jueves, mayo 26, 2016

El esfuerzo de la paz


No entiendo, luego mando
Sin pensar en la esclavitud no se puede entender nada de Colombia. Por eso los de derecha que se oponen a la izquierda en el sentido que la demagogia socialista tendría en Europa son pobres engañados que añoran un mundo ya perdido para siempre, en el que tenían alguna jerarquía. La opción correcta de las clases altas de antes es el comunismo, para comprobarlo basta con ver la situación actual de las grandes familias que se han afiliado a ese bando y la de las demás.

La forma en que la esclavitud es la principal institución colombiana se podría demostrar de muchas maneras, pero no es el tema de esta entrada. Lo relato porque en muchísimas discusiones con doctorcitos izquierdistas descubría que cuando ellos no me entendían eso se convertía en un argumento contra mí. Los demás tienen el deber de decir lo que ellos puedan entender; si no lo hacen, la culpa es de los demás. ¿En qué contexto se puede dialogar así? Yo lo sé: en las conversaciones con el servicio doméstico, cuyas opiniones no importan y apenas se le presta atención con un sentido instrumental. ¡Cuánta impaciencia generan esos balbuceos y cuchicheos ininteligibles! Como las opiniones o ideas que no son las habituales de los señores. De hecho, no importa que el contexto sea diferente, proclamar que uno no entiende automáticamente le otorga un rango social superior.

Un día vi que entre los términos que eran TT en Twitter en Colombia figuraba #DonaldTrumIsTheNewHitler. Me indignó porque me acordé de la propaganda de la izquierda contra Ronald Reagan (ahora el siniestro William Ospina hace creer a los universicarios que él es como Borges, pero en los años sesenta se decía de Borges lo mismo que ahora se dice de Trump). ¿Cómo podría un amigo declarado de Israel como Trump ser como Hitler? Escribí esto para burlarme de la ocurrencia: 
Y me encontré con esta respuesta de una dama con la que nunca he tenido ninguna interacción de ninguna clase en ninguna red social:

A estas alturas sigo sin entender qué puede haber de antisemita en mi tuit. ¿Habrá alguien que no sepa que Hitler mandó asesinar a millones de judíos? ¿No es evidente el sarcasmo? Después me enteré de que el lobby judío estadounidense es más bien proclive a la izquierda, pero para el caso se trataba del apoyo a Israel. No importa, a una alta funcionaria y columnista no le hace falta entender, es Colombia, cuanto menos se entienda más respetable se es, más resultan los demás equiparables al servicio doméstico.

Pero ¿hace falta entender?
La esencia de los valores y actitudes de los colombianos está definida por su pasado, cosa de la que casi ninguno es consciente. Ese pasado es la Contrarreforma católica, aplicada con especial saña allí donde los poderosos recibían la encomienda de evangelizar a los paganos. La incapacidad de la crítica define a las naciones hispánicas desde entonces y explica todo el retraso de España (no era lo mismo en el siglo XVI) respecto al resto de Europa occidental. Sencillamente, se está con la única fe verdadera y se odia al hereje, al judío, al musulmán, al masón, al ateo, etc. (para la mayoría de los colombianos de las generaciones anteriores sería imposible discriminar entre esos conceptos). El precio de cuestionar la autoridad o no serle totalmente leal era elevado. Por eso los colombianos son personas de adhesiones firmes, los que van a la universidad odian a Uribe más allá de toda racionalidad, sin inquietarse en lo más mínimo por el éxito de los sociópatas de las guerrillas, y los demás están de acuerdo con él haga lo que haga. Eso les ahorra el esfuerzo de entender, y puede que sientan que por eso adquieren un rango social superior.

Por eso no se intenta entender qué quiere decir este tuit:
La cuestión es que las producciones de la mayoría de los uribistas hacen pensar que ellos están contra el proceso de La Habana. Parece que están contra ese proceso en la medida en que lo esté Uribe, de otro modo están a favor. Son grados de acomodamiento al sentido que permiten entender al país. O sea, permiten entender la mente del bárbaro, que es aquella en la que las palabras no tienen un sentido fijo sino que se pueden entender cada vez con un sentido distinto. Primero estaban a favor de la paz porque naturalmente no van a estar a favor de la guerra. Después estaban a favor de la negociación de paz (llamada "paz") pero no de la componenda de La Habana. Ahora están a favor de la componenda de La Habana (llamada "paz") pero con la condición de mejorarla.

Los políticos necesitan obtener votos y aun mayorías para que su actividad tenga éxito. Por eso todo lo que dicen tiene por objeto alcanzar esa hegemonía. Cuando un político tiene asegurado el voto de los radicales de un bando, intenta atraer a los moderados para sumarlos. Según esa visión, dado que no hay ningún sector político que se oponga con más firmeza a la infamia de La Habana, Uribe intenta atraer a los moderados y así sumar. Y por eso intenta evitar que en el plebiscito se elija entre la paz y la guerra, según temen que sea la propaganda oficial. Entonces, a los que se muestran receptivos respecto de esa propaganda los tranquiliza con la promesa de continuar con "el esfuerzo de la paz" aunque Santos pierda el plebiscito.

 La mayoría engañada
¿Dónde falla el enfoque anterior? En las palabras. La política se basa en la mentira, pero la pura mentira, la mentira sistemática, termina generando sólo confusión y haciendo perder la noción de lo que se busca. El acuerdo con los terroristas no es "la paz". Cuando se usa la jerga de la propaganda del enemigo, se empieza a estar en su bando. Si lo que se quiere es ganarle a Santos el plebiscito (lo último es que probablemente tenga que convocarlo después de la resolución que aprobó por unanimidad el Senado estadounidense), no se puede animar a la gente a votar contra algo que no se cuestiona. Si la propaganda llama "la paz" al acuerdo con los terroristas y uno lo refrenda, ¿qué les va a decir a los votantes para que se opongan? El resultado de eso ya se vio en 2014 con un candidato que imitaba a Santos.

De modo que la mayoría formada por guerreristas y mejoradores de la paz no tendría mucho fuelle porque no podría ofrecer nada creíble. Lo que pasa es que el objetivo de Uribe no es vencer a las FARC ni menos promover la democracia (que intentó abolir con su plan de presidencia perpetua), sino recuperar la presidencia. Sólo así se entiende que no quiera arriesgar su cuota de poder ni sus relaciones con los politiqueros más poderosos desautorizando rotundamente las negociaciones.

Colombia sin paz
La amenaza del narcorrégimen es así: si no se alcanza la paz, volverán las masacres y el terror. El paso siguiente es la admisión solemne de un cese al fuego bilateral (que los asesinos ya anuncian en Twitter), y queda la impresión de que los terroristas tienen a los ciudadanos a su merced. Esa declaración de sumisión al terror por parte del gobierno oculta el elemento central, que es la existencia de la ley internacional, de la CPI y de la declaración de los Derechos Humanos. Y es que los terroristas necesitan más la "paz" que los cobardes que se les someten: si no hubiera acuerdos, podrían matar a algunas personas más, pero ellos individualmente serían reos de persecución y terminarían como Ricardo Palmera. De modo que su única verdadera arma es el gobierno de Santos y la trama grande (las FARC son sólo la punta de lanza) del Partido Comunista, la Universidad, los sindicatos de funcionarios y las castas dueñas del país.

Pero todo eso tampoco es muy sólido: el régimen venezolano ya va racionando la energía y pronto traerá la hambruna. Cristina Fernández ya cayó y la puede seguir Dilma Rousseff. La sucesión de Obama no parece tan feliz. Los recursos del gobierno de Santos para comprar apoyos no son lo que eran y los precios del petróleo no se van a recuperar. El descontento es generalizado. En el supuesto de que anunciaran la firma de "la paz", se trataría de un gobierno sin apoyos con una banda criminal a la que odian la mayoría de los colombianos. La farsa sería demasiado difícil de sustentar. En 1991 contaron con la orgía de terror que le atribuían a Escobar y aun la Asamblea Constituyente no tuvo los votos ni del 20% de los ciudadanos. Sencillamente, se impusieron porque no había oposición. A Álvaro Gómez lo habían secuestrado antes y de algún modo lo forzaron a firmar (alguien me contó que en su programa de televisión todos los periodistas pertenecían a la izquierda).

Por eso necesitan a Uribe. Por eso amenazan día tras día con encarcelarlo, encarcelan a su hermano, intentan encarcelar a Zuluaga, etc. Sin el apoyo de Uribe y el uribismo no pueden vender la "paz", menos ahora.

Promesas constituyentes

Pero Uribe sabe eso y espera cambiar su apoyo a la paz con un cambio constitucional que le permitiera volver a ser candidato presidencial. ¿Qué otra cosa será lo que discuten con Álvaro Leyva y el abogado de las FARC? ¿Qué otro sentido puede tener el artículo de Juan Lozano en el que le reprocha a Santos que les incumpla a las FARC y acepta que éstas tengan delegados no elegidos? La apuesta de Santos, y antes de Pastrana, y antes de Barco y Gaviria, y antes de Betancur, es poder ofrecer un país sin masacres ni secuestros ni "conflicto". Ese atajo, inconcebible en ningún país civilizado, tiene cierto público en Colombia, pero no porque la población sea tan estúpida como para no entenderlo ni porque la propaganda sea tan eficaz, sino porque encaja en la tradición y porque las castas superiores obtienen ventajas del terrorismo (perdón por repetirlo todo tantas veces, pero la afirmación anterior quedaría sin sentido: el gasto público se multiplicó por 19 entre 1991 y 2002, y la desigualdad aumentó diez puntos del coeficiente de Gini, y la pobreza no se redujo).

Uribe no quiere resultar el que obstruye ese logro. "Para consolidar la paz" hará falta integrar a los reacios, y ¿qué mejor que un presidente que los desarma y desautoriza y está comprometido a respetar los acuerdos? Sus esperanzas no son tan infundadas como parece. La astucia de formar una mayoría con los que se oponen a la "paz" y los que quieren mejorarla no corresponde al interés de derrotar a Santos y las FARC, sino a otros cálculos.

(Publicado en el blog País Bizarro el 29 de abril de 2016.)

miércoles, mayo 11, 2016

La cruzada contra el falso doctor



¿Para qué sirvieron los gobiernos de Uribe?

Cada vez que se hace esta pregunta todo el mundo compara la situación de Colombia en 2002 con la de 2010, con lo que los uribistas salen llenos de orgullo, y los comunistas, rabiosos (sobre todo porque la inmensa mayoría de los comunistas eran menores de edad en 2002). Pero lo que hay que comparar es la situación de Colombia en 2002 con la actual, y no en términos del PIB, ni siquiera de la tasa de homicidios, sino de sus perspectivas de desarrollo, estabilidad e inclusión entre las naciones civilizadas. Colombia está hoy mucho peor que en 2002, con la hegemonía absoluta de los terroristas en la función pública, en los medios de comunicación, en las redes sociales, en la cultura y la educación...

¡Cómo hemos cambiado desde 2010!
Los uribistas proclaman que esa catástrofe moral es sólo por la traición de Santos y Roy Barreras, como si fuera perdonable que fueran precisamente los elegidos por el uribismo, como si no se pudiera conocer el pasado del hermano mayor de Santos, para poner un ejemplo. El hecho de que los herederos de Uribe fueran los peores enemigos del pueblo que lo apoyaba no los lleva a sentir el menor reproche hacia su ídolo. Y todo eso vendría a ser NADA de no ser porque en todo caso por entonces había una mayoría clara, sobre todo en las regiones, que se oponía a los terroristas. ¿En qué quedó esa mayoría? Sencillamente se dispersó porque la "estrategia" y el cálculo desaconsejaron a Uribe hacerle oposición a Santos y a su alianza con los terroristas, patente desde mucho antes de la posesión. Se trataba de las lealtades que Uribe pudiera conservar entre el funcionariado, en el Partido de la U y en el legislativo. Como ya lo expresé en 2011, a Uribe no sólo le deberemos a Santos sino también la obra de Santos.

¡Estrategia y cálculo!
Las personas que no quieren someterse a los terroristas piensan que dados los resultados visibles del gobierno de Uribe en 2010 hay que ponerse de su parte, y el consenso les produce la sensación de que representan una fuerza significativa. Pero Uribe y su séquito sólo están pensando en que el líder vuelva a ser presidente. Eso explica la absoluta falta de resistencia a la "paz" (que es la componenda con el crimen organizado) y aun la disposición a formar parte de una Constituyente con las FARC: podría ser tolerable para ellos ceder en lo que imponen los terroristas a cambio de que fuera posible elegir de nuevo a Uribe. Otra explicación no puede haber, y de hecho era algo manifiesto en 2011, antes de que para asegurar la reelección de Santos empezara la persecución judicial contra Uribe. Es decir, lejos de reconocer el espantoso error de buscar un tercer periodo para Uribe, siguen intentándolo después del fracasoporque no importa que reinen la iniquidad y la mentira, creen que serían tolerables si Uribe pudiera volver a ser presidente.

El vuelo corto del uribismo
No basta la atrocidad increíble de buscar cambiar la Constitución por segunda vez para permitir un tercer periodo, sino que TODO lo que se hizo en los gobiernos de Uribe presupone la aceptación de las premisas ideológicas que subyacen al régimen impuesto en 1991 (del que Uribe forma parte a tal punto que como senador propuso reforzar la impunidad del M-19). Por eso durante los ocho años en que fue presidente no se hizo el menor intento de cambiar una Constitución que autoriza el asesinato como forma de hacer política ni se pensó en un partido que defendiera los valores de la libertad. Pero quizá lo que mejor demuestra la identidad absoluta entre el uribismo y el régimen (Santos sólo es el continuador de Gaviria y Samper) es el aprecio de la "educación". Durante los gobiernos de Uribe se multiplicó el gasto en universidades sin que se hiciera el menor esfuerzo por incomodar en el adoctrinamiento comunista que es su casi única función. Más aún: el lema de la campaña del Centro Democrático en 2014 era la "revolución educativa", consistente en la promesa de que todos los jóvenes irían a la universidad, "logro" que define al régimen cubano.

¡Educación es lo que falta!
En una pieza teatral de Jean-Paul Sartre un personaje dice que "el infierno son los otros", frase que explica la forma en que entiende el mundo la mayoría de la gente. El sufrimiento y la injusticia son el resultado de lo que hacen los demás, pues cada uno se considera a salvo de toda culpa. ¿Cómo habrá que hacer para que la gente entienda que esa idea de que todos tengan un título universitario ya es totalitaria y es la causa del atraso? Ese culto del estudio es sólo el disfraz moderno del viejo desprecio del trabajo que caracteriza al castellano viejo. Las personas se esfuerzan tratando de aprender algo que no les interesa en absoluto para obtener un "título" que los acredita como miembros de las castas superiores sin que el conocimiento tenga ningún adepto más. Cuanto más se gaste en proveer diplomas (en realidad, rentas a la clientela profesoral, que compensa el favor adoctrinando asesinos que hagan después la paz y mantengan en el poder a quienes les crean el puesto de "trabajo") más ignorancia y vulgaridad habrá. Los políticos que prometen llevar a todos los jóvenes a la universidad demuestran lo poco que les interesa el conocimiento y lo mucho que comparten con los demagogos aliados del terrorismo. Los escasísimos colombianos que se pueden considerar sabios no fueron a la universidad, como el más notable de todos ellos, Nicolás Gómez Dávila.

Falsos doctores
La América española es una vasta región relativamente poco poblada y con grandes riquezas en la que no obstante la mayoría de la población vive en la miseria y reina la violencia, más que en el resto del mundo. La causa de que eso ocurra es la forma de pensar y obrar de sus habitantes. Todo lo que no conduzca a cambiar los valores y actitudes en el sentido de la asimilación al mundo civilizado contribuye a reforzar esos rasgos que determinan el fracaso de todos los países y aun de los individuos de la región. El culto de los títulos universitarios es un rasgo característico de esa mentalidad tradicional. El hecho de que el actual alcalde de Bogotá se atribuya un título de doctor que al parecer no tiene es una muestra de servidumbre ante esa tradición: yo conozco personas que sí tienen doctorados y lo dejan a uno pasmado por su ignorancia increíble.

La carta de los doctores

Obviamente amigos de la izquierda que cobra las atrocidades terroristas, aparecieron oportunamente una serie de doctores y estudiantes de doctorado que se lanzaron a acosar a Peñalosa, cosa importantísima que no tardó en ser noticia en El Espectador y Trending Topic en Twitter. Casualmente a ninguno de ellos le inquieta que el anterior alcalde hiciera exactamente lo mismo: ellos tienen carta blanca para mentir, para matar y para robar. Por algo son los buenos y justos.


Pero lo maravilloso, insisto, maravilloso, es el contenido de la carta. Leyéndola queda claro todo lo que he intentado decir sobre la educación y sobre el proyecto uribista de brindar títulos universitarios a todos (para incluir a Colombia en el primer mundo, según proclamaban orondos).
Paris, 19 de abril de 2016 Señor
Enrique Peñalosa
Alcalde Mayor de Bogotá
Señor Alcalde
En los albores del siglo III el emperador romano, Septimus Severo, anunció a sus súbditos que había llegado al gobierno porque así lo determinaba el alineamiento de los astros en la hora de su nacimiento y que, en consecuencia, todas sus acciones respondían a la necesidad misma del mundo y se justificaban por sí solas, más allá de la razón, por encima del saber o haciendo abstracción del conocimiento que fundamenta una verdad.
Todo es tan divertido que parece un chiste. ¿Por qué habrían de mandarle una carta desde París si muchos de los firmantes viven en otra parte? ¿Por qué tienen que mencionar el lugar en que se escribe? Por la falacia de autoridad: ¡tiene tanto prestigio París entre los colombianos! Pero es sólo el comienzo. No hay ningún emperador que se llame Septimus Severo. El emperador Septimio Severo debería ser conocido por cualquiera que haya acabado la secundaria. Nadie debe entender que Septimus Severo sea el nombre latino de dicho emperador (Septimius Severus). Sencillamente, al idiota que escribe eso le suena de algo. Pero, bah, los doctores no escriben bien el nombre del emperador pero tampoco es cierto lo que le atribuyen. Ni en sus biografías ni en la Historia de Roma de Indro Montanelli ni en la de Asimov hay la menor mención a tal ocurrencia: a su muerte fue declarado Divus por el Senado, es lo único parecido que se lee. Ah, y que era aficionado a la astrología, pero nada que ver con el origen de su poder en los astros.

Nadie debe pensar que UN SOLO COLOMBIANO se va a conmover por esa patética demostración de ignorancia: lo que todos saben es que no importa saber sino tener relación con el poder político. Hace diez años abrí un blog para explicar los errores típicos de los colombianos y allá fueron todos los doctores a desautorizarme: si el falso doctor Petro, cuya impostura no interesa a nadie, dice "Llévensen" es sencillamente porque ejerce de adelantado de la renovación lingüística. Lo que más desprecian es que se piense en expresarse bien. TODO lo que aprenden es a odiar cualquier pretensión parecida. Lo mismo con la idiotez del origen divino del poder y su relación con ese emperador: el hecho de que sea falso los honra, lo único que importa es que en alguna universidad supieron dar amor a algún profesor y así tienen el correspondiente certificado, seguros de que gracias a él recibirán suficiente compensación de los adolescentes que el Estado pondrá en sus manos.

Pero ¿y qué? Decenas de doctores no son capaces ni de consultar la Wikipedia y suscriben una idiotez escandalosa, pero ¿a qué viene la información sobre el origen divino del poder? A generar la noticia que servirá a la campaña contra Peñalosa y al retorno del G2 cubano al control de los billones del presupuesto bogotano. ¿Tiene algo que ver que Peñalosa haga lo mismo que Petro inventándose doctorados con el origen divino del poder? Nada, pero permite mostrar la vasta cultura de esos doctores que escriben desde París. Y no digo lo de vasta cultura con sarcasmo: si no saben ni escribir bien el nombre de un emperador ni lo que le atribuyen tiene relación con él, ello es muestra de que miran más allá, tal como decir "encima mío" es señal de vanguardismo lingüístico.
Este momento de la historia, que sin duda usted conoce, le permitió a Michael Foucault iniciar su extraordinaria reflexión sobre la relación que existe entre “el ejercicio del poder y la manifestación de la verdad”. Decía el filósofo francés que hay “procedimientos, verbales o no, mediante los cuales se saca a la luz -y esta puede ser tanto la conciencia individual del soberano como el saber de sus consejeros o la manifestación pública- algo que se afirma o más bien se postula como verdadero, sea claro está por su oposición a una falsedad que ha sido suprimida, discutida, refutada, pero también tal vez por arrancamiento a lo oculto, por disipación de lo olvidado, por conjuro de lo imprevisible” (Foucault, 2014, pp. 24)*
Ese momento inexistente de la historia que nadie conoce porque no está documentado le permite al cretino que escribe la carta ostentar su rango con un galimatías que le otorga autoridad dado que deja patidifuso al que lee. ¿Qué tiene que ver con que el doctorado que dicen que se atribuye Peñalosa sea falso? Nada. ¿Qué autoridad tiene Foucault para el caso? Al muerto de hambre de turno lo pusieron a leer a ese pesado en la universidad y todos los demás imbéciles firman armados de tan tremenda autoridad. Pero ¿qué falta hace la cita? Insisto, los procedimientos de estos doctores son de la calidad moral de sus amigos políticos. Nivel de Tercer Mundo, grotesco.
Compartimos esta reflexión a propósito del debate suscitado con motivo de su presunto doctorado en Administración Publica en Paris que, en muchas ocasiones, durante mucho tiempo y ante diferentes audiencias, usted dijo o permitió que dijeran o escribieran como un hecho cierto. Recuerde usted que Foucault se refería a “la noción de gobierno de los hombres por la verdad” y proponía el concepto de aleturgia como espacio de confluencia entre el poder y la verdad. Este asunto de ocultar una verdad o permitir que se mantenga en el tiempo una mentira, debería servir para una reflexión en torno a la ética, al poder en el ejercicio de gobierno que usted inició hace poco más de cien días.
El patán que redacta esa bazofia sigue con su prestidigitación enredando con la "aleturgia" que debido a que los lectores desconocen resulta una fuerza suprema de inagotable poder. ¿Para qué? Para decirle a Peñalosa que Foucault lo habría desaprobado por decir que tiene un doctorado que no tiene. Puede que a Petro no lo desaprobara, dadas las bizarras inclinaciones sexuales del filósofo y el controvertido pasado del secuestrador y asesino amigo de los doctores.
Todo parece indicar que usted, al igual que el emperador Septimus Severo, decidió establecer el “orden mismo de las cosas” desde la imaginación. Por supuesto que el falso título de doctor es muy grave, pero puede ser mucho más grave si esta forma de ser gobernante se traslada a decisiones de política pública que afectan a la sociedad y a la naturaleza (el arte de gobernar y el juego de la verdad no son independientes uno de otro decía Foucault).
Luego, el supuesto fraude de declararse doctor sin serlo "se traslada a decisiones de política pública", pero el matar y secuestrar gente no, pues ¿alguien duda de que la carta tiene que ver con el interés de los asesinos? Todo es estúpido y ridículo, pero ¿quién no se calla la boca cuando se cita a Foucault?
Así, por ejemplo, a las evidencias científicas que ordenan proteger la gran reserva forestal Thomas Van der Hamnen, usted responde que no son ciertas y que la reserva se va a urbanizar, frente a estudios de ingeniería ya elaborados para construir en Bogotá un Metro subterráneo, usted decide cambiar el diseño y anunciar, sin fundamentos técnicos, que ahora se va a hacer un metro elevado.
Tampoco pueden escribir bien el nombre de Thomas van der Hammen, pero ¿desde cuándo las evidencias científicas pueden "ordenar" algo? Es evidentemente la forma de expresarse y de "razonar" de gente que no está habituada a nada parecido. Si las evidencias científicas pudieran dar órdenes, estos imbéciles tendrían que devolver el dinero que les han robado a los colombianos con sus becas. Los estudios de ingeniería del G2 cubano que estuvo saqueando la ciudad son tan dignos de atención como la carta de los doctores. Sencillamente, se usa la tontería del falso doctorado para legitimar todos los atropellos del hampa comunista durante 12 años y procurar su retorno a la caja fuerte del Distrito. Las evidencias científicas y Foucault lo ordenan. Malgasta uno TANTO TIEMPO buscando un adjetivo apropiado, es imposible. Algo así sólo puede describirse como COLOMBIANO.
Otra vez Foucault: “No puede haber gobierno si quienes gobiernan no ajustan sus acciones, sus elecciones, sus decisiones, a un conjunto de conocimientos verdaderos, de principios racionalmente fundados o de conocimientos exactos, que no solo dependen de la sabiduría en general del príncipe o de la razón a secas, sino de una estructura racional que es propia de un dominio de objetos posibles, y que es el Estado" (Foucault, 2014, pp. 32)*
Otra vez el galimatías de los muertos de hambre.
Ahora bien, el ejercicio del gobierno no empieza ni termina con el gobernante. Cuando mire hacia atrás hágalo sin odio, con objetividad y se dará cuenta que, para bien o para mal, la Bogotá de 1998 no es la misma ciudad de 2016. El emperador Septimus Severo nunca reconoció a sus antecesores, solo creía en su mandato como emperador y en sus decisiones, que por ser suyas, eran simplemente “divinas”.
El que tenga paciencia podría buscar y mostrar dónde se documenta o dice siquiera un redactor de la Wikipedia que Septimio Severo no reconociera a sus antecesores o que considerara divinas sus decisiones. Eso es totalmente falso, tal como el nombre que le atribuyen. Basura, colombianismo. ¿Quién sino un doctor iba a escribir "darse cuenta que"? Escribir lo correcto los deshonraría.
Quienes firmamos esta carta estamos adelantando o ya terminamos estudios de doctorado en diversas universidades del mundo. Usted debe saber, señor alcalde, que lo hacemos con esfuerzo y convicción y con ganas de aportarle al país en la medida de nuestras posibilidades. Por eso nos parece injusto que personas como usted, que hoy gobierna a la capital del país, suplante con falsedades lo que a nosotros y nosotras tanto sacrificio nos cuesta.
HURRA HURRA HURRA, ¡UNA VERDAD! Lo que harán unos imbéciles de tal categoría para obtener doctorados (dar amor) les cuesta porque conservan aspectos del machismo tradicional y en Colombia pertenecen a familias "prestantes". El conocimiento a los verdaderos sabios nos resulta facilísimo, pero a ellos también, pues no tienen ni idea de qué es eso.
La comunidad académica en Colombia y en el mundo, pero sobre todo la ciudadanía (quienes votamos y quienes no votamos por usted) merecemos una explicación del Alcalde Mayor de Bogotá. Usted debe saber que por casos similares de falsedad o plagio han renunciado altos funcionarios en otros países.
Yo creo que quienes merecen una explicación son las evidencias científicas y Foucault. Pero ¿cómo es que ninguno de estos engendros contesta acerca del doctorado de Petro, cuya falsedad se denunció en su día? De repente Peñalosa resulta un tipo que merece la mayor defensa, no sólo lo persiguen doctores de tal enjundia y rigor, sino que el doctorado que decía tener es mentira. Lo inquietante es que fuera verdad, habida cuenta de la clase de gente que lo obtiene.

La educación que necesita Colombia es sencilla: EVITAR A TODA COSTA QUE LA JUVENTUD LLEGUE A SER COMO ESTOS IMBÉCILES. Basta con eso, que se dejen de gastar los recursos públicos en la indigencia intelectual y en la formación de camarillas de matones que se aferran a falacias mientras exhiben su infinita ignorancia y su interés en proteger a los secuestradores y asesinos que les prometen poder a cambio de su adhesión.

Y porque se exige un cambio cultural rotundo es por lo que el alicorto uribismo y su "revolución educativa" deben ser rechazados. Por el contrario, habría que cerrar todas las universidades públicas y proveer créditos a los estudiantes que demostraran verdaderas aptitudes. Es lo que define a los países civilizados, como Suiza, donde sólo un 23% de los jóvenes van a la universidad, donde un título tiene un sentido y no es la ocasión para que personajes de la categoría moral e intelectual de estos doctores lamboneen en aras de rentas parasitarias.

Porque no se trata sólo de cambiar al presidente sino de construir una sociedad que se asimile a las plenamente humanizadas, cosa que requiere un esfuerzo distinto a la habitual pelea de banderías.

(Publicado en el blog País Bizarro el 20 de abril de 2016.)

lunes, mayo 02, 2016

El declive de Juan Paria


No llega la buena nueva
Entre la marea de noticias que aparecen cada día en Colombia, muchas de ellas promovidas por la conjura terrorista, indistinguible del régimen, va saliendo una cosa clara: la situación de Santos es complicada y los resultados de su gobierno son cada vez más claramente funestos. La negociación de paz (como la llaman) ha conducido en la práctica a un alto al fuego bilateral que no desactiva la amenaza terrorista sino que la multiplica gracias al reconocimiento e impunidad garantizada de los criminales, que extorsionan mucho más y producen mucha más cocaína, y sin duda participan en las actividades del clan Úsuga y otras bandas, como el ELN, gracias a las cuales llenan sus arcas y se preparan para el asalto final.

Pero tampoco hay quien se entere
Pero esos resultados no son evidentes para los colombianos de las ciudades porque la "guerra" o "conflicto" es algo que no viven directamente. Sólo sus frutos (los funcionarios y profesores, riquísimos gracias al poder persuasivo de la CUT que es una organización del Partido Comunista tan importante como las FARC, o más), o alguna incomodidad si se les ocurre molestarse por los crímenes delante de los superiores sociales que disfrutan de los privilegios que les consiguen los niños bomba (los demás). Mientras no se ponga el acento sobre esa relación entre las atrocidades terroristas y la clientela funcionarial, la propaganda seguirá engañando y los criminales más dañinos seguirán operando sin incomodidad ni reproche.

Más cocaína, más corrupción, más dificultades económicas
La popularidad de Santos no se va a recuperar porque las dificultades económicas de la mayoría de los colombianos irán en aumento, al igual que la indignación con el robo sin límites de estos años. Pero también en el exterior es evidente que mengua el optimismo que la propaganda había generado entre los que no entienden nada de Colombia y quieren apuntarse a las buenas causas. La arrogancia de los terroristas y la filtración de información que oculta la prensa (un muerto en Israel ocupa miles de veces más espacio en los medios internacionales que un muerto en Colombia) terminan mostrando lo que es la tal paz. Sólo el que carece de la menor honestidad se atreve a sugerir que los terroristas van a abandonar sus fabulosos negocios, que tanto poder y rentas les han generado. El que entienda el inglés puede ver una muestra de esa desfachatez en este escrito del activista pro-FARC Adam Isacson. Pero para el resto del mundo todo es evidente: sólo se trata de implantar otro régimen bolivariano. La forma en que, por ejemplo, describen a Santos Jaime Bayly o Carlos Alberto Montaner ya es muestra de que para un sector creciente de la opinión internacional se trata sólo de otro sátrapa bolivariano.

Y encima persecución, iniquidad y cinismo
A esa percepción nueva de Santos contribuyen hechos como el encarcelamiento del hermano de Uribe y los intentos de procesar a Óscar Iván Zuluaga con un montaje evidente. Puede que en Colombia la población servil y atemorizada no se inquiete por esos atropellos, pero los periodistas extranjeros ya ven algo que no se parece nada a un Estado de derecho ni a una democracia normal. Cada día es menos generalizada la actitud indulgente hacia la paz, que en el caso de muchos medios (como los españoles), corresponde a incentivos originados en recursos públicos, como la publicidad y los contratos en Caracol Radio, de propiedad del grupo Prisa, cuyos medios (El País y la Cadena Ser) hacen propaganda abierta de las FARC. Ahora esos medios "progres" apenas intentan ocultar las noticias, como se ha hecho siempre.

Uribe y Pastrana en el cumpleaños de Vargas Llosa
Pese a la campaña obsesiva de calumnias contra Uribe del bien pagado aparato de propaganda de los terroristas (es decir, los medios de comunicación social colombianos, pagados casi exclusivamente por la "inversión" publicitaria del gobierno), es muy diciente que para celebrar los ochenta años de Vargas Llosa fuera invitado, junto con Pastrana y otros expresidentes españoles e hispanoamericanos, mientras que de Santos no se tuvo noticia. No es tan banal la cosa: Vargas Llosa es un valedor de Obama y un "progre" que siempre está buscando términos medios respecto a muchas cuestiones. Si desagravia de esa manera a Uribe (a pesar de la orgía de odio de su amigo Abad Faciolince), eso tiene que ver con lo que he explicado arriba: a Santos ya todos le ven el cobre, las vacas gordas se han acabado y ya no hay con que comprar a todo el mundo para que aplauda al gran líder (a saber cuánto dinero de los colombianos habrá costado la portada de Time). Y la impunidad con que ha perseguido toda oposición va resultando indigerible para sus propios propagandistas fuera de Colombia.

¿El remedio? Perseguir a Uribe
El hecho de que la oligarquía que dirige el tráfico de cocaína y el terrorismo tenga el búnker central de su poder en los medios de comunicación le da ventajas que para sí quisieran los demás regímenes bolivarianos. De lo que se habla es de lo que conviene al gobierno, de modo que la orgía de propaganda calumniosa contra Uribe no tiene límites desde que se supo que la popularidad de Santos había caído a un 13%. Cuando el tema de que la gente habla es Uribe y no los desmanes de la Fiscalía, la multiplicación de la extorsión, el plan pistola, los paros armados del clan Úsuga (inconcebibles sin las FARC y aun sin la complacencia de las Fuerzas Armadas, tal vez cumpliendo órdenes del gobierno), etc., el gobierno "pasa de agache".

Obscenidad, estupidez, bajeza: el santismo condensado
La nueva andanada de calumnias y estupideces sólo es repetición de la vieja propaganda de los terroristas desde el Caguán. Abad Faciolince (el más perverso y dañino de todos los sicarios morales del terrorismo) sale con una "carta abierta" en la que culpa a Uribe de resistirse a la paz, cosa consistente en existir y no aplaudir todo lo que hace Santos, aunque tiene el alivio de que no se detectan las habituales sugerencias de matar al expresidente ("Porque eso sería lo mejor para todos: que se callara") ni las acusaciones de delitos potenciales:
¿Por qué se va al exilio la señora Hurtado? Para no tener que decir de dónde venía la orden de oír a los jueces, a los políticos y a los periodistas, ya que confesar esa verdad era lo mismo que poner una lápida en su pecho. Mejor callada en Panamá que acorralada aquí entre la pared de la verdad y la espada del miedo.
Intolerable que alguien tenga una cuenta de Twitter y señale los crímenes que pasen, un obstáculo para la paz, que no consiste en que los asesinos desistan sino en que los que respetan la ley los premien. Uno dice "los asesinos" refiriéndose a las FARC, pero ¿no es Abad Faciolince uno de ellos? También se podría exculpar a Hitler de la Shoa pues no pertenecía a las SS ni quedaron testimonios de que ordenara gasear judíos.

Otra perla del mismo estilo es lo del narco número 82. Colombia queda retratada enterita en esa infamia: un muladar poblado por criaturas bastante menos que humanas, capaces de creer que lo que conocen los estadounidenses sobre el tráfico de cocaína es una lista que entregó algún informante (este artículo lo esclarece), en la que el número 89 es Carlos Vives. Cuando Obama estaba recién posesionado llegó a promover una mentira hedionda sobre Colombia a sabiendas (para frenar el TLC que después firmaría con su socio Santos), aludiendo a los asesinatos de "sindicalistas", ¡no faltaría más sino que no usara ese conocimiento de las mafias para favorecer a Santos!

Igualmente es obscena y estúpida la idea de "Tomás y Jerónimo a la guerra", viejo recurso de intimidación terrorista basado en la idea de que no someterse a los asesinos es hacer la guerra, con lo que nadie podría plantearse que se aplicara la ley porque tendrían que estar en condiciones de enfrentarse con los criminales. ¿Quién tolera algo tan absurdo? Las clases altas colombianas, que son las clientelas del terrorismo y ejercen un parasitismo continuado a través del Estado. ¿Qué se haría con los incendios? ¿Sólo se apagarían en las casas de los bomberos?

Más elocuente aún es la esvástica de un caricaturista de El Espectador sobre la marcha, pero es muchísima basura la que habría que comentar.

Y en definitiva, intentan distraer
Pero nadie va a salvar a Santos... O tal vez sí: los uribistas no soportaron casi ni el día de la marcha, inmediatamente estaban buscando ocasión de figurar como gestores de paz y amables polemistas de los poderosos de los medios (como en el foro La Paz Posible). En el libro biográfico que escribió sobre Rufino José Cuervo, Fernando Vallejo dice que además de reproducirse los colombianos sólo viven pensando en alcanzar "el bien supremo", la presidencia de la república. Es exactamente así: esa clase de personajes no están contra los terroristas ni con Uribe (tal como tampoco lo estaban Roy Barreras y los demás uribistas de 2010) ni con ninguna ideología, sino que aprovechan ese impulso para figurar y desarrollar su carrera hacia el bien supremo. Santos es un fracasado y un paria y su régimen es una tiranía criminal, pero no tiene oposición. Es lo único que lo salva.

(Publicado en el blog País Bizarro el 15 de abril de 2016.)