jueves, abril 03, 2014

Universitario colombiano, universitario venezolano


El contraste entre la resistencia de los estudiantes venezolanos al totalitarismo castrista que anima el "movimiento estudiantil" en Colombia (la MANE es más claramente estalinista que las propias FARC) es un dato muy importante para entender a ambos países.

Como ya he explicado muchas veces, se trata de la herencia colonial y la forma en que los grupos dominantes organizan el Estado que heredaron de la Corona española. Es famosa la frase atribuida a Bolívar de que Venezuela es un cuartel, Ecuador, un convento y Colombia, una universidad. Claro que en su mentalidad un cuartel era mejor que una universidad, porque no sólo era lo que aseguraba la independencia de las nuevas repúblicas sino también lo que les serviría de columna vertebral.

En definitiva, las castas de descendientes de los encomenderos se aseguraron las rentas futuras y un papel directivo en las sociedades de la región. En Venezuela se hicieron militares, lo que explica la obsesión por las fronteras y la amenaza colombiana (incomprensible y aun desconocida en Colombia), en Colombia se formó una especie de casta sacerdotal, no menos ignorante ni violenta que la uniformada de Venezuela, que encontró en la educación (prolongación de la evangelización con que había comenzado la encomienda) el pretexto para asegurarse el control.

Un aspecto en que Venezuela es radicalmente distinta de Colombia es el cosmopolitismo: una buena parte de la población desciende de inmigrantes europeos que llegaron al país a lo largo del siglo XX, mientras que el grueso de la población habita en ciudades costeras. Esos inmigrantes llegados a un país rico por el petróleo, y con la gran ventaja de la tradición de sus países, más productivos, se convirtieron en el germen de una clase burguesa que de algún modo amenaza a la casta parasitaria dominante.

Nada semejante ocurre en Colombia, donde el orden colonial se mantiene y en una especie de democracia hereditaria los cargos se transmiten de padres a hijos, y no sólo en el alto gobierno sino también en niveles más modestos, todo disfrazado de una aparente legalidad que se queda en la pura pompa, porque al final cada tinterillo con poder puede aparecer con cualquier galimatías y salirse con la suya (como ocurre con las tutelas que frenan la destitución de Petro).

Pero la letra de la ley de algún modo permitía el avance de la globalización liberal y entonces la reacción absolutista global contra ella encontró en ambos países a las castas necesitadas de legitimación y ansiosas de asegurar su poder. Eso fue el comunismo, que en Colombia es hegemónico en las universidades desde la época del Frente Nacional y que en Venezuela fue avanzando en el ejército hasta animar a Hugo Chávez a dar un golpe de Estado en 1992 en nombre de un partido militar que siempre existió como expresión de esas castas y que siempre vivió incómodo con la democracia.

En Colombia nunca hubo partido militar y el ejército se mantiene leal al orden constitucional, que resultaba una camisa de fuerza para las castas oligárquicas. Ése es el origen de las guerrillas comunistas, surgidas de la Komintern para "replicar" la experiencia china pero promovidas y favorecidas por los clanes herederos de la República Liberal desde los años cincuenta (los grupos más violentos de "bandoleros" y "chusmeros" de esa década eran dirigidos por el Partido Comunista, pero obraban a favor del bando "liberal").

El profesorado universitario colombiano es la casta que está detrás de las guerrillas y la base social de lo que llaman "izquierda", que es sólo el castrismo. Su papel es el mismo que tiene en Venezuela la llamada "boliburguesía" (que no es en absoluto "burguesía" porque no produce nada ni hereda ninguna tradición productiva) y en materia de privilegios y rentas no debe de andarle a la zaga.

En contraste, los universitarios venezolanos proceden mayoritariamente de la clase media surgida de la inmigración, incluso colombiana, y son favorables a la democracia y al mundo moderno. La actitud del régimen chavista ante la universidad es bastante parecida a la que ha observado respecto de la industria y el comercio: hostilidad en la medida en que no la pueda controlar del todo.

Al respecto conviene prestar atención a este estudio de la Universidad del  Zulia: un docente universitario venezolano del grado más alto del escalafón, de dedicación exclusiva, ganaba, en mayo de 2013, 1147 dólares mensuales al cambio oficial, que en términos de cambio real vendrían a ser poco más de 300 dólares mensuales. En contraste, según el mismo estudio, un profesor del mismo rango en Colombia ganaba un promedio de 4500 dólares mensuales.

Y nadie habla de los premios por publicaciones, de las "palomitas" en las rectorías antes de pensionarse, de los contratos de investigación y muchísimas otras fuentes de rentas que tienen según el rango, es decir, según la familia de la que provengan y las relaciones que mantengan con los delfines de casas presidenciales.

Es explicable que tengan una guerrilla, una sociedad competitiva y productiva es una amenaza para ellos. Los colombianos "compran" la idea de que aprobando unos exámenes pasan de indios a hidalgos y toleran pagarles a los hijos de sus opresores el pretexto con el que los seguirán despojando.

(Publicado en el blog País Bizarro el 26 de febrero de 2014.)