradición más arraigada.

El bien como oficio
Una religión compartida durante siglos por una comunidad deja muchas huellas en el lenguaje, en la ideología, en los valores más profundos de la gente, aun en la organización social. El catolicismo de algún modo significó la transmisión a la Europa dominada por los germanos en la Edad Media de los valores antiguos: la preservación de muchas instituciones y costumbres romanas. En Hispanoamérica la esclavitud favoreció una exacerbación de esas características, como el desprecio del trabajo o el sometimiento a un gremio de profesionales del bien cuya tarea no depende de logros concretos sino de la relación con una autoridad superior, que casualmente reside en Roma. Lo tragicómico es que el furor anticlerical y más bien antirreligioso de los profesores colombianos es la pura continuación de la actitud de los inquisidores. El ateísmo sirve para los mismos fines para los que servía el catecismo en otra época. El gremio de sabios que no tienen que responder por lo que hacen y cuentan con rentas seguras gracias a su condición es idéntico, pero ahora lo que otorga superioridad es la condena de la religión. A eso hemos llegado.

"Democracias occidentales desarrolladas"
Un ejemplo de ese colombianísimo discurso es un escrito de un típico profesor de la Universidad Nacional, Mauricio García Villegas. Unas palabras de su entradilla remiten claramente al tema de este post:

NUNCA ANTES, EN UNA DEMOCRACIA occidental desarrollada, creo yo, un grupo religioso tuvo tanto poder político como el que tuvieron los cristianos evangélicos durante estos ocho años de presidencia de George Bush.
Al igual que ocurre con todos los logros tecnológicos o científicos, el desarrollo de las democracias occidentales se da por supuesto: como algo natural. A ese nivel grotesco llega la ideología de la clase dominante colombiana. ¿Cómo surgieron las democracias occidentales? Qué curioso, surgieron de los disidentes religiosos que salieron de Gran Bretaña y se asentaron en el Nuevo Mundo. ¿Habrá alguien que ignore que la religión siempre ha sido importante en la formación de ese país y que las instituciones de la democracia moderna se desarrollaron precisamente en ese medio religioso?

Amos a pesar de todo
Pues no: ni cortos ni perezosos los cómicos doctores del triste trópico resultan los veedores de la verdadera democracia, pues sus diplomas los autorizan, claro. ¿Puede faltar alguna otra prueba de la indigencia cultural que define a una sociedad como la colombiana? Los adolescentes caen fácilmente, gracias a la autoridad de sus profesores, en la seguridad de que Dios no existe y de que quienes siguen siendo creyentes son sólo menos listos que ellos. Pero el creacionismo se mantiene absolutamente idéntico: ningún estudiante de esos podrá explicar nada del origen del universo ni muchísimo menos del sentido de que haya habido algo como la religión, pues en su mundo estrecho (entre otras cosas precisamente debido a la herencia inquisitorial) no hacen falta preguntas como ésa. Ya con la fácil respuesta que les ofrece el nuevo clero tienen suficiente, no vaya a ser que les echen a perder la rumba. No es difícil notar que la persona más acendradamente “camandulera” está menos ideologizada que esos niños, sobre todo porque la religión en cierta medida la pone a salvo de adoptar la arrogancia y el atrevimiento de los ignorantes.

Palin y Ahmadineyad
El discurso de la prensa colombiana, es decir, la ideología de la universidad colombiana, tan tosca como los ideales de su brazo armado, se basa en el halago continuo a ese público pueril y de limitada curiosidad intelectual. Se crea un bando religioso y uno “científico”, al que se pertenece por pura adhesión a lo que predica el profesor. ¡Y de ahí sale una lindeza tan expresiva de lo que es Colombia como que Sarah Palin es equivalente a Mahmud Ahmadineyad! (aparece en el texto enlazado arriba). ¿Realmente se puede creer que un creyente de cualquier religión llega a tanta vulgaridad? Cuando yo era niño y le comuniqué a mi madre mi certeza de que Dios no existía ella me preguntó si entonces yo era igual que una mula o un marrano. Ahora compruebo que tenía razón, la pérdida de la religiosidad en un medio primitivo y a la vez corrupto puede llevar a una animalización espeluznante.

Religión con otro nombre
Según Octavio Paz, la religión es lo mejor y lo peor que ha creado la humanidad. En el caso del orden esclavista de Hispanoamérica la adopción de ideas ajenas a la religión sólo conduce a hacer hincapié en lo peor. ¿O es concebible algo más atroz que el intento de mandar a la gente pobre a matarse para asegurar el poder de unos cuantos sacerdotes metidos a caudillos políticos, como ocurre con la llamada Teología de la Liberación? ¿O hay algún criminal más cabalmente responsable de sus actos y más resueltamente dedicado a mandar matar gente que el jesuita Javier Giraldo? (Aunque todos los jesuitas colombianos deberían rendir cuentas por lo que hacen sus compañeros.) Del mismo modo, eso “peor” que hay en la religión lo ha heredado el totalitarismo, que en lugar de un mito milenario y una tradición rica como toda una vasta literatura y aleccionadora en términos morales (de Moisés a Francisco de Asís), ofrece la idolatría del Estado y del matón que lo dirige (aunque el ídolo legitimador haya muerto hace 180 años).

Objeto y efecto
A eso contribuye la campaña de la prensa y de la universidad colombiana contra la religión. A que la gente que nunca ha inventado nada ni producido nada ni menos ha honrado instituciones basadas en la rectitud moral resulte heredera de todo eso y escandalizada porque los que sí trabajaron e inventaron mantengan sus convicciones. Tal vez nada les haga tanta falta para resultar ministros vitalicios como la patética superioridad de sus alevines.
(Publicado en el blog Atrabilioso el 3 de diciembre de 2008.)