lunes, diciembre 01, 2008

Farc 25, Estado 0

Publicado en El Andurrial el 13/05/2007

Las noticias que aparecen en la prensa sobre los asesinatos del último mes no podrían ser más expresivas de la doctrina con que se pretende encubrir el interés de los dueños y en fin de las castas oligárquicas en asegurarse una parte del poder gracias a una negociación política, para lo cual las guerrillas necesitan expandir su poder, es decir, matar a muchos soldados y policías.

Esto, siguiendo con esa doctrina, no tiene nada de reprobable sino que forma parte del conflicto. Si las familias de esos muchachos leyeran la prensa se encontrarían con la escueta definición: “¿Han muerto sus hijos?, son gajes del conflicto”.

Es importante recordar que se atribuye la especialización en el asesinato de miembros de las instituciones armadas como parte de una nueva estrategia orientada a buscar la salida de las FARC de la lista de organizaciones terroristas de la UE y para adquirir legitimidad. Por una parte lo que hacen es poner en práctica la doctrina de El Tiempo, que siempre ha aconsejado matar sólo militares y defiende las teorías según las cuales eso entra en el terreno de lo tolerado por el DIH.

Pero por la otra, lo más grave, la conducta del periódico es casi de aprobación: sólo hay condena cuando se generan escándalos por el asesinato de civiles, que es como cuando una madama protesta porque una de sus pupilas se enamoró de un cliente. Parece que el asesinato de soldados no pusiera en peligro a los civiles sino que se tratara de los resultados de un deporte ajeno y desagradable.

Más audaz y directo, el PDA publicó una declaración que es exactamente la labor de cobrar las masacres. Eso sí, lamentando las muertes, como toda persona educada tiene que hacer:

El Polo reitera y emplaza al gobierno y a la guerrilla para que exploren, ahora y para siempre, nuevos caminos que permitan transitar hacia una salida política negociada al conflicto, para el cual el acuerdo humanitario podría constituir el punto de partida.

Persistir en la guerra solo seguirá dejando pobreza, abandono y luto en los hogares colombianos.
Como si a usted lo atracan y usted trata de defenderse, siempre sale un ecuánime que exclama: “Dejen ya de peliar“. Con asombrosa brevedad el PDA muestra cuáles son sus pretensiones:

1. Que se acepte que “gobierno” y “FARC” son entidades comparables. “Se pide a las señoritas violadas evitar los arañazos en aras de una cópula placentera para parte y parte”. Es decir, tácitamente hay un reconocimiento de legitimidad a las FARC. ¿O no?

2. Los actos también son equivalentes. Sin presencia de soldados la exacción sería muchísimo mayor y también los asesinatos y secuestros que servirían para asegurar el poder, con lo que los soldados estaban allá porque el gobierno los mandó y el gobierno es tan responsable de su muerte como las FARC. Lo que tienen que hacer es negociar la paz, ni mandar a los soldados a impedir secuestros, vacunas, reclutamiento de niños, destrucción de infraestructura…, ni mandar a los niños a matar a los soldados. Paz, paz.

3. Pero ¿es que acaso el gobierno se niega a negociar? Negociar sin alto el fuego sólo es dar ventajas a las FARC para matar más y expandir su poder. Cuando se llama al gobierno y a las FARC a sentarse a negociar se está diciendo de forma subrepticia que la negociación debe ser como la pretenden las FARC, es decir, volver al Caguán. ¡A que nadie se acuerda de que el programa político del PDA es exactamente el mismo de las FARC!

4. El primer paso de esa renuncia a los logros de los últimos cinco años es naturalmente el intercambio de menos de 60 rehenes por 500 secuestradores, cosa a la que el gobierno nunca se ha negado. Lo “humanitario” es la exigencia de que se les permita volver a secuestrar gente. ¿No es lo que pide el PDA con las movilizaciones de familiares de secuestrados por el canje?

Es decir, Persistir en la guerra solo seguirá dejando pobreza, abandono y luto en los hogares colombianos, pero la única forma que tiene el gobierno de no persistir en la guerra es entregar de una vez el país a las FARC, pues los caminos que se piden para no persistir en la guerra extrañamente sólo sirven para que las FARC persistan.

Nietzsche hablaba de la inocencia del devenir. Hay algo de esos criminales que es como una fatalidad, como cuando las águilas se lanzan en picada a matar animalitos en lugar de alimentarse de pasto como el burro filósofo del ejemplo de Estanislao Zuleta. El problema no es que existan ellos ni que cuenten con tantos cómplices entusiastas y esperanzados en el botín, el problema es el silencio y la ambivalencia de la mayoría. Si la gente se atreviera a desaprobar eso la guerra duraría semanas y todos los guerrilleros que pudieran asegurarse unos cuantos millones desertarían.

Pero tanto la prensa como la izquierda democrática (es decir, el totalitarismo criminal, usando un lenguaje veraz) representan fuerzas poderosas en Colombia. La guerrilla sólo es el intento de hacer la guerra con los hijos ajenos, contando con la ventaja de que al expresar los valores profundos de la sociedad (esclavismo) no encontrarán resistencia. En los años del cambio de siglo hubo alrededor de diez secuestros diarios: el resultado de los respetables triunfos militares de los rebeldes en la década anterior.

Los que toleran esa visión de la prensa y del partido de los asesinos impunes son cómplices de los crímenes venideros. Pero a decir verdad son la mayoría.